jueves, 2 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a ALFREDO LEMON

(Publicado en la página de Facebook el 11 de octubre de 2023)

Alfredo Lemon nació en Córdoba en 1960. Es poeta, abogado y profesor de Filosofía.
En la entrevista, Alfredo dice:
« En el fondo, pretendo crear un lenguaje propio que igualmente sigue siendo de otros tantos. Me dejo escribir por un impulso intuitivo, errante…
En la poesía todo es decible y posible. Cualquier tópico (nuevo o usado) cabe y puede ser motivo de un poema. La óptica y la impronta del poeta es lo que importa…
Me siento provinciano por mi domicilio geográfico pero universal en mi cosmovisión...»
SELECCIÓN DE SU OBRA
Angustia
La respiración obstruida
Un ahorcamiento
El aire insuficiente
Se pierde la fulguración, un cristal, el horizonte
Ladra, ladrón!
Los remordimientos resucitan y flotan en un lago estancado
Corre, corregidor!
Los errores no obtienen un perdón fácil
Si no hay purificación de qué sirve nada
¿Cuál es tu parte en el trato?
Debo escribir, sino qué hago aquí
La poesía es una barca más inmensa que el mar
pero naufraga entre acantilados
Se nublan mis ojos por una claridad que no alcanzo
Bamboleo/ la mente agita su coctelera
Un arpón clava su cruz en el esternón
Tirabuzón bífido en la garganta
Ancla de arena, tenaza, rasgadura
Caen cangrejos por ese embudo
El miedo grita/ la rabia chilla/ el tedio paraliza
Presiento que hay un titiritero perverso detrás bambalinas
¿Esto es lo que quería decirte?
¿Esto es lo que quise exorcizar?
“La novela de la poesía”
(en recuerdo de Tamara Kamenszain)
Deslumbrante: veo tiburones en las nubes del cielo.
Confío y me lanzo.
¿Será un trance, un guijarro espiritual, una apetencia?
Alerta: un acicate interior clama y reclama expresar.
Sideral: tu garganta es un ánfora concupiscente
que quiere nombrar el infinito.
Turbulencia y deriva.
A girar la perinola/ a desparramar las runas.
Resortes, espátulas, tornillos.
¿Será una caricatura?
¿Una mentira del samurai?
La araña teje unos mandalas
y la emoción sube por una enredadera.
Creíamos en los buenos tiempos idos,
el periplo donde uno siente estar yéndose
quedándose en un punto, el mismo.
Ofrendá: olvidá cualquier sentimiento de límite.
Seguirás vivo con la libertad del que todo lo perdió.
¿A dónde ir entonces y para qué?
Comprobar la verdad sería demasiado.
Nacimos para ser olvidados.
Somos apenas alguna anécdota de la madre literatura.
Sin embargo existen más milagros ocultos por descubrir
y describir.
El poema quiere ser un canto santo:
ganzúa de otro reino,
un vía crucis.
***
Puedo escribir los versos más felices este día
Embriagaste tu razón en un parque de diversiones
Te tiraste al suelo sobre los restos de una kermés
Lo ominoso conmueve y desde allí brama un poema
Salud Zaratustra!
Salud Friedrich Nietzsche!
Ningún Dios ha muerto nunca!
En el Edén danzan las ninfas y los efebos
Miel del purgatorio, imán del manjar
Amor tenaz / sed por perdurar sólo segundos
Quién pudiera alcanzar el círculo de los querubines
y abandonar los aquelarres
¡Ea, derviches:
a reírse de sí mismo hasta enloquecer,
a sepultar toda ceniza!
***
“Ramitas”
(Carlos Battilana)
Mínimos presentes intactos,
ínfimos, profundos,
ascendidos en un leve despertar.
Lúcida óptica del ser y vivir.
Lo sentís
cuando al cazar,
la pulcritud de la escritura
potencia su agitación:
sólo el murmullo de un soplo vibrante.
El viento aletea entre los dedos desnudos de los árboles.
Y podés dibujar,
focalizar,
azuzar lo intenso en una brevedad gigante:
cantarlo todo
***
C’est beau, c’est vrai, c’est tout
El amor es el estado más lúcido donde el ser puede reconocerse,
pero también, el más vulnerable.
¿Creías que era como jugar con los números,
barajar las cartas de Marsella,
interpretar las monedas del I Ching?
Son senderos sinuosos,
son senderos escarpados
los que conducen al otro
desde tu centro a la unidad.
Somos una herida insondable,
nacida del abismo de las formas.
Todo amor es distancia:
íntima y breve epifanía.
Ningún amor es distancia:
sediento, vive condenado a vivir.
No hay amor que esté solo o acabe en la muerte:
cada entrega perdura en el mañana, aún remoto.
Ningún amor es distancia:
ansía resistir un invierno y un verano más.
Escribiendo intento atarlo a mí
como un collar de perlas.
No hay amor a destiempo:
bienvenido, me embriago de ti y espero.
No hay amor a destiempo:
tiembla en la intensidad que fue,
posterga despedidas, horizontes,
negándolos, sometiéndolos.
Todo amor es distancia:
no te dejo ir, para que vuelvas.
Ningún amor es distancia:
magnífico latir impostergable.
***
13
Este es el número de la suerte incierta.
¿Cómo pensar una cifra que simbolice
la vida cotidiana que apenas somos
y aquella parte que no alcanzó ?
Este es el número de la suerte incierta.
La paloma entró en la casa
y lo juzgamos un buen augurio.
Vimos al murciélago cruzar la noche
y nos creímos condenados al insomnio.
Percibimos el mundo por el ojo de una cerradura.
La superstición nos hace débiles
y sólo la renuncia nos vuelve omnipotentes.
Este es el número de la suerte incierta.
El truco del destino es pulcro y fatal.
Vivir es apostar por un deseo pertinaz.
***
La mujer de Magdala
Hace unos años, durante la vigilia, tuve una revelación:
el Señor me anunciaba la aurora del primer día,
el Señor me anunciaba el sol de la primera criatura.
Después, entre los ríos de Damasco,
-el Abaná y el Parpar-
se desnudó la niña del país de Israel.
Allí nos bañarnos siete veces en el Jordán.
Allí, bajo la luz del plenilunio,
su inocencia bautizó mi espíritu.
La kundalini ascendió hasta llevarme al éxtasis.
Tan cerca de sus labios y no poder rozarlos…
Entonces pregunté:
¿Por qué me estaba prohibida su tibieza?
¿Por qué no beber su miel antes de subir al Gólgota?
Con el nuevo milenio, en otra noche:
tuve sed y me dio vino,
tuve hambre y me dio placer,
le pedí abrigarme
y me hizo el amor.
Pedí perdón y me sentí purificado.
Esa campesina me salvó de la muerte de vivir sin vida.
Ese ángel me enseñó la calma del morir.
Esa hembra liberó al minotauro.
Me acostó en la cama del ungido
y leyó sus versos en un templo blanco.
Cobijó mi pena bajo las sábanas.
Me hizo hombre y me hizo sacerdote.
Detuvo mi lengua en las curvas de su espalda.
Cabalgó sobre mis hombros.
Cicatrizó mis llagas con una llama violeta.
Encendió mis yemas con un fuego sin fin.
Durmió conmigo donde los pastores
llevan el metal para la fundición de los calderos.
Confieso que la amo. Nunca la olvidaré.
Hoy bendigo al Señor que me aconseja.
Aun en mi soledad más oscura
ningún mal temeré.
-Guárdame como la pupila de los ojos,
escóndeme al amparo de tus piernas y tus grutas.
Protégeme del mal,
de traidores que acosan,
de fiscales que acusan,
enemigos ensañados.
Quien tenga ojos para mirar, que crea.
Quien tenga oídos para oír, que sienta.
Quien no tenga fe, que permanezca dormido.
***
Jueves
Recién dormías, te describo:
late todavía el deseo,
me has estremecido fuerte y late.
Te estoy escribiendo y me dan escalofríos,
como cuando me besas en el cuello
debajo de la oreja
o cuando juego con el índice y el pulgar
encendiendo tu clítoris
y llevo tu pasión al paladar
y todo late.
Vibras entre mis labios de arriba
y tus labios de abajo,
te abrazo firme
y te contengo desde atrás.
Bebo tu belleza y mientras duermes,
sigo leyéndote escribiéndote
gozándote entregada.
Te celebro con un brindis supremo.
Te escribo
mientras por la ventana entra la luna
y la luz de los cristales realza tus pezones.
Vuelvo a besarte, lento y constante
y al besarte olvido mis dolores,
dolores de doler,
dolores de dudar,
dolores de sombra.
Y vuelvo a latir haciéndote latir.
Sigo diciéndote palabra por palabra,
deletreándote,
y tu desnudez deviene inspiración,
pulso danzante.
Y más, más,
hacia un final sin fin, absoluto,
hacia un temblor efímero,
hacia un abismo sagrado.
Y avanzamos suspendiendo el tiempo una
y otra vez,
cada vez más penetrante
y salvaje.
Recién dormías, te describía
tendida junto a mí
con una serpiente a los pies de la cama,
sinuosa como el amor,
sagaz
y amenazante.
***
Poema pret á porter
¿Será un haiku, un tweet, un emoji?
Impulso feliz aunque nada dice todavía
Apenas retumba abierto en la página
como un mantel tendido bajo el fulgor de Zeus
Un pez deslizándose más allá de los ojos y los sonidos
Dibuja una promesa o un demonio indiscreto:
castillos de chocolate/ caramelos de cobre
¿Quién curará las heridas del destino?
¿Quién dará alivio al amor que no será?
Vengan, palabras torpes forajidas
¡Signifiquen!
Los epitafios también se borran Edgar Lee Masters
Doy fe Giordano, que hay infinitos mundos Bruno
pero no deben abrirse portales que no se puedan cerrar
Veo un niño durmiendo en una cuna de cuentos
Veo un estudiante aplicado desmenuzando un diccionario
Después despierto olvidado si estuve allí
Así, instantánea y exprés es la sed de escribir y dibujar
Barriletes de mármol en un sueño sin nadie
Perfiles de la fascinación y epifanías
***
Golosinas, pastel y bagatelas
Como los rayos de la rueda de una bicicleta
momentos imaginarios o no, de variado contenido visual
se cruzan y enlazan en la urgencia de ser enunciados
Fijan lo errante y desatan lo quieto
Se multiplican en arabescos astillas vísperas
Tensiones cercanas dispersándose lejos
Hipótesis que hierven su apetito a borbotones
Llegan al teclado de la compu desde rincones de la mente
Van hacia líneas y pliegues de no saber qué historia harán
¿Qué retroceso o sueño ubicuo será esa avalancha a descifrar?
Se esfuerza la garganta en distintos ángulos/ diversas latitudes
El granizo y el maná
El obstinado rigor de una falsía
Deja fluir la piedra y canta
Empuja por decir llamar nombrar
hasta que una idea puntual diseña un poema
¿Cómo objetivar lo resbaladizo siendo?
Expreso con rigor lo que no entiendo
Es una coreografía fílmica que sucede
No ejerzo el control y escupo todo
El lápiz no se resiste y se funde en párrafos ardidos
Los pensamientos son pulpos que se cuelgan
Las frases se amalgaman con la fuerza de un imán
Vuelvo a leer a Arturo Capdevila y a Arturo Carrera
Los géneros son una convención demodé
Pasa un vagón repleto de titiriteros
Actúan vivencias de escrituras anteriores
Trenzas móviles
¿Vendrá la calma envuelta en algún logro?
¿Un timbre nuevo?
¿Primicias de una cosecha?
Sé lo que el texto no podrá trasmitir porque sería encerrar
La experiencia y la experimentación sirven para barrer borrar
y esconder bajo la alfombra de letras
¿Qué surgirá de esta fricción?
¿Seré yo en el perfil escrito?
Como cuando se golpea con el taco en la mesa de billar
el sentido se desorganiza para cualquiera
Lo suelto favorece la potencia
Corre la razón y crea la locura
No al estilo único
La operación asociativa se activa
Igual que la maleza que crece en la prosa de Lezama
y en las lecciones de Durand
El armado será la síntesis de lo que no se expresó
La hipocresía es la última acusación que podría hacerse a un lector
En una misma esquina beben cerveza Elon Musk
y Thelonious Monk
Brindan por los poetas distinguidos y por los poetas marginales
Alcoholes de Bukowski y Alcoholes de Apollinaire
¿Quién no apuesta a nuevas fantasías?
¿Quién no quiere sanar sus cicatrices en el camino del bonzo?
Sé que junto oscuras joyas de porcelana
Golosinas, pastel y bagatelas
El espíritu está dispuesto pero la voz es débil
El mundo es un sitio hostil para soñar
Lo supo Shakespeare
Pero sí, los milagros existen, Albert Einstein
Como los rayos de la rueda de una bicicleta
después de las ondulaciones de los círculos
la última rotación deja un espacio libre
un atrevimiento
un desliz
un globo rojo
revivido
***
Desnudos a orillas del devenir
Déjame contemplar tu tatuaje hasta dormirme.
Cobija mi tristeza hasta hacerme llorar.
Exorcízame.
“…between midnight and dawn,
when the past is all deception”
T.S.Eliot
Al margen de la noche celebran su juego los leopardos
Es demasiado tarde volver a amanecer
Todo amante sabe que es un cristal que espera
Toda madrugada es un réquiem
***
Metrónomo del cuore
Tic tac tic tac/ dinamita en el hueco del pecho,
gruta del pálpito y la zozobra,
barcaza saltimbanqui.
Para qué, para quién, tanto ir y venir.
Para qué para quién, subir, bajar, estarse rápido.
Olvidá la inmundicia del mundo y seguí.
Reíte con locura aunque merezcas descanso.
Aceptá con alegría el agobio y silenciá tu queja.
Curáte con aceite y vino.
Transformá tu miseria en misericordia.
Escribí tu pasión sin causa.
Cada autor mentira una ficción que se parece a sí mismo.
Fuera del poema siempre habrá un dolor que atender:
el yo más profundo,
un terror que manejar como se pueda.
Tic tac tic tac…
Aplastá la cabeza de la cobra,
continuá cínicamente el juego.
Buscá cobijo bajo el manto del Nazareno.
Apostá a la eternidad.
***
Fascinación de la luz en Corfú
La pasión sostiene el fondo del universo
Comer una almeja es hacer el amor con el mar
La lengua se deleita en alabanzas
La vida es pródiga cuando se tiene la suerte del aprendiz
No conoceré Alejandría pero tomaré un café con Cavafis
Aún espero grandes días
La alegría baila en el filo de un puñal
Voy por unas pocas líneas más
Para regresar al Pireo debo pagar 23 dracmas al barquero
El destino y el desdén se cumplirán inexorables
¡Salud, hábito de perseguir palabras!
Sólo quiero hacer acrobacias sin caerme
La poesía es la medida de todas las cosas
El Jónico es un sol azul del horizonte
***
El gato de Schrodinger
El devenir flota como una forma vacía.
¿Cuántos puntos de vista convergen en uno?
Monedas olvidadas en la arena.
Anillos perdidos en el mar.
Lo sabían los arduos alumnos de Protágoras:
cualquier absoluto es vulnerable,
la definición tambalea.
¿Interpretaciones?
Tantas posibles como los ángulos de un caleidoscopio.
¿Quién apuesta sin equivocarse?
La traición es humana.
Olvidarla, sublime.
La verdad sólo puede expresarse en gotas.
No lamentemos aquello que se borra y acaba.
Esto es un teatro de títeres.
La fantasía es un lujo.
Permanecer en lo escrito es un deseo intacto. Tenaz.
Dinamitar pretensiones libera límites y sentido.
La concentración se contradice.
¿Quién suplantará al que no fuimos y quiso?
¿Nos salvará la vanidad de un ego compungido?
¿El hablar que no se obtuvo?
¿Lo que se dice que no es?
¿Lo que se dijo y queda diciendo?
Todo cabe en la crucifixión de una encrucijada.
Lo extraordinario sólo sucede en la página.
Pasemos al porvenir.
En voz baja, en puntas de pie
como un gato sobre un tapiz de cuarzo.
ENTREVISTA CON EL AUTOR
Gilgamesh: Alfredo, tu obra poética tiene una fuerte impronta metafísica, «una herida insondable,/ nacida del abismo de las formas». ¿Cómo llegás a «La poesía es la medida de todas las cosas»?
Alfredo Lemon: Sí es verdad. Eso se señala y es correcto. Creo que más allá de la emoción o el sentimiento o el flash del que pueden surgir e irse armando, estructurando las piezas poéticas, voy como encontrando y vislumbrando frases como sentencias que se escriben solas o se me presentan y se me dictan como proposiciones que conectan la búsqueda estética con alguna definición que sirve y aclara el discurso. Puntualmente, en el caso de la frase “La poesía es la medida de todas las cosas” modifiqué el decir de Protágoras para darle más fuerza a la poesía (y a toda su realidad abarcante) que al hombre, pensándola, escribiéndola. Para darle más fuerza a la creación, más potencia al intento de poetizar que al hacedor de esa acción. Recuerdo que me surgió en un viaje por Grecia, yendo de Atenas a Corfú o viceversa. Fue luego de una larga meditación disfrutando en la arena frente al horizonte del mar Jónico. En general me gusta apropiarme de alguna frase leída o aprendida y darle otra vuelta, modificarle o cambiarle alguna palabra para re-significarla en un nuevo sentido. En el fondo, pretendo crear un lenguaje propio que igualmente sigue siendo de otros tantos. Me dejo escribir por un impulso intuitivo, errante, proveniente de una situación, algo oído, algo visto, una película, un impacto que resuena en mi ser íntimo, y que no siempre tiene una explicación lógica o inconsciente. Dando luz a esos ecos, quizá se establezca la novedad. El poema perfila un mundo “otro” diferente al que percibimos, crea “otro” con aquello supuesto y lo demás. En la poesía todo es decible y posible. Cualquier tópico (nuevo o usado) cabe y puede ser motivo de un poema. La óptica y la impronta del poeta es lo que importa.
Gilgamesh: ¿En qué consiste ese llamado de «Vengan, palabras torpes forajidas/ ¡Signifiquen!»?
Alfredo Lemon: Lo siento como un grito, un clamor, un reclamo a la huidiza inspiración para que aparezca y se pose en el punto más blanco del centro de la página. Que llegue la tiza a mi pizarra. Es un esfuerzo por tornar real a la vida y que mi escribir lo refleje.
Gilgamesh: De «Eclipses, arritmias y paranoias» a «23» pasaron cuarenta años de escritura, cinco libros editados, una antología personal. Me gustaría indagar en el proceso creativo de tus poemarios. ¿Qué lectura hacés de esos primeros poemas a los actuales, qué búsquedas siguen y cuáles van cambiando de un libro a otro?
Alfredo Lemon: Siempre sentí, desde el primer libro, “Eclipses, arritmias y paranoias” escrito a mis 23 años, hasta el que por ahora es el último recientemente editado, “23”, a mis 63, que están cruzados por búsquedas y procesos similares de escritura y de temáticas. En todas las entregas hay asuntos recurrentes que comprenden, mayormente, reflexiones existenciales, el amor, los dramas, lo fugaz, las pérdidas. Igualmente, comprenden divagaciones sobre la escritura del poema y la poesía, vivencias y recuerdos de viajes y un costado místico espiritual que con cierto tono sapiencial se vuelve palabra sólo cuando su madurez cae y renace después de un silencio esencial. Con Margarite Duras, estimo que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo y también sobre el cuerpo muerto del amor, que son en esos estados de ausencia donde se hunde el escribir, no para reemplazar nada de lo que se ha vivido o supuestamente ha sido sino para consignar el desierto dejado. Aunque también puede haber inspiraciones como chispazos de celebración y disfrute, gozos breves que la vida ofrece como frutos frescos dulces al paladar y exigen ser dichos. Cuando reuní mi antología personal en e-book, en “Página de Poesía” (2018), fue como hacer una criba, una memoria y balance de lo que me pareció lo más logrado. Soy muy obsesivo y exigente con mis trabajos y los corrijo mucho, sin apuro en publicarlos bajo un título que los agrupe. Hoy concibo el trance escritural como un temblor religioso, un llamado que me sacude intensamente y asciende secreto desde mi interior hacia un arrebato, un sortilegio, un rapto. Pero otras veces me dejo llevar por el desorden aparente, un caos fluyente, sílabas del misterio, electricidad de la música y el sonido de los párrafos, sin descuidar el sentido, aunque se camine a tientas y sin brújula. La “reflexión vertiginosa” de la que hablaba Cardoza y Aragón. Un vínculo intangible dentro de un universo trepidante (el yo) que contiene variados elementos en ebullición. Quisiera poder ser un receptor lo más fiel posible a esa primera pulsión, atraparla y moldearla lo mejor posible y luego entregarla a la nada, a lo que sea, a lo que tenga que pasar.
Gilgamesh: Sos abogado y profesor de filosofía. ¿Cómo inciden en tu obra estas profesiones? ¿Llevás la poesía a la enseñanza de filosofía y a los alegatos jurídicos?
Alfredo Lemon: ¡Qué buena pregunta! En realidad, ya jubilado de ambas actividades, no reniego de ellas porque han sido las que me han sostenido materialmente para poder desarrollarme en otros ámbitos. Durante 34 años abracé con pasión y vocación la abogacía y durante 12 años ejercí con vocación y pasión la docencia en distintas universidades de Córdoba. Pero hoy, en la distancia del pasado, las veo y las siento como páginas, penumbras de otras vidas anteriores que tuve. Uno muere y renace muchas veces en esta misma vida. Fue partir de los 50 años como que comencé de nuevo, más abocado a la poesía, a lo artístico, a lo bohemio si se quiere, otras búsquedas espirituales y a seguir estudiando por mi cuenta -principalmente- literatura argentina. Pero todo tiene que ver con todo a la vez. Un docente -que fue uno de mis maestros en la Facultad de Abogacía, Alfredo Mooney- me apodó el poeta del derecho constitucional. Y otro, Camel Manzur,, exagerando desde luego, al concluir un alegato comparó mi actuación con una escena de Shakespeare. Retomando, estimo que en la formación humanística todo suma y nada se excluye de manera determinante. Además, también es correcto, reconozco que esos conocimientos siguen influyendo en mi estilo y formas de escritura. Lo jurídico y lo filosófico son una parte muy importante de mi formación. En lo referente a los asuntos literarios me considero primordialmente un autodidacta. Corro y me corro hacia diferentes estéticas expresivas y no me detengo en ninguna en particular. Algunas veces prefiero un poema breve que diga o sugiera mucho. Y otras, necesito disparar varias enunciaciones, imágenes que fluyen de la imaginación para significar y lograr lo que intenté originariamente: acaso de lo inasible, aura imposible.
Gilgamesh: ¿Con qué biblioteca empezaste a construir tu horizonte lector/escritor? ¿Qué biblioteca te es imprescindible hoy para seguir en esta tarea?
Alfredo Lemon: Siempre frecuenté y frecuento a los clásicos porque ellos son y serán siempre nuestros contemporáneos. A través de sus líneas eternas, estuvieron y están los autores que admiré desde que empecé a escribir: Lugones, Borges, Girri, Molina, Molinari, Bayley, Girondo. Casi todos los integrantes de las generaciones de los 40’ y los 50’ argentinos. Y la llamada generación de los 90’, ineludibles para saberlos cerca, vigentes y para pelear nuevos desafíos con algunos de ellos. He abrevado en Rilke, Pavese, Montale, Vallejo, Cernuda, Eliot, Stevens, Whitman, Pound. En los poetas españoles de la Generación del 27’, en los surrealistas franceses, y un largo etcétera. En los últimos años me he enfocado, para aprovechar el tiempo que me queda, en leer, casi excluyentemente, poesía argentina, latinoamericana, contemporánea. Bastante de los más jóvenes, para seguir instruyéndome y asombrándome. Perspectivas ricas que se tejen y sustentan con abiertas estéticas y que, seguramente, el devenir también depurará.
Gilgamesh: ¿Cómo es tu inserción en el ambiente poético? ¿Qué significado tiene para vos ser un poeta de Córdoba?
Alfredo Lemon: Hubo un momento, cuando fui joven (en los 80’), que sí me sentía parte de la gente que escribía en Córdoba y de la movida literaria de ese entonces. Era la época del regreso de la democracia y todos vivíamos como en una primavera. Afloraba la creatividad por todas partes. Era un resurgir del país y con esa actitud, también era palpable un renacer del arte y lo festivo esperanzador. La libertad se había apoderado de todos y se presentaba para disfrutarla. Además en ese entonces nos conocíamos casi todos y nos respetábamos y compartíamos las diferentes propuestas estéticas de cada uno y en las discusiones y estilos nos enriquecíamos. Siempre admiré al grupo “Raíz y Palabra” (Arévalo, Garro Aguilar, Jaeggi, Cabral, Vargas) que hicieron historia en la literatura de Córdoba postdictadura y que, para mí, fueron mis referentes. Actualmente me siento dignamente un marginal de la literatura oficial, de los claustros universitarios y de los grandes nombres. No es algo que me desvele el darme cuenta de ese no pertenecer. Simplemente me paro desde otro lugar y, desde mi limbo, escribo. Acompaño y celebro que existan espacios culturales como Palabras de poeta, La Bandada, La Rosa de Cobre, El bastón del Moro, el Slam Córdoba, etc. donde la gente se reúne a leer o comentar sus obras.
En cuanto a lo que significa ser un poeta de Córdoba lo siento así porque aquí nací y vivo y desde aquí escribo. No encuentro en la contemporaneidad, salvo cuando de un paisaje o de un paraje del interior del país se trate, que existan grandes diferencias con otros sitios, otras ciudades con sus regionalismos bien marcados. Me siento provinciano por mi domicilio geográfico pero universal en mi cosmovisión. Sí estimo que hay una literatura de Córdoba, una tradición, una historia con antecedentes y voces pasadas que dejaron sus improntas. Y también un presente muy interesante que se va fermentando en diversidades y multiplicidad de registros.
Gilgamesh: ¿Cómo ha sido tu experiencia con el mundo editorial a la hora de hacer circular tu obra?
Alfredo Lemon: No fue buena antes de encontrarme con Editorial Mora Barnacle. Cada vez que publiqué antes en soporte papel, en libros físicos, padecí siempre. Renegar con los editores, con los precios, con el incumplimiento de los plazos razonables de entrega, con la distribución y la circulación del material. Con Barnacle ha sido totalmente distinto, lo celebro y agradezco. Es otra cosa. Me siento respaldado por mi editor, el también poeta Alberto Cisnero y su equipo. Cumple con la palabra empeñada y con todo lo pactado y conversado. Se difunde y promueve cada aparición de los autores. Me gusta que sea una editorial en donde se nos respeta y contiene, se nos promociona y tiene un circuito agilizado que sale a mostrarnos. Una de las cosas que me sorprendió cuando desembarqué en Barnacle fue que, en menos de 48 horas, Cisnero me hizo una devolución del material enviado aceptándolo. Eso me hizo pensar es por aquí. Además, desde que tuve otros libros de Barnacle en mis manos, me gustó su estética, las tapas, la impronta física, el armado y el resultado de sus productos. Hay muy buenos autores que publican allí y se van sumando.
Gilgamesh: ¿Qué opinión te merecen los festivales, concursos, lecturas?
Alfredo Lemon: Están muy bien y ayudan, a los autores que lo desean, a socializar y dar visibilidad a sus obras. Personalmente, yo ya no voy a festivales o a congresos. Después de la pandemia se me acentuaron las fobias y los pánicos y me cuesta salir. A los concursos ya no me presento. Descreo bastante de su imparcialidad. A veces son tan inescrutables como inescrupulosos. Pero si hay transparencia, pueden legitimar y dar un empujón a un autor para hacerse conocer y editar sus textos. Además, todo reconocimiento es un mimo a lo que se hace. Uno pone la lupa y la sospecha cuando algún amigo del jurado resulta premiado… Pero bueno, hay autores que sí se merecen ser premiados y no lo son. O merecían serlo y no lo fueron. Respecto a las mesas de lecturas, trato de evitarlas también. No soy un buen lector para leer mis cosas en público, lo reconozco. Me pongo nervioso y no lo disfruto. Entonces prefiero que sean los posibles lectores directamente los que las lean e interpreten con su propia voz.
Gilgamesh: Tu obra ha sido reconocida y premiada. ¿Cómo vivís estas instancias?
Alfredo Lemon: No creo tener una obra reconocida. Creo que sí ahora, con “23”, luego de no publicar un libro después de tantos años, sigue siendo una obra construyéndose, no acabada y que tal vez se consolide con un próximo poemario. Tal vez en esa instancia se cierre un ciclo más certero y más sólido.
En cuanto al valor de los premios lo juzgo relativo. Cuando obtuve el Premio Municipal “Romilio Ribero” en 1985 fue muy gratificante. Fue un reconocimiento importante. Lo compartí con grandes autores. No conocía al jurado integrado por Francisco Colombo, Julio Castellanos y Lila Perrén de Velasco. Cuando obtuve el Premio Jóvenes Sobresalientes de la Bolsa de Comercio de Córdoba en 1994 fue un acto muy emotivo y a la vez formal, con personalidades destacadas de todos los ámbitos de la cultura y la ciencia. Cuando obtuve el Premio de la Asociación de Escritores Argentinos por mi libro “Humanidad hecha de palabras” en 1995, viajé a Mendoza a recibirlo y lo celebré con champagne. Cuando me premiaron en la Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias por “El preámbulo de la Constitución Nacional” en 1999, (tres ediciones con prólogo de Pedro José Frías), también me puse muy contento. Eso es lo que me acuerdo.
Gilgamesh: ¿En qué nuevos proyectos escriturales estás?
Alfredo Lemon: Estoy disfrutando con la reciente aparición de “23”, lo cual me está dando más satisfacciones de lo que esperaba. Por la devolución de la gente principalmente. Aprovechando ese impulso, esa energía que se ha movido, vengo trabajando y corrigiendo otros poemas que me gustaría publicar en algún momento. Veremos cómo sigo, no hay apuro. Me sorprendo con la sensación de creer que esos nuevos textos se van escribiendo a sí mismos.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Alfredo Lemon: Es muy cierto el planteo y la descripción que lúcidamente refiere Alejandra Boero. hay “un lazo perdido” y “el gran público” ha quedado afuera del juego. Sí, los poetas mayormente nos leemos entre nosotros y a veces ni eso. Pareciera que hay más gente que escribe que la que lee. También es cierto que la poesía se ha vuelto principalmente un asunto lírico, privado, lejos de la memoria histórica de los pueblos pero, al mismo tiempo, hay y ha habido muy buena poesía social y política en nuestro país, por ejemplo y sin ir más lejos. Poesía de denuncia y compromiso alerta a los debates y a las necesidades que las coyunturas iban y van requiriendo y demandando. También siempre puede hacerse una lectura política de nuestras poéticas con más o menos argumentos. La poesía nos permite leer la realidad circundante y auscultar los problemas que nos acucian e interpelan como sociedad. Nada de lo humano debe resultarle ajeno. Como autores, ahora puntualmente, creo que debemos estar atentos a las crisis que arrastra y vive la Argentina. No olvidar ni a los desaparecidos, el exilio, las Malvinas, las Madres, las Abuelas, la defensa de los 40 años de democracia, los femicidios, los ecocidios, la pandemia, los duelos, los discursos del odio, el reconocimiento que faltan de más derechos, las incertidumbres que se vislumbran ante una elección nacional que se avecina, la violencia amenazante de una motosierra. La poesía debe ayudar a mirar y mirarnos entre todos. Seguir escribiendo ese ser vivo (lo que está ocurriéndonos) en el poema. Ese artefacto, esa creación, preocupada por el presente y el futuro, porque las palabras nos hablan de las heridas obtenidas y expone lo oculto para que salga a la luz. La poesía, con su voz, debe señalar la indignidad de los vulnerables y olvidados en la sombra. Como un acto de fe, una intensión, no una razón. Siguiendo a Liliana Lukin: “Reivindico para la poesía ese lugar de estar trabajando con la memoria. Cuerpo y memoria, poner el cuerpo para no olvidar…Militamos leyendo…La escritura también es una militancia.” Como quería Gelman: “A sacudir las palabras cansadas y que la lengua eche a volar de nuevo por el cielo”.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
ALFREDO LEMON
Córdoba, República Argentina, 1960.
Es abogado. Ejerció como Profesor de Filosofía en distintas Universidades de Córdoba.
Obra poética:
“Eclipses, arritmias y paranoias” (1983)
"Cuerpo amanecido (1988)
"Humanidad hecha de palabras" (1991)
“Sobre el cristal del papel” (2000)
“23” (2023)
Colabora regularmente en el blog de Gustavo Tisocco “Mis poetas contemporáneos” y la revista “Palabras de poeta”.
Recibió numerosos premios como: “Romilio Rivero, Municipalidad de Córdoba”, 1985; “José Hernández”, Colegio de Abogados de Córdoba, 1987; “Plaza de los poetas, José Pedroni”. Santa Fe, 1992; “Escritores por la paz”, Sociedad Científica Argentina, 1994; “Premio Jóvenes Sobresalientes” de la Bolsa de Comercio de Córdoba, 1994; “Asociación de Escritores Argentinos”. Mendoza, 1995; “Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias”. Córdoba, 1995; Premio Sociedad de Escritores de Río Cuarto, 2005 y mención de Honor Premio “Primo Belletti”, Sociedad Argentina de Escritores Villa María, 2007.

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