viernes, 3 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a DIEGO ROEL

(Publicado en la página de Facebook el 21 de diciembre de 2022)

Diego Roel nació en Temperley, Buenos Aires, en 1980. Es poeta.
En sus respuestas a nuestra entrevista, Diego dice:
«Siempre me sentí un goliardo andariego. Me gusta caminar, ver la luz del sol sobre el camino. Me gustan las aldeas solitarias, los castillos ruinosos, las montañas, los bosques y los ríos…»

SELECCIÓN DE SU OBRA

NOTA PRELIMINAR

Poco sabemos de Andréi Rubliov, pintor y religioso, hombre de Dios y hombre del arte. Las crónicas afirman que vivió, en tiempos del patriarcado de Nikon de Rádonezh, en el monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio, cerca de Moscú. En 1408 colaboró en la decoración de la catedral de la Dormición de Vladimir. Fue discípulo de Teófanes el Griego. Es considerado, junto a Daniil Cherny, el representante más importante de la pintura iconográfica en Rusia. Murió en 1430.
En 1966 Andréi Tarkovski realizó una película basada en su vida.

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«Y [además de los íconos] respeto toda la materia
y la considero sagrada en tanto que a través de ella
tuvo lugar mi salvación, a través de materia que está
llena de gracia y acción de Dios».
Juan Damasceno
«Lo que más persuade a los hombres a través de la vista
es aquello que parece vivo».
Christos Karouzos

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EL GLOBO
(Otoño de 1400)
¿Ves las veloces nubes blancas
allá abajo?
La tierra se aleja más y más.
Volando va desnuda
una sola palabra en el paisaje.
Dormida va.
¿La ves?
Ya pasamos las rocas de la altura,
los jaguares del sol,
la franja donde la muerte deposita
los últimos dientes de la calavera.
Hermano, abre los brazos.

EL JUGLAR
(Verano de 1400)
¿Dónde está mi caramillo de abedul?
¿Y mi pandero de piel de burro?
¿Era triste o alegre la canción?
«Pena, pena, pena.
El Cielo nos envió a este mundo».
¿Dónde están mis zapatos de piel de oveja?
¿Y mis pinceles de pelo de buey?
¿Era triste la canción?
«Pena, pena, pena».
Sólo me queda este sayal, esta escudilla de barro,
los ojos que todavía escrutan la solapada curva de las cosas.
«Pena, pena, pena.
Desde el Cielo nos fue enviada
inconsolable pena».

TEÓFANES EL GRIEGO
(Invierno de 1401)
Cuando pinto nunca contemplo los modelos existentes:
dirijo la mirada hacia dentro, hacia donde los ojos interiores
buscan la belleza espiritual.
A lo que no se puede contar ni pesar ni medir
yo le otorgo número, peso y medida.
Cuando pinto apenas considero los preceptos técnicos:
en un mismo trazo mi mano encuentra la estabilidad
y el movimiento.
Porque lo sé:
de lo más simple surge la armonía y lo bello.
El ícono debe emitir una luz suave, crepuscular.

EL BUFÓN
(Verano de 1400)
¿Qué puedo decir acerca del amor?
Se va en la brisa, vuelve en la brisa.
Se parece a un manojito de mirra,
a un perfume que se difunde y crece.
Se parece al humo que sube del desierto.
¿Qué puedo decir?

EL CEGAMIENTO
(Verano de 1407)
En esta habitación dibujo lo que no puede dibujar
la mano de un hombre.
Vengo del valle de la sombra de la muerte.
Mi arte es mudo pero sabe hablar.
LA CAZA
(Verano de 1403)
¿Dónde te escondiste?
¿Debajo del sonido del metal?
¿En la oscuridad de la noche?
¿En el alarido de los moribundos?
Tu sombra es más veloz
que la yegua azabache de los tártaros.
¿Dónde te escondiste?
Me dejaste con gemido.

INVITACIÓN AL KREMLIN
(Invierno de 1405)
El ícono de la Virgen de Vladimir
me miró a los ojos y me dijo:
«Búscame en el muro donde la tarde extiende su plumaje.
Estoy detrás de los estandartes de cola de caballo,
debajo de las hojas y los frutos.
Búscame en el aire, en las cenizas.
Estoy arriba del puente de todos los ríos,
encima de la huella de los lobos.
Búscame en el arco donde la sangre se desata.
Estoy bajo el ala de la noche».

EL ARTESANO
(Otoño de 1400)
No tengo ya
memoria del sepulcro.
¿Dónde está el alfarero?
«Hineni, hineni. Estoy listo, Señor».
Apago, ahora, la llama.
Me pongo el vestido de fuego.
«Aquí estoy, aquí estoy».
Estamos listos.

TEÓFANES EL GRIEGO
(Verano-otoño-invierno de 1406)
Antes de partir, uchitel, nos dijiste al oído:
«Abandonen las cisternas rotas.
Busquen el pozo de aguas vivas, el huerto cerrado.
Y sientan el perfume de las flores de alheña,
el aroma del azafrán, de la caña aromática,
de la canela, de la mirra y el aloe.
Sientan la fragancia de los nardos.
Busquen la fuente sellada, el árbol de vida.
Abran los ojos y vean la explosión de los frutos.
Escuchen la estampida de las ciervas del campo.
Ya pasaron el invierno y la lluvia:
llegó el tiempo de la canción.
Abandonen las cisternas rotas».

DANIIL EL NEGRO
(Primavera de 1408)
Para conseguir colores traslúcidos
coloco debajo de la pintura hojas de estaño
y utilizo como barniz aceite de ricino.
Cada maestro añade su propio saber:
en los labios y las mejillas uso rojo de laca,
en las cejas y las arrugas, negro y caput mortuum.
Para conseguir los tonos diáfanos
procedo mediante una aclaración progresiva.
Los cánones son severos.
Tengo siempre sobre la mesa blanco de plomo,
ocre y cinabrio.

RESURRECCIÓN DE LÁZARO
(Verano de 1410)
Mientras dormía
el Ángel abrió su boca en mi cabeza:
«Dame siempre de comer el Pez de la Fuente,
el más grande, el puro, el que ha pescado la Virgen.
Dame también el Vino mezclado con Agua,
ése que ofrecen con Pan.
Dame el Cuerpo y la Sangre».

EL PREGONERO
(Invierno de 1408)
No puedo hacer nada sin ti.
Veo el mundo con tus ojos,
lo escucho con tus oídos.
Lo toco con tus manos y tus pies.
Eres carne de mi carne y hueso de mis huesos.
Te llevo como un sello sobre mi corazón,
como una marca sobre mi brazo.
Amigo, sin ti nada puedo.

TRISTEZA
(Verano de 1419)
Y el de las Siete Calles dijo:
«Acércate, Padre, rasga el abismo,
apaga el ruido de la incesante sucesión.
Sobre este lienzo de cáñamo
esboza los rasgos de Tu cara.
Rasga, rompe el abismo.
Acércate, Padre.
Méteme en tu pecho:
voy a dormir ahí».

LOS TÁRTAROS
(Verano-otoño-invierno de 1406)
Han matado al juglar.
Han quebrado los huesos del pájaro.
Todo se ha roto.
Los barcos cayeron del cielo.
Las olas se llevaron el último caballo.
La ciudad es un animal enorme que agoniza.
EL JUICIO FINAL
(Verano de 1408)
Yo vi a Cristo cabalgar sobre los cielos del Oriente.
Su voz sonaba igual que el estruendo de muchas aguas.
Se paró delante de mí, abrió los labios y me dijo:
«En mi bolsillo guardo tres llaves:
la de la lluvia, la del nacimiento,
la de la resurrección de los muertos».
Su cara brillaba como si fuera bronce en ignición.
Yo vi a Cristo cabalgar en una yegua blanca,
a orillas del Moskvá-Reka, antes del invierno.

LA FIESTA
(Primavera de 1408)
Que seas siempre para mí como el rocío,
como los lirios del campo, como los árboles silvestres.
Que en mi boca seas siempre
más dulce que el fruto de la higuera.
Porque antes de verte
yo era una voz que clamaba en el desierto:
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mis días eran como los del caracol que se desliza y pasa.
Mis días eran esfuerzo y tristeza.
Antes de verte
yo alzaba los ojos a las montañas y gritaba:
¿dónde estoy?
Entonces llegaste como llega puntualmente
la lluvia que riega el suelo,
la nieve que cubre los campos de Rusia.
Que en mi vida seas siempre
vapor que sube de la tierra,
mano que esparce la semilla,
aguacero.

ENTREVISTA CON EL AUTOR
Gilgamesh: Diego, a los 24 años, publicaste tu primer libro, «Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación». En este inaugural «animal cosido al silencio» comienzan a bordarse los tópicos que reconocemos en tu voz poética: un «arrodillarse con veneración ante el misterioso fondo primigenio de todas las cosas» (Goethe), lo sagrado, la belleza, el silencio, la contemplación, que se irán desplegando en los sucesivos poemarios. ¿Cómo llegaste a querer «escribir silencios, noches... anotar lo inexpresable»?
Diego Roel: Creo que no está bien visto ahora referirse al poeta como mediador o canal, como fundamento o hipóstasis de algo Supremo. Pero anotar lo inexpresable, fijar los vértigos, es intentar hablar de lo que no se puede hablar, de lo que es indefinible, indescriptible e inatrapable, de lo que no es esto ni aquello, «neti neti», de lo que está más allá de la captación de la mente y los sentidos: el No-Nacido Jamás que nace interminablemente. Lo inexpresable, señalaba San Juan de la Cruz, «pide por nosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien entender ni comprehender». Apenas lo podemos intuir a través de figuras, comparaciones y semejanzas. Porque al presente «vemos como en un espejo y bajo imágenes oscuras», amamos a Dios sin entenderlo.
Gilgamesh: Me gustaría detenerme en «Dice Jonás», «Via Lucis», «Kyrios», «Shibólet», «Kadosh». ¿Pensanste estos textos como parte de una serie? ¿Nos contarías cómo fueron apareciendo estos libros en tu horizonte escritural?
Diego Roel: No los pensé como parte de una serie. No recuerdo bien el orden de aparición de esos libros. No planifiqué «Dice Jonás», «Via Lucis» y «Kyrios» como una trilogía, pero varios lectores me señalaron que esos libros dialogaban entre sí, entonces en 2020 los edité juntos («El infierno es una bestia callada y triste»). En «Dice Jonás» el yo lírico asume la voz del profeta Jonás, en «Via Lucis» la de la mística alemana Hildegard von Bingen. En «Kyrios» se multiplican las máscaras, intento hablar como los Padres y Madres del desierto, los santos anacoretas cristianos del siglo IV.
Gilgamesh: Desde «Padre Tótem...» a «Andréi Rubliov», ¿Las búsquedas estilísticas se sostienen o fueron cambiando?
Diego Roel: Hay cambios, creo. Sobre todo a partir de «Dice Jonás», algunos ecos de la tradición neorromántica se van atenuando: el excesivo uso de mayúsculas, el tono enfático. Sin embargo todavía la búsqueda se inclina hacia una estética romántico-simbolista, a pesar de cierto desplazamiento en los lugares de enunciación. Lo que sí es evidente a partir de este libro es la asunción de un tono más neutro, más austero.
Gilgamesh: «La atmósfera Tarkovsky» se puede aplicar a muchos de tus libros, pero su Andréi Rubliov es una referencia obligada de tu último libro. ¿Cómo surge tu «Andréi Rubliov»? ¿Qué de este artista quedó en estos poemas?
Diego Roel: Siempre me fascinó la obra de Andréi Rubliov. También la de Teófanes el Griego. Vivieron los dos durante la época del yugo tártaro-mongol, quizás el periodo más duro de toda la historia rusa. La idea del libro surgió durante una charla con la poeta Inés Aráoz. «Andréi Rubliov» es mi película preferida de Tarkovski. La vi varias veces mientras escribía los poemas. También trabajé con el guion literario que Tarkovski escribió con Andréi Konchalovski. Mi libro, como la película, no es una biografía del pintor, es (intenta ser) un tratado sobre la creación artística. ¿Qué quedó de Rubliov en los poemas? No lo sé, francamente. Ojalá algo haya quedado.
Gilgamesh: En tu obra se escuchan las voces de los místicos, también las de filósofos y de poetas como Edmond Jabés. ¿Quiénes fueron tus referentes a la hora de ponerte a escribir? ¿Qué lecturas te siguen acompañando? ¿A cuáles recurrís en el momento de la escritura?
Diego Roel: No sé si hubo referentes. En todo caso, mi biblioteca está en permanente mutación. Pero siempre me acompaña la Biblia. Siempre vuelvo al Libro de Job, al Cantar de los Cantares, a los salmos. Me siguen acompañando: Dante, San Juan de la Cruz, Donne, Holderlin, Novalis, Trakl, Seferis, Perse, Ritsos, Celan, Tsvietáieva, Lorca, Fijman, Molinari, Jaccottet.
Gilgamesh: ¿Cómo conjugás el silencio de la lectura y de la escritura con el torbellino de las redes y la multiplicación exponencial de festivales, ciclos de lectura?
Diego Roel: No se conjugan.
Gilgamesh: Cuando leo tu obra y sigo tus devenires en las redes, pienso en las caminatas de Heidegger y en las de Walser. ¿Tus viajes son una continuidad de camino, silencio y escritura?
Diego Roel: Siempre me sentí un goliardo andariego. Me gusta caminar, ver la luz del sol sobre el camino. Me gustan las aldeas solitarias, los castillos ruinosos, las montañas, los bosques y los ríos. Me nombrás a Walser justo cuando estoy releyendo «Vida de poeta»: «¡Qué alegría buena y sana procura el vagabundear! Sólo las alegrías inocentes son verdaderas».
«Las intemperies del mar» es una especie de diario de viaje. También «Cuaderno del desierto». Sí, creo que podría afirmar que mis viajes son una continuidad de camino, silencio y escritura.
Gilgamesh: Te has presentado a concursos, has ganado premios importantísimos, sos un poeta reconocido. ¿Cómo impacta esto en tu vida y tu escritura?
Diego Roel: No me considero un poeta reconocido. El premio Alegría, que otorga el Ayuntamiento de Santander, me permitió viajar, publicar el libro en la colección Adonáis. No creo que haya impactado en mi escritura.
Gilgamesh: ¿Qué sucede cuando das por terminado un libro? ¿La edición está en el horizonte primero? ¿Y los lectores? ¿Estás en un nuevo proyecto?
Diego Roel: La edición no suele estar en el horizonte primero. No pienso en los lectores. Tengo dos libros inéditos, que sigo corrigiendo.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes,
repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George
Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un
asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la
memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es
escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades...
Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este
juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Diego Roel: No hay pérdida. No hay nada que reparar.

NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Diego Roel nació en Temperley. Provincia de Buenos Aires, en 1980. Publicó Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación (Libros de Tierra Firme, 2004. Faja de Honor de la Sociedad de Escritores 2004), Diario del insomnio (Libros de Tierra Firme, 2005; detodoslosmares, 2013), Cuaderno del desierto (Libros de Tierra Firme, 2007), Las variaciones del mundo (El Mono Armado, 2010; detodoslosmares, 2014), Los Jardines del Aire (El Mono Armado, 2012), Dice Jonás (El mono Armado, 2015), Vía Lucis (Ediciones del Dock, 2015), Kyrios (detodoslosmares, 2016; Sirga, 2016), Las intemperies del mar (detodoslosmares, 2017), Shibólet (Griselda García editora, 2018), Kadosh (detodoslosmares, 2019), El infierno es una bestia callada y triste (detodoslosmares, 2020) y Andréi Rubliov (Premio Alegría 2020 del Ayuntamiento de Santander, Ediciones Rialp, colección Adonáis, Madrid, 2020).
Estudió Historia de las Artes visuales en la Universidad de La Plata. (U.N.L.P)
Poemas suyos fueron incluidos en diversas antologías de Argentina, entre ellas: Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la Argentina (Fondo Nacional de las Artes, 2009); Si Hamlet duda le daremos muerte (Libros de la Talita dorada, 2010); Antología Federal de Poesía. Provincia de Buenos Aires (CFI, 2019); Poesía, Varios Autores, La Plata (La Comuna Ediciones, 2019); Roberto Juarroz baja en Temperley. Un mapa posible de la poesía en el conurbano sur (Leviatán, 2021). Obtuvo en 2016 la distinción a la “Labor Literaria y promoción de las letras platenses”, otorgada por la subsecretaría de la Municipalidad de La Plata. Ha colaborado en numerosas publicaciones tanto en Argentina como en el exterior. Actualmente realiza talleres de escritura creativa.
Reside en la ciudad de Posadas.

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