GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MARÍA NEGRONI
(Publicado en la página de Facebook el 26 de enero de 2022)
María Negroni nació en Rosario, Argentina.
Crédito de la foto: Alejandro Guyot
En sus respuestas a nuestra entrevista, María dice:
«...siempre he tenido la impresión de que escribir era más bien enfrentarse a todo tipo de imposibilidades».
«Apuntar a eso inasible, inexpresable, que está por detrás o por debajo o al costado de las palabras es lo único que importa».
Te invitamos a leer a María. ¡Adelante!
SELECCIÓN DE SU OBRA
Del libro «Cantar la nada»
ALGO NUNCA VISTO
como cuando se dice a alguien
no te despiertes de mí
no me prohíbas
con tu razón traidora
y a bordo de un velero azul
aparecen de pronto
varias figuras retóricas
la anáfora de un beso
la catacresis de un llanto
y una linterna mágica
alumbra
la sinfonía del mundo
oro mudo
en la noche del pájaro
SIGUIENDO UN FUEGO
ahora
si puede decirse ahora
para esto
que siempre está pasando y vino
y encenderá la luz
detrás de cuál imagen
vos
contra un paisaje
cada vez en su temblor
eternamente mi ciudad
que todavía no se supo
y sin embargo estoy cantando
a ese camino que me abrís
encandilada
como una oscuridad
en otra oscuridad
DIECISIETE CILINDROS
PARA UN CONCEPTO IMPOSIBLE
apenas un presente
arbitrario en el calor
vencido del verano
y en medio de eso
más verde que la hierba
como acunarse cotidiano
la ausencia
de algo que se toca
pocas cosas
mi amor
como esta tempestad
que todavía ni siquiera
nos delata
tu luz golpea
en las colinas de mi cuerpo
la estación —muy quieta—
festeja
la catástrofe
SANTA MARIA DELLA VITA
la espera es lo pleno
de la ausencia
un terror
de ver al fin
eso que siempre
antes
o tal vez asidua
esta amatoria a cuestas
el madrimiento
que me alimenta el alma
el nido las hechuras
esa casa por años
en mi canción alguna
su tanta prueba
su casi toda prueba
de infortunio y de pasmo
gira en torno el invierno
alguna urgencia
no se calma con nunca
ESCRITURAS
el arte es una cosa mental
pero tus manos
alzadas
a lo invisible de mí
como si fueran sordas
al tacto
de lo que no tendremos
quisieron abrir un cauce
y así fuimos un río
y nos íbamos
de la boca a la boca
sin más expectativa
que todo
y hasta pudiera decirse
que una ciudad perdida
se asomó a tu dibujo
mientras los cuerpos volvían
a saber eso que ignoran
LOS CEMENTERIOS DE PARÍS
el mismo mapa siempre
la misma guerra
a los suburbios del poema
donde el dolor se alitera
sin alcanzar su exilio
o tal vez un deseo
de hallar un punto fijo
para la emigración
y la conciencia
y después líneas
pájaros absueltos
de su mañana muerta
esa música
entre la nada y la cabeza
ISOLDA EN TRES SILOGISMOS
la espada entre los cuerpos
a modo de cautela
o quizá
para nacer gracias a un límite
algo del rojo de mis labios
como terror a estar desnuda
en el bosque desierto
dije de pronto que sí
la noche poquísima
la vida añorando
la dulce herida
37 MUCHACHAS
EN BUSCA DE UNA MARIPOSA BLANCA
como si hubiera otra infancia
para venir del mundo
al mundo
en puntas de pie
en ciertas madrugadas
o un hilo
para soltar a ciegas
el horizonte y las palabras
esa intuición
de pentagramas blancos
ese estupor adentro
sereno casi
en dirección a lo absoluto
NOCTURNO
nunca vi un cielo así
repleto de batallas
a punto de ocurrir
como si hubiera una verdad
en algún sitio
o noche diminuta
para un concierto
inmenso
no sé de otra espiral
donde mi flor oscura
se tolere
incluso plena
incluso abandonada
MONÓLOGO INTERIOR
¿cosa busca la noche
cuando aquí prolifera
tu ausencia más palpable
y yo me quedo en vano
cada vez hacia nadie
eco de qué mármol
de qué aurora
luz de sombra de tu luz
que me naciera
o alegoría del oído
esa campana
repicando
por todo paisaje?
Del libro «Arte y Fuga»
V
(canon inversus)
una mujer espera
a la orilla del río
para decir lo que no sabe
y el río la ve y no la ve
y ella
en su desnuda inexperiencia
a punto de llegar a lo que busca
eso
que tal vez podría decir
pero no sabe
querer
canta
canta como dormirse
en el regazo del agua
que la escribe
como llamando
al río de su cuerpo
que calla de deseo
en la indecisa noche
que lo inspira
y así
en la medida de las cosas
espera
lo que ansiaría
preferir
un líquido temblor
una música incumplida
para saber qué dice
cuando dice
no saber
otoño en la ribera
abiertamente noche
no hay
más historia que ésta
una mujer que invade
la página nerviosa del deseo
como una muerte atenta
a lo que vive
dentro de ella
esa impaciencia
por ser lo que sería
si el corazón hablara
tranquilo en su orfandad
y el río la ve
y después no la ve
y ella
que ignora lo que supo
sin por qué
la inverosímil casa
de las cosas
canta
está cantando ahora
como emprender un vuelo
hacia sí misma
y el río se va
se va la pena escrita
llevándose su imagen
a las tierras del mar
donde ella todavía
no nació
y es ya una desinencia
V
(musiklexicon)
«Vous cherchez trop à comprendre
ce qui se passe, cher Monsieur.
C’est un grave défaut».
Jean Cocteau
a ciertos besos
a la subida del invierno
es mejor no entrar
se ve demasiado
o demasiado poco
¿Usted sabe quién soy?
sí una idea una prisión arbolada
un gran lobo negro
¿qué clase de lobo?
mi pequeño sol de aquel lugar
esas nieblas
así es
todo tiene su sombra
su cuerpo
a medio hacer
había una vez una vez
una vez
¿hay alguien?
¿una niña
de acá para allá
de allá para acá
nunca más allá de?
entre lo que no llega y lo que ni siquiera
cabría esperar que llegue
todo y nada
la demanda absoluta
de la vida
a ciertos fríos
a ciertos besos oscuramente sueltos
mejor no entrar
no hay qué decir
no hay cómo no decir
lo que no hay
había una vez
un aquí
había un aquí
allí
¿Usted sabe quién soy?
sí la historia de la palabra nunca
el destello de una noche al frotarse contra otra
¿qué clase de noche?
una traición a la infancia
así es
todo tiene su cesto
de significantes rojos
esas nieblas
donde la pena adorna
la caminata inmóvil del poema
y el Deseo canta
lejos
muy lejos
el inconcluso cuerpo
de lo real
VI
(accidentien)
Buenos Aires no es
la ciudad de los amantes
al viajar
las flechas se distraen
el otoño
llega a un lugar equivocado
o no llega
los barcos
como pequeños cortejos
entre palabra y palabra
se beben el viento el odio
la triste rosa sexual
es difícil alcanzar
el enigma que se es
naturalmente
la confusión de estar en un cuerpo
nunca emigra
a lo sumo
Buenos Aires muere
como una ciudad inclinada
tienen miedo los barcos
a no poder salir
a no querer salir
de la jaula obscena del lenguaje
en realidad
nada ha empezado todavía
nada podría empezar
cuando buscamos lo absoluto
y no encontramos sino flechas
distraídas
es así
no tan breve la cárcel
no tan breve el cadáver
de la rosa sexual
para salir hay que entrar
no por la izquierda
sino por la izquierda
los barcos mienten cuando escriben
mienten cuando no escriben
las decisiones toman un cariz
un poco
trágico
oh Sócrates
haz música
un motín
en el hogar del miedo
no resuelve el enigma
del miedo del hogar
a lo sumo
como esas flechas que llegan
y nunca han existido
las palabras
mueren como deben
luz encerrada afuera
ciudad que no he de escribir
VII
(intemporare)
ciertas músicas
hablan
de lo que siempre no habla
como un poema sobre nada
vuelan en la noche
de aquello que no existe
o existe en la serenidad de las preguntas
de un pájaro agraciado
canta lo que es
y se apresura a morir
para nacer de nuevo
al don breve del mundo
a ras del ala el canto
a ras del canto
la flecha distraída
por su propio esplendor
y su desdicha
llueve
adentro de la música
la música es el mundo—dice el agua
la música es el agua—
dice la sed que escribe
en el pequeño laberinto
armónico del cuerpo
luz leída o cielo memorioso
que somos y no somos
en el inquieto río
de tu nada
ah vida
como otra infancia
esta vez más adentro
el ruiseñor de sombra
cruza el lenguaje
nota contra nota
tu lluvia hospitalaria
no sabe decir cómo es
y no importa
VIII
(quodlibet)
«ir volver
de un adónde a un adónde»
Susana Thénon
es difícil aquí
no precisamente el Canto X
del Paraíso
¿y?
mucho mejor que irse
y después repetir
cada tanto
éramos había
a veces es tan raro
hay una máquina de guerra
per me si va tra la perduta gente
oh eso
juro que vomito
si escucho una vez más
«todavía cantamos»
no será para tanto
se trata de vivir ¿no?
hoy esto
mañana lo mismo
hay un jardín arrasado
abril mueve memorias
eso es todo
bueno
casi todo
a veces
también es hermoso
la partera canta
en el hogar del miedo
¿será posible?
más o menos
siempre más o menos
te ordeno que sueñes que sufras
que hagas el amor
más o menos
así es
domingo tras domingo
aquí o allá
la sombra al cuello
el inhallable
caracol
¿y después?
después nada
sin que nadie lo anuncie
un día cualquiera
aparece con vida
la palabra cuerpo
hay que ver cómo canta
la ciudad exiliada
IX
(ricercare)
m’illumino
d’immenso»
UNGARETTI
algo llega
o es como si llegara
en pequeñas oleadas de sed
a algún país de mí
a punto de surgir
como una luna
como una oscuridad
al borde de la noche llega
o pareciera que llega
crece el agua
en mi lenguaje aproximado
como un secreto mío
que aceptara morir
aparecer
ardiendo en la ternura
que va de nadie a nadie
cuando tu luz abre las alas
algo llega
o habrá venido siempre
como una irrealidad que el agua inventa
sin saber que lo que busca
es ella misma
distraída de buscar
esto que somos
un miedo en lo extranjero del lenguaje
un pedacito de tiniebla
en la precaria casa
de vivir
así
la noche de tu cuerpo
no es tu cuerpo
es apenas la urgencia de escuchar
eso que canta
en lo amarillo del otoño
como país de lo invisible
tanta piedra o cielo de mi sol
o herida que se sabe
ternura encarcelada
oscurece
la música es el centro
de lo que no ocurre
falta mirar
lo que vemos
la paulatina aparición de lo perdido
tu belleza que sube por mi frase
más desconocida
y es este desierto inmenso
iluminado más que nunca
donde soy
y no soy
el agua que te bebe
Del libro «Interludio en Berlín»
Era de noche o de día en mi biblioteca emocional. Primeras aventuras, casi graves, casi tristes, y el amor ni al Este ni al Oeste de la zona oscura. Sin consuelo, el monólogo de la vida. Tuve que parar al primero que pasaba y preguntar: ¿Cuál yo es yo? El hombre pareció desesperarse. Bajó las escaleras de un libro a otro, y empezó a desvestirme de mis frases de piedra.
*
En Berlín, entré por segunda vez como si yo misma fuera el muro que ha dejado de existir. Graffiti en las costras del cuerpo. Confusiones de muchacha del Tercer Mundo que perdió la fe en las revoluciones, talmente lista a sepultar al amor cuando locura ya no hubo que la ayudara a perderse. Tuve que insinuarme en estrechuras, ser otra respecto de nadie, renglón sensible, con una voz de aire delgado. Pasó una nena en bicicleta. Enseñame, le dije, cómo escribir lo que me extraña. Se alejó sin darse vuelta, liturgia erguida en mi estrella nómade.
*
Pensé un texto que dijera algo así: “Busqué un teléfono, un cine, una clase de yoga y nada”, pero enseguida lo descarté. Al corazón lo había dejado suelto en el estante de las obsesiones, entre el afán de volver y la moral de partir. ¿Con qué cara iba a enfrentar los desafíos, incluso los que me aburren intensamente? Me puse a contar los hechos y los hechos, y me quedé a merced de un viento protestante. Alguna vez fui feliz de estar viajando.
*
Días en que me encierro con todo lo necesario adentro y ningún cielo afuera. Nada como la sensualidad de la nada. Por la calle, pueden pasar todas las alemanas del mundo hacia el contorno de alguna realidad tan irreal como la mía. ¿Qué podría importarme? He aquí mi pedacito de infierno, mi derrota dulcísima: sentarme bajo el sol negro de mi propio cuerpo cuando las plazas duermen y es la hora del siglo XIX. Mañana te cuento cómo me fue.
*
Hoy no cayó ningún chaparrón ni llovió con sol. Ningún diálogo sordo, como tormenta en mí y fuera de mí. Me reí como tonta cuando vi en un espejo mis gestos de mudanza. Tuve que pararme a respirar. Tuve que hacer un esfuerzo para repetir los verbos de la pertenencia. Sólo de noche pierdo las cosas para siempre y no me importa. Sólo de noche extiendo las manos al vacío y lo doy todo a cambio del asombro.
*
A esto se reducen mis pecados traducibles a ningún idioma: no logré transformarme en militante sensual. Soy aún la chica diligente, organizando la carencia. ¿Alguna vez amó mi corazón? Rápido e intenso, el domingo llega, reparte golosinas, muertos, besos políticos, y cae en el país de lo irreal. Yo misma partida por el eje. Tomé vino a ver si así atraía un cielo protector.
*
La adivina no habló de ternura. Tampoco dijo cómo no vivir. Tendrás que ser paciente, dijo, sobre todo a las diez de la noche, cuando alguien puede llegar y hacer un censo de tu casa quieta, incluyendo tu habitación de escribir, tan brutalmente exigua de estudios corporales, tan sin pena ni diestra, mientras se pierden uno a uno tus rostros y vos te quedás famosa, pero down muy down.
*
¿Qué hacer cuando todo promueve la felicidad verde? Los miedos llegan a grandes bocanadas. Lo que es peor, se suben a la cama, con su voz de máquina soltera, su lección de tinieblas, como hilando motivos de un viaje sin motivos. Y después niegan lo que fui, mis sueños más feroces, su acústica ciega en mi hora de artista. Cascabel, cascabel. Se oye una música fósil. Me falta algo y no sé qué es.
*
Zoologischen Garten: pequeño laberinto armónico bajo una luz de infancia. Nadie piensa allí. O el pensamiento se piensa solo, secreto y alto como una Reina Ausente. De vez en cuando, un leopardo viaja a su transparencia, sin voluntad, sin escenas de invierno, sin conciencia de la primera persona del singular. Va y viene por su recinto, hecho caligrafía, entre dos orillas inexistentes. De arriba abajo, de adelante a atrás. Ésta es mi alma, dice. Cómela y bébela.
Del libro «Archivo Dickinson»
BIOGRAFÍA
Me llamo Emily. Nací en Nueva Inglaterra, un 10 de diciembre muy blanco y altivo, y otra vez blanco. Mi padre nos leía la Biblia con ojos de Pentateuco, afirmando que ese libro, que es el Libro de los Libros, contiene cuanto existe de inhallable en lo real. Tuve que buscar cómo engendrarme de algún modo, recurrir al silencio que es nido muy vacío, muy en paz. Así inventé los bosques, el desquiciado mundo, la antigüedad del agua. Ésa fue mi forma de partir. Aún no he regresado.
EXTRAVAGANCIA
Toda la vida quise que el yo estuviera ausente, que las abejas –ciegas— dieran ser al ser. Por ese anhelo, pasa un panal de silencio, y un coraje nace, para el que no existe forma pronominal.
Me gusta soñar otros mundos, escribir – con los labios— la abstracción del deseo.
Cuerpo abajo, la irrealidad liba— frenética.
Si sigo así, me quedaré del todo huérfana.
SUEÑO
La mujer avanzaba por un jardín de escarchas. La blancura le pareció un engaño, algo así como un tedio irresuelto. Esperó a que un zorro la acostara en la vida.
“El problema,” pensó, “es que retornaré como ceniza. A esto le llamamos: perfección imperfecta, durar, exiliarse en la carne de la propia astucia, sin renunciar jamás a las neuralgias –ningún día en un año.”
La mujer sucumbió sin dejar rastros o el jardín se esfumó con las fauces abiertas.
VERANO
Roto el después, el antes, el tal vez mañana, el mundo se encabrita, y las cigarras, los cascarudos, los bichitos de luz, debajo de las ramas, se dan cita en el estío galopante, con pasmosa impertinencia.
No se puede pedir más.
La finitud cabalga como puede.
CIRCUNFERENCIA
Todo lo que muere de humo blanco en la cocina de lo vivo, sale por la ventana y vuelve a entrar, transformado en asombro. Así se engaña al cuerpo, se reemplaza el vacío con cantos filosos. Y todo en dirección a algo tremendo, con rondas de ida y vuelta, entre un agua enlutada y signos que señalan su propia lenta cuna. Señoras y Señores: ese trompo –inútil y perfecto— es sólo una idea clavada en su sombra. Yo misma, algún día, emitiré luz y volaré, no con alas sino con muchas cintas, y cambiar de lugar será, para mí, cambiar de mundo suavemente.
BATALLA
A veces, me olvido del Árbol del Bien y del Mal, y es como si me acordara del Bien que hay en el Mal, de los riquísimos dones que se disfrazan de lobos, de besos diezmados en la selva que piensa. Y, en ese momento, mis toldos verbales se hunden, y alcanzo el duro corazón, y lo hago deletrear la luz en un cuaderno analfabeto. Cosas así. Dicen que miles de muertos, enteros y ariscos, desfilan entonces y rumian historias nunca oídas. Y yo me disuelvo también, y estoy fecunda, noche arriba, como una joya oscura.
ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: María, tu literatura es un mapa que invita a un recorrido por fuera de cualquier género o por una geografía que deja la implosión de los mismos. Tus «artefactos literarios» han generado una verdadera deconstrucción lectora. ¿Qué ha significado «...emprender un vuelo / hacia sí misma...»? ¿Podrías contarnos cómo es tu proceso creativo? ¿Qué cambia en la escritura de «...el mismo mapa siempre...» de un libro a otro?
María Negroni: Es muy difícil hablar del propio trabajo. Como he dicho varias veces, una siempre escribe a ciegas. Nunca sé cómo será o qué voy a hacer de un libro a otro. Ni idea. De pronto, algo comienza adentro y todo empieza a girar en torno a ese núcleo. Es como un imán. Un imán que atrae todo lo que se le cruza por el camino mientras vos descendés, como en las catábasis griegas, y te dirigís derecho a lo que no sabés. Escribí en «El corazón del daño»:
“La escritura es un asunto grave.
No basta con recoger los restos del naufragio.
Hay que instalar, en medio de las ruinas, las marcas de la obsesión.
Y después dejarse embeber, eludiendo el tedio de cualquier presente.
Todo lo que pide es ser la intemperie misma.
Tirar del hilo de la madeja de lo que no sabe, para hilar con eso un pensamiento ciego.
A veces, por esos vericuetos se llega lejos.
Se abandona la estupidez.
Se tolera el peso de lo escaseado”.
Gilgamesh: ¿«Arte y fuga», «Cantar la nada» y «Exilium» —por nombrar solo tres de tus libros— son epítomes de tus búsquedas?¿Cómo se articulan en tu poética lectura, vida y escritura? ¿Qué «biblioteca emocional» estás armando y desarmando en tus textos?
María Negroni: No hay una sola “biblioteca emocional”. En realidad, esa biblioteca está cambiando siempre porque la vida cambia, porque cambian nuestras lecturas, porque nosotros cambiamos. Lo que sí permanece es una suerte de aceptación de las obsesiones que nos empujan a seguir buscando y una especie de acatamiento a lo que no podemos explicar. Sobre la relación (complejísima) entre vida y escritura escribí también extensamente en «Cartas extraordinarias» y también en «El corazón del daño».
Gilgamesh: En «Exilium» leemos: «...hay mundos / que no favorecen / los hechos...». ¿Qué mundos posibilita —y cuáles no— la literatura y tu literatura? Keats escribió: «He pensado tanto sobre la Poesía». ¿Cómo la has pensado desde tu poética?
María Negroni: No sé qué mundos posibilitan la literatura y, menos, mi literatura. En mi caso, siempre he tenido la impresión de que escribir era más bien enfrentarse a todo tipo de imposibilidades.
Gilgamesh: ¿Cómo conviven en tu obra la poeta, la traductora, la crítica, la creadora y directora de la Maestría en Escritura Creativa? ¿Cómo ves desde estos ámbitos la producción poética actual? En «Carta a George B. Moore para negarle una entrevista», José Emilio Pacheco escribió: "Extraño mundo el nuestro: cada vez / le interesan más los poetas, / la poesía cada vez menos...». Irene Gruss, en una entrevista, dijo: «Se está escribiendo mucho y al pedo». ¿Que opinión te merecen estas aseveraciones? ¿Qué papel juega el mercado editorial en la producción y difusión de la poesía? ¿Pensás que este mismo mercado acompañó la especificidad de tu obra?
María Negroni: No sé bien cómo conviven entre sí la poeta, la traductora, la crítica, la creadora de la Maestría como no sé cómo conviven otros aspectos de mí que no mencionás: la mujer que va al supermercado o al gimnasio, la que tiene hijos, pareja, amigos, la que estudia, la que tiene preocupaciones como todo el mundo. Durante mucho tiempo pensé que todos esos “aspectos” eran un poco incompatibles con la figura de la poeta (¡no podía imaginarme a Baudelaire haciendo todas esas cosas!), pero con el tiempo abandoné esa idea, todo siempre ilumina lo que hacemos y también lo que escribimos. Como diría Emerson: La vida es nuestro diccionario. Sobre el resto de tu pregunta: prefiero no opinar sobre las aseveraciones de otros. Y tampoco me gustan las generalizaciones sobre la producción contemporánea. La poesía es siempre un acontecimiento. Por eso cuando leo algún libro de poemas que me conmueve lo celebro, eso alcanza. ¿El mercado editorial? No tiene la menor importancia en este asunto.
Gilgamesh: Acabás de ser galardonada con el Primer Premio Municipal 2022 por «Archivo Dickinson» en poesía y por «La noche tiene mil ojos» en ensayo. ¿Qué valor le das a estos reconocimientos? ¿Qué opinión te merecen los concursos y premios literarios?
María Negroni: Me dio mucha alegría recibir estos premios municipales, de algún modo los sentí como una “bienvenida” por parte del país (al cual regresé, como sabés, después de vivir más de 25 años afuera).
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
María Negroni: En mi opinión, la obligación principal que tiene todo/a poeta es intensificar su conciencia del lenguaje, es decir, entender que el lenguaje es una criatura compleja, escurridiza, insuficiente, incluso peligrosa. Esta obligación es enorme y gravísima porque atañe a cuestiones fundamentales de todos los seres humanos: nuestra relación con el tiempo y el sentido de la existencia, nuestra relación con lo sagrado, es decir, con la muerte. Apuntar a eso inasible, inexpresable, que está por detrás o por debajo o al costado de las palabras es lo único que importa.
RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA
María Negroni ha publicado numerosos libros, entre otros: «Arte y Fuga», «Cantar la nada», «Elegía Joseph Cornell», «Interludio en Berlín», «Exilium», «Objeto Satie» y «Archivo Dickinson» (poesía); «Ciudad Gótica», «Museo Negro», «El testigo lúcido», «Galería Fantástica», «Pequeño Mundo Ilustrado» y «El arte del error» (ensayo); «El sueño de Úrsula» y «La Anunciación» (ficción). Beca Guggenheim en poesía y Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI, su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco y portugués. «Islandia» (primera edición Monte Ávila Editores, 1994) recibió, por su versión en inglés (Station Hill Press, 2001), el Premio al Mejor Libro de Poesía en Traducción del año del PEN American Center (Nueva York, 2002). Acaba de ser galardonada con el Primer Premio Municipal 2022 por «Archivo Dickinson» en poesía y por «La noche tiene mil ojos» en ensayo. Su última novela «El corazón del daño» acaba de ser publicada por Literatura Random House.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario