jueves, 4 de septiembre de 2025


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MARCELO DUGUETTI

(Publicado en la página de Facebook el 29 de enero de 2025)

Marcelo Dughetti nació en Villa María en 1970. Es poeta, narrador, bibliotecario.

En la entrevista, Marcelo, dice:

«Creo que en la literatura hay lugares espacios incompletos donde anidan misterios amorosos que me animan a escribir. La poesia es un abrevadero y la narrativa, los ensayos la misma ciencia,las religiones, la propia observación me ayudan a escribir a veces un verso, una palabra, la atmósfera, la locura propia de los sentidos al mirar esa pintura de Ernesto de la Cárcova o el perturbador trabajo de Beksiński que durante mucho tiempo me influenció hasta el dolor.»

«Escribimos fisurados con los brazos extendidos al cielo como esos árboles que peligran. »

«La poesía, nuestra bala de plata contra la ferocidad del capitalismo. »

SELECCIÓN DE TEXTOS

De «Vertebrar el cielo. Obra poética 2003-2023» (Apócrifa, 2023)

De «Esa joroba de bronce», Imago Mundi, 2003

La puerta

los hombres que entraban al infierno cantando
los hombres que brotaban del infierno cantando
nunca creyeron en la advertencia del florentino.
*
La poesía I

esa
joroba
de bronce

esas
terribles
campanas

la
inevitable
sordera
*
Confesión

yo era un cíclope
entre mis hermanos
y escribía
con los dientes

De «Donde cayó esta muerta», Narvaja Editor, 2003 (Premio Provincial de Letras 2003)

en
cada
destello
del cuchillo el hombre
la camisa del hombre
la barba del hombre
el polvo de la barba
la savia del polvo
las voces de la savia
la sangre de esas voces
los nombres de la sangre
el
fuego
de esos
nombres.
*
escribe
sobre el papel de arroz
suave
recuerdo una avenida de naranjos
el azahar cubriendo las veredas
una mujer
el tabaco
un tren
el pañuelo
un hombre a su lado
el viento
la distancia
las manos
de mi
padre
nunca
nacido.
*
De «El monte de los árboles sogueros», Recovecos, 2007

villa maría, noviembre del 2000

querido:

en los campanarios heridos por el musgo
y el roce árido de los ángeles presentes
el terrible jorobado descansa de las incursiones
nocturnas
las ratas respetan ese sueño,
los tordos se posan con delicadeza
un viejo cuervo, grabado en su anillo,
brilla en la podredumbre del cielo
sobre el horizonte
el monte de los árboles sogueros.
*
el joven
que se ahorcó en el subnivel,
usaba zapatillas rojas
tipo flecha.

tenía tres monedas de un peso en el bolsillo.

una moneda de fuego en la garganta.
*
el hombre
que se mece en la soga

los cuervos
que sobre el hombre…

mañana lloverá
y todo
habrá
pasado.

De «Los perros del loco Torriglia», Pan Comido, 2009

Sabe que morirá
como todos los que viven en los andenes
ya no soporta el paso del tren por la mañana
se acerca al borracho del túnel
y lame la cara congelada dormida para siempre
le agrada el sabor del vino en la boca cuarteada
lo distrae del frío que se amontona en las estatuas
*
Silba el roñita perro guaso
Mancha en el pasto de primavera
Amenaza pájaros intoxicados con gas
Y trepa árboles cenizos donde hace su nido la muerte.
Yo leo diarios atrasados que junto de la basura
Con el suplemento de finanzas y comercio
“Vea roña el hambre no es buen consejero.”
Le explico Vea viejo el hombre tampoco.

De «Los caballos de Isabel», Recovecos, 2009

Desmigas sobre el río
el pan de los muertos,
los peces atrapan la gracia del pan
como aliento del cielo.
Eres el dios de los peces, un padre triste.
Como un gato rubio a merced de la lluvia.
Una madre en el hastío de las horas.
Una bolsita de plástico
que la brisa del domingo empuja hacia la costa
por el bulevar desierto.
El bulevar donde la bolsa se atasca
entre postes y palmeras.
La brisa alta, el recuerdo de su resplandor
sobre toboganes podridos.
El acero de los peces.
Los movimientos de tu mano en gestos repetidos.

De «Hospital», Cartografías, 2012

Con qué sonidos confundí
la llave del invierno
cómo pudo ser que mientras lloviera
las palmeras tristes
de la ciudad más triste
levantaran la sinfonía de la luz.
*
El tiempo
se difumina en los ecos
de los pasillos infectados
“batir de alas en las cenizas”
hace tres semanas que el barco está muerto.
Los médicos cambian el turno y escapan.
Las enfermeras están condenadas,
perras hambrientas, hienas implacables
trepan a los techos del hospital
leen a Pound y babean
esperando la bendición del lobo
que las ha engendrado.

De «Sioux», Pan Comido, 2013

la araña tomó
un aro de sauce, el de mayor edad
plumas
pelo de caballo

cuentas y ofrendas

y empezó a tejer

soy
un
sioux

en la llanura avasallada por la nieve
los árboles semejan miles de hombres blancos

pidiendo piedad

que no daría en la bella sombra del fuego
sobre mis sandalias
para ver quemarse los piojos de sus cabelleras
ahora mías como sus almas

Pero mi caballo ha sido descubierto
mi caballo muerto

dice mi nación
que cuando se descubre
que un caballo está muerto
no hay más que desmontar

La araña sigue trabajando su tela
trenza cada pluma, cada cuenta, cada ofrenda
/al sauce congelado
luego me habla de los sueños de un pueblo
/que perdió a su líder

yo pienso en todas las guerras que vendrán

en mi caballo muerto

en la vieja voz de la araña
en el hacha de mis hermanos
partiendo el hielo que quiso congelar el río

De « Fui a cuidar los árboles», Llantodemudo, 2013

Yo
como aquel pintor de la luz sobre los membrillos
busco en miserable condición
el patio de la casa
donde molía mis versos rumiando
la partitura de una sinfonía clara,
no dije bella
sólo clara, prolija, limpia de terrores,
como un trozo de madera recién lijado.
Si hubiera un camino donde los árboles
/se hacen comunión con el viento
y dejan pasar esos rumores de animales perseguidos
no estaría tan solo, ni tan perdido
quizás ni escribir fuera necesario.

De «Babuinos», Dínamo Poético, 2014

Los doce babuinos tienen su ciudad celeste
infectada de cables.
Alta tensión de los alambres en los que
/se cocinan los pájaros
como notas de una marcha fúnebre.
Los doce babuinos se han apareado esta tarde.
El documentalista filma el justo momento
/en que se comen a sus hijos
no son tiempos de esperanza,
acecha el mono superior
y la tropa exiliada de la ciudad celeste.
Babuinos
que no tuvieron el valor de amar las vísceras
/de sus hijos
de tanto en tanto
caen los viejos.
Los aniquilan los doce,
que en realidad son miles de doce babuinos
trepando
a los cables de alta tensión
donde descansan los pájaros nocturnos
/de una marcha fúnebre.
La pobreza les reza.
La pobreza levanta sus tibias y sus húmeros,
/un canto de fiebres y hambres
allá donde se asa el primer mono que no supo
/el juego de los saltos complejos
entre los arcos voltaicos de esas instalaciones.

De «Ciervos rojos», Borde Perdido Editora, 2019

en tus pulmones el perfume del viento
alguien que te bese y artille tu legua
/al primer contacto
alguien que sume a la paz de los domingos
/la redención del sexo
alguien que pueda comer cualquier cosa
lo que alcance a comer un devaluado
alguien que te recuerde la lista del supermercado
y diga amor
cuidado amor
cuando la repositora de congelados te deje frío
alguien que valga todo el corazón que vas a poner
alguien que fabrique un sueño y te haga creer
/en la mitad
un porcentaje justo para un hombre de 40 años
alguien que no escriba
ni hoy ni mañana, que no escriba
pero que lea
y te abra “El Mandarín” justo en la
/“Memorias de una horca”
y al término del relato, la maravilla esté intacta
porque ella también ha llorado
alguien que quiera conocer los tranvías de Lisboa
el puerto y todos esos vinos que en el fado pruebe
alguien que asuma el cielo y la muerte del cielo
con la ternura de un inválido
alguien que con su voz despierte el día
/de la mañana absoluta
la luz benigna de todo lo que nace
y muere
creyendo haber vivido.

De «No sabrías escribir mi nombre», Mascarón de proa, 2019

Saltó de un montón de piedras
se hizo grande
se sentó a mi mesa
y comió de mi mano
–hermanito–
fue su primera palabra
y después
no abandonó los diminutivos
así que no lo pisen
cuídenlo
es lo más pequeño de este mundo
y los necesita
hay cazuelas con agua
y migas de pan
por toda la casa.

De «Córtex», LaTita Editora, 2019

a un animal prehistórico le dolía la columna
en los museos del futuro no harán falta
/las radiografías
que frío en los museos de ciencias naturales
limpia la muerte como dios lo trajo al mundo
en la boca de los niños entran moscas
los profesores hablan apoyados en la vértebra
/que dolió
antes de Cristo.

De «Cuando muera mi padre», (no) Editorial, 2019 - Ediciones del Callejón, 2022

cuando muera
mi padre
haré un agujerito en la tela que tapa su cabeza
y lo dejaré respirar
exhalará todo el silencio
las hormigas entrarán por ese túnel
continuo
hasta el vacío
entonces lo habitarán
cosas buenas
no tendrá frío
quedaremos a mano

De «Galgos de sol», Eduvim, 2020

Un poema que no se salva
una flor en los pensamientos de la naturaleza
la estupidez de creer
que solo existe lo que no se abandona
hay permanencias concretas opacidades
bestias de la noche y el encuentro de dos
que viven con la intensidad de un cadáver
yo he dicho mucho sobre la muerte
pero la muerte mueve otras palas
y deja piedras con inscripciones familiares
cronologías del invierno
bibliotecas enteras con el eco más amado
un río a orillas de un cementerio
es un pecado.

De Días de guerra [inédito], 2023

Compré jabón blanco
lavé mi chaqueta
con un cuidado ritual
mañana
a las seis de la mañana se reinicia el ciclo
trabajo
sucedo sin gloria
a la diez como un trozo de pan con queso
escondido tras el armario
guardé un grillo en la cajita de las llaves
que abren los armarios
amurallados de libros
los niños de la escuela me llaman por mi nombre
y cada vez que me nombran
me bendicen
entonces abro la caja del grillo
y lo escucho llamar, llamar y llamar
con tal insistencia
que ni los satélites pueden ser sordos

he amado tanto…

perfume de jabón blanco
la chaqueta
se agita en los alambres

como un pentagrama hermoso
la noche y su música
breves en el mirador de la terraza

soy
un hombre solo.

ENTREVISTA CON EL AUTOR

Gilgamesh: Marcelo, al terminar de leer tu poesía reunida, no solo encuentro una lengua filosa y a la vez amorosa que bucea en la memoria de lo propio con otros sino también una escritura de lo (im)posible haciéndose cargo del desamparo existencial. ¿Cuándo y de qué manera supiste que deseabas
construir «una vasija de mimbre/ para calmar la sed/ con el agua/ de las Palabras? ¿Qué significó y significa este primer poemario en tu trayectoria poética?

Marcelo Dughetti: Creo que en ese sentido el librito fue una afirmación del deseo.¿Cómo no desear escribir después de leer?¿Cómo no desear seguir el camino que otros abrieron? Es una invitación muy prometedora. El tema son las piernas que uno tenga para esa carrera. Uno puede aprender técnica y hasta porque carril debe correr pero si sos buen atleta eso es otra cosa. Pero bueno así comenzó la aventura, la milicia de la escritura ,dejar atrás la sola, civil y cómoda lectura para vivir la posibilidad de construir una voz, algo singular que aún no logré. El problema con el deseo es cierta paradoja porque vivir el deseo agota y te enfrenta a tus propias limitaciones. Pero no vivirlo es causa de un tremendo desfallecimiento y hasta de locura. Ese primer intento de textos muy breves fue un paso tembloroso Escrito con timidez,con mucho cuidado en la palabra, en los cortes. Algo acartonado, artificial. No quiere decir que después no siguiera cuidando esas necesidades del poema, pero en esos inicios , 25 años atrás, escribía podando, como creando un bonsai. Y no hay peor insulto para un árbol que convertirlo en un bonsai. Por eso dejemos que el álamo siga cantando su balada diría mi amado Conti. Que las correcciones sirvan para enriquecer una canción sin convertirla en un juguete.No voy a lograr que pierda su característica de artefacto pero por lo menos será un artefacto lo más salvaje posible. Mi primer libro fue: un intento bonsai. De todas maneras no me arrepiento de lo que escribí en tanto parte auténtica de un proceso. Ahora indudablemente que haya versos o poemas o libros enteros que quisiera quemar viene atado a la felicidad con la que he podido terminar de cincelarlos. Y la verdad con eso no estoy nada conforme. En un tiempo creí que la vida daba posibilidades para la revancha pero a medida que avanza la edad eso se me hace menos materialidad y más fantasma. De tal manera que ya no creo alcanzar ese poema hermoso que me convenza de haber espejado algo de lo que me enseñaron los grandes maestros universales y mis compañeros poetas como Leandro Calle, Maria Teresa Andruetto, Maria Belén Aguirre, Alexis Comamala , Liliana Lukin, Alejandro Schmidt, Eugenia Cabral, Luis Benitez, Laura Garcia del Castaño y tantos otros maestros a su pesar porque no es lo que ellos buscaron en primera instancia pero son grandes poetas y amigos algunos como Alejandro ya tan parte del universo.

Gilgamesh: En tu primer libro editado, «Esa joroba de bronce» (Imago Mundi, 2003), se imponen versos cortos, «poemas cortitos» que prueban y calibran ya una tradición poética que te es familiar. ¿Qué de esa tradición te impulsó a manchar la primera hoja en blanco? ¿De qué tradición poética te sentís deudor? ¿Qué tradición, «joroba de bronce», quisiste o querés dejar atrás porque no te representan, no te conmueven? ¿Cómo las lecturas de otros van acompañando tu escritura?
Marcelo Dughetti: Un poco de esta pregunta la fui pensando en la anterior respuesta. Creo básicamente que las tradiciones como en mi caso no son seguidas de manera totalizante. Hay fragmentos de la tradición poética mezclados, haciéndose masa madre leudando un bello pan de la locura. No existe un solo modelo a seguir. No existe un solo parámetro, ni siquiera en las formas. No obstante sí puedo decirte que entre mis lecturas más amadas en lo que respecta a poesía puedo nombrarte a Gianuzzi a quien adoro. Algunos de los poetas de la revista TARJA pero sobre todo Groppa. Después Castilla,el Cuchi Leguizamon. Toda la poesía del folklore, que te puedo decir del viejo Ayala. El gran Jorge Escudero en sus montañas sanjuaninas buscando la piedra perfecta. El Bustriazo querido con su alquimia hecha sangre. Bayley, Urondo, Madariaga, Mastronardi, Molinari, Veiravé, Castilla Leopoldo, Aldo Pellegrini, uf, tanto y tantos excelentes poetas que nombrar ¡Temperley, por Dios, Temperley! El tremendo chileno Teillier, no leo por etapas históricas. Leo lo que cae en mis manos y en torno a eso me alimento de lo que me conmueve. Teillier me conmueve. Le debo a tantos y tantas poetas: Estela Figueroa, Juana Bignozzi… Quizás si me apurás puedo intentar una posición, lo que hago le debe mucho a la poesía social, a la surrealista, y a la intimista. Con esto te voy diciendo qué tradición no me representa.
Creo que en la literatura hay lugares espacios incompletos donde anidan misterios amorosos que me animan a escribir. La poesia es un abrevadero y la narrativa, los ensayos la misma ciencia,las religiones, la propia observación me ayudan a escribir a veces un verso, una palabra, la atmósfera, la locura propia de los sentidos al mirar esa pintura de Ernesto de la Cárcova o el perturbador trabajo de Beksiński que durante mucho tiempo me influenció hasta el dolor. Ves y ahí aparece la mixtura nuevamente. Esa pintura de Beksinski me ronda más presente que la misma idea de la muerte. El cine es también una gran influencia, no se puede vivir indiferente a todo el neorrealismo Italiano o las pelis de Tarkovsky. Ni hablar de nuestro Leonardo.

Gilgamesh: Siento que tus versos que buscan «vertebrar el cielo» con un anclaje profundo en la tierra y «tiemblan en la explosión del lenguaje» van conformando un corpus, un mundo ¿Coincidís con esta apreciación? ¿Qué búsquedas se sostienen de uno a otro poemario?
Marcelo Dughetti: Como se sabe nosotros cultivamos un género que entra de manera oblicua en la realidad y esa es la mirada y esa mirada quizás, y digo solo quizás, construya un mundo. Ojalá sea así. Es un mundo pobre el mío, bastante raquítico en recursos ¿verdad? Uno escribe porque está enfermo, no recuerdo quién había dicho esa frase. Escribimos como dice Edgardo Cozarinsky desde la enfermedad,desde la neurosis. De todas maneras esa voz que uno busca está macerada por cientos de voces. Ese mundo está nutrido de otros mundos. No hay originalidad, todo se repite, pero esa repetición también es arte.”Uno busca lleno de esperanzas” dice el tango por sobre todas las cosas busca amor,busca ese afecto que dan los lectores cuando te abrazan en una presentación y te plantean lo que piensan de tu trabajo. Inclusive los contrapuntos, hasta las correcciones son bienvenidas cuando llegan del lector atento. Escribimos fisurados con los brazos extendidos al cielo como esos árboles que peligran. También se busca lo indecible es decir vertebrar el cielo o arar el mar, como decía Chabuca. Vertebrar el cielo es crear la rosa que nunca se marchite de Roberto Arlt. Nos movemos en una frontera de continuo siempre articulando y desarticulando el sentido de este mundo del lenguaje que es el pentagrama del hombre en el mundo real. No hay descanso en eso. Te diré que hay manojos de poemas que se van hilando en una red que no pensé. Una red que ellos mismos indican.Voy en pos de esas bengalas. Entonces algo surge. Después están esos conjuntos de poemas que surgen de utilizar una herramienta creadora a través de la que alcanzó a asediar un tema determinado del que necesito hablar. Por ejemplo en «Sioux», «Hospital», «Los caballos de isabel», «Babuinos» o «Los perros del loco Torriglia» salieron así, mundos en sí mismos, como novelas y cuentos cortos en poesía. Claro está que con toda la complejidad del poema. Porque podría decirte que hay uno u otro tema que persisten en un concepto. por ejemplo en «Sioux» un homenaje a lecturas de adolescente, a un escritor que ame profundamente Jack London. «Babuinos» es una sueño que presenta imágenes oníricas pero con anclajes que permiten seguir una especie de historia que no avanza que es circular donde Jacqueline du Pré (soy fanático de los chelistas) es una especie de ángel encantador de babuinos, en medio de la guerra contra el oprobio que sufre toda población colonizada. En el caso de «Hospital» es otro sueño pero más cercano a la intimidad: Alfonsina Storni y Hamlet son internados en un manicomio y deben enfrentarse al dispositivo médico que es la cordura. Aquí sucede algo que también disfrute mucho escribir, una invasión de animales marinos que vienen a liberarlos. Finalmente «Los caballos de isabel» vienen a cerrar la propia historia de un matrimonio amenazado por la muerte que no es más que aquel pájaro ya utilizado mil veces. Ese buitre, cuervo, halcón o ave indefinida que viene a comunicarse con la hija de ese matrimonio que lo trata con ternura. Estos libros son los más claros en lo que respecta a las búsquedas en los temas y en la manera de contar que si bien es poesía no deja de narrar. Salir de ese poema tan difuso y lograr acompañar una historia una especie de Virgilio invitando a visitar algo semejante a los pequeños infiernos. Y digo pequeños infiernos porque los infiernos reales son el hambre o las 47mil víctimas de un genocidio que hemos presenciado en vivo y en directo en Palestina.

Gilgamesh: ¿Cómo llegaste a «Vertebrar el cielo. Obra poética 2003-2023» (Apócrifa, 2023)? ¿Qué lectura hacés del proceso creativo que culminó en este libro?
Marcelo Dughetti:«Vertebrar el cielo» llega en un momento de impotencia de esa impotencia estructural que mina la personalidad. Mi querido hermano Nicolás Jozami, tremendo narrador argentino que me devolvió la confianza en nuevos proyectos, me animó a dar el paso y a Virginia Ventura, narradora y editora de “Apócrifa”, que con una fuerza propia de las mujeres, me lo propuso. No te puedo decir la innumerable cantidad de llamadas y reuniones que tuvimos antes de publicar. No creía en reunir lo escrito en un solo libro. Tenía el prejuicio de la modestia que finalmente me parece que es algo sano. La idea de la obra reunida me daba escalofríos. No la tenía aún Alejandro con todo lo que escribió, imaginate. Y ese prejuicio se extendía también a la crítica de los pares porque me imaginaba que me verían como soberbio. En cuanto al proceso creativo es el que te describía antes. El libro reúne todas las instancias publicadas. hay mucho aún sin publicar. Ha sido un camino que espero poder seguir desandando.

Gilgamesh: ¿Qué relación construís con el lector? ¿Hay, al momento de la escritura, «un lector rector/ideal»? ¿Y con el mundo editorial?
Marcelo Dughetti:No construyo relaciones con el lector. Aunque dice la teoría que no es posible tal cosa. Creí que sí, que tenía un lector horizonte. Pero eso sería muy parecido a tener un programa y si hay algo que no tengo por lo menos de manera consciente es un programa. Quizás en algunos libros trate de asediar un concepto el caso de «Hospital», «Los caballos de Isabel» , «Sioux», «Babuinos». En esos poemarios, como te decía, intenté armar pequeños pueblos con distintas entradas. Infiernos dóciles como toda cosa domesticada. Creo que trato de ser pleno y serio en lo que digo. Me refiero a cierta alegría modesta y a una hondura nunca jamás simulada. Las editoriales son un misterio para mí en lo que respecta a recibir algo a cambio de lo que se publica que no sea la propia publicación. A veces la más de las veces pagué para publicar y otras tuve la suerte de ser invitado a editar con amigos que quiero como Carlitos Ferreyra de Recovecos, Dario Falconi y Virginia Ventura (Apócrifa y Mascarón de proa), Carlos Gazzera (Eduvim), Sebastian Maturano (Borde Perdido), Ricardo Dimario (Ediciones el callejón), Los chicos de Cartografías. Los muchachos de Pan comido que hace poco cerraron la editorial. Toda gente a la que agradeceré siempre. Recuerdo ahora al recién fallecido Guillermo Bawden que me invitó a ser parte de una colección de poesía que se llamaba Bonzo, era de la editorial Llanto de mudo. Hay un libro que quiero mucho que publiqué con Dinamo Poesía editorial, de la poeta Juliana Bonacci. En fin, gente que quiero que son amigos que me dan esas posibilidades de publicar porque en algún momento, supongo, les gusto algo de lo que hice. En general ha sido así, los conozco en una presentación ,en una lectura, en una movilización política y nos ponemos a charlar intercambiamos libros nos hacemos amigos y van surgiendo las propuestas. Son personas súper generosas que siempre están pensando en cómo difundir poesía, muchos de ellos poetas también. En general me han publicado editoriales independientes y específicamente siempre gente de mi provincia. En una sola ocasión me publicó una editorial de La Rioja, son tres editores que trabajan juntos y la reman en dulce de leche en esa provincia. Pero volviendo a lo del lector es todo un tema hermoso de laburar porque no fue hasta bien entrado el siglo pasado que se empezó a pensar en el lector y para mí es fundamental para la sobrevivencia de la poesía. Se puede laburar desde la escuela, ir creando público, pero me parece que estamos viviendo un momento donde la gente usa el lenguaje al ras. Una metáfora lo asusta y una elipsis puede llegar a generarle un infarto masivo. Más que en la poesía deberíamos pensar cómo volver a utilizar nuestro idioma o vamos a terminar comunicándonos con onomatopeyas. Ni hablar de la colonización que desde el inglés se hace a nuestra lengua. Más allá de todo eso en ocasiones me han dicho que mi poesía no tiene vuelo,que es sencilla. En esa acusación quizás se encuentre mi virtud o mi derrota y un lector posible.

Gilgamesh: En un tiempo plagado de circuitos de lecturas, certámenes, concursos, festivales, ¿cómo es tu inserción en ellos?
Marcelo Dughetti: Hubo un tiempo que era parte de un circuito, me llamaban ,me solicitaban leer. Recuerdo una vez un ciclo “Invierno soviÉtico” leíamos en un patio en pleno julio no volvería a hacer eso. Pero quería decir que no pude ser parte en pleno de algún grupo o circuito incluso cuando realizamos las revistas que vos nombrás. Esas revistas duraron dos o tres números de dudosa calidad así que nada que recordar. Una vez la editorial nudista me sorprendió con una entrevista filmada sobre mi laburo en este campo y me gusto mucho pero es una editorial que nunca me hubiera publicado, supongo. En general, no es fortuito porque en esos espacios uno se relaciona con directores de editoriales que en ocasiones les interesa lo que hacés, y en otros, son bien claros como con el director de Ediciones del Dock que me dijo así de una que no le gustaba lo que yo hacía. Esto con mucha sinceridad y eso me agradó, un gran tipo. Gente a la que también les tengo que agradecer mucho son Javier Magistris y Claudio Lomenzo porque en varias oportunidades han difundido por la revista La Guacha algunos poemas o libros míos.

Gilgamesh: ¿Nos contarías cómo surgieron las revistas literarias «La araña de carbón» y «Arena»?
Marcelo Dughetti: Malísimas revistas la verdad no quisiera hablar sobre eso lamento que esté marcado en la trayectoria. en realidad creo que serán dos números cada una. Muy malas propuestas vamos a extender un manto de piedad sobre esas publicaciones sin darme cuenta por pereza he dejado ese dato en pie, pero la verdad son olvidables.

Gilgamesh: ¿De qué manera la poesía acompañó y acompaña tu trabajo docente en la escuela y en la biblioteca?
Marcelo Dughetti: La poesía está en la mirada siempre y en el ritmo de la respiración,en cada una de esas epifanías que los pibitos encuentran en su media lengua cuando están en primer grado. La poesía no puede ser obligatoria porque de ser así su muerte es segura. Por eso hay que estar atentos a cada porción de enunciados de los chicos tanto en la niñez como en la adolescencia para advertirles dónde está escondida la poesía. Atentos a sus vicisitudes, a sus alegrías, a sus angustias de amor, por ejemplo. Porque así, atentos, estamos listos para nuestro disparo de poesía para calmar, para abrazar, para conquistar, para festejar el ritmo y el lenguaje.
En lo que respecta a planes concretos llevo desde hace seis años un concurso llamado Edith Vera donde participan los pibes de primaria y secundaria escribiendo poesía. Leo en las aulas,reparto poemas impresos en pequeñas invasiones poéticas,talleres, contacto con autores, lecturas videos de promoción para compartir poemas que escriben los chicos. En fin, mucho trabajo sobre el tema. La narrativa es una diosa en la escuela ,en lo que respecta a la ficción la narrativa es adorada pero la poesía comienza creo de poco a tener un lugar

Gilgamesh: En un contexto adverso como en el que nos encontramos, ¿qué lugar debería ocupar el trabajo intelectual desde los diversos ámbitos de la escritura, la docencia, la difusión y promoción de la literatura?
Marcelo Dughetti: No soy un intelectual, no se qué lugar deberían ocupar. Estoy muy limitado por mi formación para responder una pregunta tan importante, intento, acaso, pensarlo con ustedes. Este no es un momento adverso solamente. Este es un momento cruel donde la crueldad campea como reina y señora. Está además de la censura y el ataque a nuestra soberanía o en la insistencia de hambrear a nuestro pueblo, está en el lenguaje, se ha envenenado el lenguaje. Me aterra la naturalización de ese estado y que por así decirlo los intelectuales hayan desertado de iluminarnos sobre lo necesario. Extraño poderosamente a Horacio González, a Feinmann a Bayer a David Viñas.Te imaginas si tuviéramos entre nosotros todavía tipos como Jauretche, Escalabrini Ortiz, Cooke. Claro, todavía hay tipos como Hernán Brienza, o si querés, a nivel mundial, el gran Fisher ya desaparecido, ese libro «Realismo Capitalista», qué genialidad.
Ahora todo es un cacareo vacío de gente que no se forma y cifra en un light su felicidad. Se banaliza todo. Hace muy poco escuche a un muchacho en un ciclo de lecturas que se relizaba en el subte de Bs As. Hablando al estilo stand up, haciendo chistes sobre la tragedia que navegó en la vida de Quiroga. Se reian de la cantidad de suicidios, me horrorizo. Me quedé pasmado por la banalización de una vida honda marcada por el dolor. Después algunos jóvenes que escriben sin leer, sin amar lo que escriben. Escriben para decir sin saber qué decir. Escriben como si la literatura naciera con ellos como si fueran los siglos pasados una tabula rasa en la que apenas quedaron alguna marca sin mayor mérito. Quizás en este momento la cuestión sea escribir desde las tripas. Leer desde las tripas sin renunciar a las miradas estéticas. sin renunciar a la única cosa que nos separa de ser entes deseados para lograr la supervivencia. Escribir, hoy por hoy, lo mejor que nuestra autocrítica y nuestra tradición nos indique para hacer real concreta la existencia de la poesía, por ejemplo, como muestra de un mundo donde sea importante la mujer que duerme bajo un puente con su hijo en brazos sin tener que comer, ni médico, ni acceso a lo más básico, que el satélite de Elon Musk. Y volviendo a Fisher, en ese librito que es un arma cargada de futuro, citando esa famosa frase sobre la poesía. Claro no es un libro de poesía específicamente, pero en esa obra Mark Fisher dice que es notable como el autoritarismo que rige por todos lados podría tranquilamente compartir su imperio en el marco de una estructura que sigue siendo formalmente democrática.Creo que allí hay una quebradura que es necesario analizar y para eso están los intelectuales. Quiero decir para arrojar una lámpara sobre esta dualidad que se está naturalizando como una realidad inconmovible. Algo de la explicación sobre este mundo viene de la mano del tecno feudalismo tan bien descrito en el libro de Yanis Varoufakis.

Gilgamesh: ¿Qué lecturas te ocupan en este momento? ¿Qué escrituras?

Marcelo Dughetti: El ensayo es un género que nunca escribí, me atrae poderosamente Giorgio Agamben es mi lectura actual. En lo que respecta a narrativa, conociendo la obra de Samanta Schweblin, volviendo a leer algo de Arguedas y visitando a un escritor del cual tuve noticias hace poco, Stefan Zweig, comencé por una historia que se titula “Una partida de ajedrez”.Otro libro que me di a la tarea y el placer de leer que tampoco conocía es “Los cuatro peronismos” de Alejandro Horowicz. Ves, ahí tenés a un intelectual que es necesario y ahí tenés el ejemplo de la tarea que deberían estar realizando los intelectuales. interpelarnos, mordernos la cara, mover los mitos de la realpolitik para sacudir el pensamiento. Necesitamos repensar el campo popular, formar nuestra gente y volver a la ofensiva. En la poesía en la narrativa en todos los géneros y las sangres atacar y morder. En poesía lo último que leí fue una muy buena selección de poetas irlandesas traducida y prologada por Leonor Silvestri de Bajo la luna. En cuanto a la escritura, es una pampa seca, no puedo escribir. La terrible situación que pasa nuestro mundo me anula el deseo de la escritura o por lo menos en clave de poesía. Algo de lo que decía Adorno me parece muy adecuado ¿te acordás de esa frase?, rezaba más o menos así “Después de Auschwitz no se puede escribir poesía”. Bueno, y ¿después de Gaza qué? También es cierto que después de nuestros 30 mil seguimos escribiendo. Además de esa explicación, están mis propios límites, quizás no tenga más que decir. Puede ser que este viaje ya esté terminado.

Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?

Marcelo Dughetti: No sé qué decir sobre este tema. Porque después de nuestros 30 mil desaparecidos, genocidios transmitidos en vivo y en directo por televisión mientras se sacuden bailando sus aquelarres los brujos y brujas del porno show, responder esa pregunta parece un asunto bizantino o como buscar la piedra filosofal, la cuadratura del círculo. Creo que nadie en este campo puede responder esto sin dudar de lo que dice o sentirse un poquito sonrojado por la inminencia del tsunami mientras cuidamos nuestro jardín.. Puedo confirmar lo que he leído y escuchado antes: la escuela y la lectura de poesía en la escuela y la preparación de lectores de poesía, de un público para el género es una llave. Por lo menos de eso estaba seguro hasta hace unos años .Lo mantengo pero no sé si es condición única. Los medios ,las universidades, las bibliotecas, las editoriales todos aquellos que siempre formaron el canon quizás puedan dar una respuesta. El tema es que no es sólo la poesía y el lirismo lo que forma ese lazo perdido. La sociedad ha desertado de la profundidad en pos del entretenimiento y de cierta liviandad que aconsejan muchos como manera de llegar a los lectores. Tampoco creo en lo rebuscado, no sé si soy claro. No hay hondura en casi nada. En ese contexto el discurso poético es un renegado y suena a cosa de minorías, más minorías que nunca, escondidos en sus catacumbas repitiendo sus mantras sagrados. Eso será así hasta que las condiciones de lectura cambien. No hay gran público formado para leer poesía. No creo que la poesía sea la que tenga que dejar de ser lírica o de otra forma para ser leída. Además en un lenguaje lleno de violencia, en una lengua utilizada en su mínima expresión casi a ras del suelo, empobrecida y anémica a causa de ese mal uso ¿qué se puede esperar? La llave es enseñar a mirar en clave poética aprovechando lo que los niños ven del mundo que los rodea y destacar esa mirada profunda como la mirada necesaria. Como un acierto, como un milagro, como una epifanía que todos podemos y debemos tener. Explicar este proceso. Resaltarlo y aprovecharlo poniendo de manifiesto cómo la posibilidad de ser algo mejor que un ser de dos patas que camina sobre este cascote que da vueltas alrededor del sol y espera la muerte. Expandir el uso de nuestra lengua rescatándola del continuo esmerilado que se hace de ella y nuestra manera de expresarnos, por que eso también estructura una manera de pensar y de actuar. Esto, realizarlo desde que los pibes están en la escuela junto a la lectura de poesía, puede ser la solución la verdad, no lo sé. La poesía, nuestra bala de plata contra la ferocidad del capitalismo.

NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Marcelo Luis Dughetti nació en Villa María en 1970. Es maestro de enseñanza primaria y Técnico Superior en Comunicación Social. Su camino de producción literaria comprende: Libros de poesía: “Esa joroba de bronce” (Imago Mundi, 2003); “Donde cayó esta muerta” (Narvaja Editor, 2003. Premio Provincial de Letras); “El monte de los árboles sogueros” (Recovecos, 2007); “Los caballos de Isabel” (Recovecos, 2009); “Hospital” (Cartografías, 2012); “Sioux” (Pan Comido, 2013); “Fui a cuidar los árboles” (Llantodemudo, 2013); "Babuinos" (Dínamo Poético, 2014); “No sabrías escribir mi nombre” (Mascarón de proa, 2019); “Córtex” (LaTita editora, 2019); “Cuando muera mi padre” ((no) editorial, 2019 y Ediciones del Callejón, 2022); “Galgos del sol” (Eduvim, 2020) y “Vertebrar el cielo. Obra poética 2003-2023” (Apócrifa, 2023).: “Los perros del loco Torriglia” (Pan Comido, 2009) y “Otras canciones” (Narvaja editor, 2018). En narrativa, el libro “La bicicleta roja” (Recovecos, 2007). y Cuando nace un pájarito Eduvim (2023) Compiló y prologó la antología “Voces de este río” (Eduvim, 2009). Fue fundador de las revistas literarias La araña de Carbón y Arena.Sus trabajos han sido comentados en diferentes medios gráficos como Revista la guacha Pagina 12, Revista Inrockuptibles, Diario de Poesía, Diario La Capital, Diario El ciudadano y Revista Alguien Llama, entre otras. Se desempeña en la actualidad como bibliotecario.

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