viernes, 3 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a SERGIO MORÁN

(Publicado en la página de Facebook el 15 de febrero de 2023)

Sergio Morán nació en 1979, en Mendoza. Es poeta, gestor cultural y ejerce como profesor de Literatura.
En sus respuestas a la entrevista, Sergio dice:
«Frente a fábulas actuales como la facilidad de cierta escritura instantánea y el mito de que se llega solo, meritocráticamente, a determinadas estaciones, rescato la experiencia de lo colectivo».

SELECCIÓN DE SU OBRA
La palabra
es un riesgo.
Nombra lo que sentimos
pero no es el sentimiento.
Nombra el pájaro
pero no es el vuelo.
Nombra el relámpago en la noche
pero no es su luz.
Nombra la lluvia de la tarde
pero no es los ojos que la miran.
Nombra el árbol caído
pero no es el hachazo en la madera.
La palabra
nombra los zapatos
pero no es el andar.
Nombra las manos
pero no es la piel trémula
Nombra lo que sentimos
pero no es el sentimiento.
La palabra
muere en la boca oscura
del vacío.
***
Motivos
Mediodía.
Por la ventana del colectivo
veo llover.
Todo se oscurece.
La gente se cubre.
Pasamos por las vías del metrotranvía
y el paisaje parece de otra época.
La gente se acurruca.
Yo me acuerdo de un poema que me gusta
y de vos.
Pienso que en algún momento voy a encontrarte
y lo gris se llena del perfume de tu pañuelo.
Pienso en el hilo invisible que nos une.
Pienso en las canciones,
en la emisora de radio que escucho
y en lo distinto que suena cuando estás.
Pienso en lo que siento cuando golpeas a mi
puerta.
El colectivo llega a destino.
Toco el timbre,
te veo
y confirmo
que la realidad está llena
de pequeñas
grietas
de felicidad.
De: Calle desconocida. Peces de Ciudad, 2018.
***
Es la enfermedad la que hace agradable la salud; el mal, el bien;
el hambre, la saciedad; el cansancio, el reposo.
Heráclito.
El primer frío cala mis piernas,
enciendo la estufa y espero a quedarme solo
para preparar mi café.
Escucho música y pienso
en cortejos borrosos como manchas oscuras
un árbol solo en medio del bosque
el silencio de una playa un día de llovizna
la soledad de un anciano sentado
en la cocina el día después de enviudar.
Sólo entonces disfruto
de la salud el bien la saciedad el reposo
y puedo agradecer que existas.
***
Las calesitas dejaron de girar.
Ya no acampan
gitanos en los baldíos.
Los almacenes se llaman markets.
Ahora no quedan campitos para cruzar.
Ahora que otros chicos
usan los sifones como arcos
y otros, que no somos nosotros,
son el arquero mareador
las calles
del barrio
tienen otra luz.
De: Ya no acampan gitanos en los baldíos. Ediciones en Danza, 2021
***
les disgusta el silencio
nadie pregunta nada
bailan
saltan
engullen
hits y
decorados
aturdidos
y en silencio
tus ojos parecen arrancados del mundo
y tus manos
ausentes
del aire leve
la profundidad de tu pecho
es el agua sin orillas
De: El amor es un exceso de lenguaje. Peras del Olmo, 2022.

ENTREVISTA CON EL AUTOR
Gilgamesh: Sergio, tu poesía confirma o reafirma «que la realidad está llena/ de pequeñas/ grietas/ de felicidad». El paso del tiempo, la nostalgia, el amor, la muerte son los temas que recorren tu escritura. ¿Cómo empezó tu camino escriturario? ¿Estos tópicos, caros a la lírica, de qué manera y cómo los fuiste integrando en tu poesía?
Sergio Morán: El camino de la escritura comenzó en la adolescencia. Creo que a todos nos ocurre a esa edad que empezamos a hacernos preguntas más profundas y buscamos respuestas. Al mismo tiempo que descubría el amor, me preguntaba por el tiempo. El amor y el tiempo fueron lo primero que me movilizó y encontré en la lectura una manera de canalizar esas preguntas. No es que haya encontrado certezas, pero no importó. Leí a los primeros poetas que conocí en la biblioteca de la escuela: Bécquer y Benedetti. En ese momento sentí la necesidad de expresar con palabras lo que me pasaba. Por suerte, con el tiempo, uno aprende que hace falta más que expresarse. Cuando era chico, en las noches de verano, salía con mi papá a tomar el aire en el puente de mi casa, nos sentábamos ahí y hablábamos, de cualquier cosa. Es el primer recuerdo que tengo de haber expresado algún temor o de haber preguntado por cosas que veía en la tele, como las guerras. Creo que en esas charlas se empezaron a instalar tópicos que después he tomado para escribir.
Gilgamesh: «Calle desconocida» es de 2018. En 2021 publicaste «Ya no acampan gitanos en los baldíos» y en 2022, «El amor es un exceso de lenguaje». ¿Cómo fue el proceso de escritura de estos libros? ¿Cuándo y por qué decidiste editarlos? ¿Ves en ellos discontinuidades y rupturas temáticas y estilísticas?
Sergio Morán: Fue muy distinto en cada caso. Entre 2015 y 2018 estuve en el taller de Diana Starkman que había sido mi profesora en la carrera y quien primero leyó mis textos. De ese taller fueron saliendo los poemas que integran «Calle desconocida», muchos de ellos teñidos por el duelo de la muerte de mi pareja de entonces, Nora.
La idea de publicar surge porque era un tema de conversación frecuente con la amiga poeta Victoria Urquiza, ella integra el colectivo de mujeres poetas «Write Like a Girl!». En 2017 ellas publicaron con Peces de Ciudad y me animaron a que me pusiera en contacto.
Algunos poemas del segundo, «Ya no acampan gitanos en los baldíos», estaban tomando forma en 2018 y durante tres años trabajé en ellos. En 2020 me integré al taller de poesía de Javier Galarza. Durante 2021 nos propuso trabajar el material que cada uno tenía con vistas a una publicación en serie de participantes del taller. El libro fue tomando forma, agrupé los poemas en secciones y pulí los textos. Es un trabajo que recuerdo con mucho cariño porque fue colectivo, las devoluciones de Javier siempre eran profundas, hechas con afecto. Estaban Alan La Veglia y Marinés Scelta que hacían aportes y sugerencias todas las semanas. El papel de Javier, para poder publicar, fue fundamental, él hizo el puente con En Danza. El tercer libro es una historia muy linda. En realidad, es el primero que escribí, lo presenté un par de veces al premio Vendimia en Mendoza pero pasó sin pena ni gloria. En pandemia entrevistamos al poeta Rubén Valle para «Futuros eran los de antes». Él había lanzado su propio sello, Peras del Olmo, que hace ediciones en formato digital. Se empezó a entablar una relación muy linda y un día me invitó a su casa. En un momento de la charla le pregunto que a quién piensa publicar y me contesta: “a vos”. Así fue como le llevé los poemas que formaron «El amor es un exceso de lenguaje». Otro trabajo que me encantó hacer porque Rubén me sugirió con muy buen tino reorganizar el orden de los poemas, cambiar el título y corregir algunos textos que tenían versos de más.
Cuento esto con algo de detalle porque me interesa destacar que escribir es un trabajo y detrás de un libro puede haber años de correcciones, lecturas y relecturas, propias y de otros. El otro punto que me interesa destacar es que uno no trabaja siempre solo y hay cosas que se logran haciendo con otros. En ese sentido, soy un tipo con mucha fortuna porque trabajé en el taller con Diana, después con Javier, con Rubén. Es decir, nada hubiera sucedido de igual manera sin entrar en contacto con ellos. Frente a fábulas actuales como la facilidad de cierta escritura instantánea y el mito de que se llega solo, meritocráticamente, a determinadas estaciones, rescato la experiencia de lo colectivo.
Con respecto a lo temático, no creo que haya rupturas. Veo continuidades. En cuanto a lo estilístico, sí hay un cambio entre los dos primeros y el tercero. Como ya conté, el tercero es el primero que escribí y había otro trabajo con la palabra, más lírico, menos narrativo.
Gilgamesh: Sos, además de poeta, docente y activista cultural. ¿Qué lugar le otorgás a la poesía en tu contexto de profesor de literatura e impulsor de políticas culturales? ¿Cómo implementás, en el aula, el espacio para el acercamiento a la palabra poética? ¿Tiene la poesía un lugar en los contenidos curriculares? Ser parte de una asamblea de trabajadores, ¿influye en la temática de tu poética?
Sergio Morán: La poesía tiene un lugar central en mi trabajo como profesor y como activista cultural. Como profesor, no le huyo al desafío que es leer hoy poesía en el aula; como activista, tratamos de que la obra de poetas de Mendoza se difunda por distintos medios: lecturas, ferias, entrevistas en radio, revistas, comentarios, reseñas. En una provincia como esta, con cero apoyo a las editoriales independientes y con la editorial estatal vaciada, se juntan los distintos roles: escribir, ser profesor, ser activista. Justamente lo que reclamamos, desde algunos sectores como la Asamblea, es un plan de edición de libros pero con un fuerte circuito de circulación (librerías, bibliotecas barriales, escuelas, talleres, etc.) que difunda autores y apueste a generar público lector.
En el aula es fundamental acercar al chico a la experiencia de la lectura de poesía. Análisis orientados en exceso a cuestiones estilísticas lo alejan de lo importante que es que conozca la poesía y que pueda aprender a disfrutar leyendo. En todas las escuelas está la colección Juan Gelman de poesía (una caja con 80 libros de distintos autores), de manera que no hay excusas, hay material y se puede llevar al aula. Lo otro que me parece importante es aprovechar el impulso que tienen los adolescentes por expresarse y hacer que produzcan sus poemas a partir de lo leído, siguiendo un modelo. Si bien no a todos les gusta o les interesa, muchas veces se sorprenden de sí mismos y eso los anima y les da confianza.
Gilgamesh: ¿Cómo te insertás en el mundo literario de tu comunidad y cómo, en el ámbito más amplio de lo interprovincial? ¿Sentís la falta de no habitar en una ciudad como Buenos Aires?
Sergio Morán: Ha sido, como en cualquier ámbito, un camino recorrido el que me ha permitido insertarme, si es que lo estoy. Escribir, leer a otros que están cerca, también buscar a otros que están menos cerca, bucear en la tradición fue parte, es parte, de ese camino. Prestar atención a lo que hacen otros, respetar ese laburo. El año pasado profundicé ese camino saliendo del gran Mendoza para ir a buscar poetas en lugares más alejados.
No siento la falta de no habitar una ciudad como Buenos Aires, acá hay mucho para rescatar, muchos poetas actuales para difundir, muchos proyectos editoriales para apoyar. Hay buena literatura, como en cualquier otra provincia. El país es enorme y cada región tiene una actividad literaria interesante para conocer, incluso Buenos Aires donde no todos acceden a difusión en condiciones de igualdad, ni viven todos en la Ciudad Autónoma. Eso no quiere decir que no me guste ir a Buenos Aires o que lo rechace.
Gilgamesh: Has participado en los talleres de Javier Galarza. ¿Nos contarías tu experiencia? ¿Qué aportó a tu poesía lo aprendido y aprehendido en ese ámbito de reflexión poética?
Sergio Morán: Javier fue un maestro. Siento que me aportó un horizonte, luego eso puede tener mejores o regulares resultados literarios que dependen solo de mí. Pude experimentar el diálogo de la poesía con la filosofía, algo que ahora es de un interés permanente para mí. Alimentó mi curiosidad y me mostró que la poesía todavía hoy puede ser una manera de vivir, de mirar el mundo. Y algo de lo que siempre estaré agradecido es de su enorme generosidad. Javier no se guardaba nada: libros, datos, contactos, todo lo daba. Algo que está en las antípodas de otra gente que se guarda todo eso porque piensa que da algún poder. En relación con eso también tuvo la audacia de poner en contacto a tanta gente que asistía a sus talleres, de crear una red que sigue en contacto, en diálogo. Eso es de un enorme valor, no se puede medir.
Gilgamesh: Desde 2020 dirigís la revista digital «Futuros eran los de antes». ¿Cómo nace este espacio? ¿Qué balance hacés de estos años y qué proyectos tenés en mente?
Sergio Morán: La revista surge un poco de lo que contaba antes: mucha actividad, muchos proyectos, pero sin una mano de parte del estado para difundirlos y fortalecerlos. Pero la idea era tener un ojo mirando a la tradición, rescatarla, reinterpretarla también. Y un eje muy importante es que los profesores tengan algún material de dónde partir para dar una clase sobre un poeta de Mendoza, por eso la entrevista central va acompañada de una buena selección de poemas de todos los libros que haya publicado el autor. El balance creo que es bueno. En base a lo que queríamos hacer como contenido, falta continuidad y mejor difusión, algo para lo cual es necesario tiempo y plata. Con respecto a los proyectos, todos: seguir con la revista, seguir entrevistando poetas de toda la provincia, producir buenas notas de rescate sobre autores ya fallecidos, sobre obras fundamentales y, me gustaría, editar un libro que recoja las entrevistas.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes,
repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George
Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un
asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la
memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es
escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades...
Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este
juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Sergio Morán: Ese lazo perdido es uno entre otros dentro del capitalismo. Hemos perdido el lazo con lo humano y, por tanto, con lo poético. Es necesario no dejar de escribir, no olvidar nuestras mejores aspiraciones como humanidad, sobre todo que podamos salir de la barbarie del hambre, de la falta de salud, de la ignorancia de la belleza. Todos tienen derecho a eso. Lo primero es no olvidar lo que falta y seguir produciendo belleza. Esa es la prueba de que podemos construir algo mejor. Lo otro es no dejar de buscar que el mundo sea de otra manera. No es utopía, utopía es seguir sosteniendo el capitalismo que se pudre y no nos deja ser humanos.

NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Sergio Morán nació en 1979 en el este de Mendoza, Argentina. Desde 2010 reside en la Capital de esa provincia donde ejerce la docencia en escuelas secundarias. Integró el Taller Más allá de las palabras que coordina Diana Starkman.
En 2018 publicó su libro de poemas Calle desconocida (Peces de ciudad). Textos suyos han aparecido en diarios, revistas y antologías, entre ellas Poemas por el agua (Payana Ediciones), producto de la lucha en defensa de la Ley 7722.
Desde 2020 dirige la revista digital Futuros eran los de antes, especialmente dedicada a la poesía.
Participó de los talleres de Historia de la poesía que coordinó Javier Galarza. En 2021 Ediciones en Danza publicó su segundo libro, Ya no acampan gitanos en los baldíos. Su último libro, El amor es un exceso de lenguaje, fue publicado por Peras del Olmo en 2022.
Es parte de la Asamblea de Trabajadorxs de la Literatura de Mendoza que lucha por impulsar políticas culturales para les escritores de la provincia.

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