jueves, 2 de mayo de 2024


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a NARA MANSUR CAO

(Publicado en la página de Facebook el 13 de diciembre de 2023)

Nara Mansur Cao nació en La Habana, Cuba, en 1969. Es poeta, dramaturga y crítica teatral. Reside en Buenos Aires, Argentina.
(Crédito de la foto: Ricardo Cases)
Nara, en la entrevista, dice:
«Sí, la poesía es territorio y horizonte, también errancia; una lectura subversiva de los acontecimientos que nos aturden, nos paralizan, de todo eso que no crea un espacio de vida, de afecto, de comprensión.»
SELECCIÓN DE SU OBRA
De «Manualidades» (Letras cubanas, 2011)
¿A dónde dicen, Emilia, que van a subir?
Cuidado con el agua que sube muy rápido
y mamá no sabe nadar. Cuidado
con el carrusel que la marea,
el semáforo que la asusta,
la mermelada que le pone ácido el cogote.
Cuidado con hacerme mucho caso,
con dejar entristecerte por mi queja continua.
Cuidado con la electricidad, el gas, con el agua
que sube muy rápido y te puede gustar ese ahogo
imposible, ese fugaz abismo, ese abandono.
Cuidado con olvidar antes de tiempo los miedos
con los que te protejo y te acobardo
y te fortalezco y te prevengo
y te mutilo y te fotocopio
y te adoro y te reduzco a mi peor versión.
Cuidado con no olvidarte de mi jaqueca falsa,
de mi cobardía.
Que no te toquen.
Y es que sube rápido el agua y no ahoga a la esponja
ni al agua ahogada ya en la bañadera.
Cuidado con cuidarte más de la cuenta
con no poner el cuerpecito valiente y hermoso:
allá arriba en el tobogán tú solita vas a volar
a donde quieras,
vas a caer y yo te estoy esperando.
***
La mamá de Emilia
Ya no anotes más correcciones, ya no corrijas más.
Escribe tus propios errores, mamá, hazles saber quién
eres.
No te borres de tus lugares antiguos, son mis diplomas
preferidos.
¿De qué te habló, de qué te habla ahora?
¿Qué dice la ley? ¿Se entiende la ley?
¿La entienden los trabajadores?
No esperabas este tipo de callosidad en las manos,
¿verdad?
como si tu piel abandonara a tus ilusiones, tu juventud.
Y así sales y te expones, la rosa te hinca con su espina
más salvaje
y de algo de eso entiendes que se trata la belleza,
que te tratan como agua sin filtrar,
como rosa que no gotea su sangre. Ni la mano que la
corta, nada.
Ay, mamá, ¿tú sabes qué cosa es reina?
Y si esta fuga, ese manotazo que te arranco
te envuelve como un golpe repetido que no entiendo,
que no entiendes tú tampoco.
Y el silencio se lo calla todo y ninguna de las dos
llora ni se mira a los ojos.
¿Habrá culpa después del amor, del infinito amor entre
tú y yo?
(¿alguna vez sentirá algún pesar alguna de las dos?)
Qué martirio dulce masticar si no quiero comer
la banana, el puré, la carne, da lo mismo.
***
Vivir en el corazón de una palabra
Hablar de poesía es una tentación, Emilia
Hablar de Emilia, es una tentación, poesía
o a lo mejor una necesidad.
De todas formas –confieso– para mí no hay tarea fácil
hoy día.
Cómo viene la lucidez, la ternura
a vincularse con la memoria y los sueños,
cómo Emilia, los sucesos, y comprometernos con algo.
Emilia, debo este poema,
para que tome forma sin explicarte demasiado…
Ah, lo vano.
Ah, la vanidad de la mamá que desea decirte algo importante
como si no hubiera entendido que tú
te enteras de todo lo poético a tu alrededor.
Sabes estar sola, tú,
con tu propia cabeza y adentro lo que mamá no sabe
no ve, no huele, no toca, no oye.
Pero estoy a tu lado, mirando lo que tú miras
y te pongo el mismo perfume
y me imagino alguna probable coincidencia futura,
alguna tentación común y necesaria.
«Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin darme
cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera
o aburrir de golpe.
[…]
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra,
compartir este calor, esta fatalidad que
quieta no sirve y se corrompe».
PACO URONDO: «La pura verdad»
De «Régimin de afectos» (Letras cubanas, 2016)
“En la raya”
Que me mantuviera en la raya
con cuidado de no desear más de la cuenta,
con cuidado de no confundir utopía con fría acumulación
de zapatos, por ejemplo.
¡Ay!
pero qué magníficas sandalias rojas y ballerinas
y qué tacos agujas y boquitas de pescado. (Y se reía.)
Que no me olvidara de la sonrisa inalcanzable y del cuello
erguido de la bailarina, del sacrificio que me daba la paz
del sueño fácil, de las begonias florecidas del portal.
Que le dijera si había visto a alguien esperando con la cara
demasiado triste como para imaginar la hambruna o la violencia
o las ganas desaforadas de comprar
o las de salir del camastro desaforados los dos.
Que no dejase escapar los fugaces momentos de felicidad,
los besos principalmente, ser uno mismo y otros cuando besas,
(no decir más: “Ni esta boca es mía” o “Esta boca es mía”).
“No son ruinas” --le digo--, es mi boca abierta, mi parque,
algo necesario para mostrar algo después del sacrificio,
algo como un lúcido espejo que te habla sin parar
y te dice algo,
algo de todos nosotros, de nuestros errores el aliento.
Consagrados a la espera nosotros, pero con un amor
y un desacato cómplice, combativo e inútil, ustedes.
Y llega la hora de encender el fuego y poner la cazuela
con el arroz, el pollo y todo lo que encontraste tirado en el pasto
y también en aquel beso detrás de los árboles.
Y llega la hora y nos servimos en un plato hondo de cerámica
y buscamos los ojos y las bocas, la sal, los cubiertos buscamos:
el hambre del vecino, el hambre en el plato del otro, del extranjero principalmente.
Con cierta euforia contenida nos servimos, con cierta cobardía.
***
“Autorretrato con peces y mariscos”
Antes de que todo desaparezca
escribo con el viento que sopla sobre el cerdo y la rata
y ciertos huesos desnudos entre las hojas saltarinas. Con palabras
dirigidas a gente que no existe.
Enrique Molina, “Tarea inclemente”
El latido de mi patria en las langostas debajo del demasiado
sol sin errores; la Osa mayor que al repetirse me denuncia
en el largo crujido de la lluvia. La espuma de ese mismo latido
llena de pisadas, como las de quien regresa a dejar a sus muertos.
Sin repetir mi única alabanza me doy a beber leche con vainilla
en mi única casa, un continente del que sólo conozco gatos callejeros
que brillan. Sus cuerpos brillan bajo la lluvia y yo repito
la imagen anterior una y otra vez: el cuerpo de mi país alimentado
por la exquisita turgencia de atunes y mariscos.
Mi cuerpo y el cuerpo de ellos se vuelven apagados por erráticos
y los fósforos no nos encienden por estos días.
Negro --en otro paisaje sin iluminar lleno de sal--, se impone
mi gesto amable. Me satisface haberlo abierto y curado
debajo del sol, sin demasiados amigos viendo, opinando.
Plantas carnívoras mojadas por goterones de azufre:
allí encontré mi insensato romance, mi cobardía,
mi carné de joven comunista olvidado entre las flores de vicaria
y hubiera pedido socorro y hubiera cantado entre sollozos
y mordiscos mal aprendidos.
Oh país de los mariscos, oh sol, oh cielo azul sin nubes,
Oh país de las murallas y las casas con guardavecinos,
casas repetidas como tumbas y medias de seda negras.
Qué lástima --me dije-- así con el sol ardiendo:
parezco un pájaro en su velatorio sin nido ni adherencias, sin migajas.
Quiero irme pronto como siempre me voy, a las corridas
como una acróbata que se abraza a su cuerda floja
después de los chiflidos.
No me veré agazapada mascullando nunca más;
voy a ser una luz encendida en la terraza, una cascada,
una begonia despegada para siempre, abierta, sin pesadillas.
Voy a ser hoy de naturaleza fallida, inmunda. Incluso
hombres minúsculos atravesados por la grasa oculta de la carne magra
y la perplejidad de la pena; mujeres minúsculas.
Ni siquiera un gato me he de llevar bajo este sol de junio a mi casa.
Qué fosforescencia en tu mirada. Cómo se puede
odiar tan poco y hundir este episodio en una lágrima
endulzada de fuego y maleficio.
El latido de mi patria en las langostas y en ese resto de peces
atrapados y vendidos sin previo aviso.
El latido de mi corazón encerrado, debajo del abrigo
que tejió una mañana de sol sin nubes, mi abuela, mi abuela, mi abuela.
En ese latido aparecen mis muñecas, mi abuelo y mi padre
aprendiendo la misma frase y olvidándola; y al detenerse
sin respiro, el viento se los lleva a todos, el viento
que empolva y deteriora mi sarcasmo.
De «Arpegio» (Alción, 2019)
El intransigente el deseoso el hombre-nación el dominante
El bolondrón el golondrino el dominado también
El chupón morado en el acto
El chupó la boca en el acto en la hombrera
El pega le pega le pega el líquido relleno
El le pegó el actor le pegó el vicioso le
El ahora no puede ser de otro color
El dolor no se echa a reír
Elle
***
El te quiero el despierto eterno dormido
El estar quieto acurrucado dormida
El tiempo que te acurruca que te aquieto
El no llego el joven nochero el vuelo viernes
El adonde el cuerpo el jueves a donde el día
Elle mirada pujo ahogadora
el acostumbrado pelo el niño rubio el valor oro
el cuello cosido el pecho cosido
el toráxico el hongo el castrado pedrerío
El batiente la combatiente la llorona
El alma en la mugre el vómito
El ladra el muge el relincha “a”
A las corridas la “a”
El regurgita el acicala
Así así así planchaba así
El mueve el contorno el esparce el mata
el ojo el ah-liento ensimismado lo toco
el órgano el daño el pez en el arpón puja
El lento orden el arbitrario ¡oh!
Le oh le oh le oh le
***
El que amo elle
El que amo elle
El que amo que te ama
El amo el ama
El te ama elle me ama
De «El trajecito rosa» (Buenos Aires Poetry, 2018)
United States of America
Usa palabras demasiado sofisticadas, argumentos
memoriosos, infalibles.
Usa depiladora profesional, se deja besar
la barba recién nacida, se acuesta boca abajo.
Usa el tenedor como cuchara de albañil. Usa mis dientes
para zafarse de lo que lo aprisiona, grilletes
aparecidos en una página de El presidio político en Cuba.
Se llama Lino Figueredo,
el hombre niño que nos deja los ojos sin agua potable
cavernosos
y toda la antigua humedad la usa para limpiar
para volver a leer la narración como no narración
el silencio como ruido callado a destiempo
el rocío para lavar la ropa recién comprada.
¡Ay, los encajes! ¡Ay, el cloro!
Usa palabras como testigo ocular, palabras como ojos
palabras como lágrimas.
Usa mis manos para abanicarse
porque hace mucho calor, porque hace mucho frío.
Se toca. Se llama Lino Figueredo
y va a morir en mis brazos.
Usa las palabras sin entenderlas pero le gusta
argumentar, contarle a los otros lo que le pasa
o mis técnicas.
Si no entienden no importa, usa las palabras, usa
los silencios, se corta las patillas, come, patina, me pide
las manos abiertas, la rosa moñuda.
Se toca.
Usa la vida como si estuviera muerto
porque la presencia no basta
la resolución de presencia no basta –me dice– y yo
lo agito, le corto las patillas, le doy vuelta, me lo tomo:
“La resolución de presencia no basta”
me toco / estar viva no basta / me toca / estar vivo no
basta / lo toco.
La depiladora la uso para saber que está ahí
para abrir la ventana – las técnicas –
sin caerme, para cortar a lo lejos los vestidos, las armaduras.
Usa las palabras para nombrar infalibles, deseos, grilletes
ventiladores: cuchara dolida por mi rosa, por la impostura de su mano
porque no entiende si no lo ve, porque no sabe si no lo toco.
***
Rouge
Me dice que debo ser más espiritual / ¿me dice
que no soy espiritual?
entonces
tírate en la yerba patas arriba mira el cielo me tiro le digo me tiro
me caigo miro el tiro largo en su entrepierna
estrella solitaria el tiro sobre mi frente largo
como una perra una cucaracha una boina me tiro
brillante toda de lentejuelas cabeza y zapatos tacos aguja
espiritual metida ahí mirando sin ver de qué se trata el espíritu
la verdad tirar y tirar bien
de estos tiempos la economía el precio de la leche hoy.
Y empiezan los ladridos a vestirme como nadie
lo ha hecho
amo a estos perros –me digo– y ladro yo también
ensimismada, peluda
dejándome ser en otra parte en parte ser otra misma
porque aquí no hay palabras solo tiros cortos y largos
le repito: “Aquí no hay palabras es sólo espíritu”.
¡Ay!
de aquellos que quieren llegar a alguna parte déjenlos ir
ahora o en cualquier otro momento Dispárenles
en la frente como a mí.Den a cualquier pensamiento
un empujón
como me lo dieron a mí en la yerba patas arriba
una pulsión, como si me desnudara con todos los brillantes sobre los ojos
como si no hiciera falta mirarse destajar la pared
como si me olvidara de los tacos aguja.
Pero lo asume lo lleva adelante se entrena es porfiado
habla. Me mete un tiro. Me pone
ese tono rosado en las mejillas tan favorecedor
y el rouge que no puede faltar en los labios
el rouge.
***
Rosácea
El dolor es grande como una lengua cortada
con ventanas hasta el techo y del techo al cielo el tránsito
es confuso; la rosa cae abatida
con las piernas estiradas y tensas
aunque si te detienes y miras con tus ojos perfectos
verás que en los bolsillos lleva granadas
abiertas, con el cierre y la argolla a medio engalanar.
Es que el dolor es grande cuando la descubro y la encañono
el dolor es grande como una casa de puntal alto, grande
como el fuego cruzado de las semillas, grande
como mi miedo, como la crin que ventilo
sin interferencias. El dolor es grande.
El insatisfecho cardumen de mi cabeza evita una pena
mayor, y la bajo, la derroto.
Bajo mi cabeza antes de que la rosa se la lleve con su dolor
a otra parte, afligida, seguramente también.
El dolor es grande y me colorea a la perfección, me da
ese no sé qué, me pone a tono.
Es primavera.
La cabeza adolorida enamora a la gente
y con la cabeza adolorida nos vamos a la guerra.
***
La pantera rosa
Me besa con todos los labios de su cara, con todos los ojos
que se pudo comprar. Me besa
con la foto de su padre recortada
con las piernas un poco abiertas, el pechito frío
las heridas sobre la frente, el recuerdo de la muerte
cercana (su madre), con sus reproches por delante, con todas
las cosas insignificantes, con su pequeño odio a secas:
el hielo sobre los dedos, las botas de lluvia, el sonsonete.
Es rosa
y me besa y me besa para que no dude
para que no me duela, para que lo abandone finalmente.
Para que me vista con el trajecito rosa
que me vio coser anoche. Y me besa
con todo el ojo con el que pude mirarme, acariciarme
golpearme. Antes. Alguien.
En una postal me coloca, con las nalgas bien inclinadas
como un tobogán en la arena de la plaza.
En una salida de emergencia el niño que fue
–así la rosa se desliza, breve, acicalada de pana y flecos brillantes–,
Me besa. Me dice el beso
que esa boca no es la suya, que no sabe, que le duele
que se queda seco como los ojos de mi madre.
Que le compre lágrimas
¡Llórala!
Como el otoño temprano que no es ahora
como el malentendido infantil, los moretones en las rodillas.
Es mi cuello tan blanco todavía.
Alguien va a llorar enseguida.
Alguien me va a besar.
***
Y terminé siendo mi nombre
Nada que decir, una palabra, en los sagrados trámites del placer.
Nada que proclamar, un nombre. Nada que agregar o denunciar:
loba de oficina, araña de tela rota, agujereada garganta
la que tira piedras a los gendarmes y apresta sus cañones
Ahora
me coloco la caperuza, la cesta con los frutos ya secos
y ni gemir se me oye en el caminito caminata.
Se silencia la rosa moñuda, la rosa champagne
y solo ella en mi cabeza reconoce los sonidos del amor:
Ahora
los sonidos del amor son pura agonía, grito congelado
niñas solitarias en la escuela, reproches de mudanza
de fruta robada
y también un poco del hombre
entre los hombres y entre las mujeres.
El extranjero que dice “a ti”, que adopta mis modos
los frijoles, la natilla de caramelo. Todas esas mujeres
que uno es que uno no es
y que sólo él ve y conoce de memoria. Esas que recita
a la mañana: Rosa moñuda, Rosa champagne
la que tropieza y se le abren las rodillas, la del moño virado
la baleada por entrometida, la que canta
Ahora
cuando en la sala de su casa todos hablan en voz baja
sin medicación
la que se pone amarilla cien veces y no roja
la rosa robada que me besa
la que no deja que me mude, que me desvista
la que me toma el dictado ahora muy confiada:
“Ese trámite hay que hacerlo”.
De «Tres lindas cubanas» (
De «Charlotte Corday. Poema dramático» (fragmento)
(También aparece publicado en Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro, Ediciones Alarcos, La Habana, 2009)
HABLA CHARLOTTE CORDAY:
2
Charlotte Corday, originaria de Caen, provinciana y un poco noble
Lleva un lindo vestido y zapatos última moda
A juicio de los historiadores
es una persona muy presentable…
Honorable público:
Excrecencias, majestades de todos los países
uníos los unos a los otros
Hoy 13 de julio de 1793 vais a ver
la gran noche caer sobre el héroe en su bañadera:
“Nuestro espectáculo será el de Jean Paul Marat y su agonía
la cual como todos sabemos tuvo lugar en su bañadera
bajo la mirada vigilante de Charlotte Corday”.
Estoy aquí preparando el arma, ajustando mi corsé
Masturbándome con el futuro destello de la llamarada
sueño con el cadalso, con mi tálamo nupcial.
3
¿Qué país es este donde el sol es espeso y sólido
como el de los mataderos?
¿Quiénes son ustedes?
¿Por qué bailan, qué es esa risa que los sacude?
¿A qué aplauden?
¿Qué país es este
donde la carne robada yace en el pavimento,
qué caras son estas?
Cuantos más extranjeros vi, amé más a mi Patria.
4
Antes pensaba en la impresión de mi persona
ese momento de exposición de mi naturaleza
descomponiéndome.
La verdad es que casi nada antes había estado
organizado
compuesto
orquestado.
Antes pensaba en la impresión de mi país sumergido
en los campesinos, en las calles, en la basura.
Antes pensaba en la impresión de mi dentadura
en un sandwich de queso azul.
Antes solía encontrar a los revolucionarios en la escuela
Antes
Antes.
7
Soy una asesina
pero esto no es una identidad
como si algo fuera una identidad
En realidad, nací en Latinoamérica
comí muchos frijoles mágicos desde niña
chícharos verdes
me recibí de enfermera, estoy lista para curar
si se quiere, si se mira
con cristales polarizados de policía
¿existe alguna relación entre enfermeras y policías?
¿entre enfermedades y políticos?
¿entre la policía política y los enfermos flores?
¿entre usted y yo?
Soy una donación de sangre voluntaria
soy una principiante
soy una heroína
Tengo miedo de enfermar de cáncer de útero.
Ahora
¿qué significa la complicidad civil?
Sólo tendré reposo el día que encuentre al hombre
que sepa ironizar mi crimen:
Marat parece entender mi lado neurótico.
¿Quién es la muchacha de seno húmedo
y vientre húmedo, echada boca arriba
que se pone a soñar con refajos
de tela basta?…
¿Quién es la que ve la cabeza rodando de Marat
cuando menstrúa su muerte?
Siempre he sentido un profundo resentimiento
hacia los de mi clase que no se conforman
y quieren patear aún más
a los ninguneados de abajo
con la guardia en alto.
Siempre me he sentido la extraña
que de una manera extraña
nunca ha tenido el mismo tipo de trabajo
nunca ha pertenecido a nada preciso:
un cuarto de hotel
un perfume
¿En qué consiste mi impostura?
¡ Igualdad, libertad, fraternidad !
Era la hermana de mi hermano
tenía con él una historia común
una especie de trágica añoranza común
con mi hermano
las mismas cosas de la infancia
las mismas comidas
los mismos juegos con mi hermano
los mismos muertos
Cuando era adolescente llegué a pensar
en un matrimonio perfecto entre mi hermano y yo.
Me sentí deplorable, me sentí una novelita de deshecho
una novelita rosa es una rosa es una novelita es un deshecho
En medio de los escombros de la guerra
semejantes pensamientos, ¿para qué?
Mi hermano y yo cada domingo preparamos
un almuerzo revolucionario
mojamos el pan en el huevo frito
Amanecíamos jugando en la cama de nuestros padres
y la revolución aparecía de manera rápida
en la televisión, en la esquina caliente.
ENTREVISTA CON LA AUTORA
Gilgamesh: Nara, recorriendo tu historia intelectual y tu poesía en particular, escucho una voz que pone en escena un «régimen de afectos» y de efectos en donde la palabra (de)construye «manualidades», (des)dramatiza lo femenino, la errancia, las mixturas, reivindica -sin falsa conciencia- «el trajecito rosa», el «sofá capitoné». ¿Cómo surge esta necesidad de contar, de poetizar, de crear un mundo de voces desde tu voz?
Nara Mansur Cao: Es un misterio cómo las necesidades se van volviendo actos, transformándose en posibilidades, imantando realidades. Lo dices con claridad y metafóricamente, has asociado algunos títulos de libros de poesía, de materiales escénicos, y también procedimientos, categorías; tu operación de lectura, Alejandra, construye con gran belleza (gran lucidez) razones, argumentos, de lo que para mí en un principio fue deseo, falta, angustia. Creo en las palabras, las amo, las voy a buscar a los lugares más insospechados, trato de proponer una interlocución particular en cada caso: un libro de poesía, un texto teatral, por ejemplo.
Gilgamesh: Poeta, dramaturga, crítica teatral, antóloga, gestora cultural, editora. ¿La poesía es un territorio común, un horizonte en el cual hacés foco a la hora de escribir y de compartir lecturas y escrituras?
Nara Mansur Cao: Sí, la poesía es territorio y horizonte, también errancia; una lectura subversiva de los acontecimientos que nos aturden, nos paralizan, de todo eso que no crea un espacio de vida, de afecto, de comprensión. Creo en ese poder de reinvención de la vida y la alegría a través de la poesía.
Gilgamesh: ¿Podrías dar cuenta de tu proceso creativo en la poesía y en la dramaturgia, las diferencias y las confluencias a las que te enfrentás en ese camino?
Nara Mansur Cao: Varían en cada libro de poesía. Desde «Manualidades» se hizo muy potente el deseo, la voluntad, de armar libros compactos --no miscelánicos--, que pudieran leerse como universos propios por la temática, y también formalmente; son textos que siento como investigaciones en acto. Algunos como «El trajecito rosa», «Arpegio», y «Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras», están asociados a investigaciones en el campo teatral que estos libros continúan de distinta manera: la moda como teatro, el paisaje sonoro y el duelo (teatro de los muertos), la reescritura para la escena de «Orlando», de Virgina Woolf… es evidente, entonces, el des-orden de lo liminal, lo fronterizo, el des-borde entre géneros literarios (poesía, teatro/dramaturgia, ensayo).
Gilgamesh: Me gustaría detenerme en «Manualidades», «Régimen de afectos», «El trajecito rosa», «Arpegio» y «Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras». ¿A qué búsquedas responden estas escrituras?
Nara Mansur Cao: «Manualidades» es un libro escrito en 2010, mi hija tenía dos años recién cumplidos, y me quedé sin trabajo. Yo era la relatora del CCEBA y al comenzar un nuevo director quedo fuera, se dejó de hacer el trabajo que tenía a mi cargo: un Cuaderno de apuntes para el sitio web con resúmenes de todas las actividades que se organizaban. Era el sostén económico de mi familia en esos años, mi marido es músico, baterista. Mi suegra, con la que vivíamos, había enfermado de cáncer de pulmón hacía unos meses, los síntomas eran similares a los de un trastorno mental, y coincidió todo eso, y fue brutal para nosotros. Mi marido y yo la cuidábamos, y también a nuestra hija, que aprendía a hablar por ese tiempo. Escribí ese libro en las siestas de Emilia, para ella, durante ese año, de un tirón. Están la niña, la madre, el padre y el mundo, conociéndose. Madre e hija alternan la palabra. Yo seguía yendo a entrenar (iba desde 2007 que llegué a Buenos Aires) al Estudio El Cuervo que dirige Pompeyo Audivert, que como sabemos es un lugar muy politizado y vibrante, y aparecía la poesía de Jorge Enrique Ramponi, de Paco Urondo, de Enrique Molina, las referencias a los cortes de ruta que hacían por esos años los trabajadores de Kraft-Terrabusi. Habíamos estrenado la instalación teatral «Museo Ezeiza» el año anterior. Todo eso es el estado atmosférico del libro que tiene como eje la relación madre-hija: ¿quién aprende?, ¿quién enseña a hablar a la otra?, ¿nuestro trabajo principal, finalmente, es manual o intelectual?, junto a los intertextos martianos, de «Ismaelillo», principalmente.
«Régimen de afectos» se pregunta por la imbricación del testimonio en el poema, por la verdad y lo verosímil, por cómo nuestros cuerpos reciben, resisten, reelaboran…”buscar en el testimonio el fundamento ético de la poesía (de la poesía como actividad, no como producto”, una cita de Daniel Link a partir de Agamben. El libro reúne poemas escritos durante varios años y en la tapa reproduce a mi familia, a la manera de las obras de Raúl Martínez dedicadas a los héroes de la Revolución cubana en un universo pop muy politizado que creo me identifica bastante.
«El trajecito rosa» se arma a partir del rosa como eterno femenino, del nombre de la flor, del fetiche de la moda en nuestra sensibilidad, que sigue siendo en ese libro una mujer en Revolución, justiciera, con la ropa manchada de sangre (ese rosa subido o encarnado, diríamos, y dialoga en todos sus poemas con epígrafes que situados al final de cada uno, arma y rearma una textualidad proceso, fluido, en la que aparecen mujeres como Rosa Luxemburgo, Jacqueline Kennedy, Rosa Pastora Leclere (una maestra internacionalista cubana durante la República Española), junto a la idea de compra- venta, y de lo que la indumentaria hace a la belleza, a los cuerpos, a los vínculos, también a la mujer, entendida como Nación.
«Arpegio» es un largo poema de duelo, escrito entre 2017 y 2018. La muerte de mi madre ha sido un hecho brutal en mi familia, una persona tan amada y necesaria, esas muertes que desconfiguran un paisaje en comunión, lo que sabíamos de lo que éramos. Sabía que cuando ella muriera iba a ser muy difícil para mí, por eso deseé tanto tener una hija, para cuando ese momento llegara, porque iba a ser lo único que me salvaría. «Arpegio» es un paisaje sonoro, un grito de dolor sostenido que se pregunta por Ella en un Elle afrancesado –como el perfume «Arpegio» de Lanvin que mi madre, Lilián Cao Cortázar, una gran profesora de Lengua y Literatura, usaba de joven--; un sonido El que es madre y otras veces padre, y que lee ese estar al borde de la muerte, aproximarse, morir, y volver a un limbo de vida-muerte donde están esas personas que tanto hemos amado. El largo poema resuena, repite sonidos, sílabas, desbarranca. Es un libro que parecería que mi madre me dictó, como un chorro, lava, que pasa del adentro hacia el afuera casi mágicamente como una prueba o un regalo, no sé. Lo escribí casi todo en el celular, acumulándose fieramente, enlutado. La idea de lo musical acerca la palabra arpegio en esa otra acepción también, entonces el libro se puede leer desde esas distintas perspectivas.
«Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras» lo armé después de entregar a Teatro El Público, que dirige Carlos Díaz en Cuba, una versión del capítulo 6 de «Orlando». Nos había pedido a ocho dramaturgos cubanos que reescribiéramos la novela para su puesta en escena. Leí mucho y me habían quedado una gran cantidad de apuntes y recorridos, y con todo eso organicé el libro. Me interesaban particularmente la historia de amor –todas las que intuimos ahí, que reproduce nuestro deseo, nuestra fiereza--, las cartas cruzadas entre Virgina Woolf y Vita Sackville-West, la idea del hijo, de la trascendencia ahí encarnada, y de otra criatura, también noble y vulnerable, que es el libro que quiere publicar: una novela de tres frases. Esas temáticas que son en sí mismas, corrimientos, viajes, ensayos, políticas de la memoria, la profesión, la familia, el amor finalmente, como frutilla del postre y dignidad, siempre en discusión.
Gilgamesh: ¿Qué continuidades y quiebres leés en el corpus de tu literatura? ¿Con qué escrituras o lecturas dialoga tu obra?
Nara Mansur Cao: Trabajé muchos años, hasta llegar a Argentina en 2007, en la gestión pública y como profesora de dramaturgia de la Universidad de las Artes en Cuba, entonces mi trabajo referido a la escritura de libros era complementario a un día ocupada en generar trabajo colectivo, con otros, en equipos de trabajo con gente muy diferente, no necesariamente amigos. Deambulaba entre la empleada o funcionaria y la artista conceptual, que creo que es el ideal del gestor en nuestro campo. Desde que vivo aquí me ha costado mucho el tema laboral que no he estabilizado, soy una escritora y artista independiente, que debe resolver cómo vivir y mostrar su trabajo. El gran quiebre es el cambio a un medio carente mayormente de políticas culturales, donde prima la gestión independiente, autogestiva y el armado en kiosco --para decirlo vernáculamente. He «fracasado» en varios intentos de trabajar (ad honorem en muchos casos) en equipos de organización y de gestión, que creo que es lo mejor que sé hacer. Siento que en muchas ocasiones el medio literario, artístico queda empequeñecido y/o condenado a ser un eslabón más del mercado, de la relación clientelar, sin autonomía, sin interlocución verdadera con la ciudadanía. Así que mi trabajo como escritora y teatróloga habla de la soledad, del tiempo, de la familia, de mi inserción inestable como migrante con todo lo que la lengua, el lenguaje, pueden «contar». He tenido más tiempo y lo agradezco mucho, también el amor, las dudas, las ganas de reiventarme siempre.
El teatro me interesa mucho en su registro literario, algo que aquí no es tan crucial porque hay una enorme tradición de estrenar textos que se generan en el mismo tiempo. Pero para los teatristas cubanos la publicación, el libro como registro, la memoria de lo impreso, el ensayo --que como género y recorrido de la investigación teatral ocurre en el libro--, es muy importante, y a mí me gusta cada día más. Me independiza también porque no dirijo mis obras, entonces siento a los textos publicados siempre como materiales de trabajo que pueden ser tomados por otros, también como materiales de estudio.
Gilgamesh: ¿Qué compromisos asumís al momento de escribir, de hacer circular tu obra? ¿De qué luchas, de qué resistencias está imbuida la misma?¿Lo personal es político?
Nara Mansur Cao: Se habla de salir a militar los libros generados desde las editoriales independientes. He tratado de acercarlos a algunos críticos argentinos como Marcelo Cohen, Anahí Mallol y Marcelo Pitrola que los han recibido y reseñado con gran interés. Ana Arzoumanian, una escritora que he sentido muy cerca, ha escrito en la contratapa de tres de mis libros. A veces la crítica, la investigación académica, nos sorprende con estudios enjundiosos como los de las cubanas Rosa Ileana Boudet, Magaly Muguercia, Susana Haug, Milena Rodríguez Gutiérrez, Jamila Medina y Karina Pino, por ejemplo. Pero siempre es difícil lo relacionado con la circulación de la poesía, y más, del trabajo propio. Cada contexto crea operaciones de lectura y de interlocución muy particulares. Yo sigo con mucha curiosidad casi todo lo que se escribe porque me interesa, estoy aquí, es el medio desde donde tomo la palabra. Me llama la atención lo difícil que es generar vínculos estables, sostener un diálogo entre colegas a nivel de gremio.
Gilgamesh: ¿Qué voces te acercaron a la poesía? ¿Cuáles te acompañan al momento de escribir? ¿Cómo se construye tu «biblioteca ideal»?
Nara Mansur Cao: Me interesa mucho la palabra, la idea de escritura, de modulación de la voz, de la presencia, no sé si tanto la literatura pensándola como acumulación de lecturas, de libros. Puede tener que ver con mi formación teatral porque creo que los teatristas leemos de una manera muy particular, especialmente la poesía. Y porque leer el teatro es una operación multisígnica y compartida, nunca en soledad. A veces me ha gustado pensarme como «autriz», como lo hace Elfriede Jelinek, porque hay muchos procedimientos de la actuación, de las artes vivas, de un espectador hipotético presente que me definen. En ese aprendizaje de lecturas estuvo armar, organizar, preparar, corregir, editar, argumentar desde una revista de teatro latinoamericano llamada «Conjunto» (Casa de las Américas) de la que fui primero redactora y después Jefa de redacción. En esa revista de teatro convivían teoría, entrevistas, reseñas, testimonio, obras inéditas, noticias, junto a ilustraciones y fotografía. Creo que aprendí a leer entre esas formas.
Mi biblioteca es primeramente afectiva: cartas, mensajes, un rejunte de palabras emocionadas de gente que amo, que me importa, que me dice algo. Y José Martí, y mucha poesía de mujeres, testimonios, notas de trabajo de actrices, directoras, cartas, diarios, letras de canciones, de himnos, periodismo de investigación, publicaciones periódicas, muy pocas novelas, poca narrativa en general; amo la construcción metafórica en el ensayo, y en la investigación teatral en particular (los libros generados desde el Odin Teatret, por ejemplo), y los libros de teatristas como Chéjov, Meyerhold, Heiner Müller. Y la escritura de personas con las que me formé y que han dejado su vida en mí y en la historiografía teatral cubana, como Rosa Ileana Boudet o Raquel Carrió, por ejemplo.
Creo que me acercó a la poesía la voz de mi familia, su fuerza pero también su fragilidad, su transparencia; y la poesía, a su vez, me acerca a todo a lo que no se le da espacio, a lo no autorizado: la fe en el otro que termina siendo sacrificial, o lo experimental que hace chirriar la norma, lo sabido y aceptado. La voz poética viene también de esos reclamos, de esas necesidades e ilusiones de renacimientos, revoluciones y aprendizajes.
Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?
Nara Mansur Cao: Pienso que serían necesarias políticas culturales públicas: una ciudadanía empoderada desde lo cultural –este poder no significa acumulación de libros ni de títulos--; significa participación real, protagonismo del trabajo creativo, de investigación de artistas, intelectuales, científicos, en el modelo de sociedad a crear, legitimidad, autoridad de ese trabajo (no como hobby, no precarizado), porque hoy las lógicas imperantes, naturalizadas, son las de la guerra, las de la prepotencia del mercado, de la acumulación. Pero a la vez, después de escribir esto, me pregunto: ¿y tenemos políticas sobre nuestros recursos naturales, sobre nuestra soberanía? ¿No se han perdido esos lazos también: con la naturaleza, con la vida en comunidad, en comunidades, con la alimentación? ¿Y las políticas de la memoria, la verdad, la justicia, no se las des-trata también desde los intereses puestos en juego por la acumulación de poder, de des-memoria y cancelación?
Creo que la poesía dejó de ser un asunto lírico y nos interpela como parte de una gesta de sobrevivencia y resistencia que se pelea a diario, y es de vida o muerte.
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
NARA MANSUR CAO
(La Habana, 1969). Poeta, dramaturga y crítica teatral.
Autora de «Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras» (Alción, 2022); «Arpegio» (Alción, 2019); «El trajecito rosa» (Buenos Aires Poetry, 2018); «Régimen de afectos» (2015); «Manualidades» (2011. Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén y Premio de la Crítica Literaria); ambos publicados por Letras Cubanas, entre otros poemarios. Compiladora de «Siete poetas cubanas contemporáneas», de próxima aparición en Buenos Aires.
Como dramaturga: «Mujeres errantes y piscinas vacías» (Ediciones de la Flecha, 2023); «Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro» (Alarcos, La Habana, 2009. Premio de la Crítica Literaria); «Chesterfield sofá capitoné» (ediciones sinsentido, La Habana, 2016). «¿Por qué hablamos de amor siempre?» obtuvo el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2013 y «Charlotte Corday. Poema dramático» fue Finalista del I Premio de Dramaturgia Innovadora-Festival de Escena Contemporánea, Casa de América, Madrid, 2003.
Como investigadora: «A pie de obra: documentos y f(r)icciones. Teatros cubanos in-documenta-2» (edición y curaduría). Editorial Poliedro, Universidad de San Isidro (2023); «Dramaturgia posibles. Cuadernos de Picadero 33 y 34».Coordinadora e introducciones (Instituto Nacional del Teatro (INT), Buenos Aires, 2018); «Introducciones a los Teatros Completos» de Antón Chéjov e Iván Turguéniev (2015), «Dos viejos pánicos y otros textos teatrales. Selección y estudio crítico del teatro de Virgilio Piñera» (2014), los tres libros por Colihue, entre otros.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a DAVID WAPNER (Miércoles 17 de abril de 2024 en la página de Facebook) David Wapner nació en Buenos...