GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a CARMEN GARCÍA PALMA(Publicado en la página de Facebook el 25 de septiembre de 2024)
Carmen nació una mañana de marzo a fines de la década del setenta, en Santiago de Chile. Es poeta, narradora y socióloga.
Carmen, en la entrevista, dice:
«La experiencia de la escritura es un paso necesario para entender, vivir la poesía. Es una forma de abrir el poema dentro de cada uno, conectarme con la propia fuente.»
(Crédito de la foto: Carla Mckay)
SELECCIÓN DE SU OBRA
Los Ojos de la Noche
Éste es el monstruo con el que soñaron las niñas
la habitación del silencio, los dientes del cangrejo
la rabia cuando orinábamos desnudas sobre la loza blanca
tras el suave parpadeo de los que nunca nos vieron.
Estuvimos ahí, las lombrices aparecían bajo tierra
y la jaula era ausencia en el fondo del jardín.
Estuvimos ahí
nos ocultamos por los rincones de la casa
tras los muebles, bajo los árboles.
Comimos la misma miel que los pájaros,
en conversación agitada con el viento
con las madres que piaban por sus hijos.
Nosotras, elegidas por una mano mayor
para cargar con los ojos de la noche
los huevos rotos de los pájaros.
***
El Llanto Sometido de los Espejos
La sonrisa de mi madre temblando en las esquinas
tosiendo el líquido amarillo
jugábamos con un revólver
aparecían mariposas desde mi vestido
nos enceguecíamos con el reflejo del sol
todo se iba quemando de a poco
las hojas, los insectos que caían en manos de niños con espejos
los ojos de mi padre se iban quemando
los habitaban cucarachas negras
el líquido amarillo que mi madre tosía
mi madre también era un bicho
temía a los espejos y a veces amanecía cubierta
hablaba a niños con espejos
la rodeaban y amanecía cubierta
aparecía en los espejos
con las manos ocupadas en las mariposas
ella derramaba la leche porque estaba amarilla
bebía agua salada y se iba secando de a poco
como las hojas o los insectos de niños con espejos
se iba secando
sobre la leche derramada
con los pechos salados
cucarachas en los pechos
negra la orina de mi madre
se quejaba al orinar
tosía el líquido amarillo, le dolía al orinar
mi madre amanecía cubierta de bichos
tenía espuma en la boca
y hablaba el lenguaje de los ciegos.
***
Los Nombres del Vacío
En estas horas desoladas con perros gimiendo en el cuello de la noche, con perros que pasean entre la basura por el cuello de la noche, hay un ladrido que hace recordar, un ladrido que pasea solo por las estaciones y atraviesa los años como las cinematecas que huelen a orina. Ya no quedan vacíos sin nombrar, es lo que busca el perro de la noche. Éste es un conejo. Éste un gallo que camina ciego, que se asoma al pozo. Éste es un perro que pasea por la noche. Un perro en calles solitarias. Éste es el nombre del perro. El perro está en el cuello de la noche y dilata los ojos al mirar al pozo. El pozo está vacío y todos los vacíos están llenos de luna. El perro gime en el cuello de la noche con un ladrido mudo, una palabra que no reconoce oración ni dios.
***
Mis hermanos se limaron las uñas con las piedras
descosieron su sangre
y su sangre fue veneno blanco en la boca del sin miedo
Mis hermanos se rompieron los dedos con las piedras
alguno tejió una mantilla para insomnes
dejó la tierra cubierta de hilo negro
camina por los jardines de crin
con la copa colgando de una oreja
comprende
en medio de la noche
dormir es un homenaje a los ciegos.
***
Me pregunto quién es el que habla por las noches
con la sombra de quién habla el pájaro que tirita en mi cabeza
a quién conoce el silencio
dónde vuela el corazón entre las manos
la cruz en la mitad del rostro
la ciudad oscura donde nadie habita
En poco tiempo, todo estará cubierto de agua
las casas, los niños dormidos, el vientre de las mujeres
las rosas enterradas
En pocas horas, se abrirá un camino que nos conduce hacia nada
ahí tomaremos el té con los muertos de la familia
en ninguna parte hablará dios el idioma de la lluvia
su dialecto que cruje abandonado
y veremos a las niñas pasear descalzas
con los pies rotos
con las muñecas quebradas
desenterrando el corazón de los pájaros.
***
Alguien creyó que el metal de los huesos era blanco
el esqueleto reconoce a los antepasados
repite sus nombres con una estela de vidrio
un brillo que alguien sigue con la mirada
Si hubiese que desenterrar sus dedos
ver hacia donde indican
lo haríamos con las rodillas y la boca
a pesar de la lluvia
plantaríamos semillas en los ojos de los muertos.
***
Conversa el ciego con el tatuaje de su mente
pregunta por el triángulo de luz
por las sombras doradas al fondo del océano
Un lugar donde los muertos brillan
y brindan a la luz de sus propios cuerpos.
***
El ciervo pide disculpas a la noche
permiso para entrar pide
De quien habita en el centro de la piedra
se escucha un quejido hueco
como todo lo que falta
Alguien con los nombres de sus muertos escritos en la frente
dibujados como grietas en los mapas.
***
Si no vuelvo
serán los ciervos los que levanten el polvo de los caminos
Yo llevaré el mapa tatuado en mi cabeza
y mi cabeza se trizará por dentro
como una roca en el frío de la mañana
Si no vuelvo
caminaré entre los muertos
con una piedra para golpear sus quijadas
y los veré estallar con un eco mudo
caminaré con su presencia ovalada
en la contemplación silenciosa de todo lo que cruza el tiempo.
***
Fuegos cruzados: por las mañanas se escuchan las bandadas de pájaros. El roquerío brilla cuando el agua se retira de ninguna parte. En ocasiones crecen espinos y los pequeños ciervos hieren sus pies al atravesar los descampados. Alguien juega al simulacro. Construye embarcaciones por si algún día debe abandonar la isla. Construye una casa por si algún día llega alguien. Alguien juega al simulacro. Ella camina descalza. Habita la isla y en su soledad se entiende con el viento. Es su destino responder a las horas del día, por si alguien, más allá, estuviera mirando. Mira crecer el musgo entremedio de la roca: así da cuenta del paso del tiempo. Un año, se dice, dos. Y sigue contando.
***
Lloran los gemelos la noche ─y la noche es pregunta─ y los árboles, y quienes imitan a los árboles comienzan sin miedo a desprenderse de su carga.
Pedro Montealegre
Los muchachos caminan junto al río. Buscan el árbol de los sueños. Las ovejas caminan al revés. Los muchachos cantan a los espíritus del bosque. Se cogen de las manos rezando. Es de noche. No hay miedo. Ven a la abuela muerta en algún lugar del cielo. Los muchachos caminan al revés. Cuando amanece llegan al árbol. Éste es, dicen. Trepan el árbol en silencio. Arriba los pájaros los abrazan. Les cantan una canción de amor. Los muchachos prefieren la copa de los árboles. Ahí se ocultan de las sombras que los acechan.
***
Ella habita una isla santa. Habla con la lluvia y las palabras pierden el significado. Conoce los secretos de la marea. Escribe cartas a los muertos. Conversa con las nubes. La isla es su pequeño templo. En ella dibuja el cuerpo del hombre que imagina. Huellas por donde correrán los niños imaginarios. Ahí se esconde de las sombras, pero las sombras no le dan tregua. Cruzan los océanos. Interrogan a las corrientes. Desembarcan en la oscuridad, invaden su santa isla, ahogan la llama de lo sagrado.
***
La sombra no quiere ser sombra. La veremos reflejarse en los muros pidiendo luz para poder desaparecer. La sombra no quiere ser sombra. Quiere ser iluminada y así, en algún momento, disolverse. Entonces nadie recordará quiénes fuimos. Cuando las sombras desaparezcan parecerá como si nada de esto hubiese sucedido. Habrá sido como ver una vieja película. Pero la sombra es una presencia perseverante y suele aparecer con un amarillo crepúsculo, entremedio de las hojarascas. Cuando nadie habla y la luz se va apagando dentro de nosotros.
Una luz se enciende en la madrugada. Atraviesa oscuridades. El pueblo está abandonado. No hay nadie más en este lugar. Solo los fantasmas de las cosas y las muchachas que se asoman por ventanas escondidas. Llevan vestidos como canciones. Abrazan a transeúntes imaginarios. Buenas noches, les dicen, y agitan su mano saludando a la nada. Las muchachas caminan hasta la orilla del lago y observan su reflejo para no olvidar la imagen de lo que son. A veces visitan las casas abandonadas y juegan un rato a ser otras. Entran a la casa de la costurera, sacan los alfileres y se los entierran en los ojos para saber si todavía queda algo. Deambulan a ciegas, con las manos en los bolsillos. Crujen con el paso de las horas. El tiempo las conoce. Les escribe cartas de amor. Ya nadie habita este pueblo azul.
***
Las muchachas caminan descalzas por la orilla del lago. Ven a los amigos muertos pasear en un globo aerostático. Los saludan con una mano, con la otra recogen las lombrices que se ocultan bajo tierra. Ellos les indican el tiempo y su latido. Dicen poemas en clave. Sus sonidos son el de una mariposa batiendo las alas. Su voz es el eco de las horas.
***
La sombra es una estación de la noche
los niños la han visto en sus pesadillas
Nosotras sabemos que respira
Les cortamos las uñas a los murciélagos
los hacemos volar en círculos
golpearse contra los muros
cuando la luz es mucha
y solo nos queda el recuerdo
de lo que alguna vez fuimos
En la habitación de al lado
alguien habla en un idioma desconocido
En la habitación de al lado
los muertos bailan con crisantemos
se encienden fuegos donde antes dormíamos
y lo quebrado es un sonido recurrente
Entonces la neblina se olvida del viento
y cae como un manto
con el que nos cubrimos de la madrugada y sus fantasmas.
ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: Carmen, sos una voz joven que se mueve en los registros de la poesía y la narrativa. ¿Cómo empezó tu derrotero literario? ¿Recordás cuál fue el primer poema o cuento que te hizo tomar consciencia de tu trabajo como escritora?
Carmen García Palma: Gracias por lo de joven. Me encanta, en todo caso, que a los poetas se nos considera jóvenes hasta bien pasados los cuarenta. Tiene sentido cuando se piensa que la poesía es un camino con sus propios tiempos y desarrollos y, en tiempos poéticos, claro que se es joven a los cuarenta. Recuerdo muy claramente el momento en el que escribí el primer poema. El primer poema verdadero. Antes había hecho ciertos ejercicios poéticos que intentaban aproximarse al aura de la poesía pero no alcanzaban a ser más que palabras intuyo que repletas de lugares comunes. Hasta que llegó el momento. Supongo que ese primer poema se viene escribiendo internamente sin que lo sepamos hasta que emerge. Ocurrió en una exposición retrospectiva del artista chileno Nemesio Antúnez, frente a un cuadro de una selva. Fue tan grande la impresión que dejó en mí que llegué a mi casa a escribir un poema que brotó directo desde la fuente.
Gigamesh: Lo primero que llamó mi atención al leer los textos que compartiremos en esta publicación fue el clima onírico, de «calles solitarias» en la que la ceguera, los sueños, los fantasmas generan un imaginario en donde lo inconsciente respira y arma tramas simbólicas para aferrar la vida y descorrer los velos de la muerte. ¿De qué manera, con qué herramientas fuiste construyendo este mundo poético-narrativo?
Carmen García Palma: Para mí la poesía es una forma de conectarme con lo inconsciente, con un lenguaje prerracional si se quiere, por eso trabajo mucho con imágenes y con atmósferas que recrean el ambiente de los sueños. Me interesa profundizar en el ejercicio de capturar lo onírico y permitir hablar a los símbolos. Estar abierta, escuchar y observar son mis herramientas.
Gilgamesh: En esta «contemplación de todo lo que cruza el tiempo» hay un diálogo y una interrogación con y desde el linaje, las raíces. ¿Qué fundó en tu escritura este (des)conocer «los secretos de la marea»?
Carmen García Palma: Creo que la necesidad de responder a una pregunta por aquello que nos constituye y a veces no nos pertenece del todo. Como latinoamericanos, la pregunta por la identidad es permanente y eso se traslada también a un ámbito más íntimo, al de la familia, y luego al de la propia identidad.
Gilgamesh: La escritora -poeta, narradora- ¿ha pedido «disculpas a la noche/ permiso para entrar» en este mundo de escritores, de artistas? ¿Cómo ha sido el ingreso a los círculos de edición, de difusión literarios?
Carmen García Palma: Supongo que ha sido orgánico, son tejidos que se van construyendo desde las lecturas, desde la amistad también y la mutua admiración.
Gilgamesh: ¿Reconocés un hilo conductor que atraviese tu poética, modos de decir el arraigo, el amor, la muerte en cada uno de tus proyectos escriturales? ¿Qué se sostiene o se interrumpe de un libro a otro?
Carmen García Palma: Creo que a veces estoy escribiendo el mismo libro, o un gran libro. Sobre todo en poesía mis libros se pueden leer como una unidad, la respuesta a una misma pregunta, un paisaje que surge del inconsciente, de darle voz a los muertos. Con la narrativa quizás es diferente, hay una exploración distinta, de otras atmósferas y otros imaginarios. Me permito salirme un poco más de mí con otros géneros.
Gilgamesh: ¿Cómo situarías tu obra en el contexto y la tradición de la literatura chilena, latinoamericana?
Carmen García Palma: Mi primer acercamiento a la literatura fue a través de la poesía chilena, desde ahí comienza todo y es, supongo, mi primer hogar. Luego vino la poesía argentina, sobre todo la de mujeres. Mi búsqueda se fue expandiendo a la narrativa, al resto de Latinoamérica y si bien me cuesta ver dónde se sitúa, intento pensar que hay una cierta continuidad con autoras y autores que tienen una poética que indaga en lo simbólico y una búsqueda de lo visionario.
Gilgamesh: ¿Cómo influye en tu literatura el vivir fuera de Chile, tus estudios de creación literaria en Barcelona?
Carmen García Palma: Ha sido un gran espacio para la escritura, para mirar con distancia y poder abrirme a nuevos paisajes. Todo viaje es también una forma de transformación. Cambiamos con el entorno, se va inscribiendo en nosotros, generando nuevos mapas y abriendo los caminos y, además de las herramientas que me ha dado el Master, situarme desde otro lugar ha permitido redefinirme y explorar nuevos horizontes escriturales.
Gilgamesh: ¿Qué influencias reconocés en tu literatura? ¿Qué autores te dieron impulso para escribir? ¿Qué lecturas fundaron tu biblioteca, cuáles te acompañan a la hora de comenzar un nuevo proyecto?
Carmen García Palma: Marosa di Giorgio, Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Saláh Stétié, Yanis Ritsos, Paul Celan, Georg Trakl son parte de los autores que me acompañan siempre, los fundacionales. Para comenzar a escribir fue fundamental la lectura de poesía chilena. Desde Stella Díaz Varín hasta Jorge Teillier. Y para los nuevos proyectos, además de los escritores de siempre, me acompañan los que voy descubriendo en la búsqueda de cada libro.
Gilgamesh: ¿Qué vínculos construís con autores contemporáneos? ¿Qué circuitos de lecturas, certámenes, talleres te permiten dar a conocer tu obra e interactuar con tus pares? ¿Cómo es tu experiencia como tallerista? ¿Y cómo, tu relación con los premios y reconocimientos a tu escritura?
Carmen García Palma: Trato de leer lo que están haciendo mis pares, conocer su trabajo y sus búsquedas. Me interesa sobre todo lo que están haciendo las mujeres de mi generación y los caminos que se han abierto. Creo que entre todas y todos tejemos una red de creación, un entramado colectivo que se manifiesta en nuestras obras y que dialoga. Algo similar pasa en los talleres. Es muy bonito ver cómo las personas se van conectando con su propia fuente, como tejen las rutas hacia dentro. Los premios y reconocimientos vienen como un regalo; no los espero pero los agradezco.
Gilgamesh: Estuviste en la última Feria del Libro en Argentina. ¿Cómo fue tu experiencia en este ámbito? ¿Notás similitudes y diferencias con respecto a los lugares en que tu obra se muestra?
Carmen García Palma: Fue hermoso participar del Festival de poesía de la Feria del Libro. No noto grandes diferencias entre una lectura en Buenos Aires o Barcelona, al final, va a depender de a quienes interpele o emocione lo que uno hace.
Gilgamesh: ¿Cómo es tu relación con los lectores? ¿Qué lector tenés en mente a lo hora de la creación poética-narrativa?
Carmen García Palma: Pienso en un libro que me gustaría leer a mí, entonces intento escribir con cierta profundidad simbólica (también en la escritura narrativa) y en la generación de atmósferas que envuelvan a los lectores.
Gilgamesh: ¿Nos contarías de qué se trata la Fundación Plagio que te tiene como mentora, directora?
Carmen García Palma: Fundación Plagio es una organización orientada a la generación de proyectos de creación cultural que permitan abrir espacios de participación ciudadana y democratizar el acceso a la creatividad. Nuestro proyecto más emblemático es Santiago en 100 Palabras, concurso de cuentos breves que existe hace 23 años en Santiago y que se hace en otras ciudades de Chile y el mundo. Recién terminamos la segunda convocatoria de Buenos Aires en 100 Palabras con casi 10 mil cuentos recibidos.
Gilgamesh: ¿En qué nuevos proyectos estás comprometida?
Carmen García Palma: Ahora estoy trabajando en una nueva novela que me tiene muy contenta y que espero terminar este año y que tiene como narradora a un fantasma.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Carmen García Palma: Creo que es fundamental hacer puentes entre las personas y la creación. Dejar de ver a los demás como espectador/ lector pasivo y conectarlo con su propia creatividad. La experiencia de la escritura es un paso necesario para entender, vivir la poesía. Es una forma de abrir el poema dentro de cada uno, conectarme con la propia fuente.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Carmen García Palma nació una mañana de marzo a fines de la década del setenta. Creció entre pájaros y animales. Su primer amigo fue su perro Tarzán. Su naturaleza es nostálgica por lo que comenzó a escribir poemas a temprana edad.
Carmen García Palma ha publicado los libros de poesía «La insistencia» (Libros de la Elipse, 2004), «Gotas sobre loza fría» (Cuarto Propio, 2011), «Máquina para hablar con los muertos» (Ediciones Bastante, 2016) y «El lugar donde nacimos por última vez» (Pez Espiral, 2023), que fue finalista del XXXV Premio Internacional de Poesía de Fundación Loewe. Ha publicado la novela «Las Oscurecidas» (Planeta, 2018) y el libro de cuentos «María y el fuego» (Neón Ediciones, 2021), con el que recibió la Mención Especial del Jurado de los Premios Literarios del Ministerio de las Culturas. Actualmente vive en Barcelona, donde cursa el master de creación literaria de la Universidad Pompeu Fabra.
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