jueves, 9 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a JUDITH FILC

(Publicado en la página de Facebook el 20 de abril de 2022)

Judith Filc nació en Buenos Aires en 1962. Es doctora en literatura comparada y teoría literaria, poeta y traductora.
En sus respuestas a nuestra entrevista, Judith dice:
«Pienso que no es la complejidad del lenguaje lo que define la poesía, sino la complejidad de las imágenes y su poder de sugerencia».
«En el capitalismo en Argentina y el capitalismo y el racismo en Estados Unidos, los chicos de la calle y de la villa y los jóvenes negros en los guetos son tratados como basura. Son descartables».

SELECCIÓN DE SU OBRA

FIESTA
La cocina es calurosa.
Los cuerpos se mueven con fluidez
en una coreografía tácita.
Hay ruido de risas
de cucharas dando vueltas:
madera contra metal.
Se esparce un olor cálido a especias.
Alguien ríe. Se arrastran sillas.
Se oye un ligero correr de pies.
SALMO
Se sientan en ronda
pies desnudos sobre la lana áspera.
Un sonido grave y vibrante invade el aire.
Los cuerpos vibran con él.
Cierran los ojos.
Inclinan la cabeza.
Cantan.
CALLE
La penumbra desciende.
La buscan las personas solitarias.
Caminan con pausa
rodeadas de nadie.
Las sigue un perfume sutil
aéreo
que evoca el verano.
BEACON Y MINEÁPOLIS
En la terraza, un perro juega con un hueso.
Los colmillos lo muerden insistentes.
El hueso golpea las tablas.
Los ruidos coinciden con disparos de fusil
quejas
gritos.
Un cuerpo golpea el cemento.
En la terraza, un perro juega con un hueso.
EXTRANJERÍA
El barco se desliza con fluidez
hasta encontrar un mar inmóvil.
No se divisan orillas.
No sopla el viento.
El mar es infinito.
VERANO
Un verde intenso
que abraza.
RUTINA
Los días se suceden.
El contenido se repite.
Adivinar es imposible.
INVIERNO
La a nieve cubre la tierra fría.
Sobre la nieve hay un árbol.
Un sol pálido lo ilumina.
Sus ramas despojadas se elevan
en actitud de rezo.
(De «Fotos», Barnacle Libros, 2022)

***
INCENDIO
El fuego brilla y su corazón es blanco como la luz.
Brilla detrás de los árboles despojados,
de la casa raída,
de la playa,
de dos chicos de espaldas.
Brilla contra los camiones,
los helicópteros,
los hombres de uniforme.
Brilla, y su brillo apacigua.
VEJEZ
Les cuesta abrirse paso.
Tropiezan.
No recuerdan el rumbo.
Necesitan sentarse.
El camino que tomaron no acaba nunca.
VACACIONES
Las casas de cal desfilan a lo largo de la rambla.
El mar está inmóvil como un lago.
Oscurece.
El agua gorgotea en la arena.
Brota un olor rancio.
La cal va cubriéndose de verde.
POBREZA
La tiza traza una línea.
La línea establece un límite.
Nadie lo cruza. Nadie mira dentro.
Nadie sabe qué pasa.
Lo que no se sabe se olvida.
Lo que se olvida se abandona.
FUKUSHIMA
La noche se extiende sobre el campo.
Los cuerpos despiden un fulgor dorado
que se desvanece.
Estrechan las manos formando una ronda.
La ronda gira.
(De «Año nuevo», Barnacle Libros, 2021)

***
Una voz
en muchas
voces
canta
____________
Excavar
para encontrar
nada
(De «Lagos», Barnacle Libros, 2020)

ENTREVISTA CON LA AUTORA

Gilgamesh: Judith, tus textos se reconocen por su economía léxica y su claridad sintáctica. Desde «Transducciones» (1985) hasta «Fotos» (2022), ¿cómo fuiste trabajando el aspecto formal en cada uno de tus libros?
Judith Filc: Siempre me atrajo la brevedad, por eso voy revisando los poemas hasta que queda solo un indicio del contenido. Y es cierto que mis poemas son claros. Pienso que no es la complejidad del lenguaje lo que define la poesía, sino la complejidad de las imágenes y su poder de sugerencia. Creo que, al leer un poema, el o la lectora se mete en un mundo distinto, un mundo apartado del mundo real. Y eso es el efecto que produce la lectura de las imágenes. Por eso las trabajo hasta que me convencen, pero a veces me surgen de repente y me sorprenden. «Vida en la tierra» es una excepción en cuanto a claridad porque quería describir la violencia de un modo despojado, y quería que los textos que me sirvieron de base para el libro y los poemas dialogaran. Un libro que me ayudó fue «Men in the Off Hours», de Ann Carson. Escribía a medida que lo leía. Me gusta muchísimo, pero nunca lo usaría como modelo. Su poesía es enormemente compleja.
Gilgamesh: La vida cotidiana en la sociedad urbana, capitalista, es el paisaje en el que se mueve el yo poético. Allí se revelan y se rebelan «las personas solitarias», «un perro (que) juega con un hueso», «los hombres de uniforme». ¿Qué ideas eje fueron apareciendo en tus poemarios? ¿Creés que cada libro es una nueva apuesta o que son etapas de un solo libro con las mismas inquietudes?
Judith Filc: Con «Resquicios» empezó a haber una idea eje que era un hilo que enhebraba los poemas. El libro surgió de los resultados de una investigación sobre neoliberalismo y subjetividad en la Argentina. Me parecía que las consecuencias de la precariedad laboral, la paulatina desaparición de los sindicatos y el empobrecimiento de las clases medias, algunos efectos del neoliberalismo, habían creado los que, en su momento, llamé “personajes fronterizos”, que habitaban los resquicios de Buenos Aires. Pasó lo mismo con «Vida en la tierra», donde la idea eje es el concepto de “basura”. En el capitalismo en Argentina y el capitalismo y el racismo en Estados Unidos, los chicos de la calle y de la villa y los jóvenes negros en los guetos son tratados como basura. Son descartables. Y están los chicos africanos que viven de la venta de metales de las computadoras desechadas, y mueren de sus efectos tóxicos. Finalmente, con “basura” me refiero al tratamiento irreflexivo y excesivo de los plásticos constante en nuestras sociedades, que lleva a su eliminación y al efecto dañino que esta produce.
Había pensado en otra idea, pero, cuando empecé a investigar para escribir los poemas, tuve la hemorragia y todo cambió para mí. Sin embargo, «Lagos», el siguiente poemario, también se basó en una idea: la hemorragia, el coma y mi convalecencia. Y «Año nuevo» también se basa en las transformaciones del mundo en el siglo XXI, entre ellas, los efectos del “hiperdesarrollo” (vinculado, nuevamente, con el capitalismo, la ambición de crecer constantemente y, por lo tanto, la evolución imparable), que me resultan inquietantes. Pero ya en «Fotos» no hay una idea organizadora. Fui escribiendo los poemas según el efecto que los acontecimientos o los paisajes tenían en mí. El verso que ustedes citan es de «Beacon y Mineápolis», un poema que escribí cuando la policía mató a George Floyd sin razón en Mineápolis, solo por el hecho de ser negro.
En cuanto a la pregunta de si los poemarios conforman un mismo libro, fueron distintas ideas de las que partió cada libro, pero algunas cosas siguen siendo una obsesión para mí: la desigualdad, la injusticia, el desarrollo incontrolable y, con él, de la inteligencia artificial, y la obsesión con la Internet.
Gilgamesh: Desde 2002 estás radicada en los Estados Unidos. ¿Hubo cambios radicales en tu poética al mudar de geografía física y lingüística? ¿Nos contás cómo es vivir como poeta, traductora, académica migrante? ¿Cómo conviven en tu obra poética las facetas que te constituyen?
Judith Filc: No sabría decir si hubo cambios radicales en mi poética. Tendría que pensarlo. Sí hubo cambios radicales en mi vida. Por eso escribí un libro, mezcla de ensayos, prosa poética y microrrelatos. Con la descripción del tema del libro, en cierto modo, contesto la segunda pregunta. Es una reflexión sobre la experiencia de vivir en otra lengua: hablar, traducir y corregir. Mi marido es estadounidense y mi hijo es bilingüe, pero le hablo en castellano y me contesta en inglés. Traduzco del inglés al castellano y del castellano al inglés. Hablo con mis nuevos amigos en inglés, y con mis viejos amigos en castellano, igual con mis hermanos y cuñadas y mamá y con mi nueva familia. El libro es sobre el desarraigo y, como consecuencia, sobre la memoria (la memoria infantil y su vinculación con los afectos) y la nostalgia; sobre los sin techo, extranjeros en su país, y sobre los migrantes; sobre la locura, extranjería por sus características; sobre la hospitalidad, la acogida a los extranjeros, y la falta de hospitalidad, el rechazo a los migrantes; sobre las islas como márgenes. El libro es producto de mi experiencia y de mi identificación con los extranjeros, porque, a pesar de mi inserción gradual a este país, siempre me siento afuera. No manejo los códigos.
Lo escribí en castellano y lo traduje al inglés, y cuando me repuse lo empecé a revisar en inglés. Estoy escribiendo un blog, que fue un relato sobre mi hemorragia y ahora es un una descripción de mi convalecencia, y lo escribo en inglés.
Acá vuelvo a contestar la segunda pregunta. Hablo y traduzco en los dos idiomas, escribo prosa en inglés y poema en prosa en inglés. Creo que escribo en inglés porque me resulta fácil, porque me puedo soltar. Pero escribo poesía en castellano, y leo literatura en castellano. A pesar de que ya hace veinte años que vivo aquí, prefiero escribir poesía en castellano (aunque me surgen las palabras en inglés) porque es la lengua que me une a la infancia, a la edad de mis afectos, y al país en el que viví y crecí.
No puedo contestar la tercera pregunta, como no puedo contestar la primera.
Gilgamesh: ¿En qué condición queda la lengua materna cuando se vive en otra lengua? ¿Escribís poesía también en inglés? ¿Traducís tu obra en español a otras lenguas?
Judith Filc: Por haber vivido acá tanto tiempo (veinte años), mezclo los idiomas en la cabeza. Con mi prima, que vive en Inglaterra hace cuarenta años, y con una de mis amigas argentinas, que vive acá hace treinta y cinco, introyectamos palabras en inglés. Pero desde la hemorragia, cuando hablo en inglés me faltan las palabras y cometo errores gramaticales.
Como dije antes, sigo escribiendo en castellano. Traduje una selección de poemas al inglés porque la iba a publicar una revista electrónica de poesía que publica de manera bilingüe. El resto de poemas que traduje al inglés no son míos. Son de Jorge Aulicino, de Mercedes Roffé y de otros poetas latinoamericanos (antes de la hemorragia tenía un blog donde publicaba poesía latinoamericana y mis traducciones al inglés). Pero, desde la hemorragia, apenas si traduzco. Estoy traduciendo un libro de Denise León muy lentamente, y quiero traducir otro de Aulicino, pero me cuesta empezar.
Gilgamesh: ¿Cómo ves la participación de los poetas en concursos, convocatorias, lecturas en público? ¿Cómo te relacionás con el ambiente poético de Argentina y de los Estados Unidos?
Judith Filc: No sé cómo es la cuestión en Argentina. Cuando íbamos a Buenos Aires durante el verano de Estados Unidos, me gustaba ir a lecturas de poesía porque era una manera de mantenerme conectada, y las disfrutaba mucho. Además, participé en las lecturas que organizó Alberto Cisnero para poetas de Barnacle, y también las disfruté. No sé cómo es el tema de la publicación. En cuanto a Estados Unidos, nunca hice un esfuerzo para “pertenecer” al mundo poético, pero desde afuera veo que la “escena poética”, como la llaman acá, se parece a la academia universitaria. Se empieza por publicar en revistas, se termina publicando libros, y en el medio están las antologías. Para publicar en revistas, hay que participar en concursos, donde los jurados son muy jóvenes (para mí, que estoy por cumplir sesenta). Después está el equivalente de los congresos, AWP (la reunión de poetas y editores), a los que hay que ir para hacerse conocer: se lee y se habla con poetas reconocidos y con editores. Para convertirse en poeta hay que “hacer carrera”. Pero esta es una opinión prejuiciosa, porque estoy afuera, igual que en Argentina cuando era jovencita (desde mi perspectiva de cincuentona).
Gilgamesh: ¿Qué lecturas te formaron como poeta? ¿Qué lecturas te acompañan hoy?
Judith Filc: las lecturas que me formaron fueron Iehuda Amijai, Giuseppe Ungaretti y el modernismo italiano, el modernismo brasileño y, por supuesto, la vanguardia argentina y las y los poetas argentinos de la generación del setenta.
En cuanto a la poesía que me acompaña, no leo mucha poesía actualmente. Leo clásicos que quería leer cuando trabajaba pero no tenía ni tiempo ni ganas, autoras que me interesan (Natalia Ginzburg y Christa Wolf, entre otras) y libros y artículos que me sirven para escribir ensayos (historia y filosofía y biografías). De vez en cuando, vuelvo a Pessoa: poemas escritos por él mismo y por Álvaro de Campos, y el «Libro del desasosiego», que voy leyendo de a poco.
Gilgamesh: ¿Te considerás una poeta comprometida? ¿Qué rol juega la política en tu vida y en tu obra?
Judith Filc: No me considero una poeta comprometida. Escribo muchos poemas sobre las cosas que me preocupan. «Vida en la tierra» es un poemario entero sobre las víctimas de la desigualdad. «Año nuevo» tiene varios poemas sobre los efectos del capitalismo: «Soja», «Pobreza» y otros que no recuerdo. Lo mismo «Fotos», «Beacon y Mineápolis» y «Diferencia». Y en «Lo inesperado», el libro que estoy escribiendo, hay varios poemas sobre el racismo. Pero sé que no van a tener ningún efecto. Garganta Profunda, el movimiento feminista por la despenalización del aborto, las Madres, Ni una menos, la carpa blanca de los maestros y las marchas de protesta han tenido mucho más efecto. Antes de la hemorragia, estaba involucrada en cuestiones políticas. Ahora ya no.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Judith Filc: Me parece que este problema se ha hecho endémico en Argentina. Creo que es, en parte, porque en la escuela primaria y, sobre todo, en la secundaria, se enseña que poesía es la poesía de los poetas románticos tardíos y de los modernistas: con métrica y rima, y sentimental. A mí me enseñaron la poesía de Enrique Banchs, de Fernández Moreno, de Nalé Roxlo y de Rubén Darío. Todavía me acuerdo de estrofas enteras de memoria. Entonces, los poemas nunca parecen poemas “de verdad”. Además, está la separación entre poesía popular y poesía “educada”, hasta cierto punto, por un encierro ―no sé si estoy usando la palabra adecuada― por parte de los autores de la segunda (y me incluyo).
En cuanto a qué sería necesario, Alejandra Correa y Marisa Negri empezaron un programa fantástico, “Poesía en la escuela”, para acercar la poesía y los poetas a los alumnos de escuelas. Creo que es un muy buen comienzo.

RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA
Publicó los poemarios Fotos (2022), Año Nuevo (2021), Lagos (2020), Vida en la tierra (2015), Resquicios (2010), El otro lado (1998) y Transducciones (1985). Sus ensayos aparecen en la revista electrónica Viceversa. Tradujo La ópera fantasma, de Mercedes Roffé (co im press) y Cierta dureza en la sintaxis, de Jorge Aulicino (Tupelo Press), además de poemas de José Antonio Mazzoti y Silvina López Medín. De 2012 a 2018, administró el blog Word Creation / Crear con palabras, donde publicó sus traducciones al inglés de poesía latinoamericana. En 2018 sufrió una hemorragia cerebral de la que aún se está recuperando.

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