martes, 21 de mayo de 2024


 GILGAMESH, POESÍA Y POÉTICAS presenta a LAURA GARCÍA DEL CASTAÑO

(Publicado en la página de Facebook el 17 de noviembre de 2021)

Laura García del Castaño nació en 1979 en Córdoba, Argentina.

En sus respuestas a nuestra entrevista, Laura dice:
«...me incomoda ser descubierta. Me gusta mi casa con muros altos y una palmera en la puerta ».
«Emanciparse del ser “poeta” es una decisión muy reveladora a mis 40 años».

Te invitamos a leer a Laura. ¡Adelante!

SELECCIÓN DE SU OBRA

No te daría mi colección de cucharas importadas
Ni me tatuaría un brazo
Ni me iría a vivir a tu casa con tu madre
Pero te dibujaría lo que la vida te borre
Te esperaría debajo, en el gran salto
Porque soy todo lo que no has buscado
la arrastrada por tu mayor creciente
la que supo domar al fantasma de tu entrada
Tomo lo que me sirves, lo picante, lo amargo
Soy lo que dejas afuera a la intemperie,
la que va hasta ese lugar de tu fiesta,
del corazón
de tu hambre
No hay una foto tuya en mi billetera
Nunca retuve tu número, tus claves
No hay nada que nos una
apenas me tenso al esplendor de tu vida
con ese hilo finísimo
con que la luz
sujeta a los insectos.
(De «La vida en que sueñas». Editorial Recovecos, 2012)

QUIÉN TE PERSIGUE?
Dios, el tiempo, la fatalidad, el miedo,
la tentación, el soborno,
una misión
alguien que huye?
Qué vas a decir cuando te encuentre?
Que no estás
Te harás el muerto
para que la muerte no te alcance
te desvivirás para no vivir
Dónde vas?
Al lugar de tus poemas,
al frenesí de la vejez?
Qué hay al final de todo?
una puerta, un espejo, un borde.
Qué es la reencarnación?
Un hueco al fondo de dios?
Qué te impulsa?
el viento, los brindis,
la curiosidad, el deseo,
la marea de los hombres?
Qué te retrasa?
El error
la invalidez, la mediocridad,
el juego,
las incógnitas?
Qué das de comer a esas palomas?
Qué de tu paz, qué de tu desolación o tu espera?
Qué belleza nos embellece y cuál nos da el consuelo?
En otra vida leeré los poemas que hoy escribo?
Lo real va por detrás de la visión
y la visión por detrás del sueño.
La mirada siempre está un paso adelante.
El sueño es
inalcanzable.
(De «El animal no domesticado». Pan comido, 2014)

GATO APÁTICO DE MUJER HURAÑA
cara plana que no apetecía nada, nada
salvo el pájaro puesto en la sala
como una fruta enferma
diminuta
recuerdo su sabor y recuerdo el veneno
una corriente a secas, como en Shanghái
cuando ya era un anciano
Corría en la tormenta
por una calle de puerto
llevándole una flor
al dios que montaba sobre un tigre
Corría y corría el rayo que iba a atravesarme
Joven pequeña y conmovida
también fui
llena del amor de un hombre llamado Dámian
a orillas del río Somme
Dámian arrojó la piedra
llevándose al fondo mis desgracias
a orillas del río Somme, dije
como un rayo
como veneno para gatos
en el puño de un hombre
en nombre de los celos
Parte de lo que soy proviene de esta visión
de golpear una casa al fondo de otra casa
y dar con una bomba
agua del río Somme
rayo de Shanghái
Piedra de los celos
Volvería a cruzar el puerto
a trepar la jaula
bajaría al río Somme a ser el blanco
Veo en el rigor
sangre del mismo error
aquí junto al gato apático
que no apetece nada, nada
tan sólo el gusto de sentarse en la falda
y acariciar mi mano enferma
por ver si olvido.
(De «El sueño de Sara Singer». Editorial Llanto de mudo, 2014. Editorial Caleta Olivia, 2017)

NADIE TE CONOCE
no saben cómo
dispones la risa, moderas el hambre,
controlas el celo,
la voracidad de la carne
desconocen cuándo
clavarías la lanza,
si serías quien da o quien bebe
del veneno
lo inesperado es un mundo de ciegos mirando el mar
esta habitación, la ropa sucia, tu dolor de espalda
que rujas como un niño maldito
no sugieren nada
sobre el corazón más tierno
sobre el bonsái más soleado
se esparce el musgo
florece la catástrofe
(De «Los demonios del mar». Ediciones del Dock, 2016)

«Antes un cubo de agua era más valioso que nuestros propios hijos».
Tovognaze
LAVO LA SANGRE DE MI PERIODO EN AGUA COLOR CAFÉ
Lavo la falla de mi nacimiento
Froto la censura del hombre
La mancha de la mutilación
La costura que es herida y amenaza
Ellos odian lo que no controlan.
No lo dejan ir. Yo lo dejo ir
Estrujo con fuerza mis bragas, como si torciera el cogote de un ave para el almuerzo
Como si exprimiera
la teta de una cabra famélica
El órgano entero de mi madre y de mis hijas
Lo dejo ir.
Lavo el musgo tibio de mi carne
La baba deslavada del universo
y ando así
Goteando sobre la sequedad intensa de mi pueblo
Me muevo lenta sobre los cultivos
para que nadie sienta el olor de
mi sangre desgajada y estéril
que a nadie alimenta
Hebra de madre muerta desmenuzada
no retenida
espesa fibra del baobabs
coágulo sin rostro
líquido terco, clandestino
pura arritmia del bosque
Mi cuerpo inundado
altera a mi padre avergüenza a mi hombre
Decepciona a los dioses
Sangro frente a mi esposo
Mientras estoy menstruando no puedo tocar sus remedios
ni sus amuletos, anulo su poder
Pero entonces apesto a mujer
No puedo evitarlo
Como el mandril
Esparzo el olor en dirección a mi obtuso rival
No puedo ser sumisa en esto
Sangro aunque me ordene que no lo haga
aun arrodillada ante él
Sangro y renazco
Anulo su poder
Lavo la sangre de mi periodo en agua color café
luego llevo el balde hasta la huerta
y riego
Espero que los brotes nazcan que mis hijas crezcan
que todo sea del color
de la tinta en que se impregna
(De «Mubarak». Editorial Buena Vista, 2021)

EL FURIOSO ENJAMBRE QUE SALÍA A CORRERNOS
ya no nos alcanza
Consumida la cáustica certeza
quitada la aguja del corazón
todo rebasa
vamos retorciéndonos al fragor del veneno
punzadas en el ardor de las palabras
Vacío ahora el panal está a salvo
ya no tendrá serpientes merodeando
ni lenguas de quirúrgico acero
ni ojos escarbando como plagas como flechas
Lo hemos dilapidado todo, querida
Las ventanas a oscuras contempladas
desde otro lugar
Es el indicio del final
la podredumbre
(Inédito)

DE TODO LO QUE VI EN LAS CIUDADES EXTRANJERAS
lo que llamó mi atención
fueron los puentes levadizos.
Los estribos descienden
lento hasta ensamblarse
Se elevan para dar paso a lo marítimo
vuelven a bajar para dar paso a lo terrestre
y así,
unir y dar paso, puente y portal
Separarse por espacios, y aún seguir siendo
incorruptibles, conexos
Una dinámica intuitiva,
como la amistad que entiendo legítima, despreocupada
Dos que montan su equilibrio
unánimemente
se elevan y se igualan
a justa altura,
descienden
se rehúsan
Dos que encastran se alimentan
de un lado al otro
Volúmenes de distinta porcelana
No temen la tensión
desestiman el silencio,
confían en su tráfico
Confían en lo que son capaces de soportar
lo que rueda
lo que desgasta
lo que aplasta
saben que la inexistencia de alguno supondrá el vacío
(Inédito)

ENTREVISTA CON LA AUTORA

Gilgamesh: Laura, cuando se toma contacto con tu poesía lo que se vislumbra es un corpus que te agarra como el abrojo y es muy difícil desprenderse de esa visión árida y destemplada del mundo que vertís en cada línea. ¿Cómo llegás a esa poética del daño, del desamparo, de lo no domesticado y del sueño que arrastra no solo los demonios del mar, sino los del más allá?
Laura García del Castaño: No sé si tengo una respuesta clara para esto porque hay algo del orden de lo vedado y algo también en la búsqueda que tiene que ver con el carácter del que escribe. Así como venimos con un timbre de voz, con un volumen, con formas más frágiles o vehementes de transitar este mundo, también se viene con apegos, con cierta vibración. Con el tiempo sí hubo una intención de correrme de ciertos temas, aunque más no sea un engaño, porque eso inaccesible siempre te devuelve a esos lugares y te mortifica y te machaca.
Gilgamesh: Tu poesía no es sin sangre, sin cuerpo. Tampoco es sin las lecturas que van más allá de la biblioteca y que entran en los cines y en las bandas musicales. Y, sin embargo, el yo poético siempre está a una distancia ¿defensiva?, una distancia, digamos, de implicación medida. ¿Es, para vos, la poesía un espacio de evasión, de contención, de anclaje, de revelación, de control?
Laura García del Castaño: He tratado en lo posible de no editar lo que hablaba de mí directamente, ni siquiera era algo a revisar, aunque todo sea sobre uno también en la escritura, fundamentalmente porque las lecturas que me marcaron eran impersonales. Quizás tengo prejuicios con la autocompasión y el ombliguismo en la poesía. Y también volviendo a lo del carácter del que escribe, que atraviesa como un rayo la personalidad del texto, soy un ser cerrado, no me gusta que se adivinen ni mis obsesiones ni mis temores, me incomoda ser descubierta. Me gusta mi casa con muros altos y una palmera en la puerta.
Gilgamesh: En el videopoema que nos has enviado, decís: «la poesía es todo eso... el trueno en la sequía...». ¿De qué manera tu ser poeta habita en tu poesía y cómo se inserta tu poesía en el contexto socio-cultural que nos ha tocado?
Laura García del Castaño: Ese poema viene justo a responder la pregunta porque es un texto del 2012, está prácticamente en un extremo de la búsqueda. Corresponde a una etapa. La cuestión del hábitat se ha ido moviendo y creo es natural y saludable que así sea. Que no siempre estemos con la nariz en este oficio, que podamos dedicarnos a ser otras cosas. Esa sensibilidad o traducción de lo sutil, de lo invisible, salta en todas direcciones, toma muchas formas a lo largo de una vida. Es muy interesante y menos agobiante para el ego cuando podemos mudar esa necesidad de pertenencia esclavizante. El hábitat poético, que en muchos es una continua exigencia de edición, de ganar lectores, de ser participados, invitados, incluidos en ciertos círculos que, incluso, siempre están mutando... tan desgastante puede ser la cuestión de querer entrar en este hábitat que anula ese canal. Emanciparse del ser «poeta» es una decisión muy reveladora a mis 40 años. Así que te diré que ahora estoy un rato deshabitada y dejo que lo único importante que habite sea la poesía en el que lee: dar esa contribución es toda la motivación.
Gilgamesh: En tu último libro, «Mubarak», aparecen animales –domesticados y no tanto, ¿totémicos?– que sostienen historias que remiten a un imaginario patriarcal, ancestral. ¿Cómo se construyó este libro? ¿Qué se escucha de tus libros anteriores en estas páginas? ¿Hay allí una nueva voz?
Laura García del Castaño: En Mubarak solté muchas estructuras y prejuicios. Mezclar narrativa y poesía, explayarme, jugar con la ironía, hablar desde lo insólito o desde lo descarnado, intentar ser otros, entrar en los dolores del mundo, de otras mujeres. No sé si tiene un hilo con los anteriores libros, creo que no, siento que no. Y también fue escrito en pandemia, siendo espectadora del mundo, no de sus valles, de sus bosques con flores, sino de sus volcanes, huracanes, picos filosos. La devastación. La que produce no una bomba nuclear, ni una guerra, sino el patriarcado, el capitalismo y la tecnología. Dice Donna Haraway en el libro de los Cyborgs: lo pequeño es más peligroso que maravilloso. La miniaturización se ha convertido en el poder. Las redes, los perfiles, las historias nos someten día a día. De la miniatura a lo invisible. Lo más peligroso hoy en día no se ve.
Gilgamesh: ¿Qué imágenes van armando la hoja de ruta de tu poesía desde «La vida en que sueñas» hasta «Mubarak»?
Laura García del Castaño: Las imágenes que se me vienen desde aquel libro a este serían la muerte, el sueño, la transmigración, el amor, la superstición, la serpiente viva en nosotros, la fatalidad, el hombre, su bomba, la intrincada existencia.
Gilgamesh: ¿Tus inéditos te están interpelando como «ciudades extranjeras»? ¿Cómo estás construyendo este nuevo «...puente y portal...»?
Laura García del Castaño: Y cuando no hay un libro como Mubarak o Sara Singer, que los venís viendo en el dibujo (prácticamente es un trabajo de calcado), los inéditos se van armando como un juego de naipes. Por ahí aparece un texto comodín que abre un paisaje, te muestra una escalera, digamos, algo para armar, y después aparecen otros que son imágenes de los días, impresiones, y les vas dando tiempo y aire para que se conozcan y acomoden.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Laura García del Castaño: Es cierta la cuestión de la poesía como algo cerrado entre parientes y amistades (pero a la largo de la historia siempre aparecen brújulas, ráfagas, poetas que cortan, que captan al mundo, voces universales), pero esto encima poseía una pérdida aun mayor: las mujeres no eran incluidas, no eran tomadas en cuenta para las ediciones, no llegaban a los lectores, menos podían imaginarse leídas, un sueño ser consagradas. No tenían la oportunidad que tienen ahora.
Un poco de esta reparación se está produciendo ya. La poesía femenina está despegando de una forma nunca vista porque jamás como ahora ha tenido esta libertad de hacerse ver y de dar otro aire.

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

Laura García del Castaño ha publicado los siguientes libros de poesía: El grito (edición de autor, 2004), La vida en que sueñas (Editorial Recovecos, 2012), El animal no domesticado (Editorial Pan comido, 2014), El sueño de Sara Singer (Editorial Llanto del mudo, 2014, reeditado por Editorial Caleta Olivia, 2017), Los demonios del mar (Ediciones del Dock, 2015), Sangre del día (Añosluz editora, 2018) y Mubarak (Buena Vista Editora, 2021).
Participó en la antología Quince (Editorial Tinta de negros, 2011) y en las siguientes plaquetas: Desgraciadas (2010), Ultrafinas y Las tramontinas del dolor (2012-2013), Rumiar vol. 1 (2018), Antología Federal de Poesía Región Centro (2018), Órbita, veintiuna poetas cordobesas (Editorial Postales Japonesas, 2019), Un río subterráneo (conversaciones con poetas cordobeses, 2020) y Camelia. Mujeres que toman té (editado recientemente por Tanta Ceniza editora, 2021).
Fue parte del Café Literario La Bandada, del 2010 al 2019.

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