GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a VIVIANA ABNUR
(Publicado en la página de Facebook el 12 de noviembre de 2025)
Viviana Abnur nació en Bs. As., en diciembre de 1964. Poeta.
En la entrevista, Viviana, dice:
«El poema no golpea mi puerta o pide permiso. Irrumpe cuando llega su momento. Entonces trato de recibirlo, saber oír y darle tiempo.»
SELECCIÓN DE OBRA
De «Rash» (Macedonia de., 2022)
Solo quien nunca trepó a la cuerda
quien nunca fue de veras
trapecio mismo
confunde
la oscilación de un cuerpo semidesnudo
sostenido por el aire
con poesía
un trapecista de cepa lo sabe
por eso
no se encomienda a los dioses
ni se persigna
antes de saltar
ocupa el breve tiempo que le queda
en secar bien su mano
con resina
entregará su humanidad
por un instante
al cruce meditado
de los cuerpos en la altura
el impulso es lo vital
lo sabe
respira hondo
y salta
*
Rash
Todo lo que sé de la muerte
lo aprendí de apuro
cuando te vi pasar en la camilla
a la terapia intensiva
yo era atea como vos
y solo vi
un cuerpo ajeno y liviano
pasar a la velocidad de la luz
y es que acaso vivimos confundidos
o solo somos luz y no otra cosa
porque supe de repente
en un instante
que vos en ese cuerpo
ya no estabas
te llevaban a Emergencias
como un trofeo de guerra
había prisa en los médicos por llegar
había prisa en la muerte
por huir del territorio
minutos antes pedías
que te trajeran un libro
minutos antes te abrazaba
y me decías
sos tan buena
después la luz que se cortó en el hospital
la puerta medio abierta
y yo que te espiaba pude ver
cómo te rodeaban de velas
vivo todavía
como en un cuento de Poe
alguien me abrazó y lloré
perdimos dijo el doctor
y supe de la muerte
que tiene apuro papá
y en el apuro es desprolija
porque algo se llevaba para siempre
lo supe pero algo no
en ese cuerpo derrotado
vos no estabas
*
Claustrofobia
Apenas llego al borde de la mesa
ya sé que estoy marcada
algo hirió mi cuerpo
torpemente
como un puñal desafilado
desde entonces
cada vez que me ahogo
reclamo mi lugar
vuelvo a morir un poco
para que la sangre fluya
clavo mi dedo en la cicatriz
De «La pereza» (Macedonia de., 2018)
Mientras barro las hojas secas en la vereda
pienso en las otras
en las que están a punto de caer
cómo se hamacan generosas entre los árboles
hasta el final
Me pregunto por esa danza
ese gesto casi inútil confundido
entre los pasos de los vivos
y barro
Algunas se me escapan de la pala
las junto
hago una pira
intento varias veces con el encendedor
pero las hojas se abrazaron
a un crujido que estremece
La fogata crece igual
y el humo se las lleva
*
Como al descuido acariciás la hoja
acariciás mis poemas sin saberlo
sin mirarme
en la demora
de las últimas palabras
la seducción del muro que cae
apenas un instante
para coser los restos
¿habrá belleza que se iguale
a la demolición?
*
Mi cama está a la altura
de la copa del árbol
ahí donde los nidos se construyen
y las ramas se ponen a prueba
ahí
donde dos pájaros azules
corridos por la lluvia
corridos por el viento
desde hace una semana
todo lo arriesgan
yo insisto en la quietud
y duermo
*
Ella dice
las dedicatorias siempre llegan a destiempo
maelstrom
en la foto la niña hace
la v de la victoria
de fondo la persiana descuidada del taller
de tío Felipe
¿se salvó la niña en el instante de la foto?
¿en ese cuadradito del 70?
¿comprendió algo alguna vez?
maelstrom
un golpe de suerte sobre la costa
creo que más allá del mar hay otro
mar y otro todo agua
con mi barca incluida
así los marineros en el puerto los días y las
noches
así las estrellas a la tierra sobre la Cruz del Sur
maelstrom
el torbellino trae pescado fresco
para unas redes vacías
*
Por el idioma que mascullo
pago un precio
de billete perforado
de monedita de bronce
el precio y la etiqueta cuelgan de la mano
no de la prenda
De «Flores y velas» (Trópico Sur Editor, 2014)
flores y velas
I
Rosita
la écuyere entrena
todo el día
toda la noche
a sus
partenaires exige
fidelidad de séquito
y a Frank Brown
que
la conserve joven
cada función
en la mira
pisa
firme
sabe que
siempre será la vedette
en esa pista
ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: Viviana, tu poética de «lo mínimo», «lo esencial», lo «engañosamente simple» que perdura en la lectura y en «la fragilidad de unas palabras lisas y chatas como platos superpuestos», ¿Cómo nace? ¿Cuándo empieza esta conciencia de la poesía, «del poder de las palabras»?
Viviana Abnur: Era muy chica, tres o cuatro años, cuando mi papá se tomó el trabajo de anotar en una libretita de escribir, con su letra un poco torpe, algo que había dicho acerca de mi mamá, del cielo y las estrellas. Yo no sabía escribir todavía, ni tampoco intuía el poder de las palabras, pero él, con ese gesto, plantó la primera sospecha. Algo que había dicho casi sin pensar, en apariencia intrascendente, de pronto estaba ahí, dibujado con una letra que no era la mía y ni siquiera podía yo leer. Y sin embargo era algo poderoso, tanto que merecía ser guardado en el bolsillo del pantalón de mi padre cada vez que salía a encontrarse con sus amigos, o resguardado, con cuidado de cada mudanza, en una caja. Con los años mi aproximación a la poesía se volvió más consciente, pero ese asombro inicial, esa extrañeza ante la palabra, siguen intactos.
Gilgamesh: De «Agosto» (2007) a «Rash» (2022), ¿Qué continuidades, qué quiebres buscaste, encontraste en tu voz poética?
Viviana Abnur: No hay una búsqueda planificada, pero ya con el diario del lunes, parecería que algunas obsesiones muy poco originales como el paso del tiempo o la relación con lo místico, se han mantenido a lo largo de esos años. Tal vez lo que sí se fue instalando es cierta inseguridad a la hora de sentarme a escribir que no tenía cuando era más chica. Me sentía mucho más segura. Ahora dudo más, me pregunto si vale la pena, para qué interrumpir al silencio si viene sonando tan bonito, cosas como esas que antes ni se me cruzaban por la cabeza. Había un impulso muy fuerte por avanzar pese a todo que ahora suelo poner en duda.
Gilgamesh: «Por el idioma que mascullo pago un precio». ¿Qué precio has pagado, qué precio se paga por dedicar tiempo al trabajo literario?
Viviana Abnur: El tiempo que me relaciono con el trabajo literario para mí es un regalo. Es tiempo de introspección, de conexión íntima con mi voz, de encuentro con las voces de otros.
El precio al que me refiero en el texto que citás, tiene que ver con lo mucho o poco que una tiene para ofrecer, con ese grado de exposición que se pone en juego en el poema cuando al fin abrimos la mano y lo echamos a rodar. Quedamos ahí como desnudos ¿no? cantando nuestras miserias, corriendo el riesgo de ser ignorados por completo. Sólo nos queda confiar.
Gilgamesh: ¿Cómo es «tirar de la tela» para que el poema acontezca, para llegar al libro?
Viviana Abnur: Creo que son dos experiencias diferentes. El poema no golpea mi puerta o pide permiso. Irrumpe cuando llega su momento. Entonces trato de recibirlo, saber oír y darle tiempo. Sobre todo tiempo. Antes y después trabajo para que eso ocurra de la mejor manera posible, pero es muy relativo ese trabajo mío, y a la vez, lo único que tengo. Sé que cada lector, en cada lectura, lo pondrá en duda, lo volverá a escribir.
Pensar en un libro para mí ya es otra cosa. Muchas decisiones que tomar. Y en algún punto es como gestionar un duelo. Las emociones se confunden. Una se despide y a la vez agradece. Da gracias por esa experiencia de trabajo tan gratificante que fue leer, releer y corregir.
Gilgamesh: ¿Qué rituales, qué lecturas acompañan el tiempo de la escritura?
Viviana Abnur: No tengo rituales pero me gusta escribir de mañana, en mi dormitorio que tiene ventanas grandes que dan a la calle. En el escritorio siempre el mate amargo y la estampita del Padre Mario Pantaleo que me mira y sonríe sosteniendo una rosa. Y muchos libros alrededor, agendas y lapiceras.
Gilgamesh: ¿Cómo fue tu educación sentimental-literaria?
Viviana Abnur: Bueno, en casa había pocos libros, la biblioteca era pequeña. Como muchos de mi generación crecí leyendo los tomos de la colección Robin Hood. Entre mis preferidos estaban «Mujercitas» y «El llamado de la selva». También Horacio Quiroga, Alfonsina Storni y María Elena Walsh. Y ya más grande, durante la adolescencia, Jacques Prévert, José Martí y Miguel Hernández. Son los autores que con más cariño recuerdo de esos años.
Gilgamesh: ¿Qué experiencias has tenido a la hora de editar un libro? ¿Y al momento de difundirlo?
Viviana Abnur: Buenas experiencias, llenas de entusiasmo y expectativas. La difusión de los libros siempre es un desafío, más aún cuando se edita con editoriales pequeñas donde el trabajo de todos es a pulmón. Pero siempre me he sentido acompañada.
Gilgamesh: ¿Qué opinión te merecen los talleres, certámenes literarios, ciclos de lectura, convocatorias? ¿Has sido parte de alguno de ellos?
Viviana Abnur: Habría que detenerse a analizar cada propuesta en particular. Hoy en día la oferta es muy variada y cada uno tiene la opción de elegir por dónde quiere circular y cómo se quiere formar como escritor. Personalmente, no creo que sean pasos obligatorios para dar, aunque siempre el intercambio y la mirada de los otros vienen bien.
Gilgamesh: ¿Qué estás escribiendo y leyendo en estos momentos?
Viviana Abnur: Estoy leyendo un libro hermoso de María Rosa Mo, “Marea” y releyendo “El caminante y su sombra” de Nietzsche. También los apuntes de Reiki de mi querido sensei Gerardo Doi. Y escribiendo una especie de crónica que está mutando a poesía, de un viaje que hice a Uruguay en el verano.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá,
también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Viviana Abnur: La poesía es un fenómeno social, un hecho colectivo que se cocina en la intimidad del hogar, pero siempre con la receta de la abuela. No creo que hoy esté divorciada de la memoria histórica de los pueblos. Pasa que somos testigos de un mundo espantoso donde se instalaron a la vista de todos la muerte, la indiferencia, el regodeo por el propio ombligo. Postales que todos compramos a diario de un mundo que agoniza, que tiene que caer. No se me ocurre nada que podamos hacer desde la poesía para que cante una canción que más gente quiera oír. Estamos acá y escribimos tratando de entender, somos parte de esta historia.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Viviana Abnur nació en Bs. As., en diciembre de 1964. En poesía publicó: «Quién asesinó a Bambi», «Agosto», «Delta», «Flores y velas», «La pereza» y «Rash». Integra las antologías: “Animales distintos” de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesenta (UNAM, Ciudad de México, 2008), “El patrimonio natural y cultural del Bajo Delta Insular del Río Paraná” (UNSAM – CONICET, 2011) “Poesía argentina por Palestina” (Fundación Monte Carmel y Embajada del Estado Palestino, 2016) y “Encuentro en la distancia” (Asociación Amigos de Haroldo Conti, 2023). Dirige “la estepa florecida”, biblioteca virtual de poesía contemporánea. Reside en la ciudad de Haedo.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario