jueves, 2 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MARÍA JOSÉ (MAJO) BOZZONE

(Publicado en la página de Facebook el 6 de marzo de 2024)

María José Bozzone nació en Buenos Aires, en 1966. Es Lic. en Psicología, poeta y narradora.
En la entrevista, María José, dice:
« Desde la poesía creo que hay un margen para recuperar lo sensible desde lo erótico, desde lo múltiple de los sentidos y desde ahí intentar otro pensar si la liberamos del juicio y de la obligación: no hay pretensión al escribir, lo que prima es el encuentro con el otro o lo otro y a veces puede suceder el poema.»
SELECCIÓN DE SU OBRA
De «El mito de mi habla» (Ed. En Danza, 2021)
1
Mi madre es un silencio salvaje,
la costura justa entre cólera y ternura.
Un luto de la vida en la vida.
Su cadencia hace de mí,
un oído atento, en guardia
que a veces da poesía.
2
El ala roja de la muerte
hirió a mamá temprano.
El viento zonda la dejó huérfana
con lagrimales secos
y entrañas ardientes.
El terremoto clave
de su San Juan de niña
le clavó muertos en las pupilas.
Así durante 79 años
murió cada día.
3
Mi abuela hunde golpes y gritos
en el colchón rancio del hospital.
Minada de agujas, ventosas, aceites
descansa de ser mujer.
El puño de mi abuelo se detiene
en la puerta principal.
En el instante de la viudez
abre sus dedos y tapa su cara.
Pronto volverán a cerrarse
y se marcaran en el cuerpo
de sus hijos.
4
Cuando recae la maldición sobre Adán y Eva,
se dice a Eva que parirá los hijos con dolor.
Adrienne Rich
Entre susurros y mates
mamá habla con sus plantas.
Quita pulgones, arranca ortigas
demora sus dedos sutilmente
en cada hoja.
“Qué suerte la de las flores
–dice–
nacen sin que nadie
penetre la raíz”.
5
Noche de silencio ardiente.
La respiración de mi padre
asfixia la oscuridad.
El ruido del reloj
derrumba las paredes.
Corro en busca de ayuda
sin saber que voy hacia el peligro.
La puerta me intima
al abismo de la cerradura:
veo a mi madre aferrada a una cruz
y a mi papá abriendo las piernas de mi mamá.
Mi padre grita con violencia,
“No tenés nada que hacer acá”.
Veo, no escucho.
Un ardor frío me deshace la lengua
y huyo a la cama.
El precio del silencio
deja mi cuerpo en el espanto
y el ojo en la obscenidad.
De «Irrupciones» (2020)
Iniciación
El patio encerrado entre paredes roba un pedazo de cielo.
Los canteros abrazan las baldosas.
La casa descansa allí su encierro de hormigón.
Una niña corrompe la quietud de la siesta. Salta.
Estira las manos y las nubes se le acercan a la punta de los dedos.
La sangre le golpea las mejillas y es tanta la vida que todo el patio
retumba al compás de su cuerpo.
Otro salto y una vocecita se le cuela en su boca.
“Si pisas la raya, comes medalla”.
“Si pisas el cuadro, te casas con el diablo”.
Se detiene. Mira el piso y corre a treparse al borde de un cantero.
Ni rayas, ni cuadros.
El viento le alivia las mejillas. Es una reina equilibrada ahora.
Las hojas rozan su andar de nueva trapecista. No importa.
El cantero la protege de las rayas y los cuadros.
Las flores se le acercan a los párpados.
Quieta, en un solo abrir de ojos, mira todas las plantas. De repente,
descubre una rara flor multicolor en una hoja siempre verde.
No puede no verla, no puede no acercarse.
El patio se ha reducido a esa flor misteriosa.
La niña estira la mano.
Cuando la punta de los dedos va a rozar los pétalos, la flor vuela.
Le ciega la vista y desaparece. La niña grita un aullido mudo,
corre y corre. El patio se ríe. Pisa cuadros y rayas, nada importa.
Llega a la puerta. Entra a la casa. Todos duermen.
No existen.
En un rincón se abraza las rodillas.
Sus ojos eligen la oscuridad de la entrepierna.
Ha descubierto lo que no tiene palabra.
Ha entrado en la soledad.
Del grito al silencio
la adquisición de la lengua materna,
se forja en el seno de una incubación sonora
que data de antes del nacimiento, se reconoce
por medio de gritos y vocalizaciones,
luego por cancioncillas y estribillos,
nombres y sobrenombres,
frases recurrentes, apremiantes,
que se convierten en órdenes
Pascal Quignard
El llanto de una beba
desencaja la noche
Ni leche, ni abrigo, ni canto
calman su grito
El llanto de una beba
desencaja los tímpanos adultos
y se convierte en asedio
que asalta los oídos de un padre
El fascismo habla por altoparlantes
“Callala”, los brazos maternos
se incrustan
en el muro de los gritos
y aturdidos los amplifican
El llanto de una beba
ignora los silbatos
los gritos se suceden
los cuerpos se levantan
se acercan, se alejan
Tres golpes de chancletas roncas
se encarnan en las nalgas
el pañal no protege
El llanto de la beba
en seco se interrumpe,
fue marcada.
El silencio entra en su cuerpo
el lenguaje la ha desamparado.
Mi lengua materna se hizo de silencio.
El mito de la escritura
“Desde niña busco el soplo de la palabra que da vida a los susurros”
Clarice Lispector
Asomados a estribor y río adentro
una niña y un niño se acompasan
sus manos entorpecen la baranda
y los ojos se reflejan en el agua
los toldos y las ramas ya muy lejos
un silencio se encarama en sus espaldas
el viento se demora en los cabellos
y el olor del río los alcanza
El sol les dibuja las siluetas
las sombras se exaltan en el agua
el niño estalla en nuevas risas
un papel se le resbala del bolsillo
entre vueltas y vueltas y más vueltas
ya casi bailan apoyándose en un pie
el papel se les rompe entre las manos
y en lluvias de pedazos cae al agua
Las risas y el viento se detienen
el río se pierde en las miradas
expulsado el papel no tiene vuelta
los niños se encaminan a la casa
la niña en silencio y desconcierto
adivina otra hoja y la escritura
un poema se le escapa entre los dedos
el golpe de la letra la acompaña.
La sombra de la palabra
La palabra ilumina
su luz me ciega y somete
dice de mi ser y mi deber
dice del otro
dice del miedo
dice la vergüenza
dice las reglas del amor
oficia la máquina del nombrar
insiste en el hablar sin fin
El lenguaje es mi desierto
soy una herida del nombre
Busco la sombra de la palabra
busco el deshecho de la letra
No encuentro, escribo
el blanco de la hoja
se quiebra en un verso
la escritura me mal dice
Así, mal dicha, habito
el claroscuro del silencio.
Inédito
11 maneras de mirar a mi gato
1
En la densidad de la noche
Sus pupilas centelleantes
Vigilan formas y dioses
También los devoran
2
Mis piernas , su contorneo infinito
Mis palabras el eco llano de su ronroneo
3
Mi gato caza el universo de la noche
Entonces duermo bajo el hogar de sus pelos
4
En celo
La violencia incesante de lo vivo
Urge y es plegaria
5
Mi gato acecha a la luna
La noche enmarca al silencio
Dios que nunca ha existido, ha muerto
6
La piedra que el hombre nos destina
Libera mi grito y su maullido
La ley se pulveriza
7
Yace en su andar felino la tormenta
También el relámpago
8
Sentados, mirando el cielo a través de la ventana
Figuras del amor
Dos silencios que recubren el vacío
Sin dominio ni fidelidades
9
Se abre mi piel en sus uñas
Rojo sobre blanco
Hay herida
La castración nos define
10
Ni silvestre ni doméstico
Inobediente
11
En el medio de la noche
La única sombra viviente
Entre los restos de mis muertos
ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: Majo, en el 2013 se publica “Ecos del silencio” en 2020, con la edición de «Irrupciones» comienza un derrotero poético que continuará con «El mito de mi habla» (2021) . ¿Cuándo y cómo empieza tu trabajo con la escritura?
Majo Bozzone: Cuando escucho esta pregunta, lo primero que siento que “trabajo con la escritura” me queda grande. En todo caso cabe preguntarnos qué es escribir y qué es la escritura. Me gusta pensar que la vida es escritura. Una escritura que desborda las escenas, los papeles, que se pierde y se reescribe. Me gusta pensar que escribir es parir un cuerpo de letras. Desde esta perspectiva no hay humano que no tenga alguna relación con el escribir y la escritura. Ahora bien al escribir como un oficio, como una búsqueda literaria , nunca arribé y ya no creo que pueda hacerlo. Lo más cercano han sido los talleres a los que llegué muy tardíamente como casi todo en mi vida. Hacia el 2000 - yo soy del 66- hice unos talleres de lectura con la escritora Mariana Docampo. Una maravillosa experiencia que me abrió a nuevas lineas de pensamiento. Recuerdo que leímos a Lispector, a Silvina Ocampo, a Isak Dinesen o Karen Blixen, a Marguerite Duras. Mariana iba recorriendo el material, situando el contexto y también promoviendo nuevas lecturas a la luz de nuestra época y condición. Salía maravillada de su taller y a la vez con una sensación de ser muy minúscula. Hacia el 2008 intenté un taller ya de escritura con Mariana y también con el escritor Marcelo Guerriere, pero había algo en mis tiempos, en los obstáculos de soltar mi mano que no hizo posible más que dos o tres encuentros , aunque me quedé con la experiencia de saborear consignas. Aclaro que ambos talleres eran espacios muy cuidados, de respeto y de impulso.
Luego empezó a aparecer, cuando viajaba en tren o en subte, cosa que era muy habitual en mí en la prepandemia, algún poema, llamemosle así. Eso desembocó en que enviase a un concurso masivo de una editorial y que en la presentación de la antología realizada a partir de dicha convocatoria conociera a Carla Demark. Hubo algo en su decir, en su tono de voz, en la serenidad de como hablaba del escribir más allá de las exigencias que me habilitó a realizar con ella un taller de escritura de poesía. Desde el año 2016 a mediados del 2019. El taller fue vía mail y en lo particular , la ausencia de imagen me permitió levantar mis prejuicios, el falso pudor y encontrar mis tiempos. También la transversalidad con la que Carla brinda sus conocimientos , sus sugerencias y sus correcciones. La mayoría de los poemas del libro “Irrupciones” fueron escritos en ese espacio, donde no predominaba la consigna, sino el encuentro con lo otro de nuestro razonar. Las vueltas de vida trajeron la posibilidad de publicar dichos escritos pero yo necesitaba que fueran leídos y observados por alguien ajeno al afecto y así llegué a Javier Galarza (con quien había realizado por el año 2019 un taller de Historia de la poesía). Javier en la clínica de obra de «Irrupciones» me mostró que el poema habita la hoja, que hay una topología de la escritura, un recorrer el papel como un mapa que hace del libro un espacio y una cartografía. Me transmitió que un poemario es una música muda que resuena en los ojos-oídos del lector. Empecé taller de escritura con Javier en agosto del 2020. Javier hacía un trabajo de escucha, distinguía en el decir las líneas de pregunta por las que una andaba, porque para Javier escribir o intentarlo era arribar y olfatear preguntas, verdaderas preguntas que no iban a tener respuestas sino vueltas y recomienzos.
Gilgamesh: ¿Cómo fue el proceso de escritura de cada uno de tus poemarios? ¿Hay búsquedas que se continúan de uno a otro?
Majo Bozzone: No creo que pueda agregar mucho más a lo que te comenté porque no soy una escritora, solo alguien que a veces con más o menos acierto se encuentra con un escribir, es tan difícil transmitir que “eso escribe”. En este momento, se me vienen unos versos de una canción de Charly: “Yo solo tengo esta pobre antena que me transmite lo que decir”. Mi antena es bien pobre y muchas veces pierde conexión (risas). “Ecos del silencio” no tiene ningún valor literario pero fue un grito de vida y de contención del dolor. Ese año tanto mi madre como un amor sin nombre (no era amigo, no era pareja, no tenía ningún nombre ni definición, quizá lo más cercano a un amor “por encima del rito del vínculo”) transitaron las etapas finales de enfermedades que marcan el último paso de la vida que es la muerte. No hay modo de pensar la vida sin la muerte y hay tantas formas de vivir como de morir. El libro no trata del tema, fue simplemente juntar lo que había escrito y publicarlo como si hubiese marcado otro modo de pérdida. Publicar también es perder, Escribir es una pérdida no solo del texto sino de esa que escribió.
De “Irrupciones” además de lo dicho, que el título da cuenta de lo que fue cada poema, una irrupción hasta en el pensar, en el dormir. Algo irrumpía y tenía la urgencia de ser escrito.
Del “Mito de mi habla” , apareció en el taller con Javier, Es biográfico y como toda biografía, es ficción. No hay una frontera clara, ahí. El contar ya trae esa construcción que nunca alcanza al hecho. Surgió a partir de lecturas en el taller de Adrienne Rich, también de poemas de Natalia Litvinova, de Tamara Kamenszain, de Carla Chinski, de un poema de Alfonsina “Pudiera ser” También de mis preguntas sin respuestas acerca de “la madre” desde mi oficio (clínica psicoanalítica) , la función materna y las nuevas líneas que trae el feminismo. La condición de mujer, de “provinciana llegada a Buenos Aire”, de “ser casi absolutamente solo pareja de mi padre” , más su débil salud hicieron mella en su deterioro psíquico, El poemario intenta ofrecer otra lectura de mi madre, que hasta en lo puntos que yo devine mujer, en esos puntos de liberación ella sin saberlo dio puertas. Digo devine mujer en algunos puntos, solo en esos que lo naturalizado se comienza a interrogar como construido y lo individual se diluye en la vivencia del yo como otro.
Gilgamesh: Uno de tus poemas dice «Eso quema. Escribir es un asunto grave.» ¿Podrías explayarte al respecto?
Majo Bozzone: Surgió ante un accidente que me interpeló, en medio de estar escribiendo y a la vez cocinando, extiendo aceite con la mano derecha sobre una tartera caliente. A partir de ahí sentí que el lenguaje se cierra sobre sí mismo, discrimina y elimina. El odio , el facismo son operaciones de lenguaje. Son una construcción que permite des-humanizar y no solo eso porque si fuese así estaría señalando la violencia ejercida sobre humanos, sino también desconocer, quitar la sensibilidad de lo vivo para así anestesiado ante el dolor del otro, se ejerce cualquier violencia. La escritura, no la reiteración de lo ya sabido, abre al lenguaje, rompe significados, desnaturaliza jerarquías y códigos. Quizá, en lo que respecta a mi historia, pude tocar algo de esa lenguaje familiar que dejaba poco margen de vida.
Gilgamesh: ¿Cómo fue llegar a la edición de tus libros? ¿Cómo viviste la relación autor-editor?
Majo Bozzone:De “ Ecos del silencio” a lo ya contado, que el armado fue entre amigas, con las fotos de mi hermano y mi cuñada. En relación a la editorial, si bien el trato fue cordial, fue en términos de un trámite. De “Irrupciones” participé de un proyecto en una editorial, que me dio la posibilidad de publicar. El trabajo de la diseñadora (Rocío Butti) fue de tal compromiso y diálogo con lo presentado que hizo de diálogo entre lo escrito y la gráfica. El trabajo de edición fue una labor amorosa de Carla Demark. Después los vaivenes de la editorial en cuestión que tampoco permitieron continuar con el proyecto traen la pregunta del cruce y la diferencia del libro como obra al libro como producto comercial.
De “El mito de mi habla” publicado por Editorial En Danza, desde la evaluación del poemario, el diálogo vía mail con Constanza Cófreces que acercó las sugerencias en diseño y en revisión de algunos versos hasta el cumplimiento de los plazos, dio un justo ritmo entre lo comercial y el cuidado. Creo que, sobre todo hoy, en la época del triunfo de lo mércantil, que es muy necesario, que no todo quede atravesado por lo ecónomico mercantilista, que exista una otra economía, una economía que vaya haciendo con todo aquello a lo que no se puede permitir que tenga precio. Esa dirección sentí que intenta llevar la Editorial En Danza.
Gilgamesh: ¿Qué expectativas tenías al momento de editar? ¿Qué lectura hacés de la relación autor-lector?
Majo Bozzone: Sinceramente, no me planteé muchas expectativas, no hubo cálculo, ni ilusión sino la imperiosa necesidad de distanciarme de eso que había escrito. Con la publicación casi todo lo escrito se me hizo ajeno. En ese no esperar nada, cuando personas totalmente desconocidas por mí hasta el momento, me enviaron mensajes por las redes, con algún comentario y también con relatos de sus propias historias por sentir con la lectura cierta cercanía, sentí que había recibido el gran premio, que más no podía esperar.
Gilgamesh: ¿Tus libros fueron trabajados en solitario o a raíz de tu paso por talleres literarios? ¿Cómo influyen ellos en tu poesía? ¿Qué podés contarnos de tu encuentro con Javier Galarza?
Majo Bozzone: Creo que algo ya he dicho, esto es lo hermoso de hablar, que hace ir y venir por tópicos, irse por las ramas y volver. Elijo entonces, intentar transmitir el encuentro con Javier, aunque no van a alcanzar las palabras. Para mí Javier fue unas de las personas más genuinas en relación a su pensar político y su modo de vida. Lo más lejano al capitalismo dentro del capitalismo. La puesta en acto de una ética de la no tenencia, de una vida que consiente con que su verdad es perderse. Le interesaba lo vivo del lenguaje. Podía llegar a preguntar que se escuchaba en mi barrio, que sonidos percibía, que frases sueltas rescataba en la calle. Sostenía la apuesta a pensar más allá de lo sabido, por encima del concepto aunque no sin el concepto. Impulsaba. sin indicar y menos obligar, a salirse del lenguaje para volver a él de otro modo. Tenía un oído atento que le permitía distinguir donde la pretensión, la grandilocuencia o el vicio de lo sabido interrumpía lo poético. Proponía ciertas direcciones, nunca un programa, cuando podía ubicar cuales eran las preguntas que me atravesaban. Nada quedaba para él fuera del taller porque la vida era pensada como un desborde de escritura. Partiendo de las preguntas y de la conversación transmitía la historia de la poesía, las escuelas, pero no desde lo académico sino desde lo que nos transmitieron, como maestros, como propulsores, desde las utopías. Así se hacía una lectura para intentar responder y pensar la época actual. Descubrí en su taller, el mundo Artaud, el mundo Hölderlin, el mundo Celan. Leí con él a Irene Gruss, a Paulina Vinderman, a Anne Carson, a Celia Gourinski, a Adrienne Rich, a Alda Merini, a Jacobo Fijman, a Leonor García Hernando, a Susana Villalba, Estela Figueroa entre muchos otres. Lo que así parece desordenado, en los encuentros con Javier eran poetas que estaban en diálogo. A nuestra conversación el traía esas voces y así se armaban trayectos mucho más allá de lo cronológico y por encima de la sapiencia. Recuerdo que establecimos un trayecto-diálogo entre Alfonsina Storni, Leonor García Hernando y Susana Villalba, con algunos desvíos a Adrienne Rich.
Además promovía la lectura entre pares. Yo no tomaba clases en grupo pero a través de Javier conocí a la mayoría de quienes tomaban clases con él. Javier fue y es una presencia cotidiana, con quien aún dialogo aunque ya sea un habla fantasmal. Siento la responsabilidad vital de transmitir su obra porque su escritura disputa sin guerra los modos de apropiación del pensar-sentir que impone el capitalismo, toca el lenguaje en el centro del poder.
Vos preguntas por el encuentro con Javier. No hay mejor palabra, con Javier hubo encuentro y entonces transformación, no soy la que era antes de comenzar el taller. Solo hay encuentro con el otro, con lo otro, con eso que nos altera y nos saca de nuestras formas habituales sin el propósito de hacerlo, sin la orden.
Gilgamesh: ¿Cuánto de tu profesión como psicoanalista permea tu literatura?
Majo Bozzone: En primer lugar “mi literatura” si es que existe, son los libros y autores que leo. Leer fue lo único en mi vida que se dio sin dificultad y antes de tiempo. Todo lo demás fue a tropezones. Intento que nada de la teoría del psicoanálisis, como saber acumulado, inunde lo que escribo o tome mi decir. El psicoanálisis es una práctica singular de escucha y habla, de dispersión de la frontera yo-otro donde la teoría es una consecuencia y hay que sostener la práctica lo más lejos posible del concepto para crear nuevos modos de hacer en la época. Así para mí leer poesía me salva de hacer del psicoanálisis una teoría académica.
Gilgamesh: Como gestora cultural has formado grupos de estudio y difusión en los cuales la filosofía, la psicología y la poesía se imbrican. Me gustaría saber qué de tu escritura se pone en juego en estos espacios y cómo ellos hacen pie en tu poética.
Majo Bozzone: No creo ser una gestora cultural. No tengo conocimientos especializados ni planifico proyectos culturales. Tampoco me siento cómoda pensando a la cultura como un consumo ni como una actividad superior o filántropa, dos polos de polos de importante tensión. Las distintas actividades que he realizado a lo largo de los años surgen del entusiasmo, de un modo diría hasta pulsional, llevada por la alegría de compartir aquello que me toca y que me pide otros encuentros. Casi como una niña que conmovida dice “Mirá esto” y no puede no decirlo. En esas actividades están presentes mis lecturas, mis preguntas y el intento de pensar con otros. Creo que nada de mi escritura se pone en juego ahí ya que no soy escritora. Claro que esos encuentros y actividades son motores de vida, surgen otras ideas, otros autores, así que en todo caso yo estoy en deuda con cada quien que acompaña porque me transforman y o me incomodan en mis aseveraciones.
Gilgamesh: ¿Qué lecturas están presentes a la hora de crear? ¿Qué autores estuvieron en el descubrimiento de la poesía como lectora y escritora? ¿Qué autores son imprescindibles para seguir leyendo el mundo y trasponer ese magma en tu trabajo de escritura?
Majo Bozzone: Me siento más habilitada a hablar como lectora. Leer es un acto íntimo y colectivo a la vez. La mayoría de las veces se lee a solas, pero ya hay un otro que es la voz de libro, el mundo que el texto abre y las voces que surgen desde la historia al ser convocadas o rechazadas por la voz del texto. El primer autor que puedo afirmar que me conmocionó fue Borges, Tenía quince años y la profesora de Castellano, Josefina Cerolini, nos leyó “Fundación Mítica de Buenos Aires” y “Ruinas Circulares”. Escucharla fue una conmoción. No puedo afirmar lo que entendí, pero sentí que toda fundación era mítica ya que es creer en un origen, en un momento cero que las más de las veces oculta las líneas que llevaron a ese acontecer. También el temblor de que el ser es un sueño, que somos sueños y pesadillas, ficciones que niegan nuestra vulnerabilidad y finitud.
A la lectura de Borges le siguió la de Julio Cortázar, en primera instancia los cuentos del libro “Bestiario”. Kafka y su mundo que se me hacia demasiado cercano a lo que vivía en las noches: el peso de una culpa que no conoce el delito pero no por ello es menos cierta. Muchos años después, Clarice Lispector en su clandestina felicidad de leer. La disolución de la prosa como historia a narrar para traer palabras ardientes, sagradas, de colores, rotas.
Imprescindibles... hoy siento que “La religión Hölderlin” de Javier Galarza es un libro imprescindible. Deleuze y Nietzsche, como también Franco Berardi y Chantal Maillard. Leer poesía se me hace imprescindible. Volver a Leonor y escuchar desde hoy sus versos “¿para qué iniciar una conversación? Pídeme la vida que es tan poca cosa en este país esta pampa de sótanos donde ningún Señor pregunta a Caín "¿dónde está tu hermano?" se me hace necesario porque creo que es el único modo de intentar salvar al habla que el neoliberalismo ha herido en tantos años.
Gilgamesh: ¿Cómo es tu relación con las nuevas generaciones de poetas? ¿Te sentís parte de una generación poética, de una movida cultural?
Majo Bozzone: No me siento parte de ninguna movida cultural ni de generación de poetas, simplemente porque a veces escribo poesía y no soy poeta, no trabajo la lengua ni el lenguaje solo a veces puedo hacer un poema con lo que escucho, con lo que siento o con lo que he vivido. Puedo decir que leo y que voy a escuchar en la medida de lo posible a poetas contemporáneos. También que hay una diversidad de estilos y de búsquedas hasta de propósitos que me sorprende y conmueve como vos bien notarás en Gilgamesh. Alan La Veglia, por ejemplo, es un poeta muy joven y muy sabio. Transmite en su letra un decir y un silencio ancestral que trasciende la época. También me he encontrado a través de del poeta Sergio Morán con las poetas que publica “Fractura Ediciones” un equipo de mujeres con enfoque de género que promueve literatura de Mendoza de modo autogestivo. He leído desde esta editorial a Carli Prado, Laura Martín Osorio entre otras. Sus versos arden en lucha porque la lucha y el tópico de la perspectiva de género les atraviesa la vida. También una poeta a la que vuelvo una y otra vez es Natalia Litvinova. Su poesía renueva nuestra lengua con cierta extranjeridad. La historia de su familia se teje entre lo mujeril y el exilio. El exilio rompe con una lengua y trastoca a otra y en ese cruce emerge otra letra, otro decir. Podría nombrar gran cantidad de poetas contemporáneos que me han interpelado, algunos ya he nombrado, otros como Gabriela Franco, Paula Giménez, Diego Muzzio, María Malusardi, Claudia Masin, Emiliano Campos Medina y no es justa la lista porque hay muchos más. Obvio que doy por sentado a Javier Galarza. Quizá esta época de crisis de paradigma requiera pensar que es una generación. Pero en Argentina podría decir que se escribe, se grita, se vocifera también se balbucea.
Gilgamesh: Las presentaciones y lecturas en diferentes ámbitos convocan al diálogo entre los poetas y sus lectores. ¿Cuál es tu experiencia al respecto?
Majo Bozzone: Me haces esta pregunta y lo primero que llega a mí memoria son dos poetas que promueven a otrxs escritores y que invitan a leernos y a dialogar continuamente: Ferny Kosiak de Entre Ríos que lleva adelante la editorial independiente y federal “Proyecto Camalote” y entre varios proyectos convoca desde una temática para realizar luego antologías de cien poetas argentinos. Lo hace de un modo muy cuidado y hasta responde con delicadeza a quien no ha sido seleccionado. En los últimos meses del año 2023 vino a la ciudad de Buenos Aires y convocó a todxs los poetas de las distintas antologías, esa noche una se sentía en una comunidad de poemas que vibraba en el mismo tenor político. También llega a mí la presencia de Gustavo Tisocco , poeta correntino que además de su gran producción, desde el 2006 si no me equivoco lleva adelante un sitio llamado mispoetascontemporaneos y también invita a dialogar y escucharnos en modo online los domingos a las 20 hs. Es continua su labor de promoción y difusión.
En los años 2021 y 2022, dos poetas muy jóvenes (Ana Frandzman y Ayelén Rives) realizaron un ciclo al que nombraron “Lengua que ladra”. Hacían un encuentro itinerante (promoviendo entonces lugares) por estación climática . Convocaban distintos estilos , con distintas trayectorias y diversas edades. Desde la cronología cruzaban generaciones. Esa diversidad distinguía su ciclo, además de la hospitalidad con que lo realizaban.
A mi sorpresa he sido invitada a leer en algunos ciclos y festivales, como en XII Festival de Poesía del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini que organizó el poeta salteño Carlos Aldazábal. En esa ocasión hubo mesas de conversación y de lectura que originaron diálogos y hasta controversias.
No quisiera dejar de nombrar a uno de los festivales que considero más bellos: “Poesía en la escuela” coordinado por Marisa Negri y Alejandra Correa. Si no me equivoco este Festival viene sucediendo desde el 2010. Surgió (espero no equivocarme) desde una convocatoria espontánea por redes invitando a ir a leer poesía a las escuelas y varios poetas respondieron y fueron. Desde ahí bajo una convocatoria y programación , todos los septiembres, distintos poetas van un día a una escuela primaria o secundaria a leer, trabajar y compartir poesía. Es llevar la poesía a las infancias y las adolescencias, es escucharlos , es convocar a hablar y producir sirviéndose de otras como dibujos, fanzines, etc. Es realmente una apertura y un diálogo en acto. Para mí es también un hacer político de rupturas de jerarquías, de recuperar lo sensible y el carácter potente de la poesía en cuanto construcción y elaboración. No podía no mencionarlo. Una vez participé en ese festival, en una escuela primaria pública de una isla de Tigre, Fue conmovedor, bello y siempre agradeceré haberlo vivido.
Gilgamesh: En la coyuntura socio-política que nos atraviesa, ¿qué lugar tiene la poesía? ¿Qué compromiso asumís como intelectual? ¿Qué significado tiene, hoy, para vos ponerte a escribir un nuevo poema, armar un nuevo libro?
Majo Bozzone: No me considero una intelectual. Soy una persona que por su coyuntura de origen y salud ha podido habitar un mundo desde y con los libros. Pero en relación a tu pregunta te digo que intento seguir las ideas de Franco Berardi, también las de Chantal Maillar. Berardi dice que el código es “la imposición de un límite performativo y productivo” y que en cambio la poesía porta un poder transformador: “reabre lo indefinido”, crea nuevos errores, provoca contradicciones, expande el mundo. Mientras que el código opera con lógica mercantilista, la poesía “es el lenguaje de la no-intercambiabilidad”. Nuestra época tiene en el centro el poder del código financiero, basado en cálculos matemáticos que predicen un porvenir y determinan un presente donde no importan los cuerpos ni la sensibilidad, el dolor de esos cuerpos. Creo que los fascismos que han surgido, las expresiones extremas. son respuestas de rabia y adhesión a ese código. Y entonces creo que la poesía ya no desde lo literario, sino como una erótica del lenguaje, es un encuentro y una ruptura con el código que puede tocar, conmover esas raices de cogido que se infiltran en los procesos de subjetivación.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Majo Bozzone: En mi opinión que es solo eso, una opinión, creo que ese lazo perdido es uno de los efectos de haber perdido el habla. Creo que estamos bajo muchos estímulos de comunicación, de información pero que hay muy pocos momentos, espacios de habla. Hablar no es saber, hablar no es razonar y menos vencer o convencer. Siento que en parte las redes sociales han sido una captura social y que ha ido en detrimento del lazo. Creo que hay que volver a los barrios, a las plazas, a los bares y disolver esa frontera que separa lo intelectual de los cuerpos. Así como “Poesía en la escuela” lxs poetas van a las escuelas y van a vivir la poesía, no ha enseñarla como si fuesen doctores de literatura, así de ese modo hay que ir al encuentro. Me parece que debemos apostar a salir de la representación, donde la sensibilidad queda reducida al espectáculo. Me explico, puedo ver videos de la guerra del mismo modo que una película o como un video más de las redes y eso anestesia el dolor de lo que se vive y hasta a veces lo convierte en un espectáculo más. Desde la poesía creo que hay un margen para recuperar lo sensible desde lo erótico, desde lo múltiple de los sentidos y desde ahí intentar otro pensar si la liberamos del juicio y de la obligación: no hay pretensión al escribir, lo que prima es el encuentro con el otro o lo otro y a veces puede suceder el poema.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Lic. En Psicología UBA. Practicante del psicoanálisis.
Escribe poesías y cuentos.
Trabajó en Centro Dos, CPA de Ezeiza. Ex miembro del Consejo de Administración de Fundación Campos del Psicoanálisis. Actualmente realiza actividades en “El Andén - Espacio de arte y psicoanálisis”
Coordinó el ciclo «La Contada» en Zona Norte (2012-2019) y el Boletín Literario Electrónico BDU (1998-2003). También talleres de lectura en psicoanálisis y de literatura como dispositivo ampliado. Interesada en la vecindad de la literatura y el psicoanálisis en su hacer comunidad.
Lleva adelante el proyecto “Te leo, te cuento” del cual se desprende un sitio de audiotextos (www.teleotecuento.com.ar) y encuentros literarios que se han realizado en “La paz Arriba”, “La casona de Humahuaca”, “ Asociación de Psicológxs de Tierra del Fuego” y mensualmente en “El Andén vía zoom” como también intervenciones institucionales (Infantia de San Francisco - Córdoba)

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