miércoles, 17 de septiembre de 2025


 

GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a CELINA FEUERSTEIN

(Publicado en la página de Facebook el 17 de septiembre de 2025)

Celina Feuerstein nació en Buenos Aires en 1959. Poeta, Licenciada en Psicología, psicoanalista.


En la entrevista, Celina, dice:


«Yo no sé si la poesía es, para todos, un medio para exorcizar recuerdos y activar la memoria, pero sin duda lo es para mí. No tanto exorcizar, más bien transformar en otra cosa.»


SELECCIÓN DE OBRA


De «Pequeñas prosas blancas»


Dicen que el blanco es la presencia de todos los

colores. No sé qué significa eso. Blanquísima

es la nieve y esta luna tan redonda.


Sola yo en las altas cumbres es blanco. Cuánta

luz.


O de noche sola. Entre las sábanas.


*


La lluvia que no para. La primavera que no

llega. Los autos no dejan de avanzar.


Miro por la ventana y escribo. Podría decir

también: las palabras no llegan. Escribo esa

ausencia y las gotitas de lluvia.


Los árboles aún invernales. La grúa gigante.

Algunas flores rosadas. Algún paraguas.


*


Segundo grado. Siete años. La señorita Amalia

me encarga la escritura de la obra para el día

de la madre. Sale de una composición que nos

hace escribir.


Eso supongo.


Las madres árboles de las hijas flores. Madres

bosque hijas ramas. Las madres queridas. Sin

ambivalencia a los siete.


Es un cuento corto. No me acuerdo de qué se

trata, pero sí mi orgullo. Llegan las mamás y

la maestra dice que es una obra de mi autoría.






De «La velocidad de la luz»


desde el cristal un resplandor

ríos y puentes fosforecen


¿qué ves en ese cielo anaranjado?

¿y en estas manchas violetas?


aturdida recorro las calles

ciudades lejanas envueltas en luz


¿es camino eso que veo?

¿o túnel?

¿es mar y arena?


afuera el color del fuego

¿está lejos o se acerca?


*


En Nueva York



Siempre me parece que revivo acá. Esta ciudad

vibra adentro mío. Las calles que recorro y me

recorren. Pelos de colores en Grand Central. Caras

que no sé qué dicen. Oh Nueva York. Nueva yo.

Nueva, nuevísima yo.



¿ves esa mujer sentada en la vereda?

el cuello tan largo

parece una muñeca de trapo

así torcido el cuello

está a punto de caer sobre la piedra


shh no la despiertes

qué sueño profundo el de la mujer

su cuerpo erguido y en la boca un cigarrillo

ceniza a punto de unirse a la tierra


¿la ves dormir o ya está muerta?


hace rato yace la dama

del cuello largo de jirafa

mi hijo dice que es un hombre

pero yo veo

a una mujer


eso no importa

en esta ciudad nadie mira

a nadie le interesa

un cuello que crece hacia abajo

como rama de sauce


vení mirá

el cuello torcido

de la mujer que duerme en la vereda


las luces en Times Square

la envuelven y la hacen brillar

como una luciérnaga gigante


todo el ruido cabe en un segundo


el día y la noche caben en un segundo

confluyen mil lenguas en una sola

cuando bajamos del subte


una señora con el cuello muy largo

duerme en la vereda sobre un escalón

la cabeza le cuelga sobre un hombro y

parece en paz mientras la miramos

del otro lado de la calle una mujer bella

luce sus piernas

viste de negro y collar de plata

mira distante

no sé qué mira no sé qué ve


entre los caminantes no hay espacio casi

somos un cuerpo enorme y sobrenatural

yo camino y camino

dejo que se prendan las luces de la noche

y aún sigo caminando


esto hago

un paso y otro y otro paso

paseando pasando

las voces me envuelven como una manta

en las calles de Manhattan


de Brodway a la Quinta Avenida

del Moma al Lower East Side

o hacia los colores del mercado en Chelsea

voy sin aliento


nuevas comarcas

a la velocidad de la luz


y de pronto una inquietud

que la tierra ya no sea redonda

que se acabe la gran calle y yo caiga

para siempre

expulsada del planeta



De «de qué se trata el otoño en mi ventana »


Súper 8


Cierro los ojos y aparece, la oscuridad

trae a los fantasmas. Abro los ojos y no está. Cierro

los ojos y voy, atravieso en un caballo volador

el espacio que me separa de sus manos. Abro

los ojos y mis dedos largos tocan el vidrio

de la ventana. Cierro los ojos y un campo

con flores violetas y amarillas se extiende como

un colchón en el que me dejo caer. Abro los ojos y es

la mañana de un lunes nublado. Cierro los ojos

y cada costado del viento es mi cuerpo. (El viento

no tiene costados. El cuerpo sí). Abro los ojos

y cada costado de mi cuerpo es el viento. Cierro

los ojos y los veo, nos veo, jóvenes y sonrientes. Abro

los ojos y sonrío. Cierro los ojos y el auto viejo

un Valiant 3 o un Valiant 4, entorna sus puertas para que

bajen. Abro los ojos y no puedo correr

a su encuentro. Cierro los ojos y es la dulzura

de la infancia. Abro los ojos y es la dulzura ahora

mirando por la ventana el lunes nublado ¿o son mis ojos

los que se nublan? Cierro los ojos y la niñita que fui

da vuelta la cabeza y mira por la luneta del auto

buscando algo. Quiero preguntarle qué mira, qué busca,

pero no me escucha. El auto se aleja por la carretera.



si recuerdo es porque también olvidé

por ejemplo tu voz

padre

viene de la sombra

y tu risa madre

liviana como una hoja

se desprende y baja

del árbol

me hace cosquillas


vienen

risas y voces

a decirme que ya es tiempo

de encontrarnos

y celebrar


*


así transcurría nuestra infancia

entre arroyitos y piedras nos dejábamos llevar

por una vida dulce que olía a lavandas


ay ese perfume lila de mis vacaciones en las sierras

el perfume del limón y de la peperina

el olor a sulky y a tierra de los caminos

que se perdían en la montaña y llegaban al cielo

el mismo cielo que hoy miro y me trae las voces


canta mi padre habla mi madre ríen mis hermanos

abuela y abuelo suenan inconfundibles

entre sapitos y grillos cantan esas voces


canta mi padre habla mi madre ríen mis hermanos

abuela y abuelo suenan inconfundibles

entre sapitos y grillos cantan esas voces

que no se olvidan como los olores


¿por qué dicen que las voces se olvidan?




ENTREVISTA CON LA AUTORA


Gilgamesh: Celina, tu poética ancla en la genealogía íntima, familiar y se bifurca en las geografías que elegís recorrer para espejarte en lo otro y regresar con lo propio. Me gustaría saber cuándo y cómo empieza esta travesía con la escritura. ¿Es la poesía un puente para exorcizar los recuerdos, para activar la memoria?


Celina Feuerstein: La travesía con la escritura empezó cuando era muy chica. Vaciando la casa de mis padres, encontré una libretita con pequeños versos infantiles. Siempre escribí, de hecho en el último libro cuento que la maestra de segundo grado, “la señorita Amalia”, me pidió escribir algo para el día de la madre. Y fueron pasando los años…

En la adolescencia escribía también, poemas o cuentos cortos (algo así), papeles que quedaron por ahí o se perdieron, cuadernos. Mi mamá sabía de mi interés por la poesía y me compraba libros. Y acá están en mi biblioteca las preciosas antologías que sacaba la librería Fausto. Un acto de amor, el de mi madre.

Ah, y “Pequeñas prosas blancas”, el último libro, comienza así: “Pablo murió y yo escribí. Poemas y pensamientos que me venían, lo que fuera. Eso atenuaba el dolor. Cuando llegó el certificado de defunción salió un poema. Certifican, se llamaba”.

Me preguntás sobre poesía y memoria, y creo que ahí tocás algo del hueso de mi escritura. La casa vacía nace de un duelo, y coincide también con el momento en que empiezo a asistir a un taller de escritura poética.

Yo no sé si la poesía es, para todos, un medio para exorcizar recuerdos y activar la memoria, pero sin duda lo es para mí. No tanto exorcizar, más bien transformar en otra cosa. Hacer de los recuerdos poema no es sacar o liberar demonios, por así decir, sino más bien traer todo eso y convertirlo en algo diferente. Escribir es resignificar, entonces es volver a escribir de otra manera eso guardado. Se activa, sí. Se hace viva esa memoria.


Gilgamesh: ¿Nos contarías el proceso creativo de «La casa vacía»? ¿Qué significa hoy ese primer libro editado?


Celina Feuerstein: Siguiendo con lo que decía antes, mis muertos queridos vuelven y cantan en los poemas. Reviven, sí, susurran en mis oídos, me acompañan.

“La casa vacía”, como te conté, nace de un duelo, o de muchos. La muerte de mis padres, el final de una relación amorosa. Y de vaciar la casa familiar, un proceso que llevó un año. Cada sábado nos encontrábamos en “Ocampo” (así la llamábamos) con mis hermanos. Cada sábado una especie de búsqueda del tesoro, un viaje a la infancia.

“La casa vacía” fue una forma de ordenar los recuerdos y cicatrizar el dolor. Mis padres y todos mis muertos volvieron a ser velados. Reencontrados y vueltos a velar se hicieron poema. Jugando con las palabras diría: Mis muertos se revelaron, se dejaron ver. Y yo les di la bienvenida en el libro. A su vez tiene también un valor especial por ser el primero. Aún recuerdo la emoción de la presentación, la alegría inmensa de que saliera a la luz.


Gilgamesh: Los poemarios que siguieron, «De qué trata el otoño en mi ventana» y «A la velocidad de la luz», ¿fueron pensados como una continuación o una ruptura con ese primero?


Celina Feuerstein: “De qué se trata el otoño en mi ventana” es, sin duda, continuación del anterior. Escribía mucho en esa época, y en algún momento tenía que poner un punto final a “La casa vacía”. Alguna vez dije que se cerró una puerta y se abrió una ventana. Y por esa ventana poética entraban y salían recuerdos y versos y más versos. Esos dos primeros libros tienen mucho en común, los poemas del antes y los de ese momento, y también aquellos sobre lo más amado: mis hijos y la escritura.

“A la velocidad de la luz” es un libro diferente. Como dije también alguna vez, son poemas viajantes, paseanderos. Poemas sorprendidos por la belleza del mundo.

No hay duelo allí, sino una voz poética maravillada por esos paisajes, pequeños pueblos, ciudades. Versos deslumbrados por colores, sonidos, esa luz que muestra y oculta lo bello cada vez.


Gilgamesh: En uno de tus poemas decís que «escribir es amar y yo...». ¿Qué se juega entre ese sentimiento, esas emociones y ese yo poético?


Celina Feuerstein: ¡Oh, el poema que cierra “La casa vacía”! Lo releo y pienso en tu pregunta. Y se me ocurre que es un poema verdaderamente enamorado. Emociones que atraviesan cuerpo y alma, versos que tiemblan y se erizan. Un yo poético tomado por un amor arrasador y a la vez sanador, un yo poético que cae en el remolino de una ola y sale a flote y vuelve a respirar.

Así el amor y la poesía. Así la escritura, un acto de amor.


Gilgamesh: ¿Qué rituales te acompañan a la hora de la escritura? ¿Y al momento de la lectura?


Celina Feuerstein: No sé si tengo rituales a la hora de escribir. A veces aparece algo y lo escribo en las notas del celular, para no olvidarme. Pero escribo en la computadora, aunque me encantaría poder decir que lo hago en cuadernitos preciosos que compro o me regalan.

Y en relación a la lectura, casi siempre leo en un sillón en el living de mi casa, o en un silloncito en la terraza en verano. Y a veces voy a leer a un bar, me encanta eso.


Gilgamesh: ¿Hay lecturas que acompañan el trabajo de tus libros? 


Celina Feuerstein: Hay lecturas que inspiran más bien. A veces busco inspirarme, pero en general eso sucede o no sucede. Quiero decir, algo debe entrelazarse entre esa lectura y la escritura, pero si es así no me doy cuenta, no soy consciente, digamos.

Como dice aquella famosa frase: “Yo no busco, encuentro”.


Gilgamesh: ¿Qué sucede cuando te enfrentás a la página en blanco y el poema no acontece, cuando «las palabras no llegan»? ¿Son tus lecturas disparadores para tu escritura?


Celina Feuerstein: Ay, eso sucede muy seguido últimamente, y hablo mucho de la página en blanco en el último libro, “Pequeñas prosas blancas”. Quedarse sin palabras, quedarse en blanco.

Cuando eso pasa dejo la computadora. Muchas veces me pongo a leer, sí. Busco poetas que me conmueven, me interpelan.

Leer siempre es inspirador, y más que eso. No puedo imaginar escritura sin lectura


Gilgamesh: ¿Tu trabajo como psicoanalista influye en tu trabajo como poeta? ¿Y en tus lecturas?


Celina Feuerstein: Yo no sé si mi trabajo psicoanalítico influye en mi escritura. Pero sí encuentro relaciones entre escritura, poesía y psicoanálisis. Escuchar a un sujeto, sus relatos, su padecimiento. Se trata también, entre otras cosas, de palabras. Recuerdo en este momento un libro que leí hace tiempo, “El caso Anne”, de Gustavo Dessal. Allí él habla del analista como un cazador de palabras. Reconocer el vuelo de las palabras y atraparlas en el aire, dice. Atraparlas y que después sigan volando, renovadas. Me pareció muy linda la imagen, y muy acertada. ¿Y no es eso también lo que hace un poeta? Atrapar palabras. Mirar y dejarse tomar por eso que viene de afuera. El analista escucha. El poeta también escucha, y mira. Resonancias en la poesía y en un análisis. Hacer con las palabras, ser tocado por ellas.

Si tomo la idea de Poiesis, de creación, de hacer con la propia lengua, cómo no pensar que poesía y psicoanálisis se entrelazan, dialogan. Nos encontramos cada vez con esa distancia entre lo que se quiere decir y lo que se dice, y cómo se dice.

Termino de responder a esta pregunta citando los versos de Alejandra Pizarnik: “Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”. O estos otros: “no/ las palabras/ no hacen el amor/ hacen la ausencia”.


Gilgamesh: ¿De qué manera hacés circular tu obra? ¿Qué incidencia tienen los concursos, talleres de escritura, lecturas públicas?


Celina Feuerstein: Los talleres son muy importantes para mí. Leer, leerse con otros, escribir y que eso resuene o no en los otros. Desde el 2015 siempre estuve en talleres literarios, que además me dan mucha alegría, casi diría una especie de felicidad. Bueno, eso es que circule la obra, aunque no esté terminada, convertida en libro.

En relación a los concursos, a veces son motivadores, ¿no? Y si obtenés algún premio o mención, bueno, es lindo ese reconocimiento…Y las lecturas también son inspiradoras. A mi me da mucha alegría cuando me invitan a leer. Todas estas son maneras de circular, y de hacer circular tu obra.

Después está el tema de las redes, claro. Que la poesía circule allí. Bueno, y ver tu libro en las librerías es genial, aunque siempre están por ahí medio perdidos los libros de poesía.


Gilgamesh: ¿Qué tipo de literatura te interpela en estos momentos? ¿Qué tipo de literatura te hizo lectora y escritora?


Celina Feuerstein: En este momento estoy leyendo dos libros de poesía que me tienen conmovida y atrapada. Ya sus títulos invitan a sumergirse y quedarse allí. Uno es “Después de doce días de lluvia”, de Dorianne Laux, una autora norteamericana que no conocía y que me recomendó mi maestra, Andi Nachon. El otro es “Guardé el anochecer en el cajón”, de Hang Kang. De ella leí hace poco su novela “La vegetariana” que también me gustó mucho.

No sé decirte qué tipo de literatura me hizo lectora o escritora (siempre siento que me queda grande ese título, prefiero decir que escribo, sacar el SER). Yo leí siempre, desde chica. Libros que me compraba mi madre, otros que no me dejaba leer porque “eran para grandes”, y que yo sacaba de la biblioteca y leía a escondidas. Pero no sabría ahora decirte nombres de ante, sí de poetas o novelistas que leo y releo: Mark Strand, Denise Levertov, Sharon Olds…Ah, compré hace poco “Léxico familiar”, de Natalia Ginzburg, a ella la leía de jovencita! Y sigo: Ocean Vuong me deslumbró, su poesía y su novela. Agota Kristof me maravilla, “Claus y Lucas” es una novela tremenda, increíble. Tatiana Tibuleac me gustó mucho, sobre todo la novela “El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes”. Podría seguir pero paro acá…


Gilgamesh: ¿Estás en algún nuevo proyecto de escritura?


Celina Feuerstein: Sí, estoy trabajando en un libro sobre mi padre. Él pasó la segunda guerra mundial y perdió a su familia en Auschwitz. Su historia es muy fuerte y me marcó a fuego. Escribo sobre eso, y sobre la memoria. Memoria y olvido, dos significantes que me rondan constantemente. Espero poder cerrarlo este año, es un libro que me cuesta especialmente.


Gilgamesh: ¿Qué relación entablás o te gustaría entablar con los lectores? 


Celina Feuerstein: No sé qué responder a esta pregunta. Cuando recibo comentarios de alguien que me lee o leyó y que no conozco, siempre me sorprendo. ¿Cómo decirlo? Me parece increíble cuando recibo un mensaje de algún lector, o cuando alguien que no sé quién es comparte mis poemas. ¿Cómo es que rodaron y rodaron mis versos, y adónde llegaron?

Eso me da alegría, que la poesía vuele por ahí y descubra nuevos rincones…que se desprenda de mí y haga su camino…


Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de entrevista en

entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y leída por poetas y quizá,
también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario en tu opinión,
para reparar en alguna medida esa pérdida?


Celina Feuerstein: Mm, no sé, ¿alguna vez la poesía fue materia del ”gran público”? ¿Es la poesía una cuestión de o para las masas? Ese “lazo perdido” supone que alguna vez hubo algo que ya no está. La verdad es que no sé sobre eso, pero pienso, intuyo que la poesía se mueve de otra manera, con otro ritmo, en otra cadencia diría jugando con las palabras.

La poesía nada tiene que ver con lo útil, como dice Diana Bellessi en “La pequeña voz del mundo”: La voz del poema, la voz que el poeta cree su voz. Fondo y figura moviéndose fugaces bajo el tambor del corazón. Las tareas de esta voz: permanecer atenta a lo inútil, a lo que se desecha, porque allí, detalle ínfimo, se alza para ella lo que ella siente epifanía. Las tareas de esta voz: deshacer las cristalizaciones discursivas de lo útil y tejer una red de cedazo fino capaz de capturar las astillas de aquello que se revela. Atención y artesanía. Las tareas de esta voz: desatarse de lo aprendido que debe previamente aprenderse, y disminuir así los ecos de las voces altas para dejar oír la pequeña voz del mundo”.


O como dice María Teresa Andruetto en su ensayo “Libertad condicional”: “La intensidad hace a la poesía y nos permite diferenciarla de todos los otros modos de la palabra. En el poema, las palabras —más que en ninguna otra forma de lo oral o de lo escrito— dejan de ser funcionales a la construcción de una historia, se «olvidan» de ser útiles, se ponen a hacer «otra cosa», como hacen «otra cosa» los gestos en el teatro o los sonidos en la música”.

Y dice también: “Así, la intensidad del poema se define entonces por el vigor con que el habla se impone a la lengua que es oficial y que está muerta o agoniza en su obediencia, en su rigidez y en su previsibilidad. El vigor con que nos incomoda, se desacata y se desadapta logra imponerse sobre lo que se adapta, acata y se acomoda y de ese modo se vicia y se vacía”.


Entonces, volviendo a la pregunta, y en mis palabras: ¿Es posible reparar esa pérdida? No puedo pensar en el “gran público”, quizás sea deficiencia mía, pero creo que todo esto queda bastante claro y muy bellamente dicho en las palabras de estas dos poetas argentinas que admiro.




NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA


Celina Feuerstein nació en Buenos Aires en 1959. Es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y trabaja como psicoanalista. Algunos de sus poemas se publicaron en la Antología de Poesía Federal de la Ciudad de Buenos Aires. En marzo del 2018 publicó el libro de poemas La casa vacía, por la editorial Caleta Olivia. Participó en el poemario Martes verde, del colectivo Poetas por el derecho al aborto legal. En 2020 publicó De qué se trata el otoño en mi ventana (poesía), por Modesto Rimba y en 2022 A la velocidad de la luz, poemario publicado por la editorial Tren Instantáneo. Participó en el libro de Ediciones Arroyo Bajé para respirar. En 2021 formó parte de la Antología Jardín (100 poemas sobre flores), de Editorial Camalote, y en 2022 de Campo, de la misma editorial. En 2024 salió Pequeñas prosas blancas, por la editorial La mariposa y la iguana.


jueves, 4 de septiembre de 2025


 GILGAMESH: POESÍA Y POÉTICAS presenta a DANIEL RAFALOVICH

(Publicado en la págima de Facebook el 03 de septiembre de 2025)

Daniel Rafalovich nació en Santa Fe. Es poeta y gestor cultural.

En la entrevista, Daniel, dice:

«Intento que mis poemas convoquen a la imaginación de quien los lea. Que no resulten herméticos. Que el lector tenga una punta que lo movilice. »

SELECCIÓN DE OBRA
De «Teatro de sombras. Poemas dispersos» (Ediciones Ramos Generales, 2025)
Teatro de sueños

He soñado mil veces
con un salto en el tiempo.
He visto extraños desfiles
sobre pasarelas de cristal
en espirales ascendentes.
He tenido sueños concéntricos
(despertaba
y el sueño seguía allí).
Sueños prehistóricos
en busca de algún fuego.
Sueños medievales
tras un cáliz mitológico.
Sueños con enormes Palacios de Justicia,
entre pasillos selváticos.
También hubo casas desconocidas
en un conocido sur
(y en un lago encrespado
y un altillo con libros en desorden).
Y un extraño recital poético
en una suerte de burdel
a cielo abierto.
Y presencias queridas
amor y vino
parpadeos galácticos
cuchillos maquillajes
susurros profecías reflejos
sed sexo caravanas
amenazas intangibles.
Y, claro, esa caída sin fin
(tan propia de los sueños)
que precede al momento
en que los ojos se abren al abismo.

ALREDEDOR DE LOS SUEÑOS
Persiste entre ellos y la luz
una barrera nebulosa
una disyuntiva urgente
entre cansancio
y recuerdos.
Devora la memora su vorágine
Cae ensimismada frente a su brillo
el trueno asordinado de cada amanecer.
Cruzarán alguna vez esa barrera
Rendirán su profético puñal
a la furia del deseo.
Abolirán sus señales atávicas
ante la sólida certeza
despiadada
cruel
perfecta y conocida.

Teatro de melancolía

Noche de sábado en el mundo,
como nunca se entrecruzan los mensajes.
Todos salen a buscar lo necesario.
Algunos naufragan en asilos
abismados ante nada,
esperando para cuándo,
rugiendo para adentro, ásperamente,
por esa falta de costumbre de gritar.
*
No se compra este dilema
este desvelo
No hay fórmulas alquímicas
contra el destierro
¿Quién puede imaginar
mayor tristeza
que la de aquél que jamás duda,
que sostiene sus días
con certezas?

Teatro de historias

SALEM
Sonreía y su sonrisa
buscaba algún reparo.
(Quizás sepas
que sus manos de marfil
prohijaban una pócima blancuzca)
El espejo la arrullaba
en sueños sin hogueras
(Recuerdas: la espiral de los sueños
la caída infinita)
A veces canturreaba en la hora de los ensalmos
cuando las sombras
profanaban los rincones.
El imaginario de la aldea
colegía rituales o
con espantada mueca
paladeaba sus cópulas satánicas.
Ella, siempre, sonreía
y en su boca
la savia de mandrágora
estallaba en artificios seminales
que no cesa.

Unipersonal

Busco (siempre) la tibieza
la esperanza.
No de fortunas.
No de glorias marchitas.
La tibieza del pan recién horneado.
La esperanza de la golondrina.
terminando Agosto.

Mañana lloverá
y no parece un acertijo.
Mejor diría
mañana hablaremos.
Entonces sí
los árboles
la lluvia dylaniana.
Los anuncios del tarot
serán sólo espejismos.
Amanecerá
bajo aquellos pliegues.

Teatro de sombras

Cuidado
no te muevas
están llegando.
Con su ropaje de tinieblas
su silencio pre-tormenta.
Pura pólvora.
Sólo sangre.
No abras las ventanas
las sombras se agitan
los árboles delatan.
No te muevas.
No tiembles.
Miedo -muerte.
Vasta vida.

DICTADURAS
En mi cuarto describía bucólicos estados
Y, adolescente, soledades no deseadas.
La noche transcurría
como una curva eterna,
un salto al vacío
el peligro o el Edén.
Besos profundos han pasado
y lunas,
dictaduras.
Y hoy comprendo que lo único
que jamás se detiene
es la danza enloquecida de los átomos,
la azarosa química del cuerpo.

’70 – III
Pudimos abandonar a la vera del sueño
aquel despojo diario, el mesiánico impulso
por seguir combatiendo los últimos misterios.
Mas hacerlo hubiese sido sólo una señal
un tenue llamamiento para la voz del aire
un deseo agónico: aunque ejemplar, postrero.
Las raíces que no pudimos cortar
invadían nuestros cuerpos espectrales
y todo eran gestos, miradas de soslayo.
Irrisorias (heroicas) muestras de voluntad. Vencida.

ENTREVISTA CON EL AUTOR

Gilgamesh: Daniel, ¿cuándo escribiste tu primer poema?, ¿cuándo supiste que la poesía iba a acompañar tus inquietudes literario-intelectuales?

Daniel Rafalovich: No recuerdo con seguridad. Debe haber sido a los 12 años, al entrar a la secundaria. En esa época los chicos estábamos muy movilizados por diferentes motivos : la lectura era uno de ellos. Claro que esos primeros poemas eran muy rudimentarios. Los “políticos” eran panfletarios. Creo que los “de amor” zafaban teniendo en cuenta la edad. Pero eran producto más que nada de la imaginación.
Al ponerme en contacto con coetáneos que comenzaron a editar precarias revistas y ver lo que escribían jóvenes de mi edad comencé a ser más regular, intentando que los poemas sean algo más que descripciones de estados de ánimo. Esto sucedió a mis 17 años (más o menos) cuando ya había accedido a Artaud gracias a Spinetta, de ahí a los surrealistas y al gran Jean Arthur Rimbaud, el que más me marcó en ese momento.

Gilgamesh: ¿Cómo es el proceso creativo de un poema, de un libro?

Daniel Rafalovich: En mi caso escribo a partir de algo que siento. Alguna idea a la que le falta una forma . Trato de expresarla de cierta manera particular. Luego, como en las recetas de cocina, la dejo reposar. Y al tiempo releo y retomo, corrijo, cambio, descarto. No estoy escribiendo mucho estos últimos años. Estuve corrigiendo y seleccionando con vistas al libro. Pero ahí ya pasamos a la pregunta siguiente.

Gilgamesh: ¿Cómo fue la experiencia de editar tu primer libro? ¿Y tu último, «Teatro de sombras»?

Daniel Rafalovich: En realidad durante muchos años mis poemas aparecían en revistas de las que se llamaban “subterráneas” en tiempos de la dictadura, de Santa Fe y de otros lados. Había una especie de red de publicaciones. Una experiencia muy interesante y, sobre todo, un respiro en el clima asfixiante de esos años. Al acercarse la democracia aparecí en diversos diarios de la zona o de otras provincias, en revistas más “famosas” como “Crisis”. En diversas antologías: una de ediciones Delanada, de Roberto Aguirre Molina, luego en una selección de la UNL. En ese tiempo concurrí al Taller de Poesía de la Universidad a cargo de Edgardo Russo y Juan Inchauspe. De ellos aprendí unas cuantas cosas. Muchos años después Ediciones Arroyo, de Pipi Bosch editó dos pequeños libritos artesanales: “Dos poemas” y “’70”. “Teatro de sombras “ surge a partir de la posibilidad que me ofreció Walter Operto (dramaturgo, director de teatro, periodista legendario de Rosario) de publicar en su editorial Ramos Generales. “Teatro de sombras” es una selección de poemas de varias décadas a esta parte. Poemas que, en su mayoría, andaban circulando por la red (aunque hay varios inéditos) Me despido de ellos luego de corregir una y otra vez. Espero que “Teatro de sombras” circule y mientras tanto me dedicaré a algunas cosas nuevas. Pasamos a la siguiente.

Gilgamesh: ¿Qué temas recurren en tu obra? ¿Qué búsquedas formales?

Daniel Rafalovich: “Teatro de sombras” está dividido en capítulos ligeramente temáticos: Sueños, personajes, situaciones personales, impresiones de momento, situaciones imaginadas, algo de política anclada en los ’70 (aunque vaya a saber).
Las búsquedas formales nunca superan al eje temático del poema. Al menos eso es lo que pretendo. Hay por ahí trabajos con ritmos y sonoridades. Pero apunto a que mi experiencia sensible al escribir y corregir llegue a quienes lean mis poemas sin demasiados “ripios” (expresión clásica de muchos poetas)
Gilgamesh: ¿Cómo empezaste a involucrarte en las movidas literarias de tu ciudad? ¿Qué te hizo comenzar a difundir a tus pares en un espacio que hoy ya es un lugar de encuentro como «Meta Poesía»?

Daniel Rafalovich: Hacia mediados de los ’70 me conecté con amigos que editaban revistas “subtes”, precarias formalmente pero que daban cabida a lo que nos interesaba a los que mayormente éramos sub-20. Allí publicaron mis poemas, primero en la revista “Mensaje”, luego en “Invisible”, la efímera “Pleamar”, “Peldaño”, etc. No estuve involucrado en movidas literarias, salvo cuando me invitaban a alguna lectura. Cuando entré a Facebook me interesó compartir algunas opiniones y divulgar material que a mi me gustaba o interesaba. Hacia 2015 una amiga de CABA llamada Claudia.Chiappino, docente y gestora cultural, me comentó que había diseñado una página a la que llamó Meta Poesía. Por falta de tiempo la dejó sin añadirle contenidos. Me preguntó si quería hacerme cargo de esos contenidos. Le dije que sí inmediatamente. También administraba la página la poeta Sylvia Cirilho. Comencé con poetas que había leído, de todo el mundo. Rápidamente me fui conectando con poetas latinoamericanos y españoles y compartía exclusivamente material en nuestro idioma. Me centré en la poesía argentina contemporánea y descubrí muchas y muchos poetas que me maravillaron. Fue una hermosa experiencia, enriquecedora y masiva ya que MP llegó a tener decenas de miles de seguidores. Hasta que Facebook la suspendió sin ningún argumento lógico. Y (a pesar de los cientos de reclamos efectuados) seis meses después de suspenderla directamente la eliminó. Así eliminaron una década de trabajo, unos 1500 poetas y alrededor de 15 mil poemas. Intenté con una nueva página llamada Tema: Poesía. Duró unos siete meses y fue directamente eliminada por Facebook.

Gilgamesh: ¿Cómo fue tu iniciación como lector? ¿Qué espacios, qué textos influyeron en tu educación lectora?

Daniel Rafalovich: Tengo hermanas mayores. Gracias a ellas aprendí a leer a los 3 años. Leía cuentos e historietas,lo que leían los niños. En casa estaba la Biblioteca Billiken completa así que leía cuentos, adaptaciones de clásicos, biografías, etc. En la pubertad fui un precoz militante político así que leía mucho material, lo que “había que leer” y cosas que leía por mi cuenta. En cuanto a literatura leía a Cortázar, García Márquez, Scorza, etc. Conocía poco de poesía: Benedetti, Pizarnik y poco más. Al acercarme al mundillo del rock me acerqué a Luis Alberto Spinetta . De ahí a leer Artaud fue un solo paso. Y de ahí Rimbaud, simbolistas, surrealistas, Michaux y demás. También diversifiqué mucho mis lecturas de narrativa. Borges, mucha ciencia-ficción, policial negro y autores argentinos y latinoamericanos muy diversos: Bioy, Cabrera Infante, Carpentier, Lezama Lima, muchos argentinos que editaba el CEAL, como Macedonio, Rozenmacher, Juan José Hernández, Gorodischer. Y Saer, Nabokov. Podría nombrar muchos pero obviaría injustamente muchos más. Esa mescolanza me modeló como lector. Y toda la poesía que caía en mis manos.

Gilgamesh: ¿Cómo ves la movida poética en Santa Fe capital? ¿Cómo interactuás en ella?

Daniel Rafalovich: En Santa Fe capital hay mucha gente que escribe poesía. Al decir Santa Fe incluyo a Santo Tomé, Sauce Viejo, Arroyo Leyes y toda la zona de la costa. Hay muchos y muchas poetas en la zona. Hay actividades, presentaciones, espectáculos que incluyen lectura de poesía. Hay un festival que se realiza anualmente en Arroyo Leyes desde hace varios años, ferias del libro. En invierno de 2024 iniciamos un ciclo de lecturas llamado Meta Poesia. Digo iniciamos porque fue impulsado por la Cooperativa Cultural Contrapunto (que integro) y el espacio que se nos abrió para realizarlo es El Solar de las Artes, el centro político-cultural del Sadop. Todas las ediciones de Meta Poesía fueron hermosas, cálidas, variopintas. Hasta ahora han leído unos 30 poetas de la zona. Y vamos por su continuidad.

Gilgamesh: ¿Qué lugar tiene el lector a la hora de escribir? ¿Y a la hora de dar a conocer tus textos?

Daniel Rafalovich: No pienso en un lector en particular Sí me imagino lectores y lectoras. Intento que mis poemas convoquen a la imaginación de quien los lea. Que no resulten herméticos. Que el lector tenga una punta que lo movilice. Darlos a conocer implica un trabajo de corrección que tengo que controlar. Llegar a un punto en el que pensás “así está bien” para no convertirse en un autocorrector maníaco. En cuanto a Teatro de Sombras hubo un trabajo de criba bastante minucioso. De 60 poemas que tenía preparados quedaron poco más de 30. Quizás siga corrigiendo algunos de los que no pasaron la prueba mientras escribo cosas nuevas.

Gilgamesh: ¿Qué lecturas y qué escrituras te acompañan en este momento?

Daniel Rafalovich: Mis lecturas son caóticas. Tengo un pequeño negocio de libros y revistas así que la mayor parte de mis lecturas proceden de ahí. Y leo todos los libros que los poetas tienen la gentileza de enviarme, ya sea en papel o en pdf. Y me prestan. Leí varios de los primeros libros de cuentos de Daniel Moyano, leí uno de Pascal Quignard llamado “Vida secreta” y estoy releyendo “Los galgos, los galgos” de la enorme Sara Gallardo. Un libro que leí hace varias décadas y que me resulta totalmente nuevo. Mi biblioteca es de lo más heterogénea.

Gilgamesh: ¿Qué (des)ventajas ves siendo un escritor «del interior del país»?

Daniel Rafalovich: La actividad en Caba es mucho más intensa. Hay decenas de eventos, presentaciones, lecturas colectivas. Uno debería hacerse una agenda semanal pero jamás podría cubrir ni una pequeña fracción de lo que se presenta. En las ciudades de tamaño más humano hay “eventos eventuales. ” Creo que hay menos “capillas” literarias. Las hay, claro, pero me parece que son menos cerradas Pero lo digo mirando desde afuera. Trato de ser lo más abarcativo posible en la tarea de difusión. Una desventaja puede ser que en CABA hay decenas de editoriales. Aquí hay unas pocas. Pero siempre puede aparecer una oportunidad.

Gilgamesh: ¿Qué le pedís, que le das a la poesía desde tu rol de escritor/difusor?

Daniel Rafalovich: Le pido placer. Leer debe ser placentero, incluso desde un lugar incómodo. Pero no hay que “obligarse” a leer nada que no te resulte atractivo. Claro que los puntos de atracción varían. No todas las personas tienen el mismo “centro del placer”. Lo mismo quiero al escribir. Incluso en la crudeza y en el desierto se puede encontrar belleza y placer.

Gilgamesh: Nuestra última pregunta es una que, con ligeras variantes, repetimos de
entrevista en entrevista. En «La muerte de la tragedia», George Steiner afirma (palabra más, palabra menos) que la poesía se ha vuelto un asunto privado esencialmente lírico y que, por lo tanto, se ha divorciado de la memoria histórica de los pueblos. Puesto en otros términos, la poesía es escrita y
leída por poetas y quizá, también leída por alguna de sus amistades... Hace largo tiempo que el llamado «gran público» ha quedado fuera de este juego. Alejandra Boero llama a esto el «lazo perdido». ¿Qué sería necesario, en tu opinión, para reparar en alguna medida esa pérdida?

Daniel Rafalovich: Es verdad que gran parte de los lectores de poesía son poetas. Y que los poetas se leen entre sí en gran medida. En un “antes” bastante difuso, quizás hace un siglo o algo menos mucha gente leía poesía aunque no escribiese. Y estudiaban y declamaban. Multitudes leyeron el Martín Fierro y a Bécquer y a Sor Juana y a Alfonsina. En los años ’20 Maiacovski leía para multitudes, Evtushenko lo hizo hasta en los ’70. Los poetas “beat” era escuchados por grupos numerosos de personas.
No sé si eso se podrá recuperar: el modo actual de comunicar es instantáneo e impersonal. La gente va a los conciertos y ,en vez de disfrutar de la música, filma y hace shows de luces con sus celulares. Quizás habría que hacer reels (15 segundos de poesía). No, es una ironía. Desconozco el modo en que la poesía puede volver al “gran público”. Quizás, Alejandra, debamos pensarlo mucho e intentar maneras.

NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Nací y vivo en la ciudad de Santa Fe. Escribo desde mi adolescencia. Algunos de mis poemas aparecieron en diversas revistas “under”, fanzines, diarios y revistas locales y nacionales, así como en antologías poéticas de la UNL.

Participé en el Taller de poesía de la UNL que coordinaba Edgardo Russo y en el que colaboraba Juan Manuel Inchauspe. También escribí textos humorísticos que aparecieron en revistas de Sta Fe y Rosario y en Rosario/12. Escribí los textos de la obra músico-teatral “La Palabra Mágica”, representada por el grupo Banda de Más-Caras Sueltas en el Centro Cultural Paco Urondo. Participé en programas de Radio Nacional Sta Fe y Radio Cultura. En 2018 y 2019 publiqué sendos libros artesanales gracias a la convocatoria de Ediciones Arroyo. Desde 2014 administraba la página de Facebook “Meta Poesía”. Hoy, con la asistencia técnica de Agustina Ferrand, estoy en http://xn--dalepoesa-n5a.blogspot.com/
Acabo de editar «Teatro de sombras. Poemas dispersos» (Ediciones Ramos Generales, 2025).

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