GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a JOSÉ CASAS
(Publicado en la página de Facebook el 02 de julio de 2025)
José Casas nació en Jachal, San Juan, 1951. Poeta, docente, sociólogo y doctor en Ciencias Sociales.En la entrevista, José, dice:
«Me gustaría escribir un libro que fuese la visión de las visiones, un canto sagrado a la memoria de los pueblos, una oda histórica, una canción sublime como el vuelo de una bandada de pájaros en el amanecer.»
SELECCIÓN DE OBRA
LA LIBERTAD ENTERRADA JUNTO A LAS CENIZAS. 2022.
(Fragmentos)
Yo gesticulo en la oscuridad.
Yo me desgarro en el silencio.
Yo me destrozo en la angustia.
Yo, ciego, estallo furiosamente
en esta terrible noche de acero.
Las manos a lo largo del muro.
Las manos atrapadas en el muro.
Palabras escritas en las paredes.
La humedad que roe mis huesos.
La muerte que me está buscando.
El dolor a lo largo del muro.
El día se arrastra deshuesado.
Las respiraciones en las celdas.
Dan máquina durante horas.
Submarino seco, submarino mojado.
La parrilla. Teléfono de campaña.
Sin cesar una y otra vez torturan.
No hay piedad ni súplica posible.
El árbol del martirio se levanta
sobre los cuerpos demolidos.
Yo estoy tirado en una celda.
Estoy masacrado en un campo.
Estoy en una sala de torturas.
Estoy esperando ser torturado.
No está en las grietas el muro.
No está en la piedra ni el hierro.
No está en las piedras partidas.
Está sumergido en la sangre.
Está dentro del cuerpo agredido.
Está en un grito aún por estallar.
A través de galerías desconocidas
como en los andenes de la muerte,
a través de los calabozos oscuros
como piedras que golpean el alma,
a través de las luces derramadas
que caen como una lenta agonía sucia
a través de las grietas de muro
que me rodean, que me aíslan:
yo tiemblo en la empuñadura
de la noche misma que me asila.
A través del cuerpo desesperado de la noche
yo atravieso las densas paredes del sueño.
Me arrastro entre cuerpos martirizados.
Y las heridas como fuegos me queman.
Y los puñales que atraviesan el pensamiento.
La noche con gritos y torturas.
Los gritos de los torturados
como mutilaciones sangrantes.
Los gritos de los torturadores
como muñones agónicos.
Me he arrastrado por galerías
entre cuerpos derrumbados.
He atravesado la oscuridad
y con las manos desgarradas
he alcanzado jadeante la grieta
para beber una gota de agua,
para lamer algo de la lejana luz.
Hasta allí he llegado en la noche.
Hasta la boca de la emboscada.
Hasta la línea del arrostramiento.
Yo atravieso los muros y paredes de la noche
sin poder alcanzar ni vislumbrar jamás al alba.
Yo atravieso el espesor de las sombras acuarteladas.
Hasta allí avanzo: hasta donde desertan los pájaros
y los perros acosan y estragan a los cuerpos heridos
que se arrastran jadeantes, martirizados, dolientes.
En los entretelones de la muerte me he abierto paso
para encontrar un árbol donde cuelgan los cuerpos
y me llaman voces cuando tengo apretados los dientes
y no hay alba sino la noche sin cuartel que se continúa.
POSTRIMERÍAS DEL SIGLO XXI 2023
EL ÚLTIMO TREN HACIA LA ESTACION FINAL DEL UNIVERSO (Fragmentos)
Yo estaba en una estación próximo a partir en el último tren posible
hacia el otro extremo del universo posible.
Ya habían partido despavoridos los demás trenes hacia lugares desconocidos.
Los pasajeros querían huir de este mundo terrible; guardaban alguna esperanza
de llegar a sus destinos, aunque sabían que las ciudades habían enloquecido
y que los trenes rielaban y agitaban los espíritus desnudos de los anteriores pasajeros hechos de humo a lo largo de los viajes hacia la eternidad.
No había paz en la tierra, no había tregua en el corazón humano.
Y partimos hacia la noche sin final atravesando la inmensa soledad
en la maquinaria ululante del tren rumbo a las siete estaciones del universo.
Y al llegar a la primera estación vimos a soldados que hacían descender de otros trenes
a hombres y mujeres dolientes y los empujaban a golpes a través de una plaza
y la plaza llevaba a una calle y la calle llevaba a un gigante edificio donde los metieron
y de las chimeneas del edificio comenzó a salir un humo pestilente.
Y la ciudad apenas respiraba.
Y vimos millones de vestiduras deshabitadas que se levantaron del edificio
y cubrieron el cielo.
Entonces un perro atroz saltó y corrió por las calles y devoró la luz.
Y el perro tenía los ojos rojos de sangre y esa sangre cayó sobre las piedras
y de las piedras se levantaron otros perros y eran los cancerberos, los perros agónicos de la muerte.
Y en la segunda estación tuvimos visiones sobre la guerra entre las naciones
y la muerte de los pueblos.
Y vimos que las ciudades ardían y que una lluvia ácida caía sobre millones de seres
y les desollaba sin piedad el cuerpo y el alma.
Los seres corrían despavoridos, descarnados,
entre el espesor del cielo sin cesar derrotado.
Y se abrían otras visiones del mundo
y había dioses que se levantaban en el cielo.
Y los dioses pedían sangre y un millón de hombres
era uncido a los carros de la guerra
y entraban en la batalla y sucumbían
como palomas quebrantadas.
Entonces una nueva batalla se erigía
y otro millón de hombres era convocado
y ungido en sacrificio de los dioses.
Y entonces la muerte para ser más que la muerte mató a la propia muerte.
Y en la tercera estación vimos hombres y mujeres
que avanzaban con los brazos cruzados en equis
y avanzaban anunciado nuevos mundos a por venir
pero todos ellos fueron atrapados en un vórtice
y fueron llevados a los mataderos,
una y otra vez sin escarnio ni final.
Porque se levantaba una voz y era acallada.
Porque se levantaba una mano y era cercenada.
Porque eran los cuerpos y las voces redentoras
y eran los parias y los desheredados del mundo.
La cuarta estación estaba desierta.
Y nadie descendió en esa estación y vimos a lo lejos hombres y mujeres
que caminaban por las arenas del desierto en silencio,
como girando sobre las hélices de destinos desconocidos.
Y detrás de la ventana de una casa
vi a una muchacha agitar sus manos en un desolado adiós.
Y la muchacha lloraba y sus lágrimas formaban un surco como una herida
y ella estaba triste, triste, desoladoramente triste.
Y partió nuevamente el tren. Y atravesamos la estepa blanca.
En el viaje hacia el confín del mundo todo quedaba atrás.
Ciudades. Edificaciones. Cuerpos. Alucinaciones.
Mutilaciones. Muñones. Muletas. Mundos ciegos.
Y en la quinta estación había inmensas luminarias que resplandecían
y anunciaron el gran espectáculo universal que tenía al universo por escenario.
Y entonces se abrieron las entrañas de la tierra
y se levantó una forma indescifrable que se dividió en dos partes
y una parte reptó como una serpiente y la otra parte ascendió al cielo
como un horrible pájaro.
Y se reunieron ambas partes formando una estatua que estaba viva y maldita
y que a la vez se arrastraba y levantaba vuelo.
Y era el final de todos los tiempos y el advenimiento de todos los tiempos.
Y era fin de todos los mundos reales y de todos los mundos imaginarios.
Y en la sexta estación el tren esperó mil años pues aguardaba al último pasajero.
Y llegaron vientos de arena y arrastraron a los pájaros y a los transeúntes
hacia un muro que era la noche, que era la impiedad.
Y los tripulantes dijeron: no podemos esperar más. Debemos partir
antes que el desierto devore las maquinarias,
antes que se suiciden de pavor o de hastío los trenes.
Y entonces partimos hacia la última estación.
El tren avanzaba a través de la densa oscuridad.
Maquinaria echada a desmantelar la noche.
El mundo existía a medida que el tren avanzaba
a través de una vasta zona muerta, la ciudad.
Pájaros lisiados trataban de volar pero no había cielo.
Detrás de las paredes terribles de la oscuridad
se escuchaban gritos desgarrados que desgarraban,
que entraban como puñales en los corredores del tren.
Era el viaje más terrible que ese haya conocido.
No volverán a emerger de esas piedras.
Serán condenados por siglos a la intemperie
hasta que la lluvia regrese al mundo.
Y termine el viaje hacia el extremo del universo.
(Yo nunca he partido. Jamás he realizado el viaje.
Pero ha sido real la noche sin cesar en la ciudad desierta.
Por ello mi vida tiene trenes crujientes
que siempre me despiertan de noche,
que avanzan como inmensos animales
de luces para alcanzar la línea extrema
del último mundo extremo del universo.)
Estas son las páginas rescatadas de un libro que nunca fue escrito.
Nada se sabe de ese mundo.
Estas escrituras atormentadas fueron encontradas
en un arenal ya tapado por la arena.
EL SANTO DE LOS CHOROS
Dicen los que saben, cuentan los que lo conocieron,
relatan quienes escucharon los relatos:
al Frente lo mató la yuta porque ya se la tenían jurada.
En el cementerio de San Fernando
están los huesos del Frente, del que ahora
dicen que es el santo de los choros pibes.
Los choros pibes, los choros pendejos
van a la tumba del Frente,
el santo pobre que no da nada,
pero que es santo para los que no tienen nada.
Lo fusilaron los milicos de mala entraña una noche
en una callejuela perdida.
Y no tenía armas el Frente y gritó que no lo mataran.
Igual lo acribilló la yuta ropa prestada.
Se rebeló la villa y los echaron a pedradas y gritos.
Y se vino, de casualidad, una tormenta terrible de dos días.
El cielo estaba quebrado de bronca.
Y también la villa y la gente de la villa.
El Frente robaba y le ayudaba a los pobres.
Murió solo en una madrugada fría.
Caído sobre las piedras estaba.
Se murió en silencio.
Tuvo tiempo de pensar en las horas
que lo llevaron a tomar una errada decisión,
en la puta suerte de toparse con la yuta
que ya se la tenían jurada.
A él, muerto en cruz de disculparse de la vida,
de atropellarse con las esquinas y con las curvas de la vida;
a él, los amigos del barrio lo hicieron santo.
YO PODRÍA HABER SIDO CIUDAD JUÁREZ
Yo podría haber sido ciudad Juárez.
Yo podría ser uno de los cuerpos asesinados.
Yo podría haber sido muerto en una calle cualquiera.
Yo podría haber sido un migrante ahogado en el Mediterráneo.
Un niño soldado en alguna guerra de África.
Podría haber sido Ciudad Oculta, Fuerte Apache.
Podría haber sido una rata en los resumideros de las grandes ciudades.
O un cuerpo que se alimenta de basura en el frontón terminal de la pobreza.
O un cuerpo que llega a la cita donde lo esperan las balas que han de matarlo.
Yo habría sido un joven palestino tiroteado en Gaza.
Habría sido la ciudad de Bombay y sus perros y su miseria.
Podría haber sido Buenos Aires bajo estado de sitio.
Podría haber sido gaseado por los pacos en las calles de Santiago,
vilipendiado y linchado en una plaza de juegos para niños,
secuestrado por un grupo de tareas en el garaje Olimpo.
Yo habría sido torturado por los paras en Buenaventura, Colombia;
masacrado por el ejército en la noche de Tlatelolco,
exterminado por los jemeres rojos en la selva de Kampuchea,
encadenado al muro en una prisión llamada Libertad.
Podría haber sido diluido en humo en un lager nazi:
Yo podría haber sido asesinado en cualquier parte.
en cualquier país, en cualquier esquina del mundo.
Yo podría estar en una de esas tumbas.
Yo podría haber sido destinado al muro,
ser atrapado, ser prisionero de una pared.
Podría haber sido baleado por la policía blanca en las calles de USA.
Yo podría haber sido espalda mojada, esclavo,
carne de sufrimiento en algún sitio del mundo.
Donde la vida se diluye en una espera de humo.
Donde la vida se evade en una espiral de humo.
Donde la vida humana no vale más que el humo.
LA NOCHE DEL SUBURBIO
Entró en el suburbio de la noche.
Entró en la noche del suburbio.
Caminó por las callejuelas de la vida.
Caminó por la vida de las callejuelas.
Amanecía en las lindes de la villa.
Amanecía en la villa de las lindes.
Tropezaba con los perros huachos de la miseria.
Tropezaba con la miseria de los perros huachos.
Encontró el vino de los hombres.
Encontró los hombres del vino.
Lo rodearon los cuchillos de los borrachos.
Lo rodearon los borrachos de los cuchillos.
Le entró la boca abierta de la herida.
Le entró la herida abierta de la boca.
Murió bajo la luz de la luna violenta.
Murió bajo la luna de la luz violenta.
LAS SIRENAS DE TITÁN (Kurk Vonnegut)
Arden en la inmensidad de la noche fuegos lejanos.
Las sirenas de Titán llaman alertando
los cabellos de todos los mundos posibles.
Tú y yo somos extraños a la eternidad.
Los mundos huyen desenfrenados del aterrador vacío.
Todas las poblaciones y las ciudades están desoladas.
Todos los puertos resecos en las costas muertas.
Se alejan para siempre los barcos de la noche.
La vieja tierra está ardiendo por la guerra y la peste.
En las playas de un mundo desconocido
yacen los restos hundidos de las batallas.
La rosa y el espíritu de la rosa que allí agonizan
contienen el cáliz que antes dio valor a la vida.
Suenan las sirenas de Titán alertando
los cabellos de todos los mundos posibles.
Más allá de estas hogueras solo existe
la más inmensa y terrible oscuridad.
Más allá nada hay, nada es posible en el vacío.
La eternidad es desesperadamente chata.
El universo es despiadado y solo reconoce
el final postrero de los címbalos que suenan
en los rincones más lejanos de la inmensidad.
Allí donde también moran voces y gritos
cuyo significado más frontal se dirige a nosotros
para que la marcha de la humanidad
tenga algún sentido más allá de la mera muerte.
Tú yo solo tendremos refugio por esta noche.
SIMULACROS
Cuerpos simulando ser otros cuerpos en la noche de la ciudad
cuando los seres salen de sus atuendos para agitarse o para agotarse,
desviviéndose por vivir aquello que llaman la vida.
Simulaciones, simulacros, disimulos;
cuerpos como flotando vagamente,
gritos salvajes contenidos en los opiáceos,
en las cavidades y concavidades de los cuerpos,
bocas y respiraciones sedientas de otros cuerpos;
semen y salivas inermes como derrotas o victorias falseadas
que nadie puede ni quiere recuperar ni perder
sino acaso encontrar en otros cuerpos con la sal o con la sangre;
deseos internos en la noche más despiadada o destinada quizá
a algo más que sed mientras nadie muere y nadie vive,
nadie grita ni nadie calla en ese vacío o en ese colmado
en que si embargo llaman a alguien cuyo nombre desconocen
y es un artificio de humo lo que emana de esas fuentes:
son las entradas a las bocas del espanto que alucinan la noche.
LOS ESPEJISMOS NO TIENEN PÁJAROS
Los árboles como estatuas lejanas.
Alucinaciones de los hombres en el largo camino.
Los errantes de la tierra, los fugitivos.
Los que caminan sobre la sal sin conocer aún el mar
y en la arena encuentran la sed, la terrible sed.
Un pozo de agua seco: la muerte es arena entonces.
La muerte es un espejismo de agua que no alcanzan.
Caminaron hasta la montaña y después caminaron hasta el lago
y después hasta la frontera y luego el desierto.
Se les secó la piel, se les secaron las manos y los pies
y aun así siguieron caminando.
Y cuando estaban en el vórtice de la muerte, encontraron agua:
una víbora los fue llevando hasta la naciente. Y así sobrevivieron.
Y caminando vieron un bosque a lo lejos y era un bosque de piedra.
Vieron una ciudad a lo lejos y era una ciudad de piedra.
Y caminaron hasta que el horizonte se les hizo montaña.
Caminaron sin país, sin historia, sin habitantes, nuevamente sin agua,
Caminantes en la terrible soledad.
Y el viento reseco les silbaba muerte en los oídos.
La muerte tras las espaldas, la muerte en delante de sus ojos
como un pájaro de carroña que les seguía la marcha.
Y vieron un árbol lejano y pájaros que volaban en torno.
Y dijeron algunos de ellos: no puede ser un árbol,
Y estamos en medio del desierto. No hay agua.
Es un espejismo. Tirémonos acá a morir pues ya no podemos seguir más.
Y se abandonaron los hombres en la tierra muerte y reseca.
Pero uno de ellos dijo: No puede ser un espejismo.
Los espejismos no tienen pájaros.
Y entonces siguieron para llegar a la sombra
y al agua del árbol que estaba en medio del desierto.
Y los pájaros que volaban alrededor de ese cielo.
LIBRO DE LOS PUEBLOS Y HOGUERAS 2010
PUEBLOS Y HOGUERAS (Fragmentos)
Aquí estoy elaborando las hachas.
Aquí estoy batiendo los parches de la luna.
bailando al son de los bombos,
danzando alrededor de las hogueras.
Aquí estoy construyendo mi morada.
Aquí estoy trabajando la greda.
Aquí estoy esculpiendo la piedra.
Aquí estoy invocando salvaje a la luna.
Aquí estoy cantando contra la soledad,
Aquí estoy ceremoniando a la vida.
Aquí está mi corazón levantado
como un puño contra la muerte.
*
Aquí estoy cantando con las hachas,
bajo un río de estrellas que corre
hacia la noche infinita del universo:
un río que avanza, nunca se detiene.
Aquí estoy en la noche bajo las estrellas,
ardiendo en las hogueras de mi pueblo.
Aquí estoy bailando junto a las fogaradas,
espíritu rojo, espíritu azul de la llama.
Aquí estoy cantando cantos de los pueblos
en un delirio por alcanzar las lejanas estrellas.
Aquí estoy aprendiendo el idioma de la tierra,
dándole nombres a ríos, pájaros y arboledas.
*
Aquí estoy escribiendo en las piedras
la historia de los pies y los caminos,
la historia de los amores y desamores,
de los cántaros y las aguas vertidas.
Aquí estoy forjando a fuego la historia.
La historia de las tierras, de las labranzas,
de las vidas, de los trabajos y esfuerzos
de hombres y mujeres en la dura tierra.
En la noche los cantos repiten las voces,
las palabras, los relatos de los pueblos.
En el alba de pies ateridos desencadenan
pájaros más allá de la luz y la tormenta.
*
Aquí estoy trabajando el caballo y la luna,
andando todas las sendas de mi tierra,
andando entre estos fuegos dispersos
que al final en una hoguera se reúnen.
Pueblo mío que vives entre el cerro y el río,
sangre hecha de maíz, de sal y arcilla,
de dolores, de heridas y de esperanzas
porque tu corazón nunca se termina.
Si hemos nacido juntos, viviremos juntos
la historia de esta ceremonia de fuego.
Si las fogaradas están ardiendo en la cumbre
es porque el pueblo subió a la montaña.
*
Aquí estoy junto al fuego milenario.
El fuego que quedó en la noche ardiendo.
Ceremonias alrededor de las llamas:
bailan los pueblos en el sitio de su destino.
Lejanos fuegos perdidos en el universo,
que aquí se fundaron y que ahora regresan.
Los hombres encienden fuegos, no duermen,
velan por los territorios perdidos en su sueño.
Mis cantos tienen el calor de las hogueras,
retienen las voces que se pierden a la distancia.
Aunque lejos del alba mis cantos buscan
los cantos de los pueblos en el mundo.
En mí resuenan las cajas y los cultrunes.
En mi sangre resuenan los viejos tambores.
Suenan las flautas, desde lejos llaman los siqus.
Suenan los lamentos tristes de las bagualas.
Aquí está mi sangre siempre insurgente
hecha de maíz, hecha de arcilla y fuego,
de amor, de heridas y de esperanzas
porque mi corazón nunca se termina.
Porque soy la sangre siempre sacrificada,
soy el cuerpo golpeado, el brazo cansado:
soy el alba de pies ateridos que desencadena
pájaros más allá de la luz y la tormenta.
CANTATA DE LOS PUEBLOS CAPAYAN YACAMPI (Fragmentos)
Y Felipe Gualcuzqa Isillacac, del Río Bermejo,
viendo su próxima muerte en la tierra,
volvió su mirada al norte, hacia su tierra, y dijo:
Moriremos lejos de nuestra tierra.
No habrá lluvias este año.
No habrá lluvias por muchos años.
La tierra morirá. Pero la tierra no morirá.
La lluvia y los pájaros regresarán un día.
Los hijos de nuestros hijos regresarán a la tierra.
La piedra que ha sido señalada aún estará allí.
Después de siglos de olvido otros hombres vendrán,
pronunciarán nuestros nombres,
recordarán nuestro amor, nuestra batalla.
Desde nuestra muerte regresaremos a la tierra.
Aún en nuestras voces quebradas por el viento,
aún en nuestras bocas destruidas por el tiempo
nuestro pueblo permanecerá sobre la tierra.
*
Y Tomás Taliquina Sapigul, del Río Bermejo,
viendo su primera muerte en la tierra, dijo:
Yo. Nosotros. Nosotros. Yo. Nosotros todos.
Capayanes todos. Yacampis todos. Hermanos.
Hijos del río, el valle y la montaña.
Nacidos del maíz. Nosotros, rostros de la arcilla.
Ardieron hogueras hermanas en una sola hoguera.
El cielo se llenó de gritos de guerra,
gritos de bravura, ayes de dolor:
gritos de matar, gritos de morir.
Nos levantamos en poblaciones de fuego.
Nos erguimos gigantes de piedra paridos
con furia en la raíz desesperada de nuestra fuerza,
desencadenados en la hora de la batalla,
levantando nuestro corazón contra la impiedad.
Mortandad nuestra que hubo en el fuego y la arena.
Mortandades desde el amanecer
hasta el crepúsculo de la batalla.
Fue hermoso haber luchado junto a vosotros.
Es justo entonces morir junto a vosotros.
*
Y Francisco Cocoqui Aguaxican, del Valle Fértil,
viendo su segunda muerte en la tierra, dijo:
Hermanos míos, moriremos doscientos años aún.
Por tanto tiempo no cesará nuestro martirio.
Cada año de olvido se repetirá el dolor.
Para el sol la travesía. Para la luna el despeñadero
El guanaco enterrado en la luna
Guanaco luna. Herrumbre colorada.
Pueblos vencidos, nuestros fuegos dispersos.
Hogueras ardiendo en la noche que ya se apagan.
Cesan nuestras voces que se desangran
en la soledad de la tierra.
En nuestra derrota la tierra guarda silencio.
En nuestra muerte el viento guarda silencio.
Los dioses nos acogerán en la montaña.
*
Y Alonso Simpaymana Utunucasta, del Río Bermejo,
viendo su tercera muerte en la tierra, dijo:
Veo nuestro destino como pueblo.
Nosotros, piedras sin ser arena.
Nosotros, greda sin ser arcilla.
Nosotros, pie sin ser marcha.
Nosotros, grito sin tener voz.
Nunca encontrarán nuestros huesos.
Somos ahora un pueblo vencido.
Condenados estamos al olvido.
Nuestra palabra por siempre morirá.
Nuestro pueblo se extinguirá.
No perduraremos en el tiempo.
Nuestra fundación de arena
se desvanecerá en la arena.
*
Y Juan Yocacalu Amancasta, del Río Bermejo,
viendo su cuarta muerte en la tierra,
en su cabeza degollada, dijo:
Mi primera muerte es la derrota.
Mi segunda muerte es la horca.
Mi tercera muerte es la exhibición de mi cuerpo.
Mi cuarta muerte es la decapitación.
Mi primera muerte es en la arena.
Mi segunda muerte es en la greda.
Mi tercera muerte es en la tierra.
Mi cuarta muerte es en la piedra.
Todas mis muertes, todas nuestras muertes
están cayendo sobre la tierra.
*
Y Bartolomé Aymissa Cahian, del Río Bermejo,
viendo todas sus muertes después de su muerte en la tierra, dijo:
Capayán, yacampis: pueblos nosotros.
Nosotros todos. Somos la primera greda.
Llevamos la quemadura de la luna,
la cicatriz de la batalla.
Nuestros rostros caídos sobre la piedra.
Alcanzaremos el territorio de los pájaros.
Subiremos hasta la cumbre de la montaña
para alcanzar la morada intensa del aire.
Subiremos a la montaña para acercarnos al sol.
Alcanzaremos la inmensidad
que buscamos a tientas en el corazón humano.
*
Y Juan Catintucla Tucmancasta, del valle de Mogna,
viendo todas las muertes de su pueblo en la tierra, dijo:
Ahora que conocemos nuestra propia muerte.
Ahora que comprendemos el silencio, la noche sin fin,
Caímos sobre la herida de nuestra herida.
Nuestro amor, nuestra lucha, nuestra derrota:
todo ello está en las lunas despeñadas,
todo está en los ríos bermejos,
todo está en la tierra.
Negados en nuestro amor y hermosura,
en la sangre y la palabra que nos constituye.
En los pájaros que perdieron el cielo.
Somos pueblos perdidos.
Somos las piedras de los ríos perdidos.
Estas piedras nunca fueron perfectas.
Ninguna de estas piedras será leída como piedra.
Ninguno de estos ríos será confundido con la sal.
Nada tenemos sino arena y territorios lejanos.
Los signos agrietados de la piedra
contienen la historia de nuestra sangre.
Estaremos en la tierra y en el aire,
en las montañas y ríos, al fin emancipados.
*
Campo de estrellas
Mi corazón arrodillado.
Y tu corazón conmovido.
Lejanas hogueras rojas de agosto.
Estrella derrocada en las cumbres.
Piedra despeñada en el vacío.
Guanaca preñada dando saltos.
Noche de aterradora belleza.
Luna partida en los huesos.
*
(Los fuegos
que se apagaron
en la noche.
Los fuegos
que no llegaron
hasta el alba).
ENTREVISTA CON EL AUTOR
Gilgamesh: José, tu poesía es una mano que no duda a la hora de arrancar la venda de la indiferencia y la herida, la voz que dice y significa frente al horror, la letra que inscribe una memoria que insiste, que resiste. ¿Cuándo supiste que tu deseo iba hacia la escritura, hacia la poesía? ¿Sentiste o sentís el trabajo de escritor como destino?
José Casas: Desde niño sentí el impulso de escribir como si fuese algo innato. Me destaqué en la escuela primaria por mis redacciones y, ya adolescente, comencé mi larga formación como escritor leyendo vorazmente literatura, en especial poesía, y escribiendo mucho, buscando mi propia voz. Siempre sentía y siento aún que mi destino era ser escritor. Escribir es una fuerza que me impele constantemente.
Gilgamesh: «Aquí estoy construyendo mi morada», escribís. ¿Podrías contarnos cómo fue desarrollándose este proceso creador? Leyendo en retrospectiva, el paisaje construido, ¿qué te dice?
José Casas: A través de escribir mucho y un arduo trabajo de elaboración, de construcción de cada poesía y cada verso. Unas pocas poesías han sido escritas espontáneamente y así publicadas. He ido avanzando hacia una poesía muy sentida y muy elaborada a la vez. “Estoy construyendo mi morada” tiene un sentido literal por un lado y por otro metafórico: la morada de vida y la morada de la poesía. Se trata de un arduo proceso de construcción de la poesía, que lleva a que cada libro me demande varios años de trabajo hasta lograr su terminación. En ese trabajo se conjugan la fuerza original de la poesía y su elaboración escritural.
Gilgamesh: Me gustaría que nos hables de Jáchal, la tierra, el hummus que olemos, que transitamos en tus versos.
José Casas: Jáchal es un departamento y una pequeña ciudad, encerrada en un valle azul, 150 km al norte de San Juan. Es mi tierra natal y los jachalleros nos sentimos un territorio independiente: histórica y culturalmente somos localistas. La presencia de mi territorio y pueblo en mi poesía es muy importante y he dedicado muchos años como investigador -soy sociólogo, magister en Metodología y doctor en Ciencias Sociales- a indagar sobre la historia, estructura social y cultura de Jáchal y sus localidades. He publicado varios libros sobre la historia y cultura de mi pueblo.
Jáchal significa piedra acarreada: somos el pueblo de la falda del cerro que acarrea piedras por puro porfiados en vivir en nuestra tierra.
Gilgamesh: Si tuvieses que pensar tu obra entre el placer y la urgencia escriturales, ¿qué textos quedarían de un lado y del otro? ¿Qué búsquedas desarrollás de un libro a otro? ¿Hubo momentos de inflexión, de barajar y dar de nuevo?
José Casas: Es una pregunta compleja. Como me ha llevado años escribir cada libro, cada uno ha correspondido a tiempos y etapas distintas. Es cierto que los textos están entre el placer y la urgencia pero la elección sería según la necesidad y las posibilidades existentes. Estamos urgidos por escribir pero publicar es muy difícil por los costos. Por otro lado cada obra es una búsqueda de expresar un mundo pero existe continuidad y discontinuidad en el conjunto. La poesía es el desgarramiento por la vida, un grito que no se concluye, una pasión siempre presente por expresar en las palabras y escrituras el ser en el mundo complejo en el que vivimos.
Gilgamesh: ¿Cómo fue la experiencia de atravesar esa «terrible noche de acero» como hombre y como poeta? ¿Qué lugar ocupó la palabra en ese mundo terrible, enloquecido?
José Casas: Fui preso político de las dos dictaduras últimas. En 1976 fui detenido y torturado estando preso durante un año y medio en el Instituto Penitenciario de San Juan y luego en la Unidad Penal N° 9 de La Plata, lugar al que fui trasladado. El horror vivido entonces ha quedado marcado indeleblemente en mi ser. Debí atravesar con miles de compañeros y compañeras esa terrible noche de acero de las prisiones, del muro y la crueldad. Aun así soy sobreviviente, somos sobrevivientes, ya que no desaparecidos. Mis libros de poesía “Visión del camino de San Sebastián y de la caída en la tierra y en toda tierra”, visión apocalíptica-surrealista de lo vivido y “La libertad enterrada junto al fuego” tratan de dar cuenta de ello. Son libros escritos desde el dolor pero también desde la conciencia social. La poesía fue la que pudo sostenerme, aunque tuviese que escribir como un ser doliente, martirizado por fuerzas terribles que nos reducían y amenazaban cada día.
Gilgamesh: En este, nuestro actual mundo terrible y enloquecido, ¿cómo elegís habitarlo?. ¿Qué interrogantes, qué reflexiones te suscita este país, este mundo en relación a la cultura en general, a la poesía en particular?
José Casas: Este es un momento particularmente terrible y enloquecido en el mundo y en nuestro país. Estamos como excomulgados de la esperanza por ahora. Los caminos aparecen inciertos y el poder parece burlarse de todo. Queda el espacio de la resistencia y la lucha por lugares alternativos donde la vida sea posible vivirla aunque sea entre la desesperanza y la voluntad de seguir adelante.
Gilgamesh: ¿Qué significó y significa, para José Casas, ver «nuestro destino como pueblo»?
José Casas: Significó un porvenir posible, aún lo sigue significando, pese al contexto del peor de los mundos posibles.
Gilgamesh: ¿Pudiste separar, en algún momento, al hombre en su vida cotidiana del intelectual, del pensador, del poeta?
José Casas: No pude separar la militancia de la poesía aunque fuesen órbitas distintas y distantes a veces. No pude separar al intelectual del hombre de la vida cotidiana. Debí vivir con la poesía entre conciencia social y voz personal.
Gilgamesh: ¿De qué manera interactúa tu obra literaria con tu formación como sociólogo y profesor? En tus escritos académicos, en tu labor en el aula, ¿qué lugar ocupa la poesía?
José Casas: Actualmente estoy jubilado pero ambas son dos prácticas y dos discursos, dos maneras de obrar y decir del mundo distintas, con momentos de encuentro. El discurso científico tiene una rigurosidad que no tiene la poesía; es una labor puramente intelectual en tanto que la poesía es trabajo vivencial fundamentalmente. No obstante, en la escritura providencialmente concuerdan y se reúnen en textos únicos.
Gilgamesh: ¿En qué genealogía poética te gustaría encontrarte, buscarte? ¿Te sentís parte de algún grupo, movimiento poético?
José Casas: Me he sentido parte de la poesía social, aunque actualmente esté muy desteñido el concepto. He considerado que mi poesía era del sur-realismo, más allá del realismo y del surrealismo, una poesía del sur, que hablase al ser humano, que le dijese cosas, que lo conmoviese de alguna manera.
Gilgamesh: ¿Hacés un trabajo a la hora de difundir tu obra? ¿Qué lugares de encuentros poéticos transitaste, transitás? ¿Has tenido alguna experiencia como asistente o hacedor de talleres de lectura y escritura?
José Casas: Siempre se trata de difundir la obra pero las posibilidades en el medio local son escasas. He transitado por numerosos encuentros y festivales nacionales e internacionales de poesía. Actualmente participo de un grupo informal denominado “Café de los escritores” en San Juan y del Centro Cultural Jáchal la Montaña en mi pueblo, un grupo de abnegados trabajadores de la cultura.
No he tenido experiencia en talleres de lectura y escritura. No me he sentido capacitado para dar un taller en esta temática.
Gilgamesh: ¿Cómo vivís el reconocimiento de las instituciones, de tus pares, de tus lectores? ¿Agregan algo a tu obra, están presentes al momento de escribir?
José Casas: A mi edad los reconocimientos tienen una cierta particularidad, que tiene que ver con el reconocimiento de mi escritura y trayectoria, lo que se constituye en un capital simbólico que uno aprecia, pero que no influyen en el momento de escribir. Pero siempre existe un destinatario imaginario de la escritura, el lector o el oyente de la poesía escrita y dicha con pasión.
Gilgamesh: ¿Qué te gustaría escribir hoy? ¿Qué lecturas te son indispensables, (in)dependientemente de tu escritura?
José Casas: Siguen siendo indispensables los grandes poetas clásicos del siglo XX, en un amplio abanico que va desde Maiacovski hasta Neruda atravesando innumerables escritores. Me gustaría escribir un libro que fuese la visión de las visiones, un canto sagrado a la memoria de los pueblos, una oda histórica, una canción sublime como el vuelo de una bandada de pájaros en el amanecer.
Gilgamesh: ¿Cómo describirías la biblioteca que te vio nacer escritor y la que te acompaña en el día a día?
José Casas: Una biblioteca que empezó con cinco libros en mi infancia y que ahora es de 10000 libros o más y que he ido formando y atesorando por tantos años. Ya no leo con la voracidad que lo hacía tiempo atrás y que por formación intelectual se fue sesgando hacia libros de ciencias sociales antes que de literatura. Pero la biblioteca es la que me acompaña como consulta para escribir libros de investigación y para volver siempre a la literatura y, en especial, a la poesía.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en
entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
José Casas: Esa pérdida es real. Los poetas nos leemos entre poetas. El público lector de poesía es reducido y eso se expresa en los encuentros y presentaciones de libros en general. La poesía está separada de la gente, salvo honrosas excepciones. Para reparar esa pérdida haría falta trabajar en la madera de los hechos y estructuras que nos acontecen y decirles cosas a los hombres y mujeres que hablen de la angustia de la vida devorada y de la necesidad de significar-resignificar la existencia humana. Que la poesía interpele de una manera profunda y conmovedora para que el ser humano y la misma poesía no sean los mismos desde entonces.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Casas, José
Nació en Jachal, San Juan, 1951. Poeta, docente, sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales.
Publicó un total de 32 libros, de los cuales 10 son de poesía y el resto corresponden a investigaciones en sociología, historia y antropología.
LIBROS DE POESÍA PUBLICADOS
- Caballos y jinetes cabalgan hasta el mar (1987). San Juan.
- Visión del camino de San Sebastián y de la caída en la tierra (1991). San Juan.
- Mito de la creación náhuatl de los cinco soles (1992). San Juan.
- El libro de los mitos (1966). San Juan.
- Pero que me decís país (2001). San Juan.
- El libro de tus nombres azules (2001). San Juan.
- Libro de los pueblos y hogueras (2010). San Juan.
- Visión del camino de San Sebastián y de la caída en la tierra y en toda tierra (2015).
Reedición. San Juan.
- Lunas y territorios (2022). San Juan.
- La libertad enterrada junto al fuego (2023). San Juan.
- Postrimerías del siglo XXI (2024). San Juan.
PARTICIPACIÓN EN ANTOLOGÍAS POÉTICAS
- Cinco poemas premiados. (1972). San Juan.
-Juegos Florales Nacionales. San Francisco (1975). Trabajos premiados. Córdoba.
- San Juan. Antología de Narradores y poetas. (2001). Buenos Aires.
-Poesía Contemporánea de los Andes. Región de Coquimbo, Chile- Provincia de San
Juan, Argentina. (2005).
-Entonces, aquí. 22 poetas de San Juan. (2012). San Juan.
- Antología Federal de Poesía. Región Cuyo Andino. (CFI). (2016). Buenos Aires.
-Argentina le escribe a Palestina. Embajada de Palestina. Noviembre de 2016. Buenos
Aires.
-El Túnel 2.0. Poesía Contemporánea. San Juan y Región de Coquimbo. Antologador y
participante. La Serena, Chile. (2017).
LIBROS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA, SOCIAL Y CULTURAL
- Huaco, hondonada de piedra. Jáchal. San Juan. 2001.
- Molino de agua. Molinar de piedra. Historia económica y cultural de los molinos de
Jáchal. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de San Juan. San Juan. 2004.
- Identidad y cultura en la tierra del viento y la arena. Estudios socioculturales.
Compilador y autor. San Juan. 2004.
- Buenaventura Luna y la cultura popular. Compilador y autor. Facultad de Ciencias
Sociales. Universidad Nacional de San Juan. 2008.
Soporte: CD. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de San Juan. 2008.
- Sociología del Conocimiento. Autor. Soporte: CD. Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de San Juan. 2008.
- Las poblaciones cuentan su historia. Coautor con Gema Casas. Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional de San Juan. 2008.
- Voces e historias de pueblos. José Casas (compilador y autor) y estudiantes de
Sociología (coautores). Departamento de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales.
Universidad Nacional de San Juan. 2009.
- La emergencia de los pueblos originarios en San Juan y su incidencia en el sistema
educativo. (Coautor con Silvia Lucero). CAIE. Ministerio de Educación de la Provincia.
San Juan. 2011.
- La Plaza de Jáchal: la historia de un pueblo. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad
Nacional de San Juan. Disponible en:
2011.
-Mogna, larga distancia. El pueblo de la travesía. San Juan. 2010. Disponible en:
- Memorias de otro territorio. Genocidio y control social durante la dictadura en San
Juan. Coautor. Editorial Fundación Universitaria. Universidad Nacional de San Juan. San
Juan. 2011.
-Felipe Varela y las ocupaciones de Jáchal. (1867-1868). Edición de autor. San Juan.
2012.
- Mogna, larga distancia. Editorial Fundación Universitaria. Universidad Nacional de San
Juan. San Juan. 2015.
- Tierra y Territorio. El regreso de la voz y la palabra. Coautor. Editorial Fundación
Universitaria. Universidad Nacional de San Juan. San Juan. 2016.
- ¿Y dónde está el Sandunga? Conflicto social en Jáchal. Coordinador y autor. Antara.
San Juan. 2016.
- Estructura social y concepción del mundo de clases subalternas. Producción material y
simbólica en dos pueblos rurales de Jáchal, provincia de San Juan: creencias sobre
naturales, memoria e identidad popular. (2016). Biblioteca digital de la Universidad
Nacional de Cuyo. Sistema Integrado de documentación (SID).
Disponible en: bdigital.uncu.edu.ar/objetos digitales/7408/tesis-josecasas.pdf.
- Huaco, la tierra que yo más amo. Coautor. Ediciones La Montaña. Buenos Aires 2018.
Declarado de interés cultural por el Concejo Deliberante de Jáchal. Julio 2018.
Declarado de interés cultural por el Concejo Deliberante de Rawson. Septiembre 2018.
Declarado de interés cultural por la Cámara de Diputados de la provincia de San Juan.
Septiembre 2018.
- Los yarcos de pie. Coordinador y autor. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad
Nacional de San Juan. (2017). Disponible en: https://omp.unsj.edu.ar/index.php.addh
- Historia del agua y la sed. Coautor. Editorial UNSJ. Universidad Nacional de San Juan.
(2022).
- Jáchal, el pueblo que acarrea piedras. Documentos para su historia. Abdulah. San
Juan. (2024).
OTROS ANTECEDENTES
- Ha presentado innumerables libros de literatura y de investigación científica.
- Ha participado en numerosos encuentros poéticos en La Serena y Coquimbo (Chile) y
en Jáchal, San Juan, Mendoza, Córdoba, Buenos Aires.
-Ha recibido diversos premios y distinciones en concursos de poesía.
- Ha sido miembro de jurados nacionales e internacionales de concursos literarios.
- Ha sido coeditor de antologías poéticas y ha redactado el prólogo de varios libros.
- Ha participado en reiteradas oportunidades en la Feria del Libro de la ciudad de Buenos Aires
invitado por la Secretaría de Cultura de San Juan.
- Última participación en l Feria del Libro de Buenos Aires: 25 de agosto de 2025.
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