martes, 7 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MARALUZA MARANESI

(Publicado en la página de Facebook el 9 de noviembre de 2022)

María Carina Maranesi (Maraluza Maranesi) nació en 1972, en Rivadavia, Mendoza. Es poeta, narradora oral, gestora cultural y profesora de Lengua y Literatura.
En sus respuestas a nuestra entrevista, Maraluza dice:

«Lo coloquial es lo que me rodea, las metáforas de lo cotidiano y, retóricas o no, vivo llena de preguntas»

SELECCIÓN DE SU OBRA
I
No conoces a una mujer por entrar
en un solo plano de su mapa inmenso
ni por intuir un camino en sus palabras
ni por sentirla en su balde de agua fresca
que tiembla en tu vara de noche y luna
tendrías que saberla en las múltiples celdas de su colmena
es allí donde la grifería llora ríos intermitentes
y hay trapos que silencian inundaciones
allí donde en una olla se cocina la luz del tiempo
revuelto con una cuchara de madera viva
ella hace bailar al lampazo
en su mesa el vientre es plato satisfecho
de condimentos que arquean la lengua
en su habitación una repisa guarda pastillas para domar fantasmas
sobre la cama hay una muñeca con sonrisa vertical
cayendo
en la pared un caballito desde un tapiz salta
y
una voz sola hay, una sola voz que no conoces,
que sangra mientras resplandece
castigando el techo.
II
Compañero, deje a la muerte.
Haga que en el filo de su palabra
se rompan los tristes hilos de la telaraña.
Olvide a la muerte.
Mire, yo soy pobre, pero vengo
condenada feliz a esta vida.
Me gusta el oficio de dibujarle a usted,
con los dedos,
rosas negras en la barba,
de sacarle, no sé cómo, risas de las entrañas
o de afilarle los dientes con mi carne
para que recuerde, compañero,
que también puede morderse con dulzura.
Entonces vamos, yo le pido que deje a la muerte,
ese atractivo fatal sobre una mancha oscura.
Venga y párese conmigo
en esta tardecita del tiempo y aguantemos juntos
a que la vida nos llueva todos sus colores
sobre los cuerpos desnudos y sin paraguas.
III
Uno se queda y se va con los que parten
Es viajera la célula que se apegó al perfume del amor
En el trance el ojo a veces no encuentra la carretera para drenar los llantos.
Se ha bloqueado la tristeza por derrumbe de tiempos apretados
en las rutas y en las oficinas.
Quedó el latido compartido sin tocar
en la última sangre que no festejamos
Hemos escrito lo mejor que no se editará:
cartas al fuego, a los ratones,
a los viajes con agua en el barco y sus baúles.
Hemos escrito en la piel y en las calles, en los pulidos dientes de la risa.
Las temblorosas manos del amor hemos escrito.
Entonces nada importa ahora, nada de aquello.
Sí, algo, lo que daría porque fuese siesta y
leyéramos juntos bajo un árbol un poema que
teje el viento y la baba de la araña de la luz.
IV
La boca sopla viento
piedrecitas rotas arena
Guarda una lengua que anida en la boca
lengua roja oscura
sangre de lo no nombrado
roja escarlata de furia
a veces gladiolo contra la tristeza
roja de lamer heridas
roja de impaciencia
en la vena del decir.
V
He heredado las manos de mi padre
Las duras manos de mi padre
Las que golpeaban con retirada de caricia
Las fuertes manos de cinchar con una vida chúcara, ladina.
He heredado todas las grietas de las manos de mi padre
De ellas, a él, le manaba frío de hierros, candente fuego
A mi esta tinta oscura y obstinada que tanto se le parece.
VI
Pecho la carilla con la mano,
los brazos, el torso si es necesario,
exijo más margen, lo busco,
un espacio en blanco para mí.
Es necesario que se caigan de las hojas:
las peticiones, las oraciones,
los cálculos, números, deberes y haberes.
Quiero margen, el espacio imprescindible
para hacer lugar a dibujos, espirales,
frases libres que ayudan a aligerar el tiempo rancio,
me hago espacio para que suene la música
a la espera del infinito recreo.
Me digo que
tendría que dormir, soñar, reparar.
Digo con la boca a veces con grampas.
Me digo que tendría que olvidar, camuflar, encubrir.
pero que nunca haría eso
aunque tenga la voz de luto,
la sangre en cenizas,
los huesos quebrados.
Digo con miedo y con nada.
Con un mordisco para pagar el día y
una cajita latiendo al fondo
de la escenografía carnal.
Digo para que algo no valga la pena.
Planto mi voz en la tierra
como una semilla en este riego de llantos
Algún sol nacerá de allí
una brizna de alegría.
2
Algunas noches la hiena que me habita
exige salir a comer.
Rasca con sus uñas. aúlla.
Su furia atiza cuando la luna
crece más grande que la cama.
Finalmente calma su hambre.
El paladar negro de carroña
un lastre de amor o deseo que ni fue.
Luego ella se aquieta y duerme,
Yo quedo triste
mirando un cielo raso
despojada de estrellas.
3
Recé como quien necesita creer
oí la voz de mi madre
“misericordiosa acuérdate de nosotros
en este valle de penas”
En medio de espinas mi madre siempre rezando
a una madre que le habría gustado que fuese la suya.
Una que sanara dolores,
la madre del alivio en raspasduras o sombradeluz.
Mi madre sabía del amor en su librito de letras y hechos.
Hoy que no tiene boca para hacer su oración en la tierra
yo rezo por ella
sin creer pero queriendo
pidiendo a una madre cosas imposibles,
piedades, postergación del castigo,
prórroga ante la muerte.
La vida es como mi abuela.
Yo ante ella imploro como mi madre.
4
Cuando el fin del mundo haya pasado
contaremos cómo fue
cantaremos cómo fue
pintaremos la postal
el ocaso gastado y su gesto final
Cuando todo se rompa
zurciremos con palabras sin punta.
Se latirá otra vez en tambores de pecho
sobre cuero curtido cantará la lluvia
Soplarán los fantasmas
con su flauta de huesos llamando al día
Será cuando vuelva el viento
Es que cuando todo acaba
sólo el agite del viento
el aire furioso y revuelto
sobre los médanos de lo extinto
traza los planos
de la nueva casa.
5
Hay que ventilar los ambientes.
He abierto todas las ventanas.
El aire ha entrado
en manada de camellos polvorientos.
Respiro tierra para entrenarme.
he dicho eso y tiemblo también.
6
Cuando el lleno de vacío produce insomnio
cuento ovejitas.
Una ovejita, dos ovejitas, tres ovejitas.
Van entrando al corral.
ya hay muchas
pero verlas encerradas
me produce más insomnio.
Cuento de nuevo
De otro modo
una ovejita salta la cerca
otra ovejita saca el alambre,
otra ovejita berrea a su gusto
otra ovejita se pinta la lana de rojo
otra ovejita se pone a maullar,
muchas ovejitas no quieren pastor,
otra se esquilma hasta el cuero ella misma,
la negra en su rol principal asusta al lobo.
La libertad de todas me va calmando,
el desparramo de lanas me acuna.
Ahora sí podemos dormir todas juntas.
Fuera del cerco.
7
Dar la vuelta al día.
Repasar el asteroide.
Controlar el crecimiento de los baobabs.
Escuchar reclamos de la rosa insoportable.
Mirar por el atardecer las migraciones
Preguntarme
si podrían con este peso.
8
Vivir también la mordedura en los talones
El empujón del viento al borde
El tren de las venas
La contradicción sin señalética
La luz el aire el agua en la tierra del cuerpo
Vivir al galope
Sentir el mundo girando
en el dedo del día.
9
A veces no sé quién es quién
Ellos no saben quién soy yo.
Ignoro de otras calles y tantos nombres
Convivo con personas como yo y distintas
todas a media máscara en esto que no es carnaval.
La media máscara no nos sirve para ocultar
ni respirar ni cuidarnos ni vivir ni morir.
Ha tapado nuestro gesto más desnudo
Que igual desde hace rato está velado
por apuros filtros maquillajes
Ahora nos acomodamos el alma tras la media máscara
Lloramos por la nariz y nadie lo nota
Hacemos como que no duele
Unos despotrican y otros callamos
dejando un ramo de silencio pertinente
da tanta estúpida especulación.
Un archivo de historia codificado
mañana tal vez nos dirá.
10
Escribo porque hay cosas que no voy a decir
Saco fotos para distraer lo inmaterial.
Tengo dolor de mis bocas
Muerdo vidrios
Me duele la boca de la cabeza
a veces la del estómago.
otras la primera boca de dientes
y después la desdentada.
Entonces escribo
Cosas que no voy a decir.
11
Se ha quejado la rama
la viga el hueso.
Un sacudón de hojas y flores
La rama sostiene un enjambre de estaciones
¡Pero ay, cuando el cimbrón!
Se queja la rama el tronco y el tallo.
Tu cuerpo y su eje internos sacudidos
Por misterio y milímetro de gracia no hubo desgarro.
Algo al fin se suelda vegetalmente de cualquier modo
Se endereza en direcciones contrarias
En ese algo que grita
está ese algo que sana.
12
Andan
pasos invisibles van y vienen
Pasos de antes junto a los presentes
En su tac tac
el tiempo se mezcla
Hoy es mañana hoy es pasado
El futuro permanece en su avenida nebulosa
En el espacio que cedemos
andan muchas cosas
Viejas costumbres
Almas familiares
gritos sofocados
memorias
Andan.
13
Perra espera
Cuando se va la mujer
Cuando vuelve a irse y a ser con el ruido
de sus zapatos la risa colorada
a ropa despeinada
con el viento que ella hace a mil al ir y venir
revolviendo papeles con risa y pañuelos mojados
con bronca ternura incertidumbre de los morrales
que trae y lleva al irse y venir
Perra espera pero no se va la mujer
No se va
no se va
Quieta aquí, perra espera,
tendrá que ver que hay adentro
mucho más adentro
de su acostumbrado.
14
Un anillo ceñido en el estómago
Un pájaro atascado en la garganta
Un dique con barrera ante la sed.
Yo y mis preguntas
Esa puerta que se antepone al mapa
de las salidas y los viajes.
al infinito respirable del allá afuera.
Son las preguntas, ya ni búsqueda de respuestas.
Una extensión fuera del círculo
Un respiro de viento marino con migraciones y todo
¿Me he de curar de preguntarme?
¿Me voy acostumbrando mientras trazo supuestos y escribo?
¿Hasta cuándo la ecuación irresoluble?
¿Un absurdo es la meta?
¿El sentido de un poema inconcluso?
15
Y después de letras
y aleaciones de letras
y sonidos y grafemas (dibujitos)
que van siguiendo los ojos
La realidad no es el lenguaje
Si al fin las frutas caerán igual de maduras
sobre la tierra vital y después
sentirás que la vida
es la espalda de lo dicho.
o que la vida es el pecho de lo dicho
y la palabra queda a la espalda
en la mochila del ayer
son sus cuadernos
que hoy no son indispensables.
16
¿Cuál es el clima para el cielo de los pájaros?
¿Cuál el techo del cielo a donde van
las palabras que no te dije?
Allí arriba no hay entierro
La lluvia cae sobre la tarde
escribiendo testamentos.
17
Una bolsita de tela con lavanda en flor
fotos, cartas, postales,
ajas de lata redondas con hilos infinitos.
Dulces con etiqueta escrita a mano.
Lentes de carey y manos secadas en el delantal
Llantos que nunca vimos.
Abrazos de gran gallina.
Cosas abuelas
Te conocimos grande desde siempre.
la de pasitos lentos.
No vimos bajo la mañanita tejida como
te crecían las plumas junto a los canarios.
No entendimos como trepaste en un segundo
a la alfombra voladora
para cruzar en ella el ventanal del comedor.
Alcanzamos a ver las medias de muselina y tus zapatillitas
Aquí quedamos tratando de unirte entre nosotros
con puntillas tejidas, enaguas, bolitas de naftalina.
caramelos en los bolsillos de vivir.
El hueco en tu sillón y
en las nubes tu pelo enredado de luna
Cosas abuelas por todos lados
nos consuelan del rodillazo en el alma.
18
Silencio
no diré más.
Esperé una pre historia.
Quiero oírte yo.
que tu voz rompa la quietud del espejo
Me arrastre
Me ahogue en la bocanada de tu aire
ya puedo morir
enganchada a tu anzuelo.
19
La mejor flor se reserva
para el final del verano
Se abre en la penumbra
perfuma en lo secreto
Huele animal descalzo de ligaduras
sus pétalos son cuatro piernas
cuatro brazos
Un corazón de dos cabezas
Su vida es efímera
Muere
después de la noche espléndida
antes que despunte el día.
20
Hoy vi una casa
Esqueleto sus paredes
muela rota de ladrillos
Por ventanas y vigas una enredadera
con flores azules abrazaba las ruinas.
Su expansión latía como una alegría
de farra comilona y festejos
la de un tiempo anterior
aferrándose a los muros de la muerte.
21 (no me cierra)
La trizadura crece
se abre como ramales de venas secas
en un delta lento y rumbroso.
Hay arterias que empiezan a gotear
en distintos puntos cardinales,
Una casa inmensa se duele,
Las astillas se han levantado tras los golpes
encima de la alfombra dolorosa caminamos descalzos
Igual aún queda una superficie en piso que sostiene la marcha.
Andamos así
Nos sostiene un suelo o la empecinada ilusión
hace que un espejo trizado
sea ahora nuestro eje de gravedad
para seguir la marcha sobre la trizadura
que no cesa en crecer.
22
Fue un amor de verano
Una tormenta inesperada
La borrasca se ceñía a los pechos
Eran voluptuosas las formas de las nubes
y la razón mareada
Una noche al fin tronó en el pecho
Se vieron estallidos de luces
En rayos se partió la rutina
los “comosiempre”
Después el viento desarmó la escena
Ni un adiós
Cayeron cuatro gotas para la sed
Uno, dos, tres, cuatro besos
Los alcancé a contar.
23
En esta tristeza furiosa
me he ido a las manos
con el aire y con la noche
como los borrachos
la pelea abierta contra la nada
Me he puesto a gritar
que por qué.
¿Un molde como el tuyo
se haría para romper tan temprano?
En este mundo lleno de repuestos ordinario
no se rompe nunca
no admite reemplazo.
24
No sé qué es lo que quiere
Que unos dedos le rasquen
la pielcueropelaje o plumas
Quedarse ahí, flotando.
¡Apenas cae el sol le viene un frio!
Quiere también que la cuerda dure más.
la que despierta el salto la resortera
El sapo del corazón croa cuando es pulsado
Que de verde pase a rojo y caliente quiere
lluvia de besos quiere
Me habitan muchos animales
Pero este es el que quiere saltar
Y yo sé que desea
este animal anfibio
Un ala que agite el fuego
Un aliento que levante la ola y me envuelva.
Una devoración sin dejar de lamer huesitos
25
Cada una de estas canas
tiene un nombre una fecha una emoción
Cada una de estas tantas canas que me adornan
son platos rotos
lanzas blancas de mi lucha
la corona de platino como ganancia
de seguir terqueando los días
26
Le pido al sol la constancia de su roer
aunque esté tapado de nubes
o detrás de la lluvia o al otro lado de la noche
pero le pido a los árboles
su paciencia tejida en la savia
su obstinación ante las tormentas
el aguante ante el azote de la sed
pido a los árboles su abrazo animal de raíces silenciosas
su paciencia tejida como coraza corteza
lenta y tenaz
u raíz aferrada a la existencia.
27
Uno se queda y se va con los que parten.
Es viajera la célula que se apegó al perfume del amor-
La pena a veces no encuentra carretera para drenar.
En caminos bloqueados en caminos con derrumbes
aprietes de horarios y oficinas
pienso en la música del latido que no bailamos y festejamos
en lo que hemos escrito juntos que no se editará jamás:
cartas al fuego, a los ratones, a los barcos de piratas
inundados con sus baúles repletos de tesoros
hemos escrito en las calles
en los pulidos dientes de la risa
las temblorosas manos del amor
tenemos una huella compartida entonces
nada más importa.
Si, una cosa tal vez,
lo que daría porque fuese siesta
y soñáramos juntos bajo un árbol
que teje mandalas perfectas la araña del sol.
28
No sé si es este otoño o la edad o mayo
Fue un cruce fortuito por un pasillo
Nos tocamos el corazón con palabras
sin saber quién éramos empañamos el vidrio
Dibujamos nombres nuevos para viejas cosas
Mientras camino te recuerdo
Una estrella vegetal
dorada con puntas sangre
me ha entrado sin ruido en el alma.
29
Ayer asistí al funeral de un encanto
Hubiera querido enterrarlo en el jardín
Pero no hubo jardín
Solo tierra espinada
Pastos secos.
Tuve que colgarlo como a un pájaro
A la puerta de la casa
de los días que vendrán
para mirarlo
por muchos soles y muchas lunas
y no olvidar
que había muerto el encanto.
No lloré.
Habría sido más fácil sin vez de estirar la ruta
hubieras cortado camino diciendo
‘’mi querer se mudó de vos’’.
30
Que no daría yo por tener
Los ojos miel y almendra de mi perro.
Su olfato fino.
Su aliento espantavampiros
Su oído que escucha el pensamiento.
Su lengua en besos de aloe vera.
Su corazón de gorrión sin alas.
Pero no.
Justo a mi tuvieron que tocarme
Todas las pulgas
que a él le faltan.
31
Un aguacero de luces crepitantes
Un funeral a fuego martillado en amarillo
Lo que el viento par a par en la calle
cara en el aire.
¿Dónde fuiste?
Una hoja fuga en espiral por el aire
desarma sus ranuras
antes que la llegue a tocar el suelo.
¿Dónde fuiste?
Repartido el ama y libre como siempre
Entre las hojas del viento.
32
Perdimos algunas cuentas del collar
Días que se soltaron del hilo
y fueron a dar a un rincón
a rodar bajo las uñas del malo y viejo gato de la casa
Las pérdidas han sido imperceptibles
como esas notas en teclas de agua sobre una melodía
el collar aquel que nos dieron de niñas no daba tres vueltas
ni era de perlas auténticas
era un amuleto para mirarnos al espejo pensando
en ser mujeres grandes
un poco aguerridas un poco salvajes y niñas nos mirábamos
subidas en los zapatos de mamá
Aún a esta edad
desde esa altura el pie tiembla a cada pisada
el calce no es de nuestra horma.
33
Y pensar que en un entonces
yo me sentía en un pueblo de fantasma
Regreso a la tarde y el viento hace cascabeles
con las hojas secas tras mis pasos
ni los perros ladran
estoy en mi Comala
pero nadie contesta mis preguntas
34
Las uñas los nudillos los huesos
un bonsay de árbol desnudo en invierno
así estas manos frías desnudas como pulpos
como pájaros de mar adentro
escriben dicen amasan sudan el aire
guardan en un puño su silencio
subrayan la voz
se aten para continuarme en pie
a la soga invisible de los días
35
Robar naturalezas detenidas -me dijo un artista
sirven para decir estuve vi y no vencí
para robar un fragmento de cielo
el alma de un árbol la sombra de un perro
la mujer vencida sobre un carrito de flores
la zapatilla huérfana
Tomar fotos como una terrateniente
de espacios efímeros.

ENTREVISTA CON LA AUTORA

Gilgamesh: Maraluza, tu poesía abre a un «...espacio imprescindible...» en donde el amor, la ausencia, los lazos familiares se inscriben en una voz de oveja negra que «... en su rol principal asusta al lobo». ¿Cómo empieza a surgir esta voz? ¿Vivís la instancia poética como una ovejita que no quiere pastor («...muchas ovejitas no quieren pastor...»)?
Maraluza Maranesi: La poesía es imprescindible para mí. La escritura, que no siempre es poética, es la decantación de un proceso interno, el “delay” de lo que no sale en el momento de las emociones, un espejo retrospectivo y sus reflejos al exterior. El lobo no siempre se asusta, pero quien sabe si se descoloque cuando alguien se defienda sin hacha, cuando el hacha sea una sensibilidad que lo remonte al cachorro frágil que fue. No tengo pastor o tengo muchos pastores y pastoras que sin arrearme han dejado y ayudado a que mi palabra engorde fuera de un corral.
Gilgamesh: En tus poemas es frecuente el uso de «palabras bloques» («pielcueropelaje»), otras que insisten («trizadura»), un lenguaje coloquial, preguntas retóricas y una toma de posición con respecto a lo femenino. ¿Cuál fue el camino que te condujo a este decir? ¿Reconocés en él influencias de otros poetas? ¿Sentís que la movida feminista orienta tu escritura?
Maraluza Maranesi: Tengo una naturaleza terca, obstinada, los “bloques”, lo que se presenta como pared, como compacto, más que un obstáculo me resultan una incitación, una provocación y las trizaduras, a veces, el producto de golpear contra el bloque y sus consecuencias y otras veces un espacio para filtrarse y pasar de algún modo a otro espacio.
El camino a estos decires es mi vida frente a un bloque. Lo coloquial es lo que me rodea, las metáforas de lo cotidiano y, retóricas o no, vivo llena de preguntas.
En cuanto a “lo femenino” creo en el poder que despierta, en las chicas que agitan y nos enseñan, en las mayores que están de vuelta con liviandad, en la permanente necesidad de abrirse paso con los codos porque, aunque pinten que nos harán la vereda ancha la vida vivible no es así. Solidaridad y aquelarre, consuelo y fiesta para cargar combustible en la marcha de todos los días. Todo eso está también en mi voz, tal vez sin pancarta, pero me atraviesa.
Inevitable las influencias de poetas, tengo muchos, Leonidas Escudero, César Vallejo, Olga Orozco, Emily Dickinson, Idea Vilariño, Tuñón, Felisberto Hernández, Saer, Haroldo Conti, una lista muy larga.
Gilgamesh: ¿Nos contarías cómo habitás tu «margen» poético? ¿Qué rutinas y rituales te conectan con él?
Maraluza Maranesi: La naturaleza es el gran margen, ese templo abierto, ese museo vivo, sin contemplar en su silencio no podría escribir, también la música, la alquimia de la cocina, lo que dicen las calles, las oficinas, el dibujo, sacar fotos, el tango bailado y mi gran miopía ocular. En este margen variado la rutina poética acontece entre uno y otro “margen”.
Gilgamesh: Además de poeta sos narradora oral y gestora cultural. ¿Nos hablarías de estas facetas intelectuales? También sos profesora de Lengua y Literatura. ¿Allí está el germen de la poesía y de sus derivas?
Maraluza Maranesi: La narración llegó a mí como un salto en paracaídas, una “zapada” sobre un guion, el hallazgo de anécdotas con forma de cuento y cuentos adaptados; es una comunión Tribal y de algún modo colectiva porque el contacto cercano con las miradas, con risas o exclamaciones, intervenciones que “vienen a cuento” conforma un momento íntimo compartido, sin contar con que una lleva unas pocas historias y después de la presentación vuelve con otras más que te acercan, o dibujos que te regalan los niños, sin escenario y con miradas.
Me recibí de adulta de profesora, leía y escribía desde mucho antes, la carrera fue formadora en muchas cosas que decidí no hacer con mi escritura, para eso, obvio, tuve que aprender a desaprender, también me acercó a lecturas y análisis que de otro modo tal vez no habría buscado. También me ayudó a desbriznar, a sacar el ripio de la arena y podar los escritos sin mucho drama.
Gilgamesh: ¿Cómo sentís a tu provincia y a tu lugar de residencia con respecto a la poesía? ¿Se te ocurrió, en algún momento, ir hacia otro lugar para desarrollar tus inquietudes intelectuales?
Maraluza Maranesi: Mi provincia es una belleza hecha a esfuerzo, desierto trastocado en oasis, vivir a 60 kilómetros de la ciudad, trabajar toda la semana aquí y no coincidir con “eventos” por falta de tiempo, me da una visión parcial, parcialísima. Veo como testigo no participante a escritores activos con colectivos, talleres, lecturas, mujeres que se mueven mucho con ferias, fanzines. En mi pueblo cuesta lo cultural fuera de lo estatal, hace mucho que está anquilosado así, de ahí eso de mi necesidad de hacer “gestión cultural a pata”, juntarnos con artistas plásticos, músicos, escultores y generar eventos un poco “under”, una forma de resistencia. Esto de vivir en un lugar terminal nos genera la necesidad de hacer para no morir en el intento. Probablemente otros lugares sean más fecundos pero aún siento que estar aquí, en este lejos de todo, me hace buscar mi voz y testimoniar algo para compartir con otros.
Gilgamesh: En 2015 publicaste «Esperanza encubierta» (El Momo Editorial). ¿Nos compartís la historia de este libro? ¿Estás pensando en otro?
Maraluza Maranesi: «Esperanza Encubierta» fue eso, un manotazo desde la cubierta de un barquito que podía hundirse, una esperanza solapada y no admitida del deseo de publicar, un manojo de poemas no muy bien ordenados. ¿Cuenta decir el error de la primera vez? Se publicó en San Juan, en una Editorial artesanal, se presentó allí y en Mendoza, se vendieron unos cuantos ejemplares y yo no alcancé a tener el mío. Algunos amigos profesores de Lengua trabajan poemas de ese libro con adolescentes. Creo que esto último es el rédito más bonito que me guardo. Estoy recopilando relatos y cuentos breves, tal vez, quien sabe, si salga un libro en un tiempo.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes,
repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George
Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un
asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la
memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es
escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades...
Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este
juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en su opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Maraluza Maranesi: Algo así como: “entre los poetas no vamos a andar haciéndonos el verso”, jaja, perdón la informalidad, pero quien dice si una de las cosas que la poesía pide no es esa informalidad, esa salida de lo previsible tanto en los espacios como en sus formas y destinatarios. Tuve la suerte de participar en un proyecto llamado ENIE (Encuentro Nacional Itinerante de Escritores) que armó Facundo Chirino, poeta mendocino radicado en La Punta. Una vez al año, por tres días convergíamos en una provincia que hacía de sede y llevábamos libros de autores de nuestras provincias para compartir, se leía en plazas, escuelas, con guitarra, en cárceles, salones comunitarios. La literatura a la calle. El antigrupo que surgió un poco de los encuentros posevento literario. La publicación sí, pero con variantes y alternativas, el compartir y abrir el juego a las preguntas, el acercamiento a lectores que no son público cautivo. Fue una experiencia riquísima y divertida, afectiva también y de crecimiento. Prepandemia el ENIE no prosiguió, difícil costear viajes y hospedajes, pero se acerca un poco, creo, a ese sueño de que lo literario no sea solo para literatos.
DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS

María Carina Maranesi nació un 6 de mayo de 1972, en Rivadavia, Mendoza. Es administrativa y profesora de Lengua y Literatura. En el año 2015 publicó un libro de poemas, «Esperanza encubierta» (El Momo Editorial). Es narradora oral y gestora cultural. Participa en blogs y en presentaciones, como invitada, con músicos. Cree que las palabras son andantes como sus pies.

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