jueves, 4 de septiembre de 2025


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a ALEJANDRO CESARIO

(Publicado en la página de Facebook el 04 de junio de 2025)

Alejandro Cesario nació en 1967, en Buenos Aires, Argentina. Es poeta y editor.

Alejandro, en la entrevista, dice:

«El acto de escribir permite encontrarse con la posibilidad de eso que la vida cotidiana niega de alguna u otra manera.»

SELECCIÓN DE OBRA

Casa

Aún la oigo
cantar y barrer las hojas secas,

la luz ha dejado la última sombra,
esa sombra que ha ignorado la luz del jardín,

ya no hay sombras,
hay un rimero de hojas secas.

Cementerio

En el sigilo convulso
la urdimbre trémula del dolor.

Papá le dejó flores al abuelo
y en voz bajita me dijo:

-¡acá respiro mejor!

Menchito

A pesar de lo que se diga…

en el alto,

cabecita trigueña
no se furtiva de leña ajena,

sino
con la lozanía de sus sueños.

Desalojo

Orfandad de tierra colorada.

Se le vino el desahucio
y con el desahucio el morapio
y con el morapio,

cuaja hilachitas de ilusión.

Punta de riel

Raeduras esparcidas por el viento.

Virgencita de Luján rasgada.

Demasiada luz
para vías enmohecidas

y un apeadero yermo.

Estuario

Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano.
Primer libro de los Reyes 18:44

Boira que se retira.

Ósculos a la medallita de Stella Maris
que le pende

(una, dos, tres veces).

Estiba dos cartoncitos de vino al madero.
-Padre nuestro, que estás en los cielos…
-Dios te salve, María, llena eres de gracia…

Manos asidas a la fisga
que rebuscan saciar la gazuza.

Atalaya la lozanía.

Mohín de fe.

Nana

Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán.
Evangelio de Mateo 21:22

Sentadita perpetuada
a su lado.

Mustia,
tartajea una nana.

Breza,
asequible al milagro.

Hospital

Una carantoña
dos carantoñas…

Ella
bufa, refunfuña,

y aún

el estriego milagroso
de mi mano con la suya.

Baldío

Covacha celada
en la vega.

Henos hirsutos.

Madrigal que arrulla.

En el aguayo,
otrora mantel,

sestea desnudito.

¿Por qué?

Debajo
de los antifaces

se han ido ulcerando
las quimeras.

Ya nadie se osa al dislate
de estrujar el viento.

Música en Laguna Rosario

Bohío
a pasos de la vaguada.

Galerna de costado que azota.

Mete pata y pata,
reparte el pan en bicicleta.

Padre en el obraje.
Usureros que aprietan.

Mate cocido, chusco y ranas fritas.

Añoranza de madrecita ausente.

Entre la nada y el algo
se yergue, se atisba la trutruca*

(de manguera y embudo).

*Trutruca: instrumento musical de la cultura Mapuche. Consiste en una vara de bambú ahuecada de unos cuatro metros de largo. Al soplar emite una voz potente. Se usa en homenaje a caciques como acompañamiento de danzas.

(Poema basado en la película “Delfín”, de Gaspar Scheuer).

Marzo en Corrientes

El lapacho
estalló de rosa

y se convirtió
en cobijo.

Ahí nomás,
cerquita al tuétano,

yace dijunto el Monchito.

Así de simple

A Manuel, mi bisabuelo

Vino desprovisto,
trajo la espera entre sus manos.

Rescoldo que lo desgarra.

Pulgar amputado.
No lee.
Alma cuarteada.
Boca empastada.

Conato descienden sus fornidos brazos
con los últimos rayos del poniente,
sus gruñidos, su voz acémila,
su cuerpo cernícalo,
hollado en la morriña.

Pañuelo de cendal sostiene su estampa.

Pico y pala… pico y pala…
nunca pudo terminar
el bruto muro de la casa propia.

Derrota

Tras la tronera del bar
visillo azulado
veo jugar a los nenes en la plaza.

Escucho a esa casa demolida
escribiendo su triste final.

Observo que alguien se pinta su cara, se disfraza.

Es el atardecer de un duro verano.

Charcos de agua podrida
ya sin adoquines.

La payasita con su teatro callejero
se gana el pan bajo los semáforos,
roba risas, también fastidios miserables.

Guardo sus gestos, su sonrisa, sus sentimientos.

Escucho los bocinazos de la derrota.

Labrador

De regreso a la barraca

chupa las vainas
de algarrobo maduras

y escupe el resto fibroso.

Queda un amparo,

el asilo del abrazo.

Tucumano

En campiña galesa,

sobado al sudor,

sumido al vesperal dominio,

manduca el chusco de la desdicha.

Y al encumbrar sus párpados,

plaña la lejanía.

Dibujo

Asperja sobre el lienzo.

Irriga de aljófar a la muerte.

Y la bruna
guedeja de yayita,

germina.

De changa en changa

Misionero en el conurbano.

Azadón hendido
en el légamo.

La jícara servida.

Añora
su acullá natal.

Titiritero

Con fulgor y con palabras,

una hilacha en lo real,

y otra

en la brizna magia.

Búsqueda

En la falúa, sobre el río Aluminé,

la alba tanza

recoge de esas aguas hialinas

las pavesas

que alguna vez arrojó.

Sólo queda

Cerquita
del enjuto riacho,

sobre un tronquito,

manduca pan de escanda,
pimpla el tintorro.

Lo demás es desamparo.

También

No lleven nada para el camino
Evangelio de Lucas 9:3

Cuatro rulos de fideos.

Varios mosquitos dan vueltas.

Tinto, dos vasos
y brindis.

En la orillita del río,
cuatro rulos de fideos

y la felicidad.

Estepa

Entre tanto desamparo,

como portento oculto,

las serpenteadas raíces del amancay
envolviendo al lábaro.

ENTREVISTA

Gilgamesh: Alejandro, tu poesía ve, escucha la «orfandad de tierra», de esta, nuestra tierra, «casa demolida». Me gustaría leer tu historia de escritor de poemas. ¿Cuándo, dónde comienza?

Alejandro Cesario: Tal vez, la poesía se presentó desde el lado de las canciones, quizá ese sea mi primer vínculo, claro que lo fue sin darme cuenta, fue una relación inocente, sin pensar que eso que escuchaba era poesía como la entiendo ahora, por lo tanto, tendría que remitirme a la infancia, a esas canciones de tango y de folclore que se escuchaban en casa. La radio siempre estaba encendida desde muy temprano hasta las últimas horas de la noche.

Ya en la adolescencia, en la escuela secundaria, un profesor de literatura nos hacía leer a Borges, Cortázar, Bioy Casares, recuerdo un libro: 30 cuentos Hispanoamericanos, ahí leí a Horacio Quiroga, García Márquez, José Martí, y sospecho que aquellos alumnos que mostrábamos más interés por la lectura, ese profesor, (generoso y apasionado) nos daba para leer a los poetas clásicos, ahí es donde nace mi interés por la literatura en general y por la poesía específicamente. Ese profesor, era Fernando Sorrentino.

Con la lectura de distintos poetas, fui encontrando esa forma de poder decir, de expresarme. Hallé un refugio que me cobijó ante la intemperie. Siguieron lecturas, hallazgo de poetas que hasta el día de hoy los releo y que continúo trabajando sus textos.

Gilgamesh: En este camino de escritor, te has preguntado ¿por qué, para qué y para quiénes, tus palabras?

Alejandro Cesario: Soy alguien que escribe, más que un escritor, así me considero.
Escribo porque siento la necesidad de hacerlo, siento que es mi manera de comunicarme con el mundo, de hallar la belleza -como fuerza, como esencia y también como posibilidad- en comunión con la palabra, esos encuentros son epifanías y las disfruto a pleno.
El acto de escribir permite encontrarse con la posibilidad de eso que la vida cotidiana niega de alguna u otra manera.
No me fijo un “para qué” como objetivo, porque la poesía es un acto de creación, el “para qué” hace correr el riesgo de destruir ese encuentro, escribo, busco esa palabra, intento hallar la beldad con el afán de horadar al lenguaje.
La poesía es para los poetas. No escribo para nadie en particular, si hay alguien es para mí, aunque una vez publicado el poema ya es del lector, y ahí (algunas veces, no siempre) se abre un abanico enorme, que muy pocas veces se logra conocer, pero que es de suma importancia, valoro (aunque no sepa quién es) al supuesto lector.

Gilgamesh: Muchos sabemos, o deberíamos, que la poesía es, ante todo, trabajo con el lenguaje, la conciencia más aguda del lenguaje. Delante de «la página en blanco», ¿qué pactos, qué guerras se generan, generás con este instrumento?

Alejandro Cesario: El preludio de la hoja en blanco me infunde calidez, aovilla mi vida.
Atisbo en silencio esa hoja en blanco como el comienzo de algo, como una posibilidad, siempre se me viene una palabra que Borges traía muchas veces: “coraje”, él lo hablaba sobre otras cuestiones humanas, pero le daba un valor muy importante, yo diría por encima de todo, entonces, a la hoja en blanco también se la enfrenta con coraje.

Gilgamesh: Borges decía que Lugones escribía con todas las palabras del diccionario. En tu obra hay un «rescate» de palabras cuyo uso ya no es común. ¿Por qué esas elecciones? ¿Cómo te llevás con los diccionarios? ¿Cómo vas (des)armando tu «léxico familiar» en la escritura?

Alejandro Cesario: El diccionario es mi libro de cabecera. Lo leo todos los días, como todos los días leo más de un poema. Cuando hablo de diccionario sumo al de sinónimos. Busco palabras y las paso a una libreta, me enamoro del sonido de los vocablos. Tomo a la palabra como un acto de poesía. En la búsqueda de la palabra está el intento de hallar esa voz propia.

Al poema como a la palabra hay que someterlo a la oralidad, porque de ahí viene, ahí está su rizoma. Al escuchar/nos si tenemos el oído atento podemos percibir el goce de la palabra, del poema, podemos ocuparnos y deshacernos de ciertas aporías.

En el argot de los vocablos y del lenguaje está la lucha, y se gana o se pierde, pero nunca se puede salir ileso después de navegar por esos galimatías.

La forma o léxico familiar se deconstruye (en parte) con las lecturas, yo leo para hallar, encontrar, para escribir, el leer me hace escribir, es imprescindible leer, desde ahí se va gestando todo.


Gilgamesh: Desde «El humo de la chimenea» hasta «Una hilacha en lo real», ¿qué búsquedas se sostienen, qué de un libro a otro muta?

Alejandro Cesario: Seguramente lo que se sostiene desde el primer libro hasta este último sean los temas, ciertas imágenes, hay cosas que siguen girando dentro de uno y es muy difícil poder desprenderse, ahora en el mutar -como vos me preguntás- está el tema, porque ahí sí siento que hubo cambios en la forma de escribir, de ir buscando y dándole el lugar a la palabra más que a la imagen. Los temas o ciertas efigies no importan, si (y te diría que es el todo) la forma de como se dice, como se escribe, esa es la mayor mutación que puedo observar con el paso de los años. Es muy interesante el poder leer a un autor en forma cronológica, ya que se puede escrudiñar su obra teniendo en cuenta el aspecto del tiempo, casi siempre demoledor, pero muy interesante para ver una evolución si es que la hay, por supuesto.

Gilgamesh: ¿Qué significado porta, a la hora de escribir, la palabra compromiso? ¿Qué te compromete como autor y como lector?

Alejandro Cesario: En el acto de escritura o en el acaecer de la lectura, mi único compromiso es con la palabra, no soy de los que creen que el poeta debe tener algún otro precepto o mandato. Me seduce la calología de las palabras como andanza estética. La emoción y la honestidad como raigones. El poeta tiene que estar comprometido con la poesía, con lo abisal de la belleza, con el hallazgo de la palabra y su musicalización y con la interpelación del lenguaje.

Gilgamesh: En un tiempo en que «los bocinazos de la derrota» atruenan, ¿qué dice el poema, el poeta?

Alejandro Cesario: Ese verso pertenece a un poema que titulé “Derrota”, que está en el libro: El bruto muro de la casa propia, ediciones la yunta, 2018. El poema habla de la derrota que nos viene atropellando todos los días, que es la ocultación la no mirada hacia el otro, no darnos visibilidad es una de las situaciones que más me duelen, creo que una mirada nos puede salvar, a pesar de cualquier cosa o acontecimiento que nos pueda suceder. El no vernos es darnos muerte entre nosotros.

Gilgamesh: ¿Qué lugar le otorgás al lector, en tu obra?

Alejandro Cesario: El lector tiene una importancia vital, es tal esa vitalidad que el acaecimiento, el portento de la poesía se produce con el lector, sino uno no publicaría. Yo escribo y corrijo mucho, mucho, releo los poemas casi infinitas veces y lo hago en voz alta, cuando siento que encontré esa música, que la palabra está como yo deseo recién ahí suelto el poema, lo que pasa después ya no es algo que yo pueda tener incumbencia, ahí es donde aparece el supuesto lector. El lector vivifica la poesía.

Gilgamesh: ¿Cómo, el poeta «titiritero», convive y se nueve en el ámbito de lecturas, presentaciones, concursos, talleres tan en boga en estos tiempos?

Alejandro Cesario: Cuando me invitan a encuentros de lecturas asisto con muchas ganas, son encuentros que valoro, suele haber escucha, eso es muy bueno, además uno puede conocer voces que no conocía, esos encuentros, esos hallazgos hay que valorarlos.
Mis tres últimos libros los presenté primero en mi casa, hicimos una reunión entre amigos y entre comida y mucho vino se presentaron los libros. El último libro publicado también lo presenté en distintas ciudades, me gusta la idea de salir de Buenos Aires, siento que la escucha es más atenta en ciertos lugares que en la gran ciudad, que está llena de presentaciones y bastante contaminada en muchos aspectos.

No le doy importancia a los concursos, creo que lo más importante de un certamen o concurso es que te lean, si eso ocurre, el premio está dado. Recién con el último libro: Una hilacha en lo real, Ediciones Cartografías, Río Cuarto, 2022, lo envié a un concurso, que me dio la sorpresa de lograr la “Mención De Honor 2021 - 2022”, por la Sep. (Sociedad de escritores de la provincia de Buenos Aires).

Nunca fui a un taller literario, me cuesta verlos como un lugar de aprendizaje, los veo como un sitio de encuentro. Nunca me sedujeron como una alternativa de escritura.

Gilgamesh: ¿Qué biblioteca te hizo lector? ¿Qué libros no pueden faltar en la biblioteca del poeta lector, del lector poeta?

Alejandro Cesario: En mi casa de chico no había bibliotecas, por lo tanto, tengo más la sensación o el recuerdo que los libros sueltos fueron los que me introdujeron lentamente en las lecturas. El colegio secundario en primera instancia y luego el encuentro de ciertos libros que me iban recomendando o encontrando yo de manera azarosa, siempre confié en la intuición, me gusta salir e ir a las librerías de libros usados, revolver y hallar algún libro que por algo que leí al abrirlo me gustó.

¿Los libros que no pueden faltar en mi biblioteca? Pregunta nada fácil de responder, me cuesta mucho hacer esa selección, pero te diría que los poetas clásicos no pueden faltar. La generación del 27 tampoco después tendría que hacer una selección por países, ahí tendría que ser muy riguroso, soy de los que piensa que es muy importante leer a los poetas de donde uno es, pero a la vez uno tiene que nutrirse de los escritores o poetas de otros lados, en síntesis, hay que tratar de leer todo lo que se pueda, de alguna forma nos enriquecen todos los libros, aunque sea para saber que el camino no es por ahí. Como verás, me es casi imposible hacer una selección, y tendría que hacerla ya que en casa ya casi no hay más lugar para albergar libros.

Gilgamesh: ¿Qué consejos le darías a alguien que desea escribir? ¿Pedís consejos a la hora de escribir, de corregir, de editar?

Alejandro Cesario: No sé si daría consejos, si diría que hay que leer, releer y releer.

Corrijo mucho -es algo que me encanta, un momento que disfruto intensamente-, siempre antes de publicar lo doy de leer a amigos poetas, tomo sus opiniones y vuelvo a trabajar los textos así varias veces, de alguna manera nunca sale un texto en forma huérfana, hay otras miradas, muy necesarias para enriquecer el poemario.

Gilgamesh: ¿Cómo aparece «Ediciones la yunta»? ¿Cómo gestionás el catálogo? ¿Cómo ves, en esta coyuntura sociopolítica, el trabajo editorial?

Alejandro Cesario: ediciones la yunta es la unión de amigos, con la idea de publicarnos y publicar a otros, somos tres los que llevamos adelante la editorial: Roberto Raschella, Daniel Riquelme y yo.
El catálogo es una de las cosas más importantes para una editorial, por lo que cuando nos llega un texto para ser publicado lo primero que les decimos es que lo vamos a leer y les damos una devolución del mismo, nada se publica sin ser leído, cuidar el catálogo es cuidar el alma de la editorial.
El trabajo editorial -para nosotros- es siempre el mismo, no ha cambiado, podemos publicar más o menos por año, pero somos una editorial independiente (como se dice habitualmente), eso nos aleja de esas coyunturas comerciales. Diría que estamos más atentos a ciertos cambios que vamos viendo o podemos ver -en un mundo tan vertiginoso- por ejemplo, las tapas de los libros, hoy vivimos en un mundo donde todo es visual, algo que al principio de la editorial no se le daba tanta importancia hoy intentamos que si la tenga, claro que también depende de los autores cuanto están dispuestos a cambiar. También tratamos de mantener un estilo, buscamos una identificación, que los libros de la yunta tengan una “identidad”, eso nos parece muy importante, algo fundamental como sostén editorial.

Gilgamesh: ¿En qué lecturas y en qué proyectos de escritura y edición te encuentra este 2025?

Alejandro Cesario: Tengo un libro inédito, La tersura del silencio, pienso publicarlo este año, estoy viendo donde editarlo, para evitar la auto publicación. Y estoy trabajando en otro libro, que ya está bastante avanzado, siempre en poesía.

La editorial viene editando muy bien, editamos 5 libros en lo que va del año y estamos leyendo 2 libros más para dar una devolución. Tenemos proyectos en común con otra editorial, Ediciones Cartografías, de Río Cuarto, ya editamos varios libros juntos, estamos armando un catálogo en común.

Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto, en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?

Alejandro Cesario: No tengo una respuesta de cómo solucionar ese “lazo perdido”, como vos lo llamás. No me parece que la poesía se haya divorciado de la memoria de los pueblos, ya que -también- se escribe desde ese lugar. La poesía es leída por poetas y la sostienen los poetas, no me parece nada mal, si ese “gran público” quisiera leer poesía, encontrarse con ella la poesía está ahí, simplemente no debe de existir interés por hacerlo, por lo pronto, no tengo nada para cuestionar. No me parece mal que la poesía sea para poetas.

NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Alejandro Cesario nació en 1967. En Argentina, Buenos Aires.

Publicó: Esas miradas tristes - un viaje por la Patagonia, (novela), 2006, El humo de la chimenea, (poemas), Ediciones del Dock, 2009, Fragor de borrascas, (poemas), Ediciones del Dock, 2011, Ciervo negro, (poemas), Ediciones del Dock, 2012, Estación de chapas, (poemas), Ediciones del Dock, 2013, La última sombra, Ediciones la yunta, (poemas), 2015, El bruto muro de la casa propia, (poemas), Ediciones la yunta, 2018, Tonada que no canta, (poemas), Ediciones la yunta, 2020 y Una hilacha en lo real, Mención De Honor 2021 - 2022, por la Sep (Sociedad de escritores de la Pcia. de Buenos Aires), (poemas), Ediciones Cartografías, de Río Cuarto.

Integró la Antología Federal de Poesía de la Provincia de Buenos Aires.

Dirige junto a Roberto Raschella y Daniel Riquelme Ediciones la yunta.

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