martes, 21 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a SUSANA VILLALBA

(Publicado en la página de Facebook el 22 de diciembre de 2021)

En sus respuestas a nuestra entrevista, Susana Villalba dice:

«...no me parece buena la urgencia por publicar, la presión de tener que ser visible y tener que producir. Parece que hoy no se es si no se hace o si no se aparece».
«En cuanto a poetas nuevos, hay mucha poesía selfi, mucha anécdota personal y con la impronta de que eso es lo que importa en sí...».
He aquí la poesía y la poética de Susana Villalba. ¡Adelante!

SELECCIÓN DE SU OBRA

Del libro «Matar un animal»

TAXI BOY
Preferís la clásica
Red Ryder, es necesario
que no queden restos,
que el disparo suene
a la palabra Winchester,
con eco en una piedra.
O a Chinatown, el opio
de soltar el arma
como si el muerto fuese quien gatilla
contra su último objetivo.
No es la muerte necesaria
sino el disparo,
ahora lo sabés.
Y no es el caso
un francotirador
sino el que sale a disparar
o entra en un bar
quitando la espoleta a una granada.
Lo que concluye con puntos suspensivos,
ahora sospechás, tuvo otra trama,
ese silencio
presagia una verdad como zarpazo,
la historia que creíste
se defiende
como un animal contra una sombra.
El taxi boy asesino,
quien creía desear es finalmente
presa
de quien tampoco sabe
a quién quería matar
hasta que lo reclaman.
Lo que elegís es un arma,
al menos la Ryder tiene algo
de vaquero,
diseño personal con arabescos
en la culata de madera.
Quisieras una mira
para matar lo que no existe
o no sabés qué es
que te mantiene todavía a la espera
de un roce entre las hojas
de tu libro
abandonado.
Perdiste el hilo,
estás mirando por la ventana,
llueve ahora
como debiera llover en una selva,
desde un piso no ves sino que cae
la lluvia y en esa condición
irreparable de caer
existe.
Caer en amor,
quién habrá traducido esa novela,
aquí es como enredarse
o empaparse.
Qué haría un animal
cercado por el agua.
O por el fuego.
Quizá lo hará salir la lluvia,
debajo de una piedra se hace el muerto
como engaña la tortuga
a presa y cazadores por igual
y ya no sabe distinguir
la muerte verdadera.
Pero perdiste el hilo,
estabas leyendo ese catálogo
y habías elegido la Red, precisamente
para una muerte distinguida
desde lejos,
desde el momento de apoyarla
en tu hombro y ya ese acto
tiene la contundencia de palabras
como shot.
Chau
debiste despedirte,
después lo encontrás en una fiesta,
como en el libro, decís
“Ciao, cómo va todo, caro”,
el personaje sufre
un ataque de risa, se cae,
somos tan torpes,
cómo va todo.
Todo no sabés,
disparar por ejemplo
un rifle te hizo caer
y el partido te dio una Beretta,
nunca se sabe y no la quisiste,
además no entendiste que era en serio.
Te gusta la Red porque es atemporal,
el modus operandi determina la víctima.
O el Red,
rifle, escopeta, no sabés
si es una diferencia de palabras,
como todo.
Red Hot, Roy Ryder,
suena a comedia justiciera,
Annie Oakley, como vos,
una chica que toma las riendas
de la nada
en medio de un desierto
de maqueta.
Perdiste el hilo otra vez.
Perdiste el momento del disparo
como el viejo cazador
que vive relatando cuando hubiese
el asta más hermosa;
no quería cazar sino contar la historia
puliendo las palabras cada vez
como quien saca brillo a un Winchester.
Perdiste el tiempo,
tenías que salir aunque lloviera
pero volvés a la novela,
al catálogo,
a mirar por la ventana.
No apuntás a matar
sino a encontrarte con sus ojos.
Una mirada que se fuga
te vuelve un animal desconocido.
Perdiste el hilo de tu historia
y creés disparar
es retomarla.
Pero no importa lo ocurrido
sino lo que relates.

Del libro «Caminatas»

JIZÔ
Cada mujer tomó la daga,
ceremonia de matar
a las muñecas.
En Japón
la infancia tiene un tiempo
y el cerezo
y el taichiri de otoño.
Esa muñeca tuvo un nombre,
negra como una reina
con pelo azul,
no hablaba.
Detiene el gesto y no es
la infancia
lo que no puede matar
ni vivir.
Es algo que ella dijo
a la muñeca
y ahora no recuerda.
Tampoco olvida si la mira.
Algo que podía entender
otro ser silencioso,
inmóvil,
chiquitito.
Es improbable
que entendiera
las reglas del juego,
ese recuerdo de hacer radio
es imposible,
un cambio de monólogo
interior.
Esa muñeca
tenía tres rostros
en uno.
Jizô,
la máscara de un niño
eternamente dios
o viceversa.
Pero más exactamente
había un indecible
y melancólico saber
de otra manera
la ignorancia.
Sólo confiaba en su inmutable
ángel negro velando.
Toca y ve
que tiene un sexo,
uno solo.
Mujer inconfundiblemente
abstraída por sus ojos.
Eso que sabe de un modo silencioso
cumple un pacto.
Hay una infancia perdida
en la infancia.
Melancolía animal.
En qué momento la palabra
distancia
tomó cuerpo.
Ni puertas de papel
ni la entrada suscita
reverencia.
Ni descalza
el desamparo se puede remitir
a sensación
del cuerpo.
Ni aun el corazón abandonado
sabe
si ha perdido
o es
perdido.
No encuentra razón para matar
a un cómplice mudo.
En qué momento la palabra
tomó distancia
de su cuerpo.
En qué momento se sabe
que la muñeca simula
compañía.
Mientras la peina piensa
o sabe
que es una ceremonia
de la infancia.
Cómo supo que era la tristeza
un pacto inevitable
con la vida.
Por qué recuerda el frío
y no el dolor.
Como los gatos
no puede vivir en una casa
ni en la selva.
Siempre cae parada
y prueba cada vez
mayor abismo.
Basta un gesto,
basta un telón oscuro
para ocultar
el cuerpo de la voz.
Es algo de onagata
que tenía la madre.
Desidia de los días
como nieve,
agazapada en su silencio
acecha alguna sensación.
A punto de matar
el fuego se consume:
cómo atrapar el agua.
Esa mujer se arrodilla
ante el guerrero,
es una ceremonia.
Cómo explicar que no se rinde
más
que tributo a la memoria
de un corazón exagerado.
Cómo pertenecer
a la distancia.
No sería una de tus manos
sino una mano saciada
de tocarte.
Corazón
no me acerques esa daga.
No hay respuestas en el cuerpo
que no pueda adivinar
una cabeza de muñeca
abandonada.
Responder
a ninguna pregunta
que haya hecho.
Y sin embargo
no dice con sus gestos
que sabe las acciones
necesarias.
Montar esa escena
le lleva al mundo tiempo
y ella no se presenta
siguiendo el argumento.
No sufre
sino como un actor
que sufre demasiado.
Ahora sabe:
si jugaba a la radio
no es que hablaba o pensaba,
simulaba una escena,
repetía un gesto
hasta que el patio se volvía real
como una casa
de muñecas.
Corazón
por qué tan sigiloso.
En el Kabuki
se ven los asistentes
que traen el puñal
y el actor vuelve a matar
todas las noches.
Esa muñeca representa
la representación
de su infancia.
Hasta que se hace real.
Como si nunca hubiese estado
en ese patio
agazapada en el frío
silenciando respuestas
a preguntas que no hizo.
Es una ceremonia
pero detiene el gesto.
En qué momento se separa
la cabeza
del cuerpo.

(Del libro «Plegarias)

DOMINGO DE ELECCIONES EN LA SHELL SELECT TANGO
Todo es una pared en que se ve descascarar la vida en una sola frase: Feliz cumple, aguante Brukman, Cuervo puto. Un solo plano todo, todo plano, carbón, tiza, aerosol. Si tocaras en el cielo moriría Charly, Damas gratis, Rocas sucias. A veces un destello de palabras misteriosas como rocas, como mica en las piedras, veredas de hojas amarillas, cascotes en la calle. De qué rocas en esta planicie de llaneza aplastante, el cielo un plomo sucio del hastío de la lluvia del domingo. Se borronea una palabra, gotea en los cartuchos dispersos en el suelo, los disparos recientes se escriben como huecos del ladrillo. Padre Rainbow, Viejas locas, Pibes chorros. Todo un plano, una toma. Una mancha como hombres alrededor de una fogata, como perros de una noche de mil años.
De día se levanta una ciudad y todos van como leyendo un llamado ultravioleta, hereditario, partitura, como moscas, como entrando en molinetes. Vallados hacia una ventanilla a apostar lo que total ya no tenían. Una vida de pizarra, de una tele para acá. Apenas hace nada, cinco siglos, tres reflejos, un alguien pintó esa caravana de ciegos al abismo, al eco del barranco. Detrás de esa pared en que se estrellan.
Por siempre Chaca, Sebi te amo, Los Tarijas stones. Acaso falta sangre, más aún, que abone esa costumbre de rodar horizontal imaginando que es un plano inclinado, la vida vertical, la tierra un vértigo del cielo, se va a acabar, Señor. No escucho que truene tu voz, si es una voz, no veo quebrarse la pared, el mundo o alguno en parte alguna. Alguna vez quisiera ver algo distinto, final inesperado, palabras misteriosas, rebelión que no se muerda el polvo de la cola para ir a caer de a uno en fondo. Si fuera posible en este siglo. Si fuera posible en este mundo.
Ma terre, mater dolorosa. El que devora a sus hijos, cuerpos se arrojan como rocas. Señor, entiendo que no nos dejes elegir algunas cosas pero nunca ser más que humanidad, más que este barro que amasa como miga, como costilla que se quiebra de su alma, cerebro de pan que se resbala chapoteando las patitas hacia arriba, el lomo hundido, la mirada a la punta del látigo otra vez a ver si lo rescata para atrás. Por enésimo siglo, lugar, por enésima vida, vez, palabras mismas.
Se vota por la fiesta que se mira apiñado en la vereda, en el zaguán. Gramilla, ripio, guijarro de payana, ficha de sapo, silla, fila, centavo. Peor están los ciegos, los sordos que no escuchan ese vals, esa fanfarria de fajina cortesana. Palabras de cartel que prenden un reguero, un arma frase de repetición. Desfilan los fiscales de veredas, gerentes de kiosquitos, figuritas en clips, ideas con alfileres, cabecitas de tacho con palo y a la bolsa, con las cartas marcadas.
El Ciclón, Almas Mugrientas, Santa Revuelta, El Bananazo, la Brukman a sus trabajadores. Apenas hace nada la gente la cuidaba, ahora apoya el desalojo. Apenas hace igual el hombre como ahora asumía Carlos V, imperio sacro, bizantino o británico, romano, mayestático. El imperio sintáctico que ahora titila mientras llueve en algún lado, en este lado, en esta esquina, frente a un muro. Hijos del hijo, Patria Chuker, Trujamán.
Nuestra Mater lacrimosa, apenas los gases se disipan. En esta esquina Campeón, le vamo a hacer el culo a las galli. Gallito de baldío. Pollitos mojados bajo el frío. Se vota entre la barra de la jaula o el degüello, en un desfiladero como a cuerda. La marcha hipnotizada de la vida, la primera salvación es la del cuerpo, Señor, recuérdanos el alma cada tanto. En tiempos más soleados, más amables. En este año si es posible. Si es posible en esta vida.

Del libro «La bestia ser»

EL PERRO
escarbo
escarbo
escarbo
el hueso de dios
todavía puede estar
en el corazón caliente
de la tierra
tengo celos de dios
el árbol
sólo mira hacia arriba
es imposible para mí
amar a un árbol
pero enamorarse es eso
le salto
y sigue absorto
tengo celos del fuego
que duerme en su corazón
de las estrellas
que le pasan
no soy un árbol
no puedo
entender su quietud
pero enamorarme es eso
cae la noche
como la realidad
mi universo es un baldío
me ovillo
en las raíces duras
de mi amor
tengo celos de los pájaros
abrigados
en sus ramas
envidio la noche
cayendo como un cazador
de espejismos
quién despierto
creería
en los sueños
la intemperie es una soledad
el amor es un adentro
doy vueltas
alrededor del árbol
le salto
salto de amor
y caigo
otra vez en mí
enamorarse es eso
nunca se inclina
sólo mira al sol
a las estrellas
salto
doy vueltas
para cuidarlo
de su quietud
para cuidarme
de su silencio
tengo celos del amor
que siento
es más grande
que yo
es mejor
bajo el árbol
los pájaros
dan saltitos
me acerco
porque huelen a árbol
pero se desbandan
corren
si salto alrededor
corro detrás
y levantan vuelo
por qué mi amor
parece una cacería
o una rabia
tengo celos de la tierra
que retiene al árbol
nada me aferra
desde el cielo
cuando salto
cuando caigo
nada me espera
pero vivir es eso
a diferencia del árbol
salto
le salto
pero se abre en más
y más cielo
abraza el aire
nada
quiero advertirle
pero enamorarse es eso
me respondería
el árbol
es un sol
y un perro
alrededor
qué terror
le hace echar tanta raíz
quiero abrazarlo
pero apenas llego
al borde
donde empieza a ascender
a olvidarme
el árbol no sabe
hasta dónde
puede llegar
es eterno y está cansado
escarbo
escarbo para liberarlo
pero lo imanta
la inmensidad
tengo celos de su infinito
el cielo -le dice el pájaro-
es una resistencia
al cuerpo
otra espesura
el cielo es un bosque
sin árboles
el árbol es un cazador
que sueña
no necesita seguir
a las estrellas
ni atraparlas
escarbo
en su tronco
y paso la noche
en su interior
sueño
el corazón del árbol
es un perro cansado
de buscar
y me encuentra
el verano es una fiesta
a la que no se puede entrar
solo
espero la brisa
cuando el árbol se sacude
nos parecemos un instante
solamente
enamorarse es eso
sueño
que el árbol sueña
que corre
conmigo
no es que no quiera
-me susurra-
me posee un destino
de monstruosa
altura
y soledad
me froto en el tronco
le dejo mi olor
y huelo
soy el árbol
que quiso ser yo
enamorarse es eso
viento
lluvia
lo que a mi amor alimenta
me aniquila
¿no necesita
más que luz?
lo miro dar
refugio
contemplar
celebrar lo que no está
a su alcance
no sé si lo amo
para no odiarlo
para no odiarme
también es eso
enamorarse
salto
pero no soy de altura
ni de profundidad
el árbol
aunque a mi lado
no está en mi mundo
tengo celos de ese animal
de cielo
el árbol es una trama
de gravedad y luz
echado en tierra
soy afuera
de mi amor
soy su vacío
alrededor
y él absorto
inalcanzable
ciego a la sombra
que provoca
soy sin árbol
pero mi corazón
es un árbol
en cuerpo de cazador
no quiero correr más
que árboles
aunque están quietos
no los puedo atrapar
huelo
sigo un rastro
¿qué se recuerda en el amor
que no se tuvo nunca?
LA PIEDRA (Del libro «La bestia ser»)
sostener en silencio
como amar
es un arte
¿existiría el mar
si no lo contuviera?
me derrota
algo intangible
como el agua
su transparencia
¿si no me enfrentara
existiría el mar?
soñar sin perderse
es un arte
a veces una roca
se estremece contra la orilla
perdida
hasta lo irreductible
se amalgama
amar es eso
y te sorprende
un filón de topacio
en el porfirio
entonces qué creías
que es el oro
sino la cicatriz
es infinita
la ruptura
los bordes
son difusos
todo es fragmento
polvo del sentido
de las piedras
si mi amor es eterno
también la soledad
incorruptible
gravitando en el espacio
de la separación
sostenida de mí
no estoy quieta
todo me atrae por igual
el cielo es una pampa
el imán de la estrella
es su distancia
soy intrínseca
el arte de estar
quieta
es dar el corazón
al movimiento
silba el viento
un eco
de lo que ya anunciaba
mi desprendimiento
¿cantaría el agua
si no me atravesara?
agazapada en mí
espero
otro momento de la tierra:
una temperatura del amor
que funda hasta las piedras

ENTROPÍA KANTIANA (Publicado solo en la antología de su obra)
si al tocar la pupila
no parpadea
es que ya no me ve
si el cuerpo frío
no va a volver
a acercarse
no es que está lejos
no está
no hay
de lo que hasta hace un segundo
tenía sentido
propio
y ahora es una parte
de mi cielo
privado
nada
pero una sensación
en mí permanece
como vida
a la que falta consistencia
y lo que hay
se siente como error
como una niña
que sirve tazas vacías
a los amigos
imaginarios
qué paradoja
ser con otros
en otros que se pierden
se van
o se vuelven de pronto
piedra ciega
de mí
en la distancia
de su muerte a mi corazón
aún creo que brilla
eso que parecía ser
en sí
alegría pura
de pronto fue un desequilibrio
de ácidos
fermentos
un desorden de filtros
todo sistema es caos
en proporciones tolerables
si afuera es tóxico
vivir
es pura resistencia
aún me despierto
con un nombre en la boca
la palabra nació
de esos anacronismos
si es sublime
lo que nos supera
pero poderlo
pensar
es nuestra dimensión
nuestro mundo
es la apariencia
organizada
pero siento
la pura realidad
sin dilución
sin pelaje
sin sombra
sublime consuelo pensar
que hay una razón pura
para la inequidad
el sometimiento
como para la oscuridad
sin borde
afuera
todo es demasiado
adentro
finalmente se disipa
por entropía
fuga
olvido
si no está no se siente
hasta la muerte se puede
sublimar
reducir a la escala
de lo insignificante
pero el vacío
adentro
afuera
la inmensidad de la estulticia
la lógica brutal
impúdica
del mundo
y tan continuamente
se va perdiendo
rabia
asombro
ausencia viva
algo de mí
se hiela en ese cuerpo
que sin embargo no toma mi calor
no es energía que se pierde
sino una forma
de verme
ver el mundo
una forma de mi vida
que cambia
más veloz que la imagen
de mi vida
más allá de mi deseo
de mi posibilidad
de todo
el caos del sueño
del universo de la vida
que se esfuma
apenas llegan
unas pocas palabras
que ordenamos
caminos que se hacen
uniformes
conjunciones
se dice evolución
pero es un giro
azar
monstruosidad adecuada
a la crueldad del mundo
el frágil equilibrio de perder
lo superfluo
lo que no sirve más
que al sentimiento
de lo bello

Del libro «La luna en harapos»

MALINCHE
Corté corteza de navajas, garras de aguilucho, corté una boca medio alas y había que comerse ese gusano. ¿Había flores? Había que haber que. Huevo de mariposa colgada a la corteza de su oruga. Comiendo hojas, había que pensar voracidad, insatisfacción, deseo de flores. Comiendo malinalli pellejándose, resacas de comer su alrededor. Gotea cada vez vino más hongo soñador. Más húmedo el panzón cuero venado. Había que hacerlo, beber, la gota reventaba el cántaro. Flores soñadas como flores aquellas que comieron. Por algo están allí dijeron. Pero estaban sus bocas bostezando ante sus colas. Cali casa de huesos tu collar, a tejer casa papalote, con tu espuma de piel, hilar baba de hojas. Escama oculta en pétalo, noche de amor con el agave. Vientre de tantos como tres. Cántaro de aguamiel y abeja madre celda. Celada ante tu pozo de arena. Madre galápaga, no cualquiera regresa a su mar y no cualquiera es caracara hacia tus hijos. No cualquiera soporta la derrota de la piedra siendo arena. Siempre el viento labra cuervos, galápagas, conejos domados y los dardos. Ahueca corazón, salen de sus huesos a enamorar. Cascabeles veneno del amor. Sed el recuerdo de aguijón, se acostumbra al veneno de sonido, sonaja de colmillos lo retiene en el recuerdo de serpiente que lo hubo. Pero estaban la boca y el bostezo, el sueño y el que sueña. Si dormían de pronto suspiraron, soñaron un hombre que soñaba un mundo, emanaron por la boca.

ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: Susana, tu literatura es de difícil catalogación. Hay un estilo Susana Villalba que comienza a desafiar a los lectores y al mercado editorial ya desde los años ochenta y que se vuelve «incómodo» en la década de los noventa. ¿Cómo definirías ese estilo? ¿Cómo se inserta tu obra poética dentro del campo intelectual argentino? ¿Cómo ha ido mutando la recepción de tu poesía a lo largo de todo este tiempo?
Susana Villalba: Probablemente, la incomodidad sea que no se trata de un «estilo», sino que el lenguaje, las ideas y las percepciones se organizan como por primera vez, o sea, sin convención previa. Creo que cada libro mío tiene una forma que es acorde a aquello de lo que habla, pero ambas cosas van apareciendo juntas. Como si hubiera ciertas preguntas que me interesan en un momento y dan vueltas durante un tiempo dentro de mí hasta que encuentran las palabras, además de la forma en que estas se organicen como para no dar respuestas cerradas ni ya existentes, y esto implica también que aparecen con su fraseo musical particular y propio. La poesía me interesa no solo como una forma diferente de pensar y de percibir el mundo, sino, sobre todo, como una forma distinta de habitar el lenguaje, de tener la experiencia milagrosa del lenguaje. Me abro a ello y lo que resulta siempre es distinto. Creo que en los 80 esto era más natural, había más variedad, más poetas en búsquedas singulares, no había un deber ser ni, mucho menos, un mercado editorial conformado; sí aparecieron algunas tendencias que ya trataban de encuadrar estilos, discutir lo que sí y lo que no, ¡¿justamente en poesía, que es el lugar para liberarse de todo precepto, incluso de los preceptos gramaticales y sintácticos?! Concuerdo con Vallejo en que el Poder está ya organizado en el lenguaje común y en la gramática ya instituida y hay que correrse de ahí. Siempre hubo lectores que empatizaban inmediatamente y mucho con estas maneras mías de irme por la propia, así es que creo que mi poesía se fue imponiendo por los fans y que fueron multiplicándose con la suma de nuevas generaciones. También creo que tengo antena para el espíritu de época; creo que cada libro mío es particular, pero siempre encarando algo que pasa social y epocalmente y también eso hace que sea distinto del anterior. Por ejemplo, «Matar un animal», surgió en un momento en que los “thrillers” y los suplementos policiales de los diarios se pusieron muy de moda, algo que daba que pensar. «Susy secretos del corazón» es un “patchwork” con retazos de tópicos culturales entramados con una métrica tradicional, una forma que podría definir todo el giro cultural de comienzos de los 90. «Plegarias» es el diluvio y el caos de 2001. Creo que también es ese espíritu de época lo que hizo que mis libros siempre tuvieran resonancia y que haya una sumatoria de generaciones. Puede ser que haya cosas de los milenials que yo no comprenda, pero creo que sí entiendo lo que pasa en la época en que viven los milenials porque yo también vivo en ella y presto atención. Por supuesto que también están aquellos a los que no les gusto nada, ni ahora ni antes, y yo supongo que son aquellos para quienes lo fundamental no es la experiencia de lenguaje, sino de comunicación, que no es lo mismo.
Gilgamesh: En estos últimos dos años, te publicaron una antología, «Sin pelaje, sin sombra» (Llantén, 2019) y la novela poética «La luna en harapos» (Salta el pez, 2020). ¿Qué significan estos libros en el conjunto de tu producción poética?
Susana Villalba: La antología, obviamente, se siente como un reconocimiento: los editores consideraron y, a la vez, percibieron, que mi obra había llegado a tener la relevancia e interés que amerita una antología. Y muchos deseaban encontrar o reencontrar cosas mías que ya no se conseguían. En cuanto a la novela, es raro verla ahora porque la escribí en el 91; entonces no consiguió editor, se daba un giro grande para salir del boom latinoamericano y entrar en una novela más clásica, para decirlo de algún modo. Además, no había aún el interés que hay hoy por los pueblos originarios ni por el lugar de la mujer, no digo que no hubiera movidas importantes al respecto, pero no con tanta aceptación o permiso como ahora. Y, justamente, la novela tiene esos dos ejes como troncales. Es posterior a mi novela la comprensión feminista de Malinche, por ejemplo, que en los 90 era la figura de la traición. Pero escribir esa novela me interesó por muchas más cosas, investigar en nuestro origen, incluyendo el origen del castellano mestizo de América, que implica también mestizajes con lo árabe y lo judío. Tengo también obras de teatro escritas en las que investigué la historia de los caudillos federales o de los inmigrantes andaluces de principio del siglo XX, lo comento porque me interesa mucho investigar en algo que nos es trasfondo y que eso me provoque escritura. La novela está dentro de eso que llaman «estilo Villalba» y que yo digo que es experimentar el lenguaje y con el lenguaje, pensarlo también y, al mismo tiempo, pensar la época, para lo que hace falta también pensar la Historia, la Cultura, los modos sociales y políticos de relaciones.
Gilgamesh: ¿Cómo articulás las duplas arte/vida, literatura/política en tu obra? ¿Te considerás una intelectual comprometida?
Susana Villalba: Aunque acabo de decir que mis obras siempre hablan de algo de la época, no me interesa en la poesía ser explicativa ni sentenciosa porque, como ya dije, la ruptura tiene que ser también a partir de los modos ya instituidos de organizar el lenguaje y el pensamiento. Participar en algo político concreto o de un modo más obvio es aparte, con otras acciones. La poesía no está separada de la vida, pero no es toda mi vida, la poesía es una manera de observarla y decirla y esa observación y opinión es una de mis maneras de habitar la vida, es cierto que la más importante. Y si hay una política en mi poesía (además de lo que ya comenté de revisar las estructuras de poder instaladas en las estructuras sintácticas), es una política cultural, revisar las relaciones, los tópicos, las ideas comunes, los modos de aceptar o no formas ya dadas de subjetividad. Recientemente, terminé un ensayo que escribí sobre el Teatro Documental y allí hay una escritura y un pensamiento más nítidos en cuanto a la Política, al momento actual de capitalismo financiero y de abandono de la idea de revolución. Pero, aunque al ser una tesis tenía que seguir una construcción más comunicable, inevitablemente me abría en asociaciones rizomáticas que generaron un poco de caos, además hice un esfuerzo para encontrar los matices positivos de ese giro cultural que se abrió con el neoliberalismo, aunque no me representan, así es que ese ir y venir entre el cuestionamiento y la comprensión también generó un texto que no es transparente. En cambio, si hay que participar en algún accionar político, puedo generar internamente muchas discusiones conmigo misma, pero tengo que hacer un movimiento, uno solo y concreto, ir o no ir a una movilización, votar por este o por aquel. En cuanto a la vida, como ya dije, creo que la experiencia en la poesía es el lenguaje, por supuesto hay experiencias de vida y no solo personales, sino colectivas, pero qué de eso se dice y cómo, genera una poesía. Y el por qué de eso también es una forma de política cultural.
Gilgamesh: Sos una autora polifacética. ¿Qué de la dramaturga, de la gestora cultural, de la crítica, de la profesora se entreteje en tu poesía? Has participado como jurado en certámenes literarios. ¿Qué se valida con estos reconocimientos? Hoy asistimos a una maratón de festivales, lecturas de libros y a una urgencia por editar. ¿Qué opinión te merece esta movida?
Susana Villalba: Que haya festivales y lecturas me parece muy bien porque los poetas solo nos damos a conocer así y porque, además, mantiene ese algo oral y de trovador y también algo de fiesta. En cambio no me parece buena la urgencia por publicar, la presión de tener que ser visible y tener que producir. Parece que hoy no se es si no se hace o si no se aparece. Pero si armar un lenguaje llevó su tiempo, encontrar el propio también; y encontrar algo que realmente se quiera decir o pensar o preguntar y que realmente le aporte algo a otros. Si no, sería lo mismo un Facebook que un libro de poesía. En cuanto a la validación, facilita el acceso a la publicación y a la circulación de los libros y, desde luego, está bueno sentir que a muchas personas les genera y aporta e importa lo que escribo, pero me interesa en ese nivel afectivo y de apoyo, de sentir que hay comunidad a mi alrededor. La dramaturga que soy se asemeja mucho a la poeta, basta con ver las cosas que escribí, aunque no son tantas, es más reciente que me haya lanzado, si bien siempre vi y leí mucho teatro. Estudié dramaturgia y teatro de objeto, pero nunca estudié poesía porque es como si hubiera nacido con ella, escribo poesía desde los diez años. Con el teatro necesité ir primero «a la escuela» porque lo diferente es que implica a otros y que la palabra no queda en sí, pasa a otras instancias de escena. Pero no sé si negocio con esas cuestiones, para montar mis textos en un escenario hay que buscarles la vuelta, igual hoy casi no hay teatro de texto. En cuanto a la profesora, encarno con cuidado esa situación porque no quiero influir ni dirigir lo que me parece que tiene que ser una búsqueda personal y singular de cada escritor naciente. En universidades me siento más cómoda porque la institución creo que clarifica esa distancia, los alumnos toman algo de esta profesora, algo de aquel otro profesor, etc. Y doy talleres particulares o clínicas solo si alguien quiere que sea específicamente conmigo, porque entonces pienso que ya sabe que vamos a hacer un tránsito incierto. Y en cuanto a la gestora cultural, volviendo a la cuestión de la Política, también la acción cultural es política, en un momento me pareció que había que instalar la idea de que el Estado tenía que tener en cuenta a la poesía en sus movidas, al mismo nivel que promovía otras cosas. Siempre pensando al Estado como lo que debería ser y no en relación con un partido u otro, fui empleada de planta municipal e hice todo lo que pude en ese sentido. Pero también me harté bastante de los límites con que me topaba, que siempre eran de presupuesto. O sea, que no es que la profesora, gestora, dramaturga, etc., están en mi poesía, sino, al revés, creo que en la profesora, crítica, gestora o dramaturga siempre está la poeta.
Gilgamesh: ¿Qué lugar ocupa en tu obra la tradición poética? ¿Qué pensás de las nuevas generaciones de poetas? ¿Qué lecturas frecuentás «en estado de escritura» y cuáles como lectora hedónica?
Susana Villalba: También leo poesía desde los diez años, además de escribir, y nadie me obligó, simplemente encontraba libros en mi casa y me gustaba quedarme leyendo. Claro, lo que encontraba era tradicional, así es que eso está en mí y no reniego para nada, todavía me emociona una construcción como «Serán ceniza, más tendrán sentido; / Polvo serán, más polvo enamorado». Pero soy inevitablemente posmoderna porque es mi época, a la que, además, ya dije que no puedo dejar de captar con mi antena. Por eso «Susy secretos del corazón» es un pastiche sin puntuación, pero montado sobre una métrica tradicional. O por eso, quizá, «La bestia ser» le discute a Rubén Darío, que decía «Dichoso el árbol que es apenas sensitivo y mucho más la piedra porque ella ya no siente»; mis piedras sienten, mis árboles tienen más sensibilidad que nosotros, y esa red sensible y poshumana es muy de ahora y es muy de «La bestia ser». No es que me lo propuse programáticamente, estaba ahí y en mi conexión con ese ahí y se me fue haciendo palabras y lo fui haciendo libro. En cuanto a lecturas, en relación con lo que estoy escribiendo, solo leo algo de investigación que me pueda disparar ideas o puntos de vista, por ejemplo, para «Matar un animal» fue leer casos policiales o revistas de coleccionistas de armas. Leer hedónicamente es difícil a esta altura, leí muchas cosas, ya la maravilla no es como la primera vez. En cuanto a poetas nuevos, hay mucha poesía selfi, mucha anécdota personal y con la impronta de que eso es lo que importa en sí, así es que solo me sorprende cuando alguien le encuentra la vuelta para un toque más, que se desprende de una anécdota. Pero bueno, quizá también es mi gusto subjetivo.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Susana Villalba: Es muy complejo lo que preguntan, tendríamos que escribir un tratado. Algo tiene que ver el ensayo que escribí, que encara que también la época actual se separó de la idea de memoria histórica y de memoria de los pueblos. Hay memorias singulares, puntos de vista desde el que recuerda y, hoy, no hay Historia. Y la memoria suele ser memorial a las víctimas, pero no reactivación de sus sueños interrumpidos. Eso por empezar. Luego está la diferencia entre el yo lírico y el yo selfi de ahora que acabo de comentar. No es que antes se escribía con conciencia del público, por lo menos yo no, pero de algún modo inconsciente, aunque no me lo proponía programáticamente, estaba en mí que, aunque dijera algo que parecía personal, estaba hablando de algo que pasaba también alrededor; el ejemplo es «Susy secretos del corazón», hasta con mi nombre en el título, pero es un recorrido por la educación sentimental que nos implica a muchos, a muchas, sobre todo. En la poesía de ahora quizá ese alrededor se circunscribe a una tribu, a un colectivo. Por eso le llamo selfi, como quien sube una foto a una app determinada, el lector lo espera o lo intuye en ese sitio. Y luego hay otra cuestión que es la de qué y cómo se difunden las cosas; eso se asocia con lo que fue mi intención en gestión cultural, correr a la poesía del consabido lugar que ya se le había adjudicado, empezando por la idea de que es difícil o elitista o que a la gente no le interesa. El «gran público», por llamarlo de algún modo, no tiene idea de la poesía que existe, como no sean Borges o Alfonsina Storni. Se sorprenden mucho cuando encuentran textos que hablan de un modo más cercano y de cuestiones cercanas. O sea que bastante pasa por dejar que conozcan por sí mismos lo que hay. Luego, está la cuestión de que cierta poesía habla en una forma incómoda sobre cosas que es incómodo pensar.

RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA

Susana Villalba nació en Buenos Aires, Argentina. Obtuvo la beca Guggenheim en 2011, el Primer Premio Nacional 2015-2018 y el Segundo Premio Municipal de Buenos Aires 2004-2005. Ha publicado siete libros de poesía en Argentina, algunos con ediciones y reediciones en Costa Rica, Venezuela, España y los Estados Unidos, y una novela y obras teatrales. Ha participado en publicaciones y festivales internacionales. Creó y dirigió la Casa de la Poesía del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y luego la de la Nación y los Festivales Internacionales de Poesía de dichas instituciones. Dicta el Taller de Tesis en la Maestría de Escritura de la UNTREF y Poesía y Dramaturgia en la Maestría en Dramaturgia de UNA. Realizó crítica teatral en la Revista Ñ y fue jurado de los Premios Clarín.

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