viernes, 3 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a JORGE (JOTA) HARDMEIER

(Publicado en la página de Facebook el 4 de enero de 2023)

Jorge Hardmeier nace en Lanús, Argentina, en 1968. Es poeta, narrador, periodista, arquitecto, docente, dibujante y guionista.
En sus respuestas a nuestra entrevista, Jorge dice:
« El poeta solamente debe estar comprometido con su poesía y con su obra»

SELECCIÓN DE SU OBRA

TIGRE

TIGRE QUE SERÁ

Las rayas de la piel del tigre
son los barrotes de la jaula.
Pero un día,
encorvando su columna,
morderá el vientre
y lo fecundará canto.
Desde sus entrañas
nacerá
un pájaro amarillo.

***

DESCARGO

Si un tigre gira
y
gira
en su jaula
no está furioso,
no está enloquecido.
No.
Si un tigre gira
y
gira
en su jaula
se está buscando.

***
LLAVE TIGRE
Poder dominar al tigre.
Encerrarlo en una jaula
pero no
en esta jaula de nieve.
Dominarlo.
Conservar la llave
y pasearlo en las tardes azules.
Dominarlo.
No perder al tigre: dominarlo.
Y mirarlo en el reflejo del ojo.
Y usar su rugido en las noches de invierno.

***
ATENTAMENTE

Querido Tigre:
En las babas de este invierno
no rememores las hogueras
no gires
y
no rujas
(cada rugido es una jaula
que te aleja de tu niño)
No rondes en círculo
en esta estación
de jaulas
escarchadas.
Detente.
Observa los barrotes
archiva tus dientes
cuida tu pelaje
(cada barrote es una lanza
que te aleja de tu sangre)
Recuerda tu luna tu aire tu sed
de bosque en el verano.
Tigre:
Me despido.
Brindo
por tus dientes
que no rasguen
ni lastimen
ni devoren
brindo por tus dientes de diamante
que relucen cual violín
debajo de la lluvia.

***
GOTAS
I
Llueve.
Escucho ruidos de pasos
sobre el agua.
Son mis pies:
no me reconozco.
Una gota de lluvia
Es una gota de lluvia.
Y las otras.

***
JUGUETE

Hace tiempo, en un día acantilado,
perdí mi juguete más juguete,
mi único.
A partir de ese momento fui,
paso a paso, perdiendo varias cosas:
discos, dioses, mujeres, poemas,
trabajos, libros de Macedonio, papeles.
Pero mi sangre se detiene cuando recuerdo
la pérdida de mi juguete más juguete,
mi único

***

DESTEJIDO

Aprieta mujer araña el cuello
(teje y desteje)
en esta noche piedra
sin amaneceres.
Ahorca mujer araña la soga
(teje a destajo)
y corta el hilo con tus labios
hasta gatear por las paredes
(teje tejido nuevo)
Cubre con tu tela de cactus
la piel que flota ya sin cuerpo
(teje y teje hasta el despunte)
sobre el agua del estanque.

***

PALABRAS

Cuando pienso tu nombre
me tiemblan las palabras.
Cuando nombro la palabra
que es tu nombre
tiemblo.
Y me deshojo en tu nombre
y me olvido de mí de mi
nombre.
De tanto pensar tu nombre
ya no nombro
ni me nombro.
Sólo digo:
Nombra su nombre
y tiembla.

***

SOMBRA
Y si mi sombra se va
no dejes que se moje
en los ríos del invierno.
Y si se moja
colgala del hilo de tus dientes,
escurrila entre tus dedos
y que vuelva a andar.
Y si no lográs ver mi sombra
regalate soles
y anteojos de repuesto
Y si mi sombra se va
no abandones la custodia
de mi tumba,
mi pequeño comedor para gusanos.
Y si te vas
no permitas que mi sombra te oscurezca.

***

SUS OJOS
a Juan Carlos Hardmeier
Ya no son suyos eso huecos
ya no ya no son suyos
esos pelos esas uñas esos dedos
ya no son suyos ya no.
Ya no.
Sólo son suyos sus ojos
sólo sus ojos:
observan que lo real se deshace
como un juguete antiguo debajo de la lluvia.
Sólo son suyos sus ojos
sólo sus ojos
urgentes.
Con una claridad cercana
al abismo
observan cómo el enigma
nombra su nombre.

ENTREVISTA CON EL AUTOR

Gilgamesh: Jorge, «Juguetes antiguos», tu único libro de poesía, de 2015, orbita en una galaxia de textos en prosa (cuentos, entrevistas y biografías). Desde las entrañas de tu escritura, este libro es el canto de «el pájaro amarillo». ¿Cómo se gestó este juguete?
Jorge Hardmeier: Creo que todo libro se va gestando durante un lapso extenso de tiempo, tal vez sin aún haberlo tenido como proyecto explícito. En determinado momento uno comienza a escribirlo ya literalmente. Comencé escribiendo poesía de adolescente y, con cierto ego, decidí concurrir a un taller de narrativa para mejor mi escritura en el marco de ese género ya que pensaba que la poesía ya estaba instalada en mí. Era muy joven. Y me sirvió, dicho taller, para mejorar, paradójicamente, mi poesía. Sin embargo, dejé de escribirla y lo poético intentaba instalarlo en la tarea narrativa. Y esto aclarando que descreo en modo bastante elevado del encasillamiento de los géneros. «Juguetes antiguos» fue la decantación de esos devenires y el retrato de dos símbolos: el tigre y la lluvia. El tigre es como un autoanálisis, para decirlo en forma muy de psicología de autoayuda, pues era una época en la cual sentía cierta culpa en el manejo de las relaciones y la destrucción de las mismas. Y la lluvia siempre me ha entristecido desde que miraba detrás de la ventana como caían las gotas y la calle se inundaba en mi casa familiar de Lanús. Alguna vez, también, en ronda de amigos he dicho, quizás exagerando, que «Juguetes antiguos» es un exabrupto de ginebra, bebida que ingería en tanto garabateaba los poemas que forman parte del libro.
Gilgamesh: En tu universo poético y en él incluyo a tus últimos dos libros («Miguel Ángel Bustos: Biografía de un poeta militante» y «Variaciones Di Benedetto»), ¿tras qué búsquedas va el tigre poeta en las jaulas-rejas del lenguaje?
Jorge Hardmeier: La pregunta es muy interesante. Creo que voy en búsqueda de algo que sé que no voy a encontrar pero no puedo dejar de hacerlo. Como decía Samuel Beckett: «ya no hay nada para decir pero hay que seguir hablando». Por otra parte, las búsquedas son múltiples y rizomáticas, porque la búsqueda pasa a ser el jardín de las búsquedas que se bifurcan. Porque a Bustos lo leí en fotocopias en los noventas por recomendación – y esto asociado con lo que decía antes, de que los libros uno los empieza a escribir aún sin tener el proyecto de escribirlos – y recién, temporalmente, comencé a investigar, lanzado al vacío y sin proyecto de publicación, doce años después. Porque «Variaciones Di Benedetto» era un proyecto de documental audiovisual y, por ciertas situaciones, diez años después de ese proyecto que estaba bastante avanzado, devino libro. Porque mis libros de entrevistas son charlas en bares grabadas, algunas de ellas en las cuales voy con un plan de preguntas que generalmente se dispara por otros senderos y otras son conversaciones bebiendo cerveza y se transforma prácticamente en una charla con un amigo o una amiga que luego se publica en una revista. El lenguaje es una reja, solo hay que limarlo.
Gilgamesh: Sos un chico de barrio (entre Lanús, Parque Chacabuco y Flores) que tuvo y tiene como banda de sonido la música de Luis Alberto Spinetta. ¿Influyeron y cómo, estos aspectos, en tus búsquedas estilísticas?
Jorge Hardmeier: Primero la anécdota. Escuchaba a Spinetta desde los doce años. En 1982, ya contando con catorce, fui a verlo a uno de esos recitales gratuitos que se realizaban en las Barrancas de Belgrano. Si no recuerdo mal fue en aquella época bisagra entre la dictadura y el regreso de la democracia. Como era un adolescente y vivía en Lanús, le pedí permiso a mi madre para ir al recital y ella, como sucedía en aquellas épocas, me dijo: «hablalo con papá». Primero fue a hablar ella con él, luego vino mi viejo y me dio unos billetes y me dijo que fuera al recital, que me cuidara y que si no había colectivos, que me quedara en algún bar hasta las cuatro de la mañana, que era la hora en que recomenzaba el transporte hacia el conurbano. Eso hice. Spinetta tocó solo con su guitarra acústica. Quedé deslumbrado. Luego habré concurrido cientos de veces a sus recitales. Más allá de su música y su lírica, a la que admiro profundamente, lo que me marcó de Luis Alberto fue su profunda ética artística. Era un tipo que solo respondía, ciertamente, a sus búsquedas sin que lo influenciaran las modas, el mercado, las opiniones de los críticos y, tampoco, el dinero. En un recital dijo una frase que suelo repetir: «Yo tengo calzoncillos de cuero». ¿Qué hace un músico cuando se edita un disco? Se publica, suena en la radio o circula entre seguidores y luego lo presenta en un teatro. He ido a recitales de Spinetta donde se escuchaba todo un set de temas nuevos cuando en general el resto de los otros músicos siempre presentaba sus hits. Recuerdo recitales, por ejemplo, uno en el Luna Park, donde se vislumbraba que la popularidad de Spinetta estaba en su punto más bajo. Recuerdo ese show en el Luna, estaba en la mitad de su capacidad. Era la época de «Madre en años luz». Después sí, siempre recuerdo frases y las uso en epígrafes de notas, o recuerdo imágenes y las utilizo. Escribí un ensayo que puede buscar quien quiera en la red sobre «Guitarra negra», el único libro de poemas publicado por Luis. El ensayo se titula «Arremete, viajero». Pero en mí, su gran legado es la inquebrantable ética artística. Y mi hija se llama Ludmila, como uno de los temas de «Madre en años luz». Ya lo escucho muy poco a Spinetta pues lo tengo absolutamente internalizado.
Gilgamesh: Tu profesión es la arquitectura y la docencia. ¿Qué huellas dejan en tu obra poética? ¿Nos contás cómo se arman y se ajustan, estructuralmente, tus proyectos de escritura?
Jorge Hardmeier: La carrera de arquitectura en la UBA fue hermosa, la disfruté mucho. No tanto así el ejercicio de la profesión. Creo que soy una persona que no se lleva bien con ciertas prácticas materiales (como ser una obra de construcción, trato con proveedores y obreros, etc.) y esto lo digo como falencia. Sin embargo, alguien alguna vez me dijo; «en tus cuentos se nota la influencia de la arquitectura, por cómo están estructurados». Y puede que sea cierto. Mis narraciones prácticamente no tienen argumento, parten de una idea y luego es una suerte de descripción obsesiva de las situaciones, no tienen un desarrollo, digamos, argumental muy marcado, van hacia la búsqueda de indagar en el lenguaje, un poco como decía Saer: «me interesa más el cómo que el qué». Si bien ya no ejerzo la arquitectura, me gusta mucho el diseño y, con los años, me di cuenta que, sobre todo cuando trabajaba en una empresa diseñando muebles, me interesaba más indagar en las formas de los objetos que en su misma funcionalidad. Me han insultado bastante debido a esta postura, ja. En cuanto a la docencia, un deseo que no podré cumplir es darle literatura a los pibes y a las pibas. Les doy materias referidas a construcciones, a chicos y chicas que estudian en escuelas técnicas. Lo más fascinante en ese contexto, para mí, es la relación con ellos y ellas, las charlas, los debates, pero ojo, también dicto la materia. Generalmente cuando comienzo con un proyecto de libro me empecino en que vea la luz, esto no quita que tenga varios encajonados. Me ofusca bastante cuando se arma un proyecto y no se llega al resultado, me ha ocurrido bastante en proyectos colectivos, de todos modos participé en varios. Quizás la revista «El Anartista» haya sido el más fuerte de esos trabajos colectivos.
Gilgamesh: También, en tus búsquedas intelectuales, el periodista tiene mucho que ofrecer. Vuelvo a «Miguel Ángel Bustos: Biografía de un poeta militante» y «Variaciones Di Benedetto». Me gustaría que te detengas en estos proyectos y cómo la poesía gravita en ellos.
Jorge Hardmeier: Sí, yo más que periodista soy un conversador que registra en audio dichas conversaciones. Como dice Gabriela Borrelli Azara en el prólogo de uno de mis libros de entrevistas: «Jota habla, charla, se toma un vino con el entrevistado, su ámbito es el bar». Creo en eso. Y en que esas situaciones del contexto queden registradas en la nota. Abandoné una revista de rock porque el nuevo corrector me dijo: «eso de contar lo que bebés con los entrevistados, o la descripción del lugar, no va más». Le dije: «Chau, no serían mis notas». Influencia de Hunter Thompson y el periodismo gonzo. Además de los libros que mencionás, me han publicado: «Entrevista a la música argentina», una recopilación de entrevistas a músicas y músicos, «16 entrevistas a escritores» y «Perfiles vernáculos», una serie de entrevistas a personajes del mundo cultural y artístico argentino y a lo que yo llamo entrevistas callejeras: linyeras, vagabundos, prostitutas, etc. Y en cuanto a la poética, creo que también debe estar presente en una entrevista. Si bien descreo bastante de la clasificación de las escritura en géneros (¿Néstor Sánchez escribe novelas o narrativa poemática, como él mismo la describía? ¿Son novelas «El sueño de Úrsula» de Negroni o «Una Letra familiar» de Irene Gruss o poesía narrada?). Estimo que la entrevista es parte del universo de la ficción. Y esto aclarando que jamás tergiverso ni una palabra de lo dicho por el entrevistado o la entrevistada. Pero también está la edición, a la que antes me refería, en la cual uno puede jugar con la situación de la entrevista, el contexto, las situaciones generadas, etc. La biografía sobre Bustos está estructurada de ese modo. Entrevisté a varias personas, creo que alrededor de cuarenta, pero el libro está escrito en primera persona: narro cómo llego a obtener la entrevista, dónde se realiza, las situaciones o anécdotas suscitadas en los encuentros; en el libro aparecen chats, mails, diálogos producidos para realizar la entrevista, etc. Y esa búsqueda casi detectivesca la narro sin perder jamás el objeto de estudio, en este caso vida y obra de Bustos, poeta mayor en la literatura argentina. Estuve siete años investigando para dicho libro lo cual ya me parece un poético acto de amor y admiración. Lo que se genera es que uno comienza a mimetizarse con el objeto de estudio y comienza a asociar diversas cuestiones. Empecé a escribir el libro en sí a la edad en la cual Miguel Ángel fue secuestrado. ¿Dónde? En Parque Chacabuco, a ocho cuadras de donde vivo, etc. De hecho, cierta gente del ámbito literario que no recuerda mi nombre y, por caso, me cruza por la calle me grita: «¡Eh, Bustos!» Se me internalizó. Esto también, tal vez, entre dentro del rango de lo poético. En cuanto al libro sobre Di Benedetto ya, de por sí, está estructurado emulando cierta forma musical, por tal motivo se titula «Variaciones Di Benedetto». Las variaciones son un formato musical generado en la edad media, un tema musical determinado va variando según los instrumentos utilizados y sus combinaciones. De tal modo, este libro sobre el escritor mendocino, que no es una biografía en sentido estricto y es más lúdico que el dedicado a Bustos, se interna en un tema determinado con una diversidad de voces sobre el tema en cuestión y luego de cada uno de esos capítulos hay una referencia al instrumento, que no son ni más ni menos que cada uno y cada una de las entrevistados. Creo que lo poético se inmiscuye en cada uno de los denominados géneros literarios y no solos en ese género en el cual se escriben frases cortitas encolumnadas verticalmente. De hecho, hay mucha de esa producción, actualmente, escrita de tal modo que flaco favor le hace a eso llamado poesía.
Gilgamesh: Para todo poeta, la biblioteca personal deja huellas. ¿Cómo fuiste armando esa biblioteca? ¿Con qué escrituras se fue construyendo este espacio? ¿Cómo reverbera este espacio en el momento en que la poesía te reclama? ¿Qué libros te acompañan en el proceso de escritura? ¿Qué lecturas te acompañan hoy por fuera de tus proyectos?
Jorge Hardmeier: Empecé, de niño, leyendo los libros de la colección Robin Hood, esa de tapas amarillas y «El libro gordo de Petete», que aún conservo. Leía muchas revistas, especialmente «Pelo» y «El Gráfico». Eran otros tiempos. En esas publicaciones había periodistas que escribían realmente bien. Me encantaba ir por la calle Corrientes, con cierta plata que me daba mi padre, a buscar libros usados, esto en la adolescencia. La plata disponible era para dos libros y un disco. Las lecturas llevan a otras lecturas y así se fue armando mi biblioteca en forma anárquica pues, como no tengo una formación académica en este aspecto y por lo tanto no tengo un plan elaborado de lectura de autores, me guía el puro instinto, el puro deseo o las recomendaciones de amigos. También conocí o me acerqué a ciertos autores por la influencia de Spinetta: Artaud, Jung y Foucault, por ejemplo. Los libros conducen a otros libros. La biblioteca es infinita. La mía, material, es bastante voluminosa, y algo extraña: no tengo grandes clásicos, está plagada de obras raras en parte gracias a que fui librero durante siete años, me gusta mucho el libro como objeto en sí, más allá de la obra. Amo la tapa de ciertos libros que jamás leeré pero las ilustraciones y el diseño del objeto me subyugan. Cuando escribo ficción no leo nada referido al texto que estoy desarrollando. Sí consulto muchas fuentes tanto en mi biblioteca como en Internet cuando escribo notas, artículos y ensayos. De hecho, la biografía de Bustos tiene una gran cantidad de citas al pie, lo cual también me demandó una fuerte investigación, especialmente realizada en ocasión de la segunda edición, publicada en 2022. Mis lecturas van variando. Leo bastante literatura argentina actual, algunos de ellos mis amigos o amigas. Al momento de responder esta pregunta estoy leyendo «El núcleo de la soledad» de Marcos Herrera y a Franco Bifo Berardi, un filósofo italiano. Tuve una época en la cual leía solamente libros de divulgación científica, en mi opinión, los poetas de la época, sobre todo los que escriben temas relacionados con física cuántica. Y, de un modo u otro, siempre regreso o releo a: Néstor Sánchez, Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández, Guy Debord, Gilles Deleuze, Bustos, Di Benedetto, Pizarnik, Pablo Palacio y no muchos más. Me gusta enormemente indagar en lo secreto o lo que habita los márgenes. Se me viene a la mente Vanasco y también «La boca de la ballena» de Lastra, Zuhair Jury, Perlongher, Jorge Barón Biza, Di Paola, Bernardo Jobson, Bansedras. La lista podría proseguir.
Gilgamesh: En tu prolífico derrotero intelectual, tu paso por la dramaturgia, por revistas y editoriales, ¿cómo acompañaron y acompañan tus momentos poéticos? ¿Nos contarías cómo fue tu paso por la escritura de «La maniobra», los guiones cinematográficos, tu rol como secretario de redacción en «El Anartista» y «Expreso Nova» y en el armado de «La Coop»?
Jorge Hardmeier: Vamos por partes dijo Jack. La escritura de «La maniobra» fue maravillosa porque fue un proyecto colectivo. El método de trabajo era el siguiente: a partir de una idea madre de una de las actrices Laura Mantel, basada en la vida de Juana de Arco, yo realicé un texto. Los actores y actrices improvisaban a partir de ese texto y yo registraba sus diálogos y realizaba una devolución, así semana tras semanas, a la noche, durante un año, con la dirección de Adrián Murga, un talento, con el cual trabajábamos asimismo en conjunto sobre el texto. Fue una experiencia maravillosa. La obra estuvo en funciones unos ocho meses, en un teatro de Villa Urquiza. Con Adrián Murga también realizamos, en plena pandemia, un guion sobre la filmación de su disco «Herencia». Actualmente también se ha convertido en un maravilloso cantor de tantos. En aquella aventura de «La maniobra» una de las actrices era Gabriela Cánaves, talentosa, actriz fetiche de Perrone, luego mi coequiper y amiga. Realizamos cuatro cortos escribiendo el guion a cuatro manos, el último filmado en Madryn, donde ahora afinca Gabi, y basado en mi cuento «La terminal». También fue una gran experiencia y con el dato de color que actué como protagonista de mi propio cuento. Fue maravilloso actuar y Gabi Cánaves también es un talento como actriz y como directora de proyectos. En cuanto a las revistas, fui parte de la fundación de ambas que nombrás en la pregunta, pero «El Anartista» tuvo su momento de circulación importante dentro de lo que es el ambiente literario, de hecho estaba en los kioscos, fueron siete años de mucho deseo y mucho laburo. Era, también, un gran trabajo colectivo. Una revista es un emergente de un grupo, estimo, y esa revista era eso y fue publicada durante siete años. En cuanto a los proyectos editoriales voy a volver a contar una anécdota: yo tenía un puesto de venta de libros usados, específicamente en el Parque Rivadavia, Caballito, Ciudad de Buenos Aires. En un momento llega un señor con una caja de libros. Miraba todo, en mi rol de librero. Los libros no eran buenos. Pero llegué al grial: la primera edición de «El fiord», de Osvaldo Lamborghini, una edición que había tenido al momento de su publicación una tirada de trescientos ejemplares. Una edición casera de una editorial fantasma, Chinatown. Era, claramente, un libro autoeditado pero supra valorado por el reconocimiento que con el tiempo adquirió el libro de Osvaldo. Lo compré a bajo precio, pues comprar barato es la gran tarea del librero que se dedica a la venta de libros usados. Con el precio al que vendí ese libro armé la editorial Nova Ediciones (homenaje a Expreso Nova, libro de otro de mis héroes, William Burroughs) y comencé a publicar autores generalmente noveles. Con el transcurso del tiempo, en sintonía y charlas con otras editoriales nos reunimos y decidimos formar La Coop, un proyecto muy interesante de impresión, cooperativa y distribución conjunta. Tener una editorial es complejo cuando es hecho sin recursos. En mi caso, leía todo el material que llegaba, aceptaba o no las obras, corregía y distribuía. Y había dejado de escribir. Cuando obtuve el Fondo Nacional de las Artes con el libro sobre Bustos decidí dar de baja a la editorial. La Coop prosiguió y lograron muchas cosas más y, de hecho, «Variaciones Di Benedetto» lo publicó Años Luz, una de las editoriales que forma parte de esa cooperativa.
Gilgamesh: ¿Cómo interactuás en la movida de recitales, lecturas, concursos y festivales poéticos?
Jorge Hardmeier: No soy un muy asiduo concurrente a ese tipo de eventos. Hay mucha impostura, mucha pose en ciertos casos, a veces se tornan tediosos, suelo ir cuando presenta el libro algún amigo o amiga. En general, y no me vanaglorio, voy más a charlar con amigos y amigas que a escuchar al que está leyendo. Con ese tipo de eventos la última relación que tuve fue con «Poesía Ya», que se realizó en el CCK y en el cual participé pero como organizador, convocado por Gabriela Borrelli. También organizamos un ciclo de poesía por el Día de la Memoria y otro por el aniversario de Malvinas. Las presentaciones de libros en general son aburridas, acartonadas. Siempre digo que – y lo hago cuando es presentado un libro de mi autoría – las presentaciones deberían ser como una fiestita de cumpleaños, por lo tanto en las mías en general hay más música que lecturas: cantantes amigos, bandas, etc.
Gilgamesh: ¿Cómo resuena en tu proyecto artístico la dupla vida/obra? ¿Cómo ves lo de poeta y compromiso?
Jorge Hardmeier: La dupla artista / obra no me interesa y agradezco la pregunta para finalmente aclararlo. Me interesa el autor y sus textos. Me tiene sin cuidado su vida privada, su ideología políticas, sus orientaciones sexuales o su prontuario policial. No comprendo a aquella gente, por ejemplo, que no lee a Borges por sus posturas políticas. Es incomprensible. Ellos se lo pierden. No se podría leer a Louis Althusser que asesinó a su mujer, a Celine que era nazi, a Ezra Pound que era fascista, a Vargas Llosa que es un liberal recalcitrante. Son unos pocos ejemplos de una larga lista. En fin, descreo profundamente de esa dupla. En cuanto al compromiso, la poesía comprometida en modo explícito políticamente o partidariamente me causa cierto rechazo. El caso de Bustos es un buen ejemplo: él militaba en el PRT pero pocas líneas son explícitamente políticas, es más; era un místico, un cristiano herético, militando en un partido de izquierda. El poeta solamente debe estar comprometido con su poesía y con su obra.
Gilgamesh: ¿En qué nuevos proyectos te encontramos hoy?
Jorge Hardmeier: Estoy escribiendo lentamente una novela sobre mi abuela, que era esquizofrénica. Viví con ella y mi familia desde que nací hasta mis veintitrés años, cuando falleció. Era un ser muy particular con diversas aristas que propician una narrativa: jugaba sola a las cartas y siempre a la escoba de quince, usaba solamente kimonos como vestimenta, estaba obsesionada por el acto de cagar, había estado internada veinte años en un neuropsiquiátrico. Titulo ya tengo: «Mi abuela, la loca». Por otra parte, estoy compilando mis ensayos dispersos: artículos y notas sobre cuestiones literarias, autores, algunos temas filosóficos, futbolistas, Maradona, etc.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes,
repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George
Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un
asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la
memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es
escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades...
Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este
juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en su opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Jorge Hardmeier: Es muy bueno y sintético eso de “lazo perdido”. En el ámbito de la poesía, en líneas generales, hay una suerte de cierta actitud masturbatoria. Esto se da mucho en lecturas y ciclos poéticos, los autores y autoras se leen entre sí. En general, observo, los poetas se creen la última Coca Cola del desierto y los temas que se abordan en ocasiones, son muy banales. Siempre digo, bromeando, que la poesía argentina actual – aunque últimamente estoy llegando a la conclusión que es más un tema de la poesía porteña – es escrita de este modo: «Me levanté de la cama / fui hacia la heladera / había tres naranjas / me hice un jugo / mi novia había tenido tres orgasmos…» Y la poesía no es escribir cortito y para abajo. Los poetas no leen o al menos no leen los clásicos. Estoy seguro que la mayoría no sabe escribir un soneto y para romper ciertas estructuras, en principio, hay que conocerlas. Otro tema es que, a partir de la instalación de ciertas reivindicaciones justas y necesarias, se ha instalado un halo políticamente correcto en la escritura y cierta autocensura. Lo políticamente correcto nos fulminará. Vuelvo a repetir, esto es en líneas generales, hay voces muy potentes y en general son mujeres. Y regreso también a otro concepto: como en muchos ámbitos hay un centralismo porteño nefasto, del cual estoy imbuido, que instala un velo sobre otras lecturas y me incluyo entre los que practican tales errores. Esa situación la observé mucho en el último encuentro en el que estuve, en Capilla del Monte. Autores que yo desconocía me han conmocionado, como Pablo Anadón o Laura García del Castaño. También lo había notado en el Festival Poesía Ya, en el cual estuve en el equipo de selección y me llegaron textos de poetas muy interesantes, generalmente del interior. Para terminar, quisiera destacar, la tarea continua e incansable que realiza, en este aspecto, Gabriela Borrelli, para difundir a autores de distintos puntos del país, algo similar al trabajo que realizaba, en este sentido y hace años, Inés Manzano.

DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS

Jorge Hardmeier (Lanús, Argentina, 1968) es arquitecto, docente, dibujante, guionista y colabora con sus artículos y entrevistas en diversos medios gráficos. Es autor de los libros de cuentos Sobrespejos (1998), Animales íntimos (2002) y Arquitectura antigua (2011). En 2010 formó parte de la antología La erótica del relato. Escritores de la nueva narrativa argentina, publicado por la editorial Adriana Hidalgo. En 2015 se publicó su único poemario, Juguetes antiguos. Le siguieron 16 entrevista a escritores (2015), Miguel Ángel Bustos, biografía de un poeta militante (publicado en 2018 por Ediciones Lamas Médula y reeditado en 2022 por la misma editorial con el simple título de Miguel Ángel Bustos), Entrevista a la música argentina (2020) y Perfiles vernáculos. Diálogos (2020) una serie de entrevistas a personalidades de diversos ámbitos de la cultura argentina. En 2021 resultó uno de los ganadores del concurso latinoamericano de crónicas La vida en tiempos de la peste, organizado por la revista Caras y Caretas.
Ilustró los libros Artaud para principiantes (1998) y Poe para principiantes (199). Fue miembro fundador de las revistas «El Anartista», «Expreso Nova» y «Bomba». Entre el 2010 y el 2016 fue el editor de Nova Ediciones. Realiza, habitualmente, curadurías en el Centro Cultural Kirchner (CCK). En octubre de 2022, AñosLuz editora publicó su libro Variaciones Di Benedetto, un recorrido por la vida y obra del escritor mendocino Antonio Di Benedetto.

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