martes, 21 de mayo de 2024

 

GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MARÍA NEGRONI

(Publicado en la página de Facebook el 26 de enero de 2022)

María Negroni nació en Rosario, Argentina.

Crédito de la foto: Alejandro Guyot

En sus respuestas a nuestra entrevista, María dice:

«...siempre he tenido la impresión de que escribir era más bien enfrentarse a todo tipo de imposibilidades».

«Apuntar a eso inasible, inexpresable, que está por detrás o por debajo o al costado de las palabras es lo único que importa».

Te invitamos a leer a María. ¡Adelante!

SELECCIÓN DE SU OBRA

Del libro «Cantar la nada»

ALGO NUNCA VISTO
como cuando se dice a alguien
no te despiertes de mí
no me prohíbas
con tu razón traidora
y a bordo de un velero azul
aparecen de pronto
varias figuras retóricas

la anáfora de un beso
la catacresis de un llanto

y una linterna mágica
alumbra
la sinfonía del mundo

oro mudo
en la noche del pájaro

SIGUIENDO UN FUEGO
ahora
si puede decirse ahora
para esto
que siempre está pasando y vino
y encenderá la luz

detrás de cuál imagen

vos
contra un paisaje
cada vez en su temblor

eternamente mi ciudad
que todavía no se supo

y sin embargo estoy cantando
a ese camino que me abrís

encandilada
como una oscuridad
en otra oscuridad

DIECISIETE CILINDROS
PARA UN CONCEPTO IMPOSIBLE
apenas un presente
arbitrario en el calor
vencido del verano
y en medio de eso
más verde que la hierba
como acunarse cotidiano
la ausencia
de algo que se toca
pocas cosas
mi amor

como esta tempestad
que todavía ni siquiera
nos delata
tu luz golpea
en las colinas de mi cuerpo
la estación —muy quieta—
festeja
la catástrofe

SANTA MARIA DELLA VITA

la espera es lo pleno
de la ausencia

un terror
de ver al fin
eso que siempre

antes
o tal vez asidua
esta amatoria a cuestas

el madrimiento
que me alimenta el alma
el nido las hechuras

esa casa por años
en mi canción alguna

su tanta prueba
su casi toda prueba
de infortunio y de pasmo

gira en torno el invierno

alguna urgencia
no se calma con nunca

ESCRITURAS

el arte es una cosa mental
pero tus manos
alzadas
a lo invisible de mí

como si fueran sordas
al tacto
de lo que no tendremos

quisieron abrir un cauce

y así fuimos un río
y nos íbamos
de la boca a la boca
sin más expectativa
que todo

y hasta pudiera decirse
que una ciudad perdida
se asomó a tu dibujo

mientras los cuerpos volvían
a saber eso que ignoran

LOS CEMENTERIOS DE PARÍS

el mismo mapa siempre

la misma guerra
a los suburbios del poema
donde el dolor se alitera
sin alcanzar su exilio

o tal vez un deseo
de hallar un punto fijo
para la emigración
y la conciencia

y después líneas
pájaros absueltos
de su mañana muerta

esa música
entre la nada y la cabeza

ISOLDA EN TRES SILOGISMOS

la espada entre los cuerpos
a modo de cautela
o quizá
para nacer gracias a un límite

algo del rojo de mis labios
como terror a estar desnuda

en el bosque desierto
dije de pronto que sí

la noche poquísima
la vida añorando

la dulce herida

37 MUCHACHAS
EN BUSCA DE UNA MARIPOSA BLANCA

como si hubiera otra infancia
para venir del mundo
al mundo
en puntas de pie
en ciertas madrugadas

o un hilo
para soltar a ciegas
el horizonte y las palabras

esa intuición
de pentagramas blancos

ese estupor adentro
sereno casi

en dirección a lo absoluto

NOCTURNO

nunca vi un cielo así
repleto de batallas
a punto de ocurrir

como si hubiera una verdad
en algún sitio

o noche diminuta
para un concierto
inmenso

no sé de otra espiral
donde mi flor oscura
se tolere

incluso plena
incluso abandonada

MONÓLOGO INTERIOR

¿cosa busca la noche
cuando aquí prolifera
tu ausencia más palpable

y yo me quedo en vano
cada vez hacia nadie

eco de qué mármol
de qué aurora

luz de sombra de tu luz
que me naciera

o alegoría del oído

esa campana
repicando

por todo paisaje?

Del libro «Arte y Fuga»

V
(canon inversus)

una mujer espera
a la orilla del río
para decir lo que no sabe

y el río la ve y no la ve
y ella
en su desnuda inexperiencia
a punto de llegar a lo que busca
eso
que tal vez podría decir
pero no sabe
querer

canta

canta como dormirse
en el regazo del agua
que la escribe

como llamando
al río de su cuerpo
que calla de deseo
en la indecisa noche
que lo inspira

y así
en la medida de las cosas
espera
lo que ansiaría
preferir

un líquido temblor
una música incumplida
para saber qué dice
cuando dice
no saber

otoño en la ribera
abiertamente noche

no hay
más historia que ésta

una mujer que invade
la página nerviosa del deseo
como una muerte atenta
a lo que vive
dentro de ella

esa impaciencia
por ser lo que sería
si el corazón hablara
tranquilo en su orfandad

y el río la ve
y después no la ve

y ella
que ignora lo que supo
sin por qué
la inverosímil casa
de las cosas

canta
está cantando ahora
como emprender un vuelo
hacia sí misma

y el río se va
se va la pena escrita
llevándose su imagen
a las tierras del mar
donde ella todavía
no nació
y es ya una desinencia

V

(musiklexicon)
«Vous cherchez trop à comprendre
ce qui se passe, cher Monsieur.
C’est un grave défaut».
Jean Cocteau

a ciertos besos
a la subida del invierno
es mejor no entrar
se ve demasiado
o demasiado poco

¿Usted sabe quién soy?
sí una idea una prisión arbolada
un gran lobo negro

¿qué clase de lobo?
mi pequeño sol de aquel lugar
esas nieblas

así es
todo tiene su sombra
su cuerpo
a medio hacer

había una vez una vez
una vez

¿hay alguien?

¿una niña
de acá para allá
de allá para acá
nunca más allá de?

entre lo que no llega y lo que ni siquiera
cabría esperar que llegue
todo y nada
la demanda absoluta
de la vida

a ciertos fríos
a ciertos besos oscuramente sueltos
mejor no entrar

no hay qué decir
no hay cómo no decir
lo que no hay

había una vez
un aquí

había un aquí
allí
¿Usted sabe quién soy?
sí la historia de la palabra nunca
el destello de una noche al frotarse contra otra

¿qué clase de noche?
una traición a la infancia
así es
todo tiene su cesto
de significantes rojos

esas nieblas
donde la pena adorna
la caminata inmóvil del poema
y el Deseo canta
lejos
muy lejos
el inconcluso cuerpo
de lo real

VI
(accidentien)

Buenos Aires no es
la ciudad de los amantes

al viajar
las flechas se distraen
el otoño
llega a un lugar equivocado
o no llega

los barcos
como pequeños cortejos
entre palabra y palabra
se beben el viento el odio
la triste rosa sexual

es difícil alcanzar
el enigma que se es

naturalmente
la confusión de estar en un cuerpo
nunca emigra

a lo sumo
Buenos Aires muere
como una ciudad inclinada

tienen miedo los barcos
a no poder salir
a no querer salir
de la jaula obscena del lenguaje

en realidad
nada ha empezado todavía
nada podría empezar
cuando buscamos lo absoluto
y no encontramos sino flechas
distraídas

es así
no tan breve la cárcel
no tan breve el cadáver
de la rosa sexual

para salir hay que entrar
no por la izquierda
sino por la izquierda

los barcos mienten cuando escriben
mienten cuando no escriben
las decisiones toman un cariz
un poco
trágico

oh Sócrates
haz música

un motín
en el hogar del miedo
no resuelve el enigma
del miedo del hogar

a lo sumo
como esas flechas que llegan
y nunca han existido

las palabras
mueren como deben

luz encerrada afuera
ciudad que no he de escribir

VII
(intemporare)

ciertas músicas
hablan
de lo que siempre no habla

como un poema sobre nada
vuelan en la noche
de aquello que no existe
o existe en la serenidad de las preguntas
de un pájaro agraciado

canta lo que es
y se apresura a morir
para nacer de nuevo
al don breve del mundo

a ras del ala el canto
a ras del canto
la flecha distraída
por su propio esplendor
y su desdicha

llueve
adentro de la música

la música es el mundo—dice el agua
la música es el agua—
dice la sed que escribe
en el pequeño laberinto
armónico del cuerpo

luz leída o cielo memorioso
que somos y no somos
en el inquieto río
de tu nada

ah vida
como otra infancia
esta vez más adentro
el ruiseñor de sombra
cruza el lenguaje

nota contra nota
tu lluvia hospitalaria
no sabe decir cómo es
y no importa

VIII
(quodlibet)

«ir volver
de un adónde a un adónde»
Susana Thénon

es difícil aquí
no precisamente el Canto X
del Paraíso

¿y?
mucho mejor que irse
y después repetir
cada tanto
éramos había

a veces es tan raro
hay una máquina de guerra
per me si va tra la perduta gente

oh eso

juro que vomito
si escucho una vez más
«todavía cantamos»

no será para tanto
se trata de vivir ¿no?
hoy esto
mañana lo mismo
hay un jardín arrasado
abril mueve memorias
eso es todo

bueno
casi todo

a veces
también es hermoso
la partera canta
en el hogar del miedo

¿será posible?

más o menos
siempre más o menos
te ordeno que sueñes que sufras
que hagas el amor
más o menos

así es
domingo tras domingo
aquí o allá
la sombra al cuello
el inhallable
caracol

¿y después?

después nada

sin que nadie lo anuncie
un día cualquiera
aparece con vida
la palabra cuerpo

hay que ver cómo canta
la ciudad exiliada

IX
(ricercare)
m’illumino
d’immenso»
UNGARETTI

algo llega
o es como si llegara
en pequeñas oleadas de sed
a algún país de mí
a punto de surgir
como una luna

como una oscuridad
al borde de la noche llega
o pareciera que llega

crece el agua
en mi lenguaje aproximado
como un secreto mío
que aceptara morir

aparecer
ardiendo en la ternura
que va de nadie a nadie
cuando tu luz abre las alas

algo llega
o habrá venido siempre
como una irrealidad que el agua inventa
sin saber que lo que busca
es ella misma
distraída de buscar

esto que somos
un miedo en lo extranjero del lenguaje
un pedacito de tiniebla
en la precaria casa
de vivir

así
la noche de tu cuerpo
no es tu cuerpo
es apenas la urgencia de escuchar
eso que canta
en lo amarillo del otoño
como país de lo invisible

tanta piedra o cielo de mi sol
o herida que se sabe
ternura encarcelada

oscurece
la música es el centro
de lo que no ocurre

falta mirar
lo que vemos

la paulatina aparición de lo perdido
tu belleza que sube por mi frase
más desconocida
y es este desierto inmenso
iluminado más que nunca

donde soy
y no soy

el agua que te bebe

Del libro «Interludio en Berlín»

Era de noche o de día en mi biblioteca emocional. Primeras aventuras, casi graves, casi tristes, y el amor ni al Este ni al Oeste de la zona oscura. Sin consuelo, el monólogo de la vida. Tuve que parar al primero que pasaba y preguntar: ¿Cuál yo es yo? El hombre pareció desesperarse. Bajó las escaleras de un libro a otro, y empezó a desvestirme de mis frases de piedra.

*

En Berlín, entré por segunda vez como si yo misma fuera el muro que ha dejado de existir. Graffiti en las costras del cuerpo. Confusiones de muchacha del Tercer Mundo que perdió la fe en las revoluciones, talmente lista a sepultar al amor cuando locura ya no hubo que la ayudara a perderse. Tuve que insinuarme en estrechuras, ser otra respecto de nadie, renglón sensible, con una voz de aire delgado. Pasó una nena en bicicleta. Enseñame, le dije, cómo escribir lo que me extraña. Se alejó sin darse vuelta, liturgia erguida en mi estrella nómade.

*

Pensé un texto que dijera algo así: “Busqué un teléfono, un cine, una clase de yoga y nada”, pero enseguida lo descarté. Al corazón lo había dejado suelto en el estante de las obsesiones, entre el afán de volver y la moral de partir. ¿Con qué cara iba a enfrentar los desafíos, incluso los que me aburren intensamente? Me puse a contar los hechos y los hechos, y me quedé a merced de un viento protestante. Alguna vez fui feliz de estar viajando.

*

Días en que me encierro con todo lo necesario adentro y ningún cielo afuera. Nada como la sensualidad de la nada. Por la calle, pueden pasar todas las alemanas del mundo hacia el contorno de alguna realidad tan irreal como la mía. ¿Qué podría importarme? He aquí mi pedacito de infierno, mi derrota dulcísima: sentarme bajo el sol negro de mi propio cuerpo cuando las plazas duermen y es la hora del siglo XIX. Mañana te cuento cómo me fue.

*

Hoy no cayó ningún chaparrón ni llovió con sol. Ningún diálogo sordo, como tormenta en mí y fuera de mí. Me reí como tonta cuando vi en un espejo mis gestos de mudanza. Tuve que pararme a respirar. Tuve que hacer un esfuerzo para repetir los verbos de la pertenencia. Sólo de noche pierdo las cosas para siempre y no me importa. Sólo de noche extiendo las manos al vacío y lo doy todo a cambio del asombro.

*

A esto se reducen mis pecados traducibles a ningún idioma: no logré transformarme en militante sensual. Soy aún la chica diligente, organizando la carencia. ¿Alguna vez amó mi corazón? Rápido e intenso, el domingo llega, reparte golosinas, muertos, besos políticos, y cae en el país de lo irreal. Yo misma partida por el eje. Tomé vino a ver si así atraía un cielo protector.

*

La adivina no habló de ternura. Tampoco dijo cómo no vivir. Tendrás que ser paciente, dijo, sobre todo a las diez de la noche, cuando alguien puede llegar y hacer un censo de tu casa quieta, incluyendo tu habitación de escribir, tan brutalmente exigua de estudios corporales, tan sin pena ni diestra, mientras se pierden uno a uno tus rostros y vos te quedás famosa, pero down muy down.

*

¿Qué hacer cuando todo promueve la felicidad verde? Los miedos llegan a grandes bocanadas. Lo que es peor, se suben a la cama, con su voz de máquina soltera, su lección de tinieblas, como hilando motivos de un viaje sin motivos. Y después niegan lo que fui, mis sueños más feroces, su acústica ciega en mi hora de artista. Cascabel, cascabel. Se oye una música fósil. Me falta algo y no sé qué es.

*

Zoologischen Garten: pequeño laberinto armónico bajo una luz de infancia. Nadie piensa allí. O el pensamiento se piensa solo, secreto y alto como una Reina Ausente. De vez en cuando, un leopardo viaja a su transparencia, sin voluntad, sin escenas de invierno, sin conciencia de la primera persona del singular. Va y viene por su recinto, hecho caligrafía, entre dos orillas inexistentes. De arriba abajo, de adelante a atrás. Ésta es mi alma, dice. Cómela y bébela.



Del libro «Archivo Dickinson»

BIOGRAFÍA

Me llamo Emily. Nací en Nueva Inglaterra, un 10 de diciembre muy blanco y altivo, y otra vez blanco. Mi padre nos leía la Biblia con ojos de Pentateuco, afirmando que ese libro, que es el Libro de los Libros, contiene cuanto existe de inhallable en lo real. Tuve que buscar cómo engendrarme de algún modo, recurrir al silencio que es nido muy vacío, muy en paz. Así inventé los bosques, el desquiciado mundo, la antigüedad del agua. Ésa fue mi forma de partir. Aún no he regresado.

EXTRAVAGANCIA

Toda la vida quise que el yo estuviera ausente, que las abejas –ciegas— dieran ser al ser. Por ese anhelo, pasa un panal de silencio, y un coraje nace, para el que no existe forma pronominal.
Me gusta soñar otros mundos, escribir – con los labios— la abstracción del deseo.
Cuerpo abajo, la irrealidad liba— frenética.
Si sigo así, me quedaré del todo huérfana.

SUEÑO

La mujer avanzaba por un jardín de escarchas. La blancura le pareció un engaño, algo así como un tedio irresuelto. Esperó a que un zorro la acostara en la vida.
“El problema,” pensó, “es que retornaré como ceniza. A esto le llamamos: perfección imperfecta, durar, exiliarse en la carne de la propia astucia, sin renunciar jamás a las neuralgias –ningún día en un año.”
La mujer sucumbió sin dejar rastros o el jardín se esfumó con las fauces abiertas.

VERANO

Roto el después, el antes, el tal vez mañana, el mundo se encabrita, y las cigarras, los cascarudos, los bichitos de luz, debajo de las ramas, se dan cita en el estío galopante, con pasmosa impertinencia.
No se puede pedir más.
La finitud cabalga como puede.

CIRCUNFERENCIA

Todo lo que muere de humo blanco en la cocina de lo vivo, sale por la ventana y vuelve a entrar, transformado en asombro. Así se engaña al cuerpo, se reemplaza el vacío con cantos filosos. Y todo en dirección a algo tremendo, con rondas de ida y vuelta, entre un agua enlutada y signos que señalan su propia lenta cuna. Señoras y Señores: ese trompo –inútil y perfecto— es sólo una idea clavada en su sombra. Yo misma, algún día, emitiré luz y volaré, no con alas sino con muchas cintas, y cambiar de lugar será, para mí, cambiar de mundo suavemente.

BATALLA

A veces, me olvido del Árbol del Bien y del Mal, y es como si me acordara del Bien que hay en el Mal, de los riquísimos dones que se disfrazan de lobos, de besos diezmados en la selva que piensa. Y, en ese momento, mis toldos verbales se hunden, y alcanzo el duro corazón, y lo hago deletrear la luz en un cuaderno analfabeto. Cosas así. Dicen que miles de muertos, enteros y ariscos, desfilan entonces y rumian historias nunca oídas. Y yo me disuelvo también, y estoy fecunda, noche arriba, como una joya oscura.

ENTREVISTA CON LA AUTORA

Gilgamesh: María, tu literatura es un mapa que invita a un recorrido por fuera de cualquier género o por una geografía que deja la implosión de los mismos. Tus «artefactos literarios» han generado una verdadera deconstrucción lectora. ¿Qué ha significado «...emprender un vuelo / hacia sí misma...»? ¿Podrías contarnos cómo es tu proceso creativo? ¿Qué cambia en la escritura de «...el mismo mapa siempre...» de un libro a otro?

María Negroni: Es muy difícil hablar del propio trabajo. Como he dicho varias veces, una siempre escribe a ciegas. Nunca sé cómo será o qué voy a hacer de un libro a otro. Ni idea. De pronto, algo comienza adentro y todo empieza a girar en torno a ese núcleo. Es como un imán. Un imán que atrae todo lo que se le cruza por el camino mientras vos descendés, como en las catábasis griegas, y te dirigís derecho a lo que no sabés. Escribí en «El corazón del daño»:

“La escritura es un asunto grave.
No basta con recoger los restos del naufragio.
Hay que instalar, en medio de las ruinas, las marcas de la obsesión.
Y después dejarse embeber, eludiendo el tedio de cualquier presente.
Todo lo que pide es ser la intemperie misma.
Tirar del hilo de la madeja de lo que no sabe, para hilar con eso un pensamiento ciego.
A veces, por esos vericuetos se llega lejos.
Se abandona la estupidez.
Se tolera el peso de lo escaseado”.

Gilgamesh: ¿«Arte y fuga», «Cantar la nada» y «Exilium» —por nombrar solo tres de tus libros— son epítomes de tus búsquedas?¿Cómo se articulan en tu poética lectura, vida y escritura? ¿Qué «biblioteca emocional» estás armando y desarmando en tus textos?

María Negroni: No hay una sola “biblioteca emocional”. En realidad, esa biblioteca está cambiando siempre porque la vida cambia, porque cambian nuestras lecturas, porque nosotros cambiamos. Lo que sí permanece es una suerte de aceptación de las obsesiones que nos empujan a seguir buscando y una especie de acatamiento a lo que no podemos explicar. Sobre la relación (complejísima) entre vida y escritura escribí también extensamente en «Cartas extraordinarias» y también en «El corazón del daño».

Gilgamesh: En «Exilium» leemos: «...hay mundos / que no favorecen / los hechos...». ¿Qué mundos posibilita —y cuáles no— la literatura y tu literatura? Keats escribió: «He pensado tanto sobre la Poesía». ¿Cómo la has pensado desde tu poética?

María Negroni: No sé qué mundos posibilitan la literatura y, menos, mi literatura. En mi caso, siempre he tenido la impresión de que escribir era más bien enfrentarse a todo tipo de imposibilidades.

Gilgamesh: ¿Cómo conviven en tu obra la poeta, la traductora, la crítica, la creadora y directora de la Maestría en Escritura Creativa? ¿Cómo ves desde estos ámbitos la producción poética actual? En «Carta a George B. Moore para negarle una entrevista», José Emilio Pacheco escribió: "Extraño mundo el nuestro: cada vez / le interesan más los poetas, / la poesía cada vez menos...». Irene Gruss, en una entrevista, dijo: «Se está escribiendo mucho y al pedo». ¿Que opinión te merecen estas aseveraciones? ¿Qué papel juega el mercado editorial en la producción y difusión de la poesía? ¿Pensás que este mismo mercado acompañó la especificidad de tu obra?

María Negroni: No sé bien cómo conviven entre sí la poeta, la traductora, la crítica, la creadora de la Maestría como no sé cómo conviven otros aspectos de mí que no mencionás: la mujer que va al supermercado o al gimnasio, la que tiene hijos, pareja, amigos, la que estudia, la que tiene preocupaciones como todo el mundo. Durante mucho tiempo pensé que todos esos “aspectos” eran un poco incompatibles con la figura de la poeta (¡no podía imaginarme a Baudelaire haciendo todas esas cosas!), pero con el tiempo abandoné esa idea, todo siempre ilumina lo que hacemos y también lo que escribimos. Como diría Emerson: La vida es nuestro diccionario. Sobre el resto de tu pregunta: prefiero no opinar sobre las aseveraciones de otros. Y tampoco me gustan las generalizaciones sobre la producción contemporánea. La poesía es siempre un acontecimiento. Por eso cuando leo algún libro de poemas que me conmueve lo celebro, eso alcanza. ¿El mercado editorial? No tiene la menor importancia en este asunto.

Gilgamesh: Acabás de ser galardonada con el Primer Premio Municipal 2022 por «Archivo Dickinson» en poesía y por «La noche tiene mil ojos» en ensayo. ¿Qué valor le das a estos reconocimientos? ¿Qué opinión te merecen los concursos y premios literarios?

María Negroni: Me dio mucha alegría recibir estos premios municipales, de algún modo los sentí como una “bienvenida” por parte del país (al cual regresé, como sabés, después de vivir más de 25 años afuera).

Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?

María Negroni: En mi opinión, la obligación principal que tiene todo/a poeta es intensificar su conciencia del lenguaje, es decir, entender que el lenguaje es una criatura compleja, escurridiza, insuficiente, incluso peligrosa. Esta obligación es enorme y gravísima porque atañe a cuestiones fundamentales de todos los seres humanos: nuestra relación con el tiempo y el sentido de la existencia, nuestra relación con lo sagrado, es decir, con la muerte. Apuntar a eso inasible, inexpresable, que está por detrás o por debajo o al costado de las palabras es lo único que importa.

RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA

María Negroni ha publicado numerosos libros, entre otros: «Arte y Fuga», «Cantar la nada», «Elegía Joseph Cornell», «Interludio en Berlín», «Exilium», «Objeto Satie» y «Archivo Dickinson» (poesía); «Ciudad Gótica», «Museo Negro», «El testigo lúcido», «Galería Fantástica», «Pequeño Mundo Ilustrado» y «El arte del error» (ensayo); «El sueño de Úrsula» y «La Anunciación» (ficción). Beca Guggenheim en poesía y Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI, su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco y portugués. «Islandia» (primera edición Monte Ávila Editores, 1994) recibió, por su versión en inglés (Station Hill Press, 2001), el Premio al Mejor Libro de Poesía en Traducción del año del PEN American Center (Nueva York, 2002). Acaba de ser galardonada con el Primer Premio Municipal 2022 por «Archivo Dickinson» en poesía y por «La noche tiene mil ojos» en ensayo. Su última novela «El corazón del daño» acaba de ser publicada por Literatura Random House. 


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