jueves, 9 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a MERCEDES ROFFÉ

(Publicado en la página de Facebook el 23 de febrero de 2022)

Mercedes Roffé, poeta y editora argentina. Desde 1995 vive en la ciudad de Nueva York.
En una de sus respuestas a nuestra entrevista, Mercedes dice:

«La música por lo general llega con cada poema. O antes: como el poema que va a ser».

SELECCIÓN DE SU OBRA

Del libro «Del candor y las sombras» (2022, inédito)

PAISAJE, INVIERNO, CHARCAS
el cielo ha de ser tan rotundo
como un retrato
tan adusto o esquivo
igualmente enigmático
o sereno
pero el maestro
—prestidigitador como es,
sombrío,
iluminado—
ha preferido las ramas
erectas como juncos,
la nube transparente,
el lago congelado al pie
de la arboleda espectral
aterradora
la primavera temprana
cristalizará en deshielo
cuanto más profundas las rocas
más doradas
y esa luna que puedes
casi tocar con las manos
blanca y laxa y rosa
doblada en su reflejo
no apunta más que a las charcas
—esporádicas y ausentes,
congeladas— pequeños cielos
enjutos, extendidos
sobre la grama
—el mapa de una vida
o tal vez su memoria.
ENCUENTROS, SOLEDADES
la ciudad en que vivo
la silla en que me siento
la mesa que comparto
en la que espero
sombras y luces son
los que van llegando
frente a la mesa servida
me siento sola
invito
espero
llueve
en un café nos reunimos
a contraluz hablamos
desnuda voy
pariendo
bajo el agua
un hijo que no es mío

Del libro «Diario ínfimo» (Sevilla, Siltolá, 2016)

LABRANTÍOS
ayer fue labrar
y cuando se labra cuesta
abandonar el surco
vuelvo y vuelvo
a tallar lo tallado
a pulir las rebabas
los grumos que entumecen
el sentido trazado, laborado
ayer fue labrar
difícil deshacerse desasirse
de la tierra esculpida
como si el surco hubiese
sido cavado
en el propio
cuerpo
o la memoria
tierra fecunda
MUJERES DE NEGRO
(Marianne von Werefkin)
bolsa al hombro
–cuando no nosotras
dentro
y la soledad cada cual
como puede
–algunas, bajo el brazo
otras
quebrándole la cadera
otra, hundiéndose
a lo lejos
¿es un río?
mujeres son
–dicen
¿un río somos?
a lo más un arroyo
y las casitas allá
alineadas
tan prolijitas
y ese mundo
aun más atrás
tan alto
y fuego
y noche
Pero ellas van mirándose
la punta de los zapatos
no alzar la vista
ni la voz
podría decirse
su esencia
bajo la luz de una lámpara color miel
lee
fuma
bebe
un señor en su bata
de seda azul
de las anchas solapas
sacude
–soplando apenas–
una brizna dorada
TEMPLO
Entretanto
en el bosque de piedras cubiertas de musgo
se oye
el croar del silencio

Del libro «Carcaj: vislumbres» (Madrid/México, Vaso Roto, 2014)
II.
un son
somos
apenas
una titubeante
nota
sostenida
por la trémula mano
o el aliento
—falto o
cumplido—
de la luz que nos mira
ese vibrato
que
por un instante
irrumpe
no ya en el silencio sino
en el anónimo rumor
insomne
inacabable
ese tañido
ese encaje
urdido por el tedio
–o la violencia–
una hora
de ese reloj hambriento
somos
y aun reímos
y amamos
y tememos
el final de este sueño
IV.
apaciguado apenas
el campo
—cascabeles
de lluvia plena—
espectral
recorta
la caravana
su perfil en el cielo
¿migración o danza
de la muerte?
cada cual con su emblema
un compás
un ancla
una armadura
un laurel
un cuaderno
una antorcha
un fuelle
un pez
una madeja
un espejo
una sombra
siluetas espectrales
en las que danza la vida
o quizás una vida
no de aquí

Del libro «Las linternas flotantes» (Bs. As., Bajo la luna, 2009; México, Mantis, 2017)

V.
Porque el Ángel vigila.
Vela.
Alerta está sobre un costado del hombre.
Ángel-lechuza.
Sutil está.
Ve sin ser visto.
Trabaja.
Los ángeles trabajan.
A veces
una bala perdida los hiere
–primero a ellos–
luego se abre camino y mata.
Ángel dormido.
Desvaneciente.
Ala herida.
Gotas de sangre-alma.
Vigila.
Vela.
Alerta.
Sutil está
sin ser visto.
Sobrevolando el hilo de la vida.
Sutil el hilo
el ala.
Transparencias.
Nervaduras de aliento-vida
Sombra blanca sobre tierra blanca
contra blanco muro de agua transparente.
Crece el jazmín y se abre
en su blanco bienoliente.
Vida sutil el Ángel se corona
de blanco bienoliente y se abre
jazmín alado a un costado de tu hombro.
Vida sutil.
Susurro
de aguas transparentes.
Música es
aquello que bendice.
Silencio bendecido y coronado
de gotas bienolientes.
Cristal del mundo
Cristal-aleph que encierra libre–
todo lo que debía haber sido
todo lo que, en algún lugar, (se) es.
Lugar otro, devenir de lo exacto-destinado.
La vida es el sueño de un ángel
herido en su costado;
en su ala
transparente y perfecta.
Un desvío fatal: interferencias
de un susurro-silencio transparente y perfecto
un jazmín abierto y entregado.
Las flores son infinitas. No en número.
Cada una.
Cada una un roce de lo otro en esta vida.
De una orilla en la otra.
Reminiscencia.
Emanación primera de la Primera
Emanación
–transparente y perfecta.
Cada cual a su flor.
Cada cual a su aliento.
El Ángel vela
herido en su costado.
¿A qué herida atender
primero?
¿a qué llaga, a qué laceración
para parar la sangría
de un mundo herido
en todos sus costados?
¿En qué estrella de cristal radiante
atesorar su suspiro, su sangre
blanca-transparente sobre la tierra-muro blanca
herida
de esta sombra blanca diferida siempre
siempre en otro lado
moribundo siempre
herido siempre y entregado?
XI.
¿El amor será al cuerpo
lo que la contemplación al alma?
¿Ese sosiego?
¿Esa intuición
del todo en el instante?
¿Ese relámpago en el que
lo real se revela
acorde con su eco?
¿La suspensión fugaz
que presiente todo
y todo lo comprehende?
¿Será aquel hiato en el fluir del tiempo
el único hogar y patria verdadera?
Hogar y patria:
Llamo así al poseerse,
al mirarse y verse reflejado
en un agua
confiable y serena.
Cuerpo de luz
Cuerpo de bien
Hiperbólico pétalo bogando
entre una y otra ribera.
¿Y si no son dos las riberas?
¿Si todo es uno?
¿Si no son dos ni uno
sino un glisando de espejos
hacia y desde la luz —o el fango?
Cada estación con su afanoso demiurgo
más confundido que cruel
obnubilado, hundido
en el exceso
de un reino que ignora y que lo ignora.
Regente, príncipe y niño —todo a un tiempo
todo a destiempo.
¿Y si no fuera todo más
que un viaje
por las edades congeladas de ese príncipe
hacia la luz —o el fango?

Del libro «Glosa continua. Ensayos de poética (Bs. As., Excursiones, 2018)
*
Hay visiones. Visiones del hambre y de la droga. Visiones de la contemplación y de la abstinencia. Hay visiones como las de Hildegard, como las de Buda, como las de los místicos de Tudela y Safed. Visiones de la ceguera y visiones de la ensoñación. Y hay visiones entre la vida y la muerte, entre la vigilia y el sueño, entre el sueño y el despertar.
La pregunta es: ¿hay representación? ¿Da acceso la visión a alguna realidad otra? ¿O hay solo eso, la imago —esa alucinación, esa fantasmagoría–, y con eso sería ya bastante –bastante vértigo o bendición?
¿Hay correspondencia alguna entre la visión y otra cosa? ¿Es necesario hacerla correlativa a algún tipo de verdad, de mundo, fuera de ella misma? Y en ese caso, ¿como vía hacia qué?
Y hay ideología. Quiero decir: lo aprendido, lo esperable. Que a Teresa de Ávila le haya sido dado ver la Humanidad de Cristo y no el Carro de Ezequiel. Que al boddhitsava le sea dado ver la conexión entre todo lo vivo y no la orgiástica intuición del Día del Juicio que vio Miguel Ángel a pedido de Roma. Que a Michaux en sus viajes con mezcalina no le fuera dado ver ni la interconexión de todas las cosas ni la extremada gloria del Hijo de Dios, sino una enloquecedora sucesión de puntitos…
En todo caso, ¿por qué cualquiera de estas visiones habría de corresponderse con algo —algo, más allá de sí misma? Más aún, más allá de la literatura o la mitología de la que bebió aquel o aquella que ayunó o ingirió.
Imperfecciones todas; anécdotas previas a la plenitud sonora del vacío.
*
Oh sí, el cuerpo se inscribe en el poema tanto como el poema en el cuerpo. Cuídate de las palabras que usas. Cuídate de lo que dices. La palabra es como un espejo. No quieres saber lo que serían los siete años siguientes a una necia, prepotente imprudencia.
Igual influye el cuerpo en el crear. Cioran habla de sí mismo como de un “epiléptico frustrado”. Sé a qué se refiere. A the midnight disease.
Al lóbulo parietal izquierdo. Redon. Seguramente Blake. Dibujar a toda costa, seguir el trazo. O la poesía como actividad de la mano.
*
Leo a Cioran con un interés que no necesariamente implica una afinidad con su perspectiva ante la vida, sino por ser –como se ha dicho– alguien cuya lectura se puede disfrutar sin sentir que hay que estar de acuerdo con nada de lo que postula.
Por mi parte, empiezo a prestar atención a su voluntad de no estilo.

ENTREVISTA CON LA AUTORA

Gilgamesh: Mercedes, desde tu primer libro editado en la década del 70, «Poemas» (1973-77), hasta tus inéditos en «Del candor y las sombras» (2022), podemos leer una búsqueda formal que recurre a la utilización del verso libre, a un diálogo permanente con las artes (la música, la pintura) y a preguntas que se abren al «vacío», «¿Ese relámpago en que / lo real se revela / acorde con su eco?». ¿Cómo fue ese tránsito de la palabra poética de un libro a otro? ¿Qué preguntas se fueron respondiendo en este camino y cuáles permanecen?
Mercedes Roffé: Creo que me sería difícil reconstruir ese recorrido o afirmar qué preguntas se respondieron y cuáles siguen pendientes. Sin embargo, es muy lúcido lo que señalan acerca de ciertas constantes que se han ido dando desde entonces con cierta frecuencia o que han ido habitando intermitentemente muchos de mis poemas.
El verso libre, que es la forma que practico en la mayoría de mis libros, alternó con el poema en prosa en libros como «El tapiz» (1983), en la segunda sección de «La noche y las palabras» (1996) y en todo el «Memorial de agravios» (2002). También hay unos pocos eventos en prosa en «La ópera fantasma» (2005).
El diálogo con las artes plásticas está presente desde el título mismo de «El tapiz». La poesía ecfrástica vuelve a aparecer en «Teoría de los Colores» y tiene cierta presencia en el libro inédito que mencionan, «Del candor y las sombras». La música también ha sido una constante. «Motivos para escribir», la segunda sección de «La noche y las palabras», dialoga con el disco homónimo del minimalista belga Wim Mertens y reaparece muy contundentemente en «El pájaro de fuego», la sección final de «La ópera fantasma».
Diría que el recurso a la intertextualidad se da con mucha fuerza, especialmente, en mis primeros libros. Después de cierto momento, que yo ubicaría a mediados de los 90, lo que surge es una forma más precisa de intertextualidad, que es la experimentación o el diálogo con formas poéticas de otras culturas (y también de la nuestra, pero que no consideramos tales) como el conjuro, la definición, el evento, el debate, el poema-dibujo y otras que llegaron o no a formar parte de alguno de mis libros.
Preguntas que se abren al “vacío”, siempre hay. Más siendo, como creo, la poesía —y el pensamiento no dogmático en general— antes un espacio donde se plantean preguntas que donde se ensayen o se impongan respuestas. Ese es otro rasgo —la pregunta siempre abierta, la duda, la consideración de respuestas múltiples, todas y ninguna válida—, fue algo que mi querida amiga Mirta Rosenberg señaló ya en uno de mis primeros libros, «Cámara baja» (1987) y que desde entonces me ha interesado seguir cultivando. Creo que esas preguntas sin respuesta posible resumen toda una actitud ante el mundo, que celebro.
Gilgamesh: En «Glosa continua. Ensayos de poética» (2018) asistimos a un «desarmar» reflexivo-poético del poema y del poeta, de la conjunción vida/obra que se imbrican e interpelan, «...anécdotas previas a la plenitud sonora del vacío». ¿Podemos decir que en estos textos se juega un balance de tus preocupaciones ético-poéticas? ¿Cómo surgió la necesidad o la urgencia de componer este libro?
Mercedes Roffé: Es exacto como lo describen. Los microensayos de «Glosa continua» resultaron el vehículo adecuado para plantear algunas preocupaciones íntimamente relacionadas con la poesía, pero que también iban más allá, hacia esa ética que señalan, especialmente en lo que concierne a ciertas políticas culturales ante las que me siento particularmente comprometida o sobre las que pienso que tengo algo que aportar, que compartir.
Es curioso porque la necesidad no surgió de la urgencia por tratar ciertos temas, esos temas que abordo o que propongo. El primer impulso que recuerdo fue la lectura, estando yo en Buenos Aires a mediados de los 90, de «El autor y la escritura», de Ernst Jünger. Es decir, que la primera urgencia fue esa forma: el ensayo breve, conciso, erudito en el caso de Jünger, sin llegar a la economía ni al tono por lo general moralizante del aforismo, que se puso de moda años después. A esa lectura siguieron todos los libros de ensayos breves que pude conseguir. Creo que trazo una muy somera genealogía en el prólogo de Glosa, que me gustó mucho escribir: una especie de poética del género.
Tampoco excluyo la idea de “glosa” que se desprendía por entonces de mi especialización en literatura medieval. Había trabajado muchos años en el tema del debate literario y sus fuentes en la formación académica tal como se dio en toda la Edad Media europea. Y, claro, algo de ese diálogo que se mantenía por entonces con los considerados “textos maestros” vino a encarnarse en mi libro.
Gilgamesh: En «Diario ínfimo» cobran relevancia los gestos cotidianos, los «Labrantíos», el revisitar los orígenes. ¿Qué memorias se pusieron en movimiento al momento de la escritura? ¿Cómo intimaste con la música del poema en estos textos?
Mercedes Roffé: Después de la experiencia de escribir «Carcaj: Vislumbres» (2014), un libro, si es que hay alguno, al borde de la iluminación, aterrizo en un proyecto tan anclado en la realidad cotidiana como «Diario ínfimo» (2016). El poema que mencionan, «Labrantíos», es precisamente sobre la experiencia de escribir: labrar y volver al otro día sobre el surco trazado para tallarlo mejor, para pulir las rebabas, para —como Catulo decía— pulir con piedra pómez los bordes de su “libellum”.
Ese libro, esa cotidianeidad, me dio la ocasión de incluir experiencias que, de otro modo, difícilmente hubiesen entrado en mi poesía: el ataque terrorista en una playa de Túnez, el intento del gobierno de Macri de poner en duda los archivos de las Abuelas de Plaza de Mayo, un incendio de archivos frente a mi casa, en la costa de Brooklyn... Todo eso junto a cosas tan personales como algún recuerdo de adolescencia o —de nuevo— ciertos cuadros que me impactaron de una manera particularmente rotunda.
La música por lo general llega con cada poema. O antes: como el poema que va a ser.
Gilgamesh: Además de poeta, sos traductora y editora. ¿La traducción es otra manera de continuar escribiendo tu obra o es un quiebre, un extrañamiento con respecto a ella? ¿Cómo te llevás con las traducciones que hacen de tu obra? ¿Qué poéticas ponés en circulación desde tu lugar de editora? ¿Qué poetas, hoy, son parte de tu biblioteca cotidiana, íntima?
Mercedes Roffé: Siempre he sentido que todo lo que hago lo hago desde mi ser poeta. Todo confluye o parte de un interés o una pasión que es la misma. Tampoco les diría que la traducción es una continuación ni un quiebre con el acto de escribir. Sigo pensando que son dos actividades distintas, sublimes las dos cuando se llegan a hacer con el talento que las dos requieren. Lo que me interesa, tanto al traducir como al encargar o aceptar una traducción para publicar en Pen Press, es que ese libro, ese o esa poeta proponga una voz propia, distinta, que aporte una concepción de la poesía, del hecho poético, que no sea el que cultivan otros cien poetas, por buenos que se consideren, por premiados y renombrados que sean. Me interesa proponerles a mis pares de Hispanoamérica una poética posible en la que no hayan pensado, una mixtura que no les haya sido culturalmente accesible, un haz de preocupaciones humanas y formales que abran los ojos y los oídos que estén dispuestos a algo que no sea remanido. Esas son las poéticas que intento poner en circulación, especialmente en Pen Press. Y creo que hasta ahora lo hemos logrado, aun a costa de publicar muy lentamente, muy de a poco, con el mayor cuidado posible.
Con las traducciones que se han hecho de mi obra me siento especialmente afortunada. De algunas de ellas, en los idiomas que conozco, como el inglés y el francés, he disfrutado particularmente porque he podido mantener con las traductoras un intercambio siempre magnífico. Con idiomas que conozco menos, o nada —como el árabe o el rumano— más bien confío plenamente en la trayectoria del traductor, que hasta ahora siempre ha sido alguien muy destacado en su campo.
Mi biblioteca cotidiana sigue siendo la de los poetas que he amado de toda la vida porque aunque no vuelva a abrir cada tanto sus libros, ellos siguen hablando en mí. Y lo genial es que cuando voy y los abro de nuevo vuelven a fascinarme como el primer día: siempre algo que no recordaba o que no lo recordaba así o que se me había escapado o que los años hacen que lea de otra manera. Hablo de Garcilaso, de San Juan, de Pizarnik, de J. A. Silva.
Gilgamesh: Sos una poeta de aquí y de allá. ¿Te sentís parte de la generación poética de los 70-80 en la Argentina? ¿Cómo convive la poeta inserta en el mundo intelectual argentino y en el estadounidense? ¿Qué opinión tenés sobre las dinámicas de lecturas, concursos y premios de aquí y de ahí? ¿Cómo te situás con respecto a las nuevas generaciones de poetas?
Mercedes Roffé: Claro, soy parte de la generación poética de los 80, con enormes lazos de afinidad y cariño con los poetas que surgieron un poco antes y que serían de la generación del 70. La convivencia de esos dos aspectos es muy serena porque no hay nada que se oponga entre las dos experiencias. Al menos no en mi caso. He seguido escribiendo en español, aun cuando puedo escribir prosa en inglés o traducir a esta lengua cuando surge algún proyecto que me interesa particularmente. Se tradujo aquí un libro mío, «La ópera fantasma», y otros dos en una de las mejores editoriales de Inglaterra con distribución en los Estados Unidos. La llegada de la poesía a librerías en los Estados Unidos no es algo en absoluto masivo. Al contrario. La mayor parte de la distribución se hace por un canal bastante acotado que es el servicio de Small Press Distribution. En los últimos años, se produjo un cambio bastante interesante en el ambiente editorial independiente: después de décadas de un rotundo silencio, algunas pequeñas editoriales empezaron a interesarse por traducir algunos nombres bastante relevantes de la poesía hispanoamericana actual. Así salieron libros de Marosa Di Giorgio, de Pizarnik, de Miguel Ángel Bustos, de Liliana Ponce, de Raúl Zurita, de Elvira Hernández, por nombrar solo a algunos del Cono Sur. La publicación de «Ghost Opera» formó parte de ese movimiento.
De las dinámicas de lecturas en todos lados tengo la mejor de las opiniones. Los concursos y los premios suelen tener aristas más espinosas.
Con respecto a las nuevas generaciones de poetas, siempre he sentido el mayor interés. Siempre he tenido y sigo trabando amistad con poetas mucho más jóvenes, especialmente si nos une alguna afinidad estética, además del cariño. Estos años de clausura que fue la pandemia me han afectado mucho en este aspecto. No solo porque no haber podido volver a ver a muchos de ellos —y claro, tampoco a los de mi edad—, sino porque siento que no pude ponerme al día con lo mucho que se ha publicado y no he llegado a comprar. Acceder a ebooks o pdfs de libros que hace tiempo se publicaron es relativamente fácil. Pero acceder a lo último que publican editoriales pequeñas se hace ya más difícil.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variaciones, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y, quizá, también leída por algunas de sus amistades… Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Mercedes Roffé: La verdad es que he visto a Steiner trastabillar en muchas de sus observaciones. Por ejemplo, cuando habla de la música contemporánea o del expresionismo abstracto, y de Pollock en particular, con tanta rotundidad como ceguera. Me parece que, con respecto a la observación que mencionan, de que la poesía se ha vuelto un asunto privado, Steiner cae en la misma falta de percepción. También, claro, habría que ver cuándo lo dijo. Afirmaciones que podían caber —o al menos entenderse— en los años 60, pueden no seguir vigentes sesenta años más tarde. Una de esas afirmaciones que se siguen repitiendo cuando han perdido vigencia es el famoso eslogan de que “la poesía no se vende” o, en su versión completa: “la poesía no se vende porque no se vende”. Una idea que cabía perfectamente en el contexto argentino de los años 70, plena dictadura, cuando los libros de poesía se distribuían a mano y, obviamente, de manera gratuita. Y cuando “no venderse” tenía un sentido muy claro. Ahora decir eso es un despropósito. Peor aun, dichos como ese resultan funcionales a la hora de escatimar derechos que deberían respetarse.
La verdad es que no creo que solo lean poesía los poetas y un grupito de amigos. Primero, porque habría que convenir en que no todo el mundo que publica un libro o asiste a una lectura es poeta. Como no todo el mundo que toca la guitarra es Paco de Lucía. Así que tal vez sería legítimo sospechar que mucha de la gente que publica un libro o asiste a una lectura es, precisamente, parte de ese “gran público” en el que piensan ustedes.

RESEÑA BIOBIBLIOGRÁFICA

Originalmente publicados en Latinoamérica y España, libros suyos se han publicado traducidos en Italia, Canadá (Quebec), Rumania, Francia, Brasil, Inglaterra, Líbano y Estados Unidos. En 2017 se publican las antologías «El Michaux (tintas) y otros poemas» (Puebla, BUAP), «Todo alumbra» (Quito, El Ángel), «Antología poética» (San Juan de Puerto Rico, Trabalis) y «El desierto y el oro» (Sgo., RIL/Aérea). En 2018, la editorial Monte Ávila publica la antología «Mansión nocturna». Ese mismo año, la editorial Excursiones publica en Buenos Aires «Glosa continua. Ensayos de poética». En 2019 Palabrava, de Santa Fe, incluye en su colección Anamnesis el libro «Otras lenguas» con fotografías de Roffé y poemas de «Inés Aráoz». En 2020 aparece en edición digital su libro de fotografías en diálogo con las tintas de Victor Hugo, «Homenaje a V. H.» (Bs. As., Vuelo de Quimera). Desde 1998 dirige el sello Ediciones Pen Press (www.edicionespenpress.com), dedicado a publicar plaquetas y pliegos de poesía contemporánea hispanoamericana y de otras lenguas en traducción al español. En 2020, la III Global Conference of University Researchers on Hispanic Issues dedicó un panel de homenaje a su obra. En 2021 participó como Poeta Homenajeada en el encuentro Poesía en Abril, auspiciado por la DePaul University y el Instituto Cervantes de Chicago. La fundación Casa Bukowski Internacional le concedió el Premio de Poesía por su trayectoria. Entre otras distinciones, recibió las becas John Simon Guggenheim (2001) y Civitella Ranieri (2012).

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